lunes, diciembre 19, 2011

La desilusión centroamericana

Por Guillermo Mejía

En días recientes se cumplieron 20 años del relanzamiento de la unidad regional, a la vez que los presidentes del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) realizaron un cónclave con modestos resultados frente a los estragos del cambio climático y los desafíos por la escalada del crimen organizado y el narcotráfico.

Pasaron más de dos décadas para que se firmara el Protocolo de Tegucigalpa, en diciembre de 1991, a fin de rescatar del golpe fatal que sufrió el esfuerzo integracionista, en 1969, en medio de la guerra inútil entre El Salvador y Honduras que hizo añicos el Mercado Común Centroamericano, entre otros males.

Resultado del encuentro de Tegucigalpa donde se suscribió el protocolo a la carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), firmada en 1962, nació el SICA que inició sus funciones en 1993 con la participación de El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica y Panamá. Luego se integró Belice.

República Dominicana participa como Estado Asociado, mientras hay otras naciones, entre ellas, México, Argentina y Brasil como Observadores Regionales, así como Alemania, Italia y Japón como Observadores Extrarregionales, dentro de un esfuerzo que por lo visto ha sido más de palabras que de hechos.

En la actual coyuntura, es obvio que tras el desastre de la tormenta 12 E durante 10 días de octubre, que dejó 117 muertes, unos 2.5 millones de damnificados y pérdidas por casi 2 mil millones de dólares, la unidad de los países centroamericanos es urgente.

En El Salvador, en particular, las autoridades respectivas pusieron la nota de alerta a partir de que la forma y la intensidad de los eventos han dado un giro espectacular por el cambio climático, ya que antes se esperaban las tormentas sobre todo desde el Caribe mas ahora también se forman en el Pacífico.

A la par, esa unidad regional también es imprescindible por el significado que tiene Centroamérica en el azote del crimen organizado y el narcotráfico con sus dos vías de acción, en primer lugar como ruta de tránsito de la droga hacia Estados Unidos y, en segundo lugar, como mercado local.

El combate conjunto del flagelo es una necesidad, aunque no se puede desdeñar la discusión política sobre la forma de hacerlo, porque Estados Unidos presiona por integrarlo a su lógica, de ahí el peligro de la militarización de la sociedad centroamericana. Los casos de El Salvador, Honduras y Guatemala son claves.

Punto importante es la justa y urgente presencia de la sociedad civil en la integración de Centroamérica con lo que se prevé mayor participación ciudadana y desburocratización de los esfuerzos que por el momento se agotan en las continuas reuniones donde hay mucho ruido pero pobres resultados.

Los centroamericanos con esa participación ciudadana deberíamos romper con esa desilusión regional que data desde tiempos de la Colonia, donde se instituyeron feudos y localismos que dieron al traste con los anhelos que provocaron la Independencia en 1821. Los pueblos llevaron la peor parte.

Vicios que también hicieron fracasar la República Federal de Centroamérica, en 1838, luego de lo que se fueron instaurando cada uno de los Estados con una mentalidad de liliputienses, amarrados a intereses oligárquicos que en pleno Siglo XXI siguen pesando en grande en la búsqueda de nuestro destino común.

Los centroamericanos tenemos la palabra.










lunes, diciembre 12, 2011

Necesidad de encontrar rumbo

Por Guillermo Mejía

Es fácil caer en la tentación del pesimismo al observar los acontecimientos que se dan en la sociedad salvadoreña, víctima de la crisis económica y la inseguridad, donde no se aclara el futuro en medio de la cerrazón mental y la ausencia de acuerdos concretos que viabilicen un desarrollo fincado en la humanidad.

Casi al terminar 2011 –buen momento por la Navidad y las fiestas de Año Nuevo- somos testigos de la falta de entendimientos políticos, para asegurar el rumbo porque se mantienen inalterables los sectores del poder económico que no asumen su compromiso con el pago de impuestos como se debe.

Al ser responsables y amplios de criterio también hay que decir que es necesario encontrar un pacto que, a la vez que asegure la democratización de los impuestos donde el que gana más pague más, con la mayor transparencia verifique la forma en que se dan los gastos del erario público. Es un derecho ciudadano.

Si bien los empresarios privados aseguran que cada vez se han ido recolectando más fondos en Hacienda, no está de más recalcar que El Salvador es uno de los países que cuentan con carga impositiva de menor cuantía que hace inviable la atención de amplios sectores desprotegidos.

Hay que quebrar la lógica de la máxima ganancia que hace ver a los poderosos económicamente como mezquinos a quienes se han referido personajes de la política internacional y la academia, entre ellos el politólogo Francis Fukuyama, que en su propia casa los llamó a invertir en la gente no sólo hacer negocio.

Por otro lado, tampoco es esperanzadora la opción que privilegió el gobierno de Mauricio Funes en cuanto al problema de la inseguridad pública –que nos da cuenta de al menos 12 muertos diarios- y que nos lleva a la tentación de militarizar la sociedad a partir de que la política descansa en un ex jefe castrense.

De inmediato, se notó que el general David Munguía Payés, ministro de Justicia y Seguridad, se decantó por la armadura de nuevos cuerpos elites antipandillas que vendrán a mostrar más de la misma opción represiva que no nos dejaron lecciones adecuadas con los planes de mano dura.

El Obispo Auxiliar de San Salvador, Monseñor Gregorio Rosa Chávez, lamentó la opción de fuerza bruta para solventar la crisis de inseguridad pública: “No esperábamos eso como la primera medida: un nuevo ministro de Seguridad. Digo, nosotros, la sociedad civil esperábamos algo más creativo”.

“Entonces, la trampa está en el inmediatismo, al tener presiones muy fuertes de buscar resultados, caer en la trampa de algo espectacular, pero no resuelve nada”, recalcó el prelado católico que, junto a organismos de la sociedad civil, ha reivindicado una opción integral para atacar la violencia cotidiana.

En ese marco, presentó el fin de semana anterior las propuestas emanadas de una consulta nacional por una Educación para un país sin violencia que con el auspicio de la Iglesia Católica reunió a diversas organizaciones de la sociedad civil en un Consejo Nacional de Educación.

Entre las propuestas están que cualquier solución al problema debe pasar por una coordinación interinstitucional, el encuentro de un modelo que genere fuentes de empleo, en especial para los jóvenes, impulsar programas preventivos y la urgente revisión de la programación mediática para evitar la violencia.

Sería oportuno que los diversos sectores que componen la sociedad salvadoreña dispusieran de un tiempo propicio para repensar hacia dónde nos conducimos en medio de la crisis económica, la falta de entendimientos políticos y el drama de la violencia que nos hace ver como uno de los países más violento del globo.










lunes, diciembre 05, 2011

Demagogia y mezquindad

Por Guillermo Mejía

En el estire y afloja entre el presidente Mauricio Funes y la empresa privada frente a la tibia reforma a la Ley del Impuesto sobre la Renta sería oportuno que la ciudadanía vislumbrara su significado concreto de cara a la demagogia política y la mezquindad tan profundamente arraigadas en la sociedad salvadoreña.

El gobierno advirtió que no se trata de un nuevo impuesto, sino es “apenas una reforma que busca alcanzar una mayor sostenibilidad fiscal, equilibrar las finanzas del Estado a las condiciones actuales de la economía, garantizar la estabilidad macroeconómica, promover la generación de empleo” e impulsar el crecimiento.

En definitiva, es la lógica del actual gobierno salvadoreño, ya que de todos es conocida la forma cuidadosa con que trata sus relaciones con la empresa privada, a la cual le ha dejado pasar cantidad de malas prácticas en su relación con sus empleados y consumidores, así como la infinidad de prebendas de las que goza.

No por gusto, desde sectores ciudadanos y organizados se han hecho sentir las denuncias y demandas sobre incumplimientos legales, arbitrariedades manifiestas y la escasa o nula respuesta de los grandes empresarios a mostrarse solidarios frente a la crisis económica mundial generada por la voracidad financiera.

Según la reforma propuesta a los diputados, los trabajadores con un salario hasta de $503 al mes quedan exentos de pagar renta, mientras los que ganan entre esa cantidad y $2,079 cancelarán lo mismo que hasta ahora. Del último monto a $6,200 pagarán $10.90 más por mes de lo que tributan.

El descontento está en los que ganan más de $6,200 mensuales –que suman 3,657 contribuyentes- que tendrán un incremento del 25 al 30 por ciento en el impuesto. Además, el 30 por ciento se aplicará a 15,797 empresas y alcanzará a unos 1,200 grandes contribuyentes con ganancias por arriba de los $2 millones.

La Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) se quejó de inmediato de “el excesivo uso del poder del Estado para confundir a la opinión pública” y, en particular, que el gobierno ha sido ineficiente en sus obligaciones en seguridad, educación y en salud, pese a la contratación de miles de empleados públicos.

En ese sentido, denunció que todas las empresas, hasta las más pequeñas, pagarán el aumento del 25 al 30 por ciento del impuesto “por lo que sí afecta a la clase media”, aunque el gobierno aduce lo contrario, además de que aseguró la ANEP que se tendrán dos nuevos impuestos.

Por último, advirtió que las disposiciones afectarán las fuentes de empleo, pues eso “quita liquidez a todas las empresas limitando la posibilidad de más desarrollo”, de ahí que pidió a los diputados que analicen la propuesta ante el impacto sobre “la calidad de vida y el empleo de los salvadoreños”.

Ante eso, encontramos los ciudadanos que se cumple el guión de ese estilo de política demagógica que –muy lamentablemente- ha entrado en el imaginario colectivo, así como la respuesta mezquina de quienes moral y legalmente tienen que contribuir como se debe por gozar de mayores privilegios.

Hasta la Iglesia Católica conservadora apeló el fin de semana a que los que “ganan más que paguen más” en esta sociedad sin control de parte del Estado sobre los niveles de enriquecimiento que se consideran lícitos, como tiene que ser en una sociedad democrática. La miseria no se puede esconder con discursos.

Como bien escribió el pensador brasileño Frei Betto en América Latina “la riqueza está demasiado concentrada en manos de una minoría de la población, los más ricos”. En especial, existe una “estructura fiscal injusta” donde “los más pobres pagan, proporcionalmente, más impuestos que los más ricos”. ¿Cuál control?










lunes, noviembre 28, 2011

La seguridad pública como estrategia mediática

Por Guillermo Mejía

Sintomático que el presidente Mauricio Funes antes de anunciar el cambio en la cartera de Justicia y Seguridad con el general en retiro David Munguía Payés por el ex comandante rebelde Manuel Melgar, se haya reunido con directores y editores de medios de comunicación social.

En la ocasión, el mandatario salvadoreño les expuso a los periodistas la nueva propuesta de seguridad pública en manos de un militar de carrera, algo que ha levantado polvo en sectores de izquierda, organismos de derechos humanos y académicos no así en el discurso mediático tradicional.

Funes no pudo dejar pasar la oportunidad, para pedir a los medios de comunicación social que hagan su parte ante la forma en que dieron cobertura al problema durante el período en que Melgar estuvo al frente de la institución. Ahora, la piedra en el zapato fue removida.

La oposición más contundente fue la de varios jefes y comisionados de la PNC que se reunieron con Funes para mostrar su preocupación y su disposición a renunciar si Munguía Payés era nombrado. La decisión estaba tomada y a los policías les dijeron que no iban a ser removidos, aunque podían irse.

Los entretelones del caso y los intereses que se juegan de cara al problema de la delincuencia y el ascenso del narcotráfico y el crimen organizado son cuestiones que están ausentes de las agendas informativas y de opinión, porque el asunto siempre ha sido tratado como una guerra estadística.

Incluso Melgar y el mismo Presidente Funes pusieron el grito en el cielo cuando apareció el informe de las Naciones Unidas que establece que El Salvador se convirtió en años recientes en el país más violento del mundo, seguido de Honduras, señalamiento que sí fue utilizado en el discurso mediático tradicional.

Pero en la semana en que el gobierno inauguró el período de Munguía Payés siguió la danza macabra en el país. En cambio, en el discurso mediático tradicional la atención fue puesta en las expectativas del nombramiento, mientras los columnistas mostraron sus esperanzas.

Si se trata de ver el problema delincuencial desde una perspectiva más serena, reflexiva y de cara a la ciudadanía, habría que decir que la solución es sumamente compleja, dado los intereses en juego con un Estado permeado por el crimen organizado y el narcotráfico. No hay sitio que no esté contaminado.

Resulta grave que ese discurso mediático tradicional soslaye esa realidad compleja, así como le hagan creer a la ciudadanía que volviendo a la tentación militarista se resolverá el problema, sin importar la experiencia bochornosa de la dictadura militar. Es más se viola el espíritu de los Acuerdos de Paz.

Sin duda las opiniones de la ciudadanía que comparten su esperanza en que un militar haya llegado a Justicia y Seguridad, es lo menos que se puede esperar ante la ausencia de información en la sociedad y, por supuesto, el drama que se vive por la delincuencia sobre todo en los sectores más humildes.

Veremos el curso de los acontecimientos frente al cambio de estrategia mediática en este país que cada vez camina, al igual que otros, a convertirse en Estado gobernado por el crimen, mientras a muchos no les queda otra opción para sobrevivir que incorporarse. La injusticia estructural pesa así como el militarismo.










lunes, noviembre 21, 2011

La seguridad, víctima de la antidemocracia

Por Guillermo Mejía

La renuncia del ex ministro de Seguridad, Manuel Melgar, y la obsesión del Presidente Mauricio Funes por sustituirlo con el ministro de Defensa, David Munguía Payés, es la manzana de la discordia donde se entrelazan intereses que no tienen nada que ver con la profundización democrática.

La primera amenaza que aparece es el peligro de caer en la tentación militarista frente al grave problema de seguridad que vive la sociedad salvadoreña como si no pesan sesenta años de régimen militar que imposibilitaron los anhelos de libertad y, al contrario, hundieron al país en el eterno conflicto.

La segunda amenaza deriva de la cada vez más obvia penetración del crimen organizado y el narcotráfico en las estructuras del Estado que condiciona su accionar, principalmente en la obtención de resultados en seguridad pública y el sistema judicial por la contaminación de estructuras claves.

La tercera amenaza se encuentra en la compra-venta de voluntades entre funcionarios de turno, políticos inescrupulosos y sectores de poder que desde todo punto de vista se nota que perderían mucho si los esfuerzos de investigación y combate al crimen fueron acompañados de voluntad política.

Un factor visible, aunque lo nieguen en el gobierno y en la embajada, es la administración norteamericana que también insiste en hacer prevalecer su concepción de seguridad que supedita cualquier esfuerzo a la seguridad de Estados Unidos como eje central.

No por gusto asistimos al empeño publicitario del gobierno de turno sobre el asocio de El Salvador con Estados Unidos y la presencia de representantes oficiales, para hacer lobby con funcionarios y personas clave de aquella nación donde se intenta vender la figura del ministro Munguía Payés.

Algo pasa en el partido oficial Fmln que se manifiesta en un nudo de contradicciones frente al problema. El ultimátum al partido y al gobierno dado por oficiales descontentos dentro de la Policía Nacional Civil que amenazaron con renunciar si Munguía Payés es impuesto dice mucho al respecto.

En ese marco, valdría la pena aclarar si realmente el ministro de Obras Públicas, Gerson Martínez, nunca aceptó ser el sustituto de Manuel Melgar en Seguridad, tal como lo han asegurado en el gobierno y en el Fmln, o si bien solamente sirvió de trámite para legitimar a Munguía Payés. La deuda existe.

Como sucede en los temas de interés público, lástima que seguimos atrapados en una sociedad en la que las elites políticas y económicas hacen el negocio a su antojo frente a la sociedad civil que, carente de información y reflexión, es víctima de la inmovilidad y de la venta de sueños baratos como el militarismo.

En ese panorama sórdido deja mucho que desear el papel del sistema mediático en cuyas agendas prevalecen los actores de siempre que, más que aclararle a las audiencias el quid del asunto, hacen malabares para justificar la antidemocracia que sepulta el goce de los derechos ciudadanos.

Hacer Patria no significa el espejismo del cambio de gobernantes de turno que tras la venta de ilusiones siguen alimentando prácticas políticas del pasado y solidificando estructuras económicas injustas por esa red de intereses particulares que someten a los postergados de siempre.

La seguridad tiene que ser materia de agenda abierta donde a los funcionarios de turno se unan los diversos sectores que integran la sociedad a fin de consolidar una estrategia común, porque el problema no es de patrimonio exclusivo sino que demanda el concurso de todos. Pero, lo más seguro es oídos sordos.










lunes, noviembre 14, 2011

Los periodistas en la ofensiva guerrillera del 89

Por Guillermo Mejía

-A los periodistas con aprecio y esperanza-

Sin duda lo primero que viene a la mente son las víctimas que dejó la vorágine, entre ellos unos treinta colegas periodistas que ofrendaron su vida en la cobertura del conflicto armado de doce años que concluyó con los Acuerdos de Paz firmados en Chapultepec, México, en 1992.

El 11 de noviembre de 1989, noche de sábado, iniciaron los choques armados con la incorporación de combatientes del entonces rebelde Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) desde las zonas rurales sobre todo en el Norte, Sur y Este de la Zona Metropolitana de San Salvador.

Otros puntos del país, en especial San Miguel, Usulután y Zacatecoluca, también fueron escenarios de combates.

Desde antes, los periodistas habíamos recibido informaciones sobre lo que vendría ese día 11. La seguridad, en medio del temor, y el abastecimiento para la casa eran prioritarios, mientras nos preparábamos para la cobertura de la ofensiva denominada “Hasta el tope… Febe Elizabeth Velásquez vive…”.

La campaña militar recibió el nombre de la dirigente sindical que junto a otros nueve de sus compañeros murieron durante un atentado dinamitero a la sede de la federación de trabajadores Fenastras, ocurrido el 31 de octubre de ese año, donde resultaron heridos otros 30 sindicalistas.

Ese antecedente marcaba la tensión en medio de rumores y otros hechos de violencia que también habían impactado a los periodistas, pues el 18 de marzo, un día antes de las elecciones presidenciales, murió el fotoperiodista Roberto Navas y resultó herido Luis Galdámez, otro fotoperiodista, ambos de la Agencia Reuters.

Efectivos militares abrieron fuego contra los compañeros que se dirigían en moto por el Boulevard del Ejército Nacional. Y, a la mañana siguiente, en plena jornada electoral, también militares acribillaron a Mauricio Pineda, de Canal 12, y al holandés Cornel Lagroux, de IKON-TV. Ambos en el Oriente del país.

Desde el inicio de la guerra, en 1980, los periodistas actuamos bajo condiciones extremas. La cobertura informativa del conflicto armado era muy restringida por el conservadurismo de sectores de poder y de los medios locales. El trabajo era menos agobiante en la prensa internacional, aunque la tildaban de “vendepatria”.

Los que compartíamos ambos espacios de prensa, con agencias de noticias, periódicos extranjeros, radios extranjeras, entre otros, y, a la vez, laborábamos en medios locales notábamos las diferencias. Es más, estar “protegido” para un periodista era tener una credencial de la prensa extranjera.

En ese sentido, la cobertura de la ofensiva final del 11 de noviembre no podía gozar de mayores garantías, dado el acoso militar y la desconfianza del gobierno de Alfredo Cristiani hacia los periodistas incómodos. Hubo despidos de medios locales y renuncias obligadas cuando llegó al poder en junio de 1989.

En esa oportunidad me encontraba en el Diario Latino –que luego se llamó Co-Latino- empresa que quedó bajo la conducción de los trabajadores en junio de 1989 y la dirección del colega Francisco Elías Valencia. Llegué expulsado de otros medios locales por la intolerancia reinante, aunque trabajaba también con la prensa extranjera.

Los temores en el cuerpo de prensa eran evidentes por las circunstancias especiales que pasaba la nación con el estallido armado en los alrededores de San Salvador, y para nosotros en el diario fue muy serio, ya que éramos un medio informativo que los militares y el gobierno ligaban con el Fmln.

El asesinato de los padres jesuitas y de sus dos colaboradoras el 16 de noviembre –en plena ofensiva- a manos de los militares es un recuerdo macabro de algo que no queremos volver a vivir. La noticia la recibimos con mucho pesar. Nadie estaba seguro, cualquier cosa podía suceder.

De esa forma, en esas situaciones límites profundamente difíciles, también recibimos la noticia del asesinato del colega Eloy Guevara, de la Agencia AFP, y del periodista inglés David Blundy, del Sunday Correspondent, en Soyapango y Mejicanos, respectivamente, víctimas de las balas en la cobertura noticiosa.

El secretario general de la OEA, Joao Clemente Baena Soares, quedó atrapado junto a otras personas, incluidos un grupo de marines estadounidenses, cuando los guerrilleros se tomaron las instalaciones de la torre VIP del Hotel Sheraton, en la Colonia Escalón. Al final, se negoció la salida.

Una de las anécdotas que guardo es la decisión que tuvimos en el Latino con una foto de portada donde aparecía una tanqueta militar que había sido destrozada por el fuego rebelde en los altos de la Colonia Escalón. Los militares censuraron la foto, dijeron que no podía salir. Entonces, publicamos la portada con el lema “Censurada” en el espacio fotográfico en letras rojas. El impacto en los lectores fue inmediato, la prensa extranjera envió la noticia con la imagen de la portada. Un censor de los militares que veía lo que se iba a publicar jamás volvió a llegar.

La sociedad estaba bajo el Estado de Sitio y el Toque de Queda desde el 12 de noviembre en medio del combate y el Centro de Información Nacional (CIN) del gobierno nos advirtió a los periodistas que quedaba, por ende, suspendida la libertad de expresión y entregó una serie de “disposiciones”.

Entre los puntos estaba: “Consultar con la fuente oficial respectiva todo tipo de informaciones que se refiera a noticias sobre acciones de los grupos terroristas del FMLN y sus organizaciones de apoyo o cualquiera de índole político y militar”.

También: “No publicar comunicados del FMLN o cualquier otra organización de apoyo que pretenda divulgar sus actividades, ya que con ello se busca desorientar a la opinión pública, difundiendo informes alejados de la verdad”.

Y, a la vez: “Los medios de comunicación nacionales deberán abstenerse de publicar noticias o informaciones provenientes de agencias extranjeras o de países que mantienen una clara oposición al Gobierno y al pueblo salvadoreño”. Las disposiciones incluían la amenaza de usar la ley si se desobedecía.

El marco de libertad de prensa y de expresión condicionada por intereses políticos y corporativos es un mal crónico. Los esfuerzos de muchos periodistas desde finales de la década de los 70 y durante los 12 años de guerra civil fueron loables. La firma de la paz no significó del todo la superación de la intolerancia, falta mucho trabajo por hacer.

Desde esa perspectiva vemos el espejismo que se vivió durante el gobierno del Presidente Napoleón Duarte, entre 1984 y 1989, período en que se posibilitaron nuevos espacios de información y entrevistas que sirvieron a las empresas mediáticas para criticar al gobierno, pero nunca a los militares.

Los periodistas que aprovechamos espacios en radio, prensa escrita y televisión asumimos el compromiso de trabajar por mayor acceso a la información y difusión de las diversas formas de entender lo que sucedía en el país, pero a la llegada del Presidente Alfredo Cristiani muchos de esos espacios quedaron truncados.

Las amenazas en la sociedad salvadoreña del siglo XXI, al igual que en otros países de la región, incluyen ahora al crimen organizado y al narcotráfico. La guerra social que se vive, en especial en los sectores populares, en vez de solucionarse se profundiza.

Por eso, los nuevos periodistas y muchos de los que somos de la generación de la guerra debemos estar concientes del papel de los informadores y comunicadores en esa realidad compleja que requiere también de mucha reflexión y pensamiento. No podemos quedar deslumbrados solamente con la tecnología.

Hay que hacer un esfuerzo en seguir caracterizando ese período. Por ejemplo, la forma en que los periodistas respondimos ante la represión y las mentalidades obtusas, así como el impacto de los cambios tecnológicos y la relación de los periodistas con la política. Necesitamos cultivar la memoria histórica.










martes, noviembre 08, 2011

El derecho a las nuevas tecnologías

Por Guillermo Mejía

Cuando nos referimos al derecho que tienen los ciudadanos a tener acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC) parece que hablamos de un mundo extraño, pues en la práctica se nos hace creer que ese derecho llega hasta la posibilidad que se tenga de consumo.

En conversaciones recientes con colegas periodistas se trajo a colación el tema precisamente en momentos en que se habla tanto del arribo –por supuesto, con desigualdades- de sociedades como la nuestra a la plataforma virtual donde se ejecutan y comparten una variedad de tareas.

La globalización implica esa necesidad operativa, aunque persisten las condiciones de falta de acceso, analfabetismo tecnológico y verticalidad de la información, entre otros problemas, con lo que cobran auge las críticas ante el evidente modelo injusto de información y comunicación en el mundo actual.

Al final, el problema recae en la forma en como está estructurada la sociedad, clasista y desigual, donde opera la lógica de que quien quiere prepararse para los “nuevos tiempos” tiene que hacer un sacrificio personal por educarse en el entorno, tener lo suficiente para comprar un ordenador y acceso a la red.

En ese contexto, se notan la ausencia de un verdadero Estado Social de Derecho que asuma la condición política de la ciudadanía y, a la vez, la ausencia de niveles de consciencia y organización de esa ciudadanía en la lucha por el derecho humano a la comunicación y a la información que es violado con suma frecuencia.

De antemano, por la misma falta de educación y asunción de responsabilidad, la discusión sobre el derecho a tener acceso a las TIC, en el marco de los derechos humanos, resulta un tema marginal en sociedades injustas y violentas donde la preocupación de la ciudadanía se centra en la crisis económica y la inseguridad.

Ahora bien, en la práctica de los individuos, así como la manera en que, por ejemplo, está configurada la rutina profesional del sistema mediático se ve como normal el simple acceso de las personas a la red, sin importar la manera en que la utilizan, o el hecho de que los medios se encuentran en la web.

Las nuevas tecnologías deben servir para crecer de forma integral, en educación, la comunicación con los demás, así como la integración de herramientas participativas que coadyuven al cambio social. No es la participación que pregona el sistema mediático y que llega hasta el hecho de que emitamos una opinión ante un producto periodístico o enviemos una imagen a la web.

El comunicólogo mexicano Javier Esteinou en un ensayo sobre la necesidad de que insistamos en un nuevo orden mundial de la información y la comunicación hace las siguientes propuestas:

Uno, que los países amplíen las fuentes de información que necesitan los ciudadanos en su vida cotidiana. Se requiere emprender un examen minucioso de las leyes y reglamentos vigentes para reducir las limitaciones, las cláusulas secretas y las restricciones de diversos tipos en las prácticas de información.

Dos, se debe abolir la censura o el control arbitrario de la información. En los sectores en los cuales están justificadas restricciones razonables, éstas deberían quedar definidas en una ley, su aplicación estar sometida a control judicial y ceñirse a los principios formulados en la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración de Derechos humanos y en los demás instrumentos que adopte la comunidad de naciones.

Tres, los obstáculos y las restricciones que se deriven de la concentración de la propiedad de los órganos de información, independientemente de que sean públicas o privadas, merecen analizarse con toda profundidad para encontrar sus vías democratizadoras.

Cuatro, se deben tomar medidas jurídicas eficaces para limitar la concentración y monopolización; conseguir que las empresas trasnacionales acaten los criterios y las condiciones específicas en la legislación y en las políticas de desarrollo nacional, entre otras medidas.

Es decir, el derecho al acceso a las nuevas tecnologías va más allá del espejismo de “divertirnos” en la web, tener la mejor y veloz computadora o creer que todo lo resolvemos con el simple y vulgar consumo. Tendrá que llegar el momento en que la sociedad asuma con preocupación este tipo de temas de interés público.










martes, noviembre 01, 2011

Remembranzas del Bicentenario

Por Guillermo Mejía

-Con mi amor para mi familia afrodescendiente-

Una de las deudas que tenemos los centroamericanos al cumplirse el 5 de noviembre de 2011 los 200 años del grito de la libertad que nuestros ancestros hicieron público esa jornada no exenta de conflictos es que nuestra centroamericanidad quedó sepultada en el mar de intereses mezquinos.

Qué podemos pedir a estas alturas de la historia frente a la fractura de nuestras siete naciones centroamericanas, más el sur indio de México que nos pertenece –el Soconusco histórico- que apelan a la relación económica y política, aunque en la realidad cotidiana de los pueblos queda en el vacío.

Como reconocimiento al aporte intelectual de mi estimado amigo y compañero de viaje periodístico, el historiador salvadoreño Roberto Turcios, director de la Revista Tendencias, de la etapa de esperanza luego de nuestra guerra patria, dejo algunos fragmentos de su investigación contenida en “Los primeros patriotas: San Salvador 1811” (Ediciones Tendencias; 1995).

Nos cuenta Turcios: “San Salvador estaba agitado y revuelto. A las siete de la mañana, las calles de la ciudad eran recorridas por grupos populares que capturaban comerciantes y apedreaban las casas de los españoles. Los ánimos estaban indispuestos, el tumulto en movimiento, la potestad dudosa, nadie manda, nadie obedece y solo el desorden reinaba, dice el Acta-convocatoria”.

“El acorralamiento en que se encontraba el Intendente, las capturas de españoles y las requisas de armas ponían de manifiesto que la ciudad se encontraba bajo el domino de un nuevo poder. La organización del pueblo había dado una sorpresa a las autoridades; si éstas creyeron que era definitivo el sosiego que siguió el tumulto del lunes, cometieron un error de cálculo y deben haber contemplado con espanto a los destacamentos movilizándose por las calles como Pedro en su casa”.

Más adelante Turcios nos cuenta: “Las autoridades coloniales se encontraban prácticamente depuestas y sin nadie que pudiera defenderlas. Así ocurrió en la reunión celebrada el mediodía de aquel martes 5 de noviembre, en que se produjo un nuevo brote de cólera popular cuando los españoles y funcionarios se hicieron presentes”.

Y prosigue: “En cuestión de horas, la fuerza del gobierno quedó notablemente reducida y sin posibilidades de responder militarmente porque las jefaturas fueron abandonadas”.

“La jornada del martes 5 de noviembre concluyó con una victoria patriótica que había dislocado por completo la lentitud del sistema político. El triunfo había sido producto de una alianza entre la organización comunal de los barrios y sus líderes, con los dirigentes criollos productores de añil y con destacadas personalidades religiosas”.

Pero aún faltaba mucho tiempo, hasta 1821, en que nuestra patria centroamericana se librara del yugo español.

Qué bueno para nuestro mundo común que ahora se vuelquen los historiadores e investigadores sociales al encuentro del aporte afrodescendiente centroamericano a la lucha por la Independencia, esos negros y pardos nuestros, que pusieron su cuota de dignidad en esa lucha por la liberación.

Gloria a nuestros ascendientes negros y pardos que nos legaron nuestro color, nuestro pelo ensortijado, nuestros labios gruesos y el orgullo de descender de Africa, la cuna de la civilización, nuestro amor por la música y la acuarela de la vida en nuestra patria centroamericana. Somos uno desde Belice hasta Panamá.

¿Estamos satisfechos? Jamás de la vida. La lucha continúa en la historia contemporánea. Blancos, indios, negros –y las diferentes mezclas- tenemos una deuda pendiente en la conquista de una sociedad más humana, solidaria y sin que perdamos el horizonte de que somos centroamericanos. No perdamos la historia.










lunes, octubre 24, 2011

La crisis demanda propuestas electorales serias

Por Guillermo Mejía

El luto y la destrucción que nos dejaron dos semanas de lluvia constante por efecto del cambio climático deben servir para demandar propuestas políticas de altura en el marco de las elecciones de alcaldes y diputados de 2012 y las presidenciales del 2014.

Nuestra región centroamericana sufrió 110 muertos, 34 solo en El Salvador, uno de los países más afectados, mientras miles de compatriotas resultaron damnificados y las pérdidas aún parciales ascienden a mil millones de dólares. Un 35 por ciento de la producción esperada en esta cosecha se perdió.

En una cita de la Asociación Médica Británica, que reunió a asesores militares, médicos, economistas y académicos, en días recientes en Londres concluyó que por el cambio climático el precio de los combustibles, la escasez de alimentos y las pérdidas humanas se incrementarán.

Los países tropicales pobres, donde aparecemos los centroamericanos y caribeños, serán los que tendrán los embates más severos como ya lo estamos sufriendo en la zona del Pacífico donde a partir del año 2000 han proliferado las tormentas y huracanes que antes se esperaban solo en el Caribe.

Ante esa situación tan grave, que algunas llaman apocalíptica como si fuera exageración, nos debemos preguntar cuáles son las propuestas de los políticos domésticos que esperan seguir en los cargos públicos o colarse como “nuevas figuras” si con poco que vivimos se notó su angustia o asquerosa manipulación.

Con lo que se espera de aquí en adelante –que ya estamos soportando- sabremos si el marketing de las libertades que pregona la derecha o el de la justicia social que vende la izquierda gobernante nos alcanza para enfrentar con medidas adecuadas la profundización de la crisis integral que se avecina.

Ni vale la pena mencionar lo que dicen otros traficantes y tinterillos que se escudan en otros “partidos políticos” hediondos a ciprés o puestos a la gana.

El punto es que vivimos en la zona más vulnerable y en uno de los países más violentos del mundo, con una población en carestía que subsiste en condiciones pésimas en medio de barrancos, paredones o en el delta del río Lempa que, como bien dice Dagoberto Gutiérrez, ni nace en El Salvador sino en otro país hermano.

Al final, solo el despertar de la ciudadanía podría propiciar el golpe de timón, porque de los políticos domésticos no se espera nada. Lo contrario fuera si desde hace tiempo el eje de acción política fuera la participación de la gente como condición elemental de ejercicio del poder.

Lástima que de quienes se esperaba una actuación más coherente con su discurso –la izquierda que se asume revolucionaria- no se haya tenido mayor compromiso político con las comunidades que urgen de educación política y organización. Hablar de la derecha sería perder el tiempo.










lunes, octubre 17, 2011

La cobertura mediática del desastre

Por Guillermo Mejía

Con mucha preocupación sobre el desastre que dejó más de 30 muertos, miles de damnificados y pérdidas millonarias, la ciudadanía en general siguió la cobertura de los medios de comunicación que en esta oportunidad hicieron uso combinado de su trabajo en el terreno con las posibilidades que otorgan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

También, hay que resaltar el valioso esfuerzo que constituye el que las autoridades respectivas hayan colocado al menos seis radares meteorológicos a lo largo del territorio salvadoreño, los cuales constituyen dos bases importantes, una en cuanto al conocimiento inmediato de las lluvias en el terreno para los expertos y otra para el conocimiento de la población.

En ese sentido, en radios, televisoras, páginas web, entre tantos, las audiencias tuvieron la posibilidad de enterarse de primera mano lo que los periodistas y reporteros, fotoperiodistas, camarógrafos, en fin el contingente de colegas, enviaron a cada instante en una larga y triste jornada de trabajo acompañada de las nuevas tecnologías que rompieron barreras.

Esos recursos digitales promovieron, a la vez, que los espectadores de siempre –acostumbrados al verticalismo mediático- en esta ocasión también asumieran su papel protagónico con su participación en la cobertura tradicional de los medios de comunicación y entraran en escena por medio de las redes sociales que fueron una base sustentable de información para los periodistas.

Resultó muy significativo y loable esa actitud mostrada por muchos que asumieron su compromiso y probaron una muestra de las posibilidades que en momentos críticos -como el de las lluvias que se prolongaron por más de una semana- otorgan las nuevas tecnologías, acción que debería pasar a otros niveles en cuanto a la necesaria participación ciudadana en los asuntos públicos.

Tal como han reseñado diversos organismos ecologistas, locales y extranjeros, ahora más que nunca hay que prestarle atención al territorio salvadoreño y centroamericano, por cuanto somos la parte más vulnerable del planeta, sujeta a modelos de desarrollos fincados en la explotación desmesurada de los recursos naturales y, por ende, condenada a su desgracia.

Los titulares de la cartera del Medio Ambiente han explicado con mucha propiedad sobre el antes y el ahora de los fenómenos que nos trae el invierno. Si antes la preocupación eran las tormentas y huracanes que llegaban del Caribe, ahora se suman las tormentas y huracanes que se forman en el Pacífico, y cada vez más cerca de las costas salvadoreñas –como en este octubre.

Por consiguiente, la vida ya no será igual, las lluvias llegadas desde el mar nos confirmaron que podemos ser víctimas de fenómenos prolongados en tiempo y espacio. De ahí la importancia que desde el Estado y la sociedad civil organizada –donde sería muy oportuna la labor de los medios de comunicación- se hiciera un esfuerzo integral para afrontar las circunstancias.

El gobierno debe asumir el papel que le corresponde ante la gravedad del asunto. Los ejemplos sobran, tenemos a miles de familias que habitan a la orilla de quebradas o a la sombra de paredones, así como los que subsisten en condiciones extremas en el Bajo Lempa que año con año son víctimas de las inundaciones. Hay que hacer algo, el tiempo apremia.

Hay que reconocer, pues, la labor de los colegas periodistas en su inmensa cobertura sobre el desastre dejado por las lluvias, la experimentación con las nuevas tecnologías y el arrojo de la ciudadanía que en esta vez se sumo mediante los recursos de la red de Internet para mantener y mantenerse al tanto de los acontecimientos. Nuestras condolencias a las familias de las víctimas.










lunes, octubre 10, 2011

La tarea de democratizar los medios

Por Guillermo Mejía

En el reciente encuentro sobre la democratización de los medios de comunicación se puso otra vez en colación la tarea urgente de romper las barreras que impiden el acceso y producción comunicativa desde el derecho a la comunicación, que incluye el de información y el de la información, en una sociedad víctima del corporativismo y la instrumentalización de la conciencia.

Bajo la dirección de los colegas de la Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS) expusieron el Relator de Libertad de Expresión de Naciones Unidas, Frank La Rue; el Presidente del Consejo Federal de Comunicación de Argentina, Néstor Busso; el Secretario de Comunicaciones, David Rivas; y el académico José Luis Benítez, entre otros.

Más que consignar los valiosos aportes de los comunicadores, creo importante evidenciar la ardua campaña en busca de que los sujetos sociales sean partícipes y constructores de mensajes liberadores, críticos y propositivos en un contexto donde ese corporativismo, local y global, impide ese derecho ciudadano que tan solo nos convierte en consumidores.

En estas naciones inmersas en la exclusión, la violencia y la enajenación, que vulneran nuestros derechos sagrados, es una lástima que apenas se vislumbre el croquis del derecho a la comunicación, que se convierte necesariamente en una discusión marginal y aislada frente a otros temas que de repente entran en agenda ante necesidades insatisfechas.

De ahí la importancia de que en estas sociedades se construya ciudadanía, máxime en tiempos de globalización que impone cambios económicos y culturales, que confunde las fronteras que hasta hace poco reconocíamos, además del ir y venir de valores y antivalores que trascienden de lo local a lo global y viceversa.

Como bien dice el radioapasionado José Ignacio López Vigil, la labor invaluable de la “ciudadanización” debe comenzar por “ciudadanizar” nuestro cerebro: “La ciudadanización tiene que ver con las capas superiores donde residen las funciones cognoscitivas, las que nos permitieron trascender los impulso irracionales”. La fórmula, entonces, es la educación.

El mentor recuerda al filósofo Sócrates que en una labor educadora: “Se trataba de descubrir, a base de preguntas bien orientadas y ejerciendo el raciocinio propio, la verdad que está dormida en la mente de cada persona. Igual que la partera ‘educe’ y saca a la luz a la nueva criatura, el que educa ayuda a extraer las ideas más honestas, los mejores conceptos, de otras personas”.

Y agrega: “Cuando hablamos de democratizar la cabeza, nos referimos, claro está, a la educación en valores. En los tres valores fundacionales de la concepción ciudadana –libertad, igualdad y fraternidad- que nos permitirán asumir una actitud nueva ante la vida, una manera desprejuiciada de relacionarnos con los demás”.

De esa manera cobran vigencia los intentos que desde la década de los 70 buscaron la democratización de los medios y la posibilidad de encontrar un nuevo orden informativo dadas las prácticas antidemocráticas, excluyentes, consumistas e imperialistas de los centros de poder hegemónico. La sociedad merece también justicia informativa y comunicativa.

“Desde esta perspectiva, la tarea de los comunicadores, y en particular de los periodistas, se ubica en la comprensión de estos nuevos escenarios, en la necesidad de ayudar a formar conciencia política frente a ellos, y, especialmente, en una tarea de resguardo y construcción democrática donde el diálogo social y la vigencia de la palabra compartida se impone”, escribió en el primer lustro de los años 80 el especialista chileno, Fernando Reyes Matta.

Si bien desde el actual gobierno se propaga la idea de la construcción de medios públicos, con la Radio Nacional y el Canal 10, además de una agencia de noticias, no está fuera de contexto exigir desde la sociedad civil que el Estado haga un verdadero esfuerzo por el derecho a la comunicación, la eticidad en el periodismo y la posibilidad de medios ciudadanos.

En conclusión, falta mucho por hacer, apenas aparece un intento serio por debatir eso de la democratización de los medios. La única esperanza, al final, radica en los esfuerzos de lo que el periodista y maestro Ignacio Ramonet llamó el “quinto poder” ciudadano que combata ese corporativismo mediático que socava las aspiraciones de libertad y justicia en el mundo de hoy.










lunes, octubre 03, 2011

Hugo Chávez y el morbo mediático

Por Guillermo Mejía

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, fue puesto al borde de la muerte por la seria enfermedad que padece, esta vez por un periódico estadounidense que no tentó tablitas al informar sobre este caso que desde la responsabilidad periodística tiene que ser abordado con el cuidado de no dañar la dignidad de la persona.

El Nuevo Herald, de Miami, se defendió considerando que tiene fuentes fidedignas, aunque anónimas, para haber lanzado su primicia, aunque Chávez desmintió la versión que consideró “mensajes de laboratorios de guerra sicológica dada la posición política que tenemos en Venezuela”. Dijo que sería el primero en informar si su estado de salud empeora.

El problema del asunto con Chávez, dado lo que representa él y su gobierno, se ha dado en infinidad de ocasiones en la historia contemporánea, si no hay que recordar la cantidad de veces, por ejemplo, que ha muerto –incluso por asesinato- el Comandante Fidel Castro de Cuba. Hay una alerta para no dejar escapar la “primicia” de la muerte de Chávez y Castro. ¡Vaya tarea!

Es ahí donde cabe la reflexión sobre este tipo de conductas periodísticas. Desde la profesión se asume que el dolor y el sufrimiento se tornan de interés informativo, máxime si la persona es de interés público, como en el caso de Chávez como presidente de Venezuela, aunque una cosa es informar con honestidad y otra actuar de forma irresponsable.

“El sufrimiento puede pasar a formar parte de la intimidad del sujeto, en mayor medida cuanto más considere que afecta a su identidad, a su yo”, dice la profesora española María del Mar López Talavera, de la Universidad Antonio de Nebrija, Madrid. Sobre Chávez el abuso ha sido tal que se ha llegado a informar que ya casi, casi se muere. O sea pasó a ser una obsesión.

La catedrática López Talavera nos da una guía de lo que sería una forma responsable de informar sobre el dolor y el sufrimiento:

En primer lugar, además de las exigencias que afectan a cualquier profesional, el informador –ante el dolor- debe mostrar un escrupuloso sentido de discernimiento y discreción en la selección de sus mensajes. No debe olvidar el respeto a la persona que sufre, minimizando el daño de la información que ofrezca, mostrándose claramente humano en su espíritu de servicio.

En segundo lugar, el periodista ha de ser muy severo en el proceso de selección del material informativo que se haya recogido; para eso ha de tener muy claro qué es lo que pretende con su mensaje; cuál es la finalidad de la información y cuáles les partes que se pueden ver afectadas por su difusión.

En tercer lugar, el comunicador debe anteponerse a las consecuencias previsibles que sus decisiones tendrán en los ya debilitados dolientes. Resulta, por ello, muy útil intentar predecir algunas de las posibles reacciones de las víctimas, de modo que el informador sepa en todo momento cómo actuar en caso que se produzcan.

“Será la compasión, el sentido común y el buen hacer profesional del periodista lo que decidirá la conveniencia de difundir o no esa comunicación involuntaria del dolor. La meta del comunicador debería ser minimizar siempre el daño, nunca aumentarlo con su labor informativa, al tiempo que procure hacer todo el bien que le sea posible”, advierte la profesora López Talavera.

Tal como vemos el tratamiento de la seria enfermedad del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el sistema mediático tradicional, muchos de los principios esgrimidos desde la academia les salen sobrando. Al menos, los motivos de esta reflexión intentan poner en situación una especie común de mala praxis que vulnera la dignidad de la persona.










lunes, septiembre 26, 2011

Comunicación y entorno digital

Por Guillermo Mejía

La necesidad de reformular nuevos modelos de comunicación en la sociedad posmoderna, donde las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) imprimen su huella en los diversos órdenes de la vida cotidiana, resulta elemental para explicar y comprender los cambios generados en la comunicación de masas y las experiencias de los sujetos sociales.

“Dicha revisión supone plantear una epistemología comunicacional que ayude a reubicar el papel de los polos del proceso de comunicación y que sustentada en ‘el otro’ más que en el ‘yo’, otorgue el papel de sujeto dialogante, pensante y participante al receptor, a modo de recuperar la naturaleza humana y dialógica de la comunicación”, afirma la profesora venezolana Migdalia Pineda.

La investigadora de la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, señala la importancia de reflexionar desde un pensamiento holístico que sea capaz de establecer interconexiones entre teorías y pensamientos diversos, para conocer las experiencias de convivencia de medios, de emisores y las modalidades de comunicación e información en el entorno digital.

“Así como no hay experiencias únicas a través de las redes digitales sino que hay una diversidad y multiplicidad de contactos, relaciones e interconexiones, asimismo no puede haber un modelo único y exclusivo, pero tampoco teorías cerradas, que sean capaces de dar cuenta de todas las realidades y modalidades de comunicación e información que son factibles hoy en día”, asegura.

De esa forma, la profesora venezolana propone una serie de pistas teóricas para reformular un nuevo modelo de comunicación que tome en cuenta las diversas experiencias de comunicación e información que hace posible Internet y que abarcan, entre otras, viejos medios y nuevos medios de comunicación en red, mensajes de correo electrónico, foros y redes sociales.

Ese nuevo modelo de comunicación múltiple y diversificado ya no puede ser de comunicación de masas y unilateral sino que combina “rasgos de comunicación interpersonal, pero mediada a través de tecnologías digitales”; es decir, en un nuevo panorama tecnológico, con diversas formas de intercambio y sin una fuerte influencia unilateral de uno de los polos del proceso comunicativo.

De acuerdo con la profesora Migdalia Pineda, la nueva experiencia interactiva hace que los elementos del modelo de comunicación adquieran otras características:

-Unos emisores múltiples y simultáneos, con capacidad de emitir y recibir mensajes, informaciones y con potencialidades de EMR (Emisor-Medio-Receptor). Más personalizados que institucionalizados, con una mayor autonomía tanto en la emisión como en la recepción, y con una multiplicidad de interacciones empáticas y alto uso por parte de los jóvenes, quienes introducen una ruptura con los usos tradicionales de Internet al mostrarse más activos en el consumo y producción.

-Unos mensajes diversos, instantáneos, bidireccionales y más personalizados que generan contenidos en muchas direcciones (diálogos sincrónicos, asincrónicos, virtuales) y que pueden ser de distinta naturaleza: informaciones, diálogos comunicacionales, saberes y conocimiento compartidos, elaborados de forma hipertextual y multimedia. Los cuales podrán ser consumidos indiferentemente en el hogar, en el trabajo o en sitios de desplazamiento público.

-Unos medios con soportes tecnológicos diferentes (digitales, telemático, interactivos) y que articulan el hardware con el software, que exigen otras destrezas operativas para su funcionamiento y que se incorporan al mensaje de una forma más sutil e intuitiva. Medios que se interconectan entre ellos en una red virtual (la web), donde se integran imágenes, voz, texto en un espacio global, y que cada vez ganan más en ubicuidad al no estar sujetos a cableados fijos y depender más de tecnologías móviles como los teléfonos inteligentes, las computadoras portátiles y las memorias flash.

-Unos receptores-usuarios/ emisores diversos, múltiples que pueden ser conocidos o no entre ellos y con el emisor, más inclusivos y empáticos por una relación de cercanía sicológica, que experimentan diferentes opciones de recepción: de uno a muchos, de muchos a muchos y de muchos a uno. Pero cuyas prácticas de consumo suelen ser más individualizadas y privatizadas.

-Unos efectos variados y multilaterales, no unidireccionales, de influencia recíproca y compartida, bastante vinculados con experiencias relacionales y de cooperación y de comunicación y no sólo informacionales.

-Y un contexto doble, por una parte, de carácter personal, situacional, física y socialmente hablando, y por la otra, el de la red, virtual, a distancia, globalizado.

“Las tecnologías han dejado de ser meros instrumentos para convertirse en estructuras que permitan unas otras sensibilidades, escrituras y lecturas de lo real”, estima la profesora Migdalia Pineda. A la larga, los sujetos sociales adquieren otro marco de valores estéticos, concepciones mentales, imaginarios sociales y simbólicos más alejados de lo físico y, por ende, virtuales.










lunes, septiembre 19, 2011

El encanto de las nuevas tecnologías

Por Guillermo Mejía

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, comúnmente conocidas como TIC, representan la columna vertebral de la sociedad contemporánea a través de la digitalización de todos los procesos, incluidas formas de interacción social, con lo que se vuelve un reto científico de primer orden su acercamiento y comprensión.

Tanto han afectado la vida cotidiana que su implementación –con las características propias de cada sociedad- ha producido cambios evidentes en los órdenes social, económico, político y cultural y, por ende, han trastocado las explicaciones académicas tradicionales que se instituyeron en teorías de la comunicación.

“Por mucho que la prospectiva se esfuerce por descubrir tendencias de hacia dónde puede ir el futuro, la fiabilidad de dichas predicciones es lábil. Por este motivo muchos de los fenómenos que se están produciendo en la actualidad no han sido todavía suficientemente analizados. Aunque en el mundo digital, un nuevo factor se añade a las dificultades investigadoras de las ciencias de la comunicación: la rapidez y, en ocasiones, la fugacidad de los fenómenos”.

De esa forma nos advierte el académico y autor español Miquel Rodrigo sobre el reto que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación representan para las teorías de la comunicación, sobre todo si partimos de las perspectivas teóricas heredadas de las escuelas funcionalista, interpretativa y crítica.

Rodrigo compara viejos medios y nuevos medios; es decir, la comunicación masiva frente a la comunicación digital interactiva. Y encuentra: una tecnología analógica y una tecnología digital; una difusión (uno-a-muchos) y una reticularidad (muchos-a-muchos); una secuencialidad y una hipertextualidad; un monomedia y una multimedia; una pasividad y una interactividad.

Con todo y los problemas que se presentan en el esfuerzo teórico desde las teorías de la comunicación, el acercamiento y comprensión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación puede caracterizarse de la siguiente forma:

En primer lugar, desde la perspectiva funcionalista se tiene una visión optimista sobre el significado de esas nuevas tecnologías en la sociedad actual: “Así la sociedad digital es presentada como una revolución comunicativa que abre un horizonte de posibilidades, aparentemente, ilimitadas”, afirma el profesor español.

Las nuevas tecnologías permiten que cada persona sea un transmisor en potencia, frente a los antiguos medios de comunicación unidireccionales; además, la interactividad permite obtener un feedback inmediato. Las TIC dan una mayor libertad de elección y de uso porque los productos están alcance del consumidor. En fin, los funcionalistas creen que se empodera al ciudadano.

En segundo lugar, desde la perspectiva interpretativa los estudios culturales distinguen a la tecnología en sí misma y los procesos sociales por los cuales las nuevas tecnologías son apropiadas por los usuarios y son institucionalizadas en la sociedad. El foco de atención son las interacciones sociales de las personas con las TIC en su contexto de vida cotidiana.

“Es decir, se trata de estudiar qué hacen las personas con las tecnologías, cómo son percibidas, apropiadas, utilizadas, qué relatos hacen sobre las mismas y como todo ello cambia según los contextos, las circunstancias, las ideologías, etc.”, estima Rodrigo. Un tema recurrente es la investigación sobre las construcciones identitarias y se plantea hasta qué punto inciden las TIC.

En tercer lugar, desde la perspectiva crítica se asume una visión pesimista sobre el significado de las nuevas tecnologías en cuanto discrepa con la propuesta tecnomercantil carente de proyecto social y se adhiere a la lucha por la conquista de un uso alternativo de las TIC, donde se debata la realidad social que se construye en el nuevo panorama.

Rodrigo trae a cuenta algunos puntos respecto a la sociedad de la información: la era de la sociedad-red es, en realidad, la era de la subsunción real de la sociedad por el capital; el capital es global y el trabajo está fragmentado; la economía de redes no es una economía interdependiente; y la empresa-red y la producción flexible responden a las necesidades del capital.

Como cada perspectiva tiene su propia visión sobre las nuevas tecnologías, el académico español advierte: “Es difícil hacer un diagnóstico certero sobre cómo evolucionarán las teorías de la comunicación ante el reto de las TIC”, además el avance del conocimiento científico va detrás de los fenómenos que estudia y su institucionalización amerita un acuerdo entre científicos.










lunes, septiembre 12, 2011

La alfabetización mediática

Por Guillermo Mejía

El bombardeo cotidiano del sistema de comunicación colectiva, con una mezcla de productos informativos, opinativos, propagandísticos, publicitarios, entre otros, nos recuerda la importancia de la alfabetización mediática, ya que el ciudadano promedio se acerca a esa realidad construida en muchos casos sin las herramientas necesarias para su comprensión.

A partir de esa urgencia, desde la academia se insiste en la educación para la recepción, en otras palabras: “(…) hacer que los sujetos receptores, individuales y colectivos tomen distancia de los medios de comunicación y sus mensajes, que les permita ser más reflexivos, críticos y, por tanto, independientes y creativos” y asuman su papel activo en el proceso de comunicación.

La justificación anterior es de los especialistas mexicanos Mercedes Charles y Guillermo Orozco Gómez, expertos en el binomio comunicación y educación, quienes insisten en el conocimiento de la recepción más allá de catalogarla como “un proceso condicionado a una causalidad lineal, donde el sujeto receptor es el polo más frágil y pasivo dentro del ciclo comunicativo”.

Al contrario, la recepción “se considera como un proceso múltiple y contradictorio, donde entran en juego una variedad de mediaciones determinadas tanto por las relaciones sociales en las que está inserto el sujeto, como por su posición social, cultural e histórica”, afirman los investigadores de la comunicación.

Si antes los estudios sobre la materia comunicativa se centraron en el emisor-productor y el mensaje, en la última etapa del siglo XX se volcaron hacia el receptor que desde una perspectiva crítica se asume como un sujeto activo, determinado socioculturalmente, y capaz de crear, recrear y negociar los contenidos de los mensajes provenientes de los medios masivos.

En ese sentido, Charles y Orozco Gómez señalan que: “El receptor deja de ser considerado ‘víctima’ de los medios y se transforma en protagonista a través de la creación de nuevos significados y de la inserción de éstos en la cultura cotidiana en la que está inmerso”. Ahora, el reto es que la ciudadanía participe de la discusión.

Se han planteado diversas propuestas desde la recepción como: alfabetización para los medios, educación para los medios, recepción crítica, lectura crítica, recepción activa o recepción participativa. El fin, de acuerdo con los autores, es mediar el proceso de recepción poniendo al alcance de los ciudadanos la discusión que antes era solo de la academia.

Un caso coyuntural que ilustra la urgente alfabetización mediática de la sociedad salvadoreña es la reforma al Art. 191 del Código Penal, que en su tercer inciso castigaba la crítica periodística desfavorable, que cambió la cárcel por multas en faltas contra el honor y la buena imagen de los ciudadanos con lo que se privilegiaron derechos corporativos.

Es decir, la ciudadanía desarmada en términos legales frente a la impunidad periodística, tan frecuente en el país, como si fuera cierto que contamos con una prensa responsable, que hace su labor pensando en el bien común y promueve la discusión pública de los problemas que afligen al conglomerado.

Por eso en mi anterior comentario señalé que se necesita que el Estado retome su papel educativo con los ciudadanos, tanto a nivel formal como a nivel informal, con la educación cívica en el aparato educativo, así como en las comunidades, a la par de una vigilancia adecuada sobre la infinidad de basura que se envía desde los llamados medios de comunicación.

En ese esfuerzo cívico es que se instala la alfabetización mediática que en la escuela y las comunidades otorgue las herramientas de comprensión sobre los medios y sus productos, la forma en que se manejan, la filosofía de la que parten, hasta llegar a conocerlos técnicamente y hacer posible la construcción de relatos desde esa recepción activa.

La educación para la recepción es materia de estudio y práctica alrededor del mundo y en América Latina son muchos sus frutos más que todo en comunidades urbanas, comunidades suburbanas, comunidades campesinas a partir del trabajo de grupos de promoción popular para la educación y la cultura, dado la presencia de los medios en la vida cotidiana.










lunes, septiembre 05, 2011

Responsabilidad versus privilegios

Por Guillermo Mejía

Por la manera en como la Asamblea Legislativa cocina la reforma al Art. 191 del Código Penal, que en su tercer inciso castiga la crítica periodística desfavorable, se podría caer en la tentación de privilegiar los derechos corporativos sobre los de la ciudadanía que es víctima de seudo productos periodísticos que lesionan su moral.

Desde los tratados de ética periodística, se establece que sobre el derecho de información y el derecho a emitir opiniones está el de la vida privada, la buena imagen y el honor, en suma el respeto a la dignidad humana, caso contrario se debe responder ante los tribunales correspondientes.

El Art. 6 de la Constitución reza: “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subvierta el orden público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada de los demás. El ejercicio de este derecho no estará sujeto a previo examen, censura ni caución; pero los que haciendo uso de él, infrinjan la ley, responderán por el delito que cometan”.

Por lo tanto, no hay que buscarle tres pies al gato. La politiquería de la mayoría de fracciones representadas en la Asamblea Legislativa, junto al pensamiento patronal e ideológico de las empresas periodísticas que pretenden vendernos la ilusión que vivimos un ensueño democrático, nos trae a cuenta que uno de los males del periodismo es la impunidad.

En otras palabras, pretenden vendernos la idea que en este país automáticamente la prensa es responsable, se autorregula con eficiencia pensando en el bien común y está abierta a la variedad de discursos o relatos que emanan de la ciudadanía, algo inexistente en pleno Siglo XXI y tras un esfuerzo político que paró la guerra intestina en 1992.

Los periodistas consecuentes y la ciudadanía que aspira a vivir en una auténtica democracia, donde el sistema de medios de comunicación colectiva realmente esté al servicio de la gente, deben rechazar que se instauren “legalmente” privilegios para lo que violen la ley, como el cambiar penas por multas económicas. No es alentador, al contrario resulta pernicioso.

La sociedad salvadoreña necesita con urgencia que el Estado retome su papel educativo con los ciudadanos, tanto a nivel formal como a nivel informal, por ejemplo: la educación cívica en el aparato educativo, así como en las comunidades, a la par de una vigilancia adecuada sobre la infinidad de basura que se envía desde los llamados medios de comunicación.

La resolución de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que declaró inconstitucional el tercer inciso del Art. 191 por violentar los Arts. 2 y 6 de la Carta Magna se apegó a los derechos ciudadanos y se espera que los legisladores tomen conciencia y no violen lo que dice la ley primaria.

Si los diputados evaden su responsabilidad a simple vista se favorece al periodismo; es decir, al libre ejercicio de información y opinión, pero con excepciones de ese tipo no estamos construyendo una sociedad democrática que siente sus bases sobre las actuaciones responsables y donde se priorice el diálogo social como instrumento para resolver los problemas.

Más seguro para los periodistas en particular y la sociedad en general es que los trabajadores de la información y la comunicación sean protegidos por una ley especial del periodista que, entre otras cosas, procure el ejercicio de la libertad con responsabilidad, clarifique las fronteras entre periodismo y publicidad o propaganda, y establezca la cláusula de conciencia.

Ya no demos malos ejemplos a la sociedad, como ocurrió en días recientes en el caso de los militares que se refugiaron en el ex cuartel de la Guardia Nacional al ser requeridos por la justicia española por el asesinato de los padres jesuitas y sus dos colaboradoras. En ningún código está que los militares gozan de esos privilegios, aunque en esto el gobierno se hizo el oídos sordos.











lunes, agosto 29, 2011

La justicia elástica

Por Guillermo Mejía

Algunos hechos de trascendencia ocurridos recientemente confirman una vez más lo precario de la aplicación de justicia como la ausencia de transparencia por parte de las autoridades correspondientes, lo que nos recuerda el camino tortuoso que hay que recorrer para arribar a una sociedad justa y democrática.

Son dos casos excepcionales: La resolución de la Corte Suprema de Justicia en pleno que falló a favor de la “libertad” de los nueve militares que han sido requeridos por la justicia española por la muerte de seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras, en medio de la ofensiva guerrillera de noviembre de 1989, así como el envío de 22 efectivos militares a Afganistán.

En el caso de los militares sobre los que INTERPOL notificó su inmediata captura, bajo difusión roja, el fallo estima que no procede porque solamente es para su “localización”, ya que una detención se hace efectiva si a la par lleva una solicitud de extradición, argumento que contradice otro fallo de la misma Corte Suprema que sí hizo efectiva una extradición en días pasados.

La Radio YSUCA comentó que: “Este caso desnuda al pleno de la Corte Suprema de Justicia y deja en evidencia que esta no posee la competencia que le corresponde al más alto organismo del poder judicial. Esta Corte que avala la impunidad, que impide sistemáticamente que resplandezca la verdad y se haga justicia, es, además de una vergüenza nacional, un enorme obstáculo” para la institucionalidad y el Estado de derecho.

“No en vano tanto los Acuerdos de Paz y la Comisión de la Verdad, como una serie de estudios realizados por expertos en la materia han insistido en la urgente necesidad de reformar y hacer funcionar bien el sistema judicial para fortalecer la paz en El Salvador”, agregó la emisora conocida como la voz oficial de los jesuitas.

Para nadie es secreto el contexto en que se dio el fallo del pleno de la Corte Suprema, el significado que tiene en esta sociedad que aún se ve sometida a los caprichos de grupos de poder tradicionales que están enquistados en la misma institucionalidad del país y que, además, cuentan con un amplio aparato mediático que consideró a los militares como “prisioneros”.

Las preguntas elementales, que no se han escuchado en ese coro mediático, son: ¿Quién les proporcionó a los militares la información sobre la orden de detención?, ¿quién les facilitó a esos militares el hospedaje con comida y dormida dentro de las instalaciones del ex cuartel de la Guardia Nacional? El primero que debería responder es el presidente Mauricio Funes.

En esa misma línea se inscribe el caso de los 22 efectivos militares salvadoreños que partieron hacia Afganistán el domingo 28 de agosto, para participar en las maniobras militares dirigidas por la OTAN, decisión oficial controversial que recuerda el costo en vidas humanas que pagó El Salvador por su presencia en Irak.

Sumada a lo inútil que resulta que los efectivos militares vayan a tierra extraña a exponer sus vidas, aunque el gobierno diga que no participarán en actividades bélicas, se encuentra la falta de transparencia de las autoridades, ya que se conoció en los últimos días que esos militares fueron adiestrados por Estados Unidos, desde enero pasado.

“El gobierno de Estados Unidos, el Departamento de Estado… nos han dado un tremendo apoyo, tanto en la parte de nuestro adiestramiento, en nuestro transporte, en nuestro despliegue futuro, así como también en el sostenimiento y el apoyo logístico de nuestro efectivos”, dijo a la prensa local el ministro de la Defensa Nacional, David Munguía Payés.

El jefe militar entregó el pabellón nacional a los efectivos en ausencia del presidente Mauricio Funes. Algo sospechoso que mueve a interrogantes porque llegó al poder bajo la bandera del partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), único partido político que se opuso al envío de militares a Afganistán, como también lo hizo en el caso de Irak.

Ambos casos, el de los militares que España desea extraditar como el del envío de los efectivos militares a Afganistán, dan pie para reflexionar sobre el ejercicio del poder, la práctica política y la necesidad de que la sociedad en general demande mayor coherencia, transparencia y compromiso en la lucha por una sociedad justa y democrática.











lunes, agosto 22, 2011

Transformando la docencia universitaria

Por Guillermo Mejía

Transformando la docencia universitaria (Siete; 2011) es el interesante título que en segunda edición acaba de publicar el colega Leonel Cálix, periodista y docente de la Universidad de El Salvador, que de forma certera señala los vacíos que tiene la educación superior en el país como descuido sistemático de quienes corresponde.

Cálix, que actualmente cursa estudios de doctorado en Innovación e Investigación en la Educación Superior con la Universidad de Granada, señala en la introducción del texto que su esfuerzo académico tiene como objeto “propiciar la reflexión, la discusión y el debate sobre la formación docente universitaria y su correlación con la formación de calidad de los nuevos profesionales”.

El material se estructura en tres apartados con sus respectivos numerales: primero, formación docente universitaria y calidad en la educación superior; segundo, calidad de la educación superior; y tercero, estado de la legislación en la educación superior. En el cuarto apartado el especialista Sergio Tobón se refiere a la docencia estratégica.

El autor reconoce en el prólogo a la segunda edición las dificultades de los profesionales que se dedican a la docencia universitaria:

En primer lugar, el individualismo y el aislamiento, como características de ejercicio profesional del docente universitario, dificulta la investigación compartida y las actividades de mejora personal e institucional, las cuales solamente se pueden dar en un ambiente en el que los docentes tienen la disponibilidad de aportarle al otro desde su propia experiencia.

En segundo lugar, la resistencia al cambio debido entre otras cuestiones a: la fuerte uniformización de los métodos didácticos empleados; la inexistencia de una formación inicial bien fundamentada en la innovación educativa; una enseñanza más centrada en planteamientos teóricos que en procesos de intervención adecuados; la lealtad de los docentes a su profesión y no al ámbito donde la ejercen; y la inexistente motivación del profesional para su mejora docente.

Cálix insiste luego en la urgencia de desarrollo profesional frente a la actual crisis de la enseñanza universitaria.

De esa forma, estima conveniente la “necesidad de diseñar políticas de formación y desarrollo profesional universitario que establezcan las grandes directrices de mejora de la enseñanza y de la formación del profesorado”, así como la creación de un clima institucional positivo de la universidad, en general, y la formación del profesorado, en particular.

Además, la formación “ha de centrarse en la práctica profesional, desarrollándose actitudes de reflexión y crítica respecto a su propia enseñanza. La investigación en la acción sobre la docencia, y a ser posible en equipo, sería la mejor fórmula de formación”.

Según la propuesta, el perfil del docente universitario debe responder a estas características desde el punto de vista de los alumnos: flexible, abierto al cambio, capaz de analizar su enseñanza, crítico consigo mismo, con un amplio dominio de destrezas cognitivas y relacionales, capaz de trabajar en equipo y de investigar incluso su propia forma de enseñar.

Uno de los señalamientos estructurales del problema en el país parte de que no existe aún una definición precisa sobre educación superior ni en la Constitución de la República, ni en la Ley General de Educación, ni en la Ley de Educación Superior, porque se toma a la educación en los diversos niveles y se instruye en los cursos de formación pedagógica de forma generalista.

En la actualidad, es meritoria una reflexión como las que nos entrega el colega Cálix por los bajos niveles de calidad que presenta la educación superior, la existencia de una serie de problemas técnicos y administrativos en los procesos, que en vez de dinamizarlos los obstruyen, y la mercantilización que consume la enseñanza universitaria.

No permitamos que se destruya una de las claves del futuro, la educación. Para cualquier consulta sobre el texto pueden escribirle al autor, Maestro Leonel Cálix e-mail: leonelcalix@yahoo.es











lunes, agosto 15, 2011

La juventud y el (des)encanto de la política

Por Guillermo Mejía

Llama la atención que los jóvenes que cumplirán los 18 años, entre el 12 de septiembre entrante y el 10 de marzo del próximo año, aún no se registran como debería ser para obtener el Documento Unico de Identidad (DUI) a fin de participar en las elecciones de alcaldes y diputados del 2012, situación idónea para pensar sobre la sociedad que se está construyendo.

Según el Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN), la cifra de los jóvenes que deberían enlistarse es de 58 mil 411, pero apenas se han presentado 1172 hasta el pasado 10 de agosto. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) cerrará la base el 12 de septiembre, por lo que el tiempo se va de las manos.

Las voces tradicionales siempre apelan a que en la juventud descansa el futuro, que ellos son los que tomarán las riendas del país dentro de poco y que su educación es la clave para asegurar el éxito de la sociedad. Sin embargo, esas muletillas no pasan de ser “expresiones de buenas intenciones” ante la difícil situación que afrontan los jóvenes.

Para nadie es secreto que la mayor cantidad de víctimas de la violencia cotidiana de las “maras” o el crimen organizado se encuentra en ese segmento de la sociedad salvadoreña, que ellos también son fruto y víctimas de la exclusión social, la ausencia de una verdadera educación sexual y una política demográfica, así como su derecho a una educación gratuita y de calidad.

Se infiere que la juventud se desentiende de su responsabilidad cívica al ver la práctica de los políticos criollos que privilegian su interés particular por encima de los intereses ciudadanos, la tranza por encima del interés público y las cada vez más obvia relación del narcotráfico y el crimen organizado con la política.

Pero hay que señalar, a la vez, la responsabilidad que tiene el Estado para con la juventud en cuanto a la necesidad de la educación cívica, la educación política, porque el pretender edificar ciudadanos políticamente comprometidos, solidarios y responsables pasa por ejecutar programas cívicos dentro de las comunidades y las aulas educativas.

Ante la ausencia de ese Estado resulta más fácil a los jóvenes desatenderse de sus deberes políticos, como si nunca van a tener responsabilidades dentro de su comunidad, como si siempre van a estar anuentes al disfrute y el ocio cuando la construcción de una nueva sociedad demanda de la presencia organizada en particular de esos jóvenes.

Por culpa de todos, la juventud también es responsable, hemos visto pasar con indiferencia, frustración y desencanto, la oportunidad que, aunque modesta, se abrió con los Acuerdos de Paz, firmados en 1992, para sentar las bases de esa sociedad más justa, democrática y participativa al grado que estamos pagando las cuentas de políticos irresponsables.

Los políticos se ha mostrado indiferentes ante las demandas ciudadanas de mayor participación al grado que es manifiesta la orfandad de amplios sectores que no encuentran referentes. Caso patético es el partido oficial Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) que abandonó el trabajo organizativo de la gente y mejor buscó su comodidad institucional en el poder.

La otra gran deuda con los jóvenes, y la sociedad en general, viene del sistema de medios de comunicación colectiva que en lugar de propiciar el encuentro, el diálogo social, se perfila por la polarización atendiendo agendas particulares. En vez de contribuir al conocimiento y reflexión sobre la realidad le apuesta a la “estupidización” de la sociedad por medio de productos mediocres.

La sociedad contemporánea nos demanda a los ciudadanos, en particular a la juventud, mostrar ciertas virtudes cívicas en procura de elevarnos hacia estadios superiores de convivencia democrática, entre ellas la necesidad de luchar por la igualdad de oportunidades, el combate a la injusticia en cualquier orden, además del sentimiento de solidaridad.

De igual manera, la presencia de la justicia dentro de la sociedad, la “fronesis” o lo que puede asemejarse a la prudencia en el sentido de una valoración exhaustiva ante de comprometerse en cualquier acción y la racionalidad discursiva. En fin, no por gusto los jóvenes se muestran ausentes de la política, de ahí el llamado de atención a la sociedad.











lunes, agosto 08, 2011

Lecciones esperanzadoras de las protestas estudiantiles

Por Guillermo Mejía

Las protestas estudiantiles desarrolladas en Honduras y en Chile representan un aliento de esperanza en medio de pretendida deshumanización de la educación –que intentan privatizar- en tiempos en que el alma sucumbe frente al mercantilismo, el abandono del escenario público por parte de amplios sectores de la sociedad y la ausencia de compromiso político.

De entrada, hay que comprender –por supuesto, sin compartir- el alejamiento de la sociedad civil de la cosa pública, cuestión en la que tienen muchísima responsabilidad los medios de comunicación colectiva, así como el descrédito de la práctica política por intereses mezquinos o corporativos que asesinan esa esperanza colectiva de un futuro mejor.

Como bien reseña el intelectual y antigolpista hondureño, Juan Almendares, la toma continua de más de 70 centros educativos en la tierra de Lempira, que pretenden acallar con intervención militar, representa la lucha “contra la voracidad del capitalismo neoliberal hegemónico que ha convertido la educación en mercancía” y en uno de los instrumentos neocolonizadores.

Los jóvenes hondureños han mostrado civismo de primer orden frente a la indiferencia de la sociedad en general, aunque sí haya que reconocer la jornada también cívica y sostenida del movimiento en contra del nefasto golpe de Estado del 28 de junio de 2009 ante el miedo de sectores conservadores por el anhelo popular de propiciar democracia participativa.

“Existe una guerra del poder hegemónico oligárquico articulado al capital mercantil, agroindustrial y financiero que utiliza el ejército, la policía, los sicarios, la seguridad privada y la guerra mediática para frenar, obstaculizar y eliminar a cualquier movimiento de protesta, resistencia que aboga por la educación y salud pública, las demandas de la tierra , el agua y el territorio”, dice Almendares.

En Honduras: “Defendamos la educación pública y hoy más que nunca la educación como un derecho humano, planetario y el verdadero camino hacia la transformación real de las condiciones injustas desiguales y violadoras del derecho a la vida , la dignidad y soberanía histórica de nuestros pueblos”, agrega el intelectual hondureño.

En consonancia, los estudiantes y otros sectores comprometidos de la sociedad chilena también mantienen una jornada sostenida en contra de la privatización de la educación pública y en pro de una mejor calidad educativa de cara al descalabro del sistema y la desilusión por el mandato presidencial del actual gobierno de derecha.

El intelectual chileno, Jaime Massardo, de la Universidad de Valparaíso, reflexionó en un comentario en línea que las protestas, algunas fuertemente reprimidas, expresan “su rechazo al proyecto de reforma educacional propuesto por el actual gobierno, mostrando a la sociedad chilena que éste no satisface las necesidades de educación científica, tecnológica, artística y humanista”.

Y algo, también paradigmático y esperanzador, que resulta aleccionador para nuestras sociedades latinoamericanas ha sido que “la nueva generación que protagoniza el movimiento no vivió el miedo a la dictadura, su disposición a la horizontalidad y su representa una nueva forma de práctica política” en medio de la herencia antidemocrática pospinochetista.

“Esta nueva generación mostró que la lucha política por cambiar el sistema es posible y necesaria, constituyendo un punto de articulación de un movimiento de dimensión nacional capaz de galvanizar las diferentes expresiones sociales y políticas que tengan por objetivo común una nueva sociedad”, concluye Massardo.

Las lecciones esperanzadoras de las protestas estudiantiles de Honduras y Chile tienen que llamarnos a la reflexión sobre lo que ocurre en El Salvador con las posibilidades de respuesta ciudadanas frente al también descalabro del sistema educativo y las tibias propuestas que emanan del gobierno y corporaciones que sueñan con su privatización.

Urge que estudiantes, docentes y sociedad en general, veamos hacia el futuro y nos comprometamos con la lucha por la humanización de la educación como derecho inalienable, lucha que ha sido abandonada desde hace tiempo atrás, situación lamentable porque esa educación representa una forma primordial para ejercer nuestra libertad.











lunes, agosto 01, 2011

El Año Internacional de los Afrodescendientes

Por Guillermo Mejía

Del 18 al 21 de agosto se desarrollará en la Ciudad/Puerto de La Ceiba, Atlántida, Honduras, la Cumbre Mundial de Afrodescendientes con la presencia de líderes del movimiento de color para analizar, reflexionar y documentar las condiciones de las poblaciones afrodescendientes y los logros obtenidos en los últimos diez años de lucha reivindicativa.

La iniciativa es una respuesta a la resolución de la ONU que declaró “2011 Año Internacional de los Afrodescendientes” y conlleva ese análisis, reflexión y documentación de los logros alcanzados en la implementación de tratados internacionales, además de un análisis sobre la situación actual desde la “III Conferencia Mundial contra el Racismo”, en Durban, Sudáfrica, en 2001.

Entre los resultados esperados se encuentran:

-Documentar importantes aspectos, consensuar el conocimiento o determinantes considerados centrales a las causas de la pobreza y las brechas prevalecientes entre las poblaciones afrodescendientes frente a otras poblaciones alrededor del mundo.

-Establecidos compromisos concretos -incluyendo la Implementación de estrategias y asignación de recursos financieros – que permitan crear una plataforma para el desarrollo sustentable con identidad de las poblaciones afrodescendientes en el corto, mediano y largo plazo para cerrar las brechas de desarrollo.

-Definida una estrategia, y establecidos compromisos entre gobiernos, la cooperación internacional y la sociedad civil para fortalecer las capacidades institucionales de las comunidades y organizaciones afrodescendientes; asimismo, promover el desarrollo integral sostenible con identidad de las comunidades y poblaciones afrodescendientes.

-Alcanzado el acuerdo para la implementación del Decenio Afrodescendiente, el Fondo de Desarrollo Afrodescendiente y el Parlamento Afrodescendiente en las Naciones Unidas.

La economista costarricense Epsy Campbell Barr, activista social y política, afirmó en una publicación de Alainet que, según información disponible, “la condición social y racial de los y las afrodescendientes les coloca en una situación social y económica de desventaja, por el legado de la esclavitud y como consecuencia del racismo estructural y de modelos de desarrollo excluyentes”.

Sin embargo, la luchadora social reconoce que “en la última década, producto de la organización social y política de los y las afrodescendientes, existen respuestas estatales o gubernamentales de diversa índole para hacer frente a la insostenible realidad afrodescendiente de la región”. Eso no significa que todo sea color de rosa, porque la globalización ha exacerbado las desigualdades.

Por su parte, Miriam Miranda, integrante de la Organización Fraterna Negra Hondureña (OFRANEH), considera en el mismo documento que: “El silencio y el olvido al que hemos sido condenados en Centroamérica los pueblos que poseemos herencia africana, es parte del feudalismo que impera en el istmo”.

“Desde la invisibilización hasta el avasallamiento, han sido las políticas de los Estados centroamericanos que se han distinguido en la historia por la violencia y desprecio hacia los pueblos indígenas y negros”, agrega. Mientras, se estima que en nuestra región hay más de tres millones de afrodescendientes.

Miranda recuerda la introducción de esclavos en Centroamérica provenientes de Africa en los siglos XVI y XVII por la explotación minera y asentamientos de africanos, por ejemplo, en ciudades como Santiago de los Caballeros y Villa de la Gomera en Guatemala; El Realejo, San Felipe de Austria, Santa María del Aro, y Abierto, en Nicaragua; San Vicente, en El Salvador; y la Puebla de los Pardos, en Costa Rica.

Lastimosamente, la herencia africana en nuestra región pretende ser negada y sólo es reivindicada donde las características físicas son tan obvias, en otras palabras la “política de blanqueo” nunca fue superada, tal es el caso de El Salvador donde el ancestro de color se fue diluyendo en la mezcla de la población que se asume en general mestiza.

El historiador salvadoreño Pedro Escalante Arce aseguró en una ocasión que dado ese mestizaje ha perdurado un porcentaje de la población salvadoreña que lleva sangre mulata en sus venas, pero “en la casi totalidad de casos sin tener en absoluto conocimiento del ancestro, al cual comentaristas e historiadores y el sentimiento popular sumieron en el olvido y callaron el mensaje”.

No está de más recordar la participación activa de los negros y pardos en el movimiento de independencia centroamericano de España. Uno de los casos emblemáticos es el del 5 de noviembre de 1811, del cual de cumplen 200 años en el 2011, de ahí el alboroto por el Bicentenario.

Hay una deuda histórica con nuestros antepasados de origen africano que en condiciones infrahumanas, injustas y denigrantes fueron arrancados de sus lugares en Africa y traídos como esclavos a tierras americanas. Los encuentros de análisis y reflexión en torno al “2011 Año Internacional de los Afrodescendientes” son buena oportunidad para reivindicarnos.