miércoles, junio 27, 2007

La apertura mediática en el ejercicio democrático

Por Guillermo Mejía

Cualquiera dirá que aún falta mucho camino por recorrer, para llegar a las elecciones generales del 2009; sin embargo, desde ya es saludable para la construcción democrática salvadoreña que recordemos la necesidad de una apertura mediática que posibilite el conocimiento y debate de las diversas plataformas partidarias.

La experiencia salvadoreña nos ha mostrado cuán ausente ha estado esa posibilidad de debate político a lo largo del tiempo. Generalmente, las posturas conservadoras han tenido espacio de sobra no solo para dar a conocer sus ideas, sino la deformación de la realidad frente a los planteamientos de oposición.

La construcción democrática nos demanda que la ciudadanía tenga el ramillete de expresiones partidarias, para escoger, a su conveniencia, las personas que tenga a bien que la gobiernen y, en el caso del 2009, desde el Ejecutivo, el Legislativo y los concejos municipales. En ese sentido, la ausencia de alguna de esas expresiones no abona a la democracia.

Cuando hablamos de presencia de todas las fuerzas partidarias en el espacio mediático nos referimos a un trabajo periodístico que va más allá de la simple pauta informativa, manipulable por cierto, o la simple presencia en entrevistas matutinas que saturan la mayoría de veces con los mismos personajes legitimados por los medios.

La comunicación política nos posibilita un trabajo riguroso que contrasta los discursos políticos con la realidad y no solamente a partir de las obras de algún ente administrador del Estado, sino en cuanto que esos discursos políticos también tienen sus referentes en las actitudes que tienen sus gestores.

Por ejemplo, mucho nos dice a los ciudadanos si apreciamos el discurso mediático del gobierno de turno que nos recuerda que trabaja por las sectores desposeídos, mientras constatamos que muchos de sus fervientes patrocinadores evaden impunemente los impuestos que les corresponde cancelar. El gobierno no tiene mano dura para esos evasores.

Y si hablamos de democracia al interior de las fuerzas políticas, nos encontramos con que ninguna de ellas ofrece participación real a sus correligionarios, para escoger a sus dirigentes o candidatos. A pesar de haber dado el salto cualitativo en su momento, el partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) cerró autoritariamente esa posibilidad en detrimento de la construcción democrática. El conservadurismo tiene diversos tintes ideológicos.

Cuando hablamos de cobertura mediática de los asuntos políticos lo que constatamos, en general, es la persistente miopía periodística que no ve más allá de la presencia de fuerzas democráticas o antidemocráticas, pero no en el sentido de la posibilidad o ausencia de ese desarrollo democrático, sino ideológico.

A partir de esa experiencia periódica en el país se puede decir que una de las formas más sencillas de evidenciar la ausencia de periodismo responsable –y cuando los periodistas se ven muy limitados en su quehacer profesional- es la cobertura de los tiempos electorales (campaña y desarrollo de los comicios).

El sesgo ideológico en el tratamiento informativo de los discursos políticos nos niega el derecho a conocer de lleno los planteamientos y las argumentaciones, especialmente de los sectores de la oposición que, al igual que los conservadores, ameritan el espacio mediático para dirigirse al conglomerado.

El Salvador dista mucho de que la ciudadanía tenga los elementos necesarios, para contar con el conocimiento adecuado que le permita tomar decisiones responsables de cara a los asuntos públicos. Resulta pedir demasiado aún que se regule, por ejemplo, la propaganda electoral o que las diversas fuerzas políticas tengan asegurado espacios en los medios del Estado.

La Radio El Salvador, Radio Cuscatlán y Canal 10 deberían abrir los espacios, para que las diversas fuerzas políticas se dirijan a la ciudadanía en iguales condiciones, pero aquí todavía es impensable. Esos medios de comunicación públicos son o pueden ser manipulados por el gobierno de turno, cuestión que pone en crisis la naturaleza de los medios del Estado.

En síntesis, la sociedad salvadoreña urge de la presencia de procesos de opinión pública democráticos, para afianzar el camino de la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Por el momento, se nota la ausencia de compromisos ciudadanos por parte de los medios de comunicación, en general, pero la campaña del 2009 es buena oportunidad para el cambio.