jueves, marzo 29, 2012

Entre versiones increíbles y reality show (Del sonado pacto con las maras)

Por Guillermo Mejía

Al fin apareció el presidente Mauricio Funes, tras dos semanas de ausencia en medio de tensiones por la supuesta negociación del gobierno con las pandillas. Un enredo que llevó al ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, a contradicciones manifiestas que pretendieron ser aclaradas con la ayuda de un obispo castrense y un ex guerrillero arrepentido.

“Cuando se utiliza la palabra ‘supuesta negociación’ es porque se cree que ha habido una negociación, pero si el gobierno y ahora el presidente de la República reafirma que no ha habido negociación, para nosotros es un debate que debe quedar ya concluido”, expresó el mandatario en una esperada conferencia de prensa.

“El gobierno no ha negociado, ni piensa negociar con los líderes de pandillas, la Iglesia Católica ha intervenido, hemos respaldado esta intervención de la Iglesia Católica, reconocemos como gobierno el impacto positivo que ha tenido la intervención de la Iglesia Católica en lograr un entendimiento entre los principales líderes de pandillas”, agregó Funes.

Frente a las acusaciones de que el gobierno hizo concesiones, entre ellas el pago de sumas de dinero a los jefes de las pandillas, el mandatario señaló que “no es cierto, como publica un medio digital, que dimos 10 mil dólares a un líder de pandilla únicamente para que baje el nivel de operatividad, no es cierto. Que el periódico cita una fuente, bueno pues, la fuente lo engañó”.

A la vez, Funes afirmó que el traslado de líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 desde el penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, a otros penales solamente buscó facilidades para que estos “pudieran comunicarse con sus estructuras en el terreno y eso no se puede hacer desde el penal de máxima seguridad” y así que se hiciera efectivo el acuerdo.

La historia oficial, entonces, es que el obispo castrense Fabio Colindres y el ex guerrillero arrepentido Raúl Mijango fueron los artífices del pacto entre jefes pandilleros, sin la intervención del gobierno, aunque quedan más dudas que certezas por las versiones contradictorias que se sucedieron en las dos semanas en que no apareció el presidente Funes.

Pero la intervención del mandatario fue más allá, pues aprovechó las cámaras para “convocar a la construcción de un acuerdo nacional que garantice la erradicación progresiva y definitiva de la violencia y la inseguridad”, por lo que llamó a todos los sectores a participar en un programa social que le reste el vivero a las pandillas con la atención prioritaria a los jóvenes marginados.

“Me pongo al frente de la conducción de este proceso y a partir de los próximos días invitaremos a representantes de la empresa privada que han demostrado su voluntad de querer encontrarle una solución a este problema”, agregó Funes, “a representantes de partidos políticos, a representantes de las diferentes iglesias, de las organizaciones sociales y sindicatos, y de la academia (…)”

Al final, no hay ningún problema según el gobierno, es más las acusaciones que encendieron la mecha son de mentes calenturientas (de cuatro gatos, como dice el obispo castrense). La baja en los homicidios que estaban en un promedio de 14 diarios es un hecho, andan entre cuatro y cinco, y el tiempo disipará las dudas. Hay que esperar sentados, sin alboroto.

Llama la atención cómo de las versiones contradictorias se pasó a la ofensiva, en primera instancia con la intervención de Colindres y Mijango con el sonado pacto entre pandillas, a la participación directa de medios de comunicación como El Diario de Hoy donde un extranjero hizo una “nota periodística” con los pandilleros en tiempo récord, para descartar el supuesto negocio del gobierno.

A lo que se sumaron “actos religiosos” de Colindres con el Nuncio Apostólico, acompañados de Mijango, en los penales donde están recluidos los jefes pandilleros y en los que permitieron el acceso de periodistas, algunos de los cuales –con arreglo de las autoridades respectivas- hicieron entrevistas. Los reality show posteriores son de todos conocidos.

Un punto que debe ser considerado en esta especie de espectáculo mediático es la necesidad de recalcar las consecuencias que ha traído la militarización de la seguridad pública con la imposición del general Munguía Payés en el ministerio y del general Francisco Salinas en la dirección de la Policía Nacional Civil (PNC).

Empero, el presidente Funes insistió en la constitucionalidad de los nombramientos y demandó de la Corte Suprema de Justicia que emita una resolución en consonancia con sus esfuerzos: “Dejen trabajar a los funcionarios de Seguridad Pública. Que no están viendo que bajo esta nueva administración es que se han bajado los homicidios, pues, déjenlos trabajar”.

El sinsabor que nos queda es que no están claras las aguas o, como dice la voz popular, están claras como la horchata. Y las cúpulas de los partidos, en especial del Fmln, Arena y Gana, que se repartieron el pastel de las elecciones donde sobresalió el ausentismo, ¿dónde están?, ¿por qué tan calladitas? Quizás todavía creen que somos pendejos. ¡Felices vacaciones, compatriotas!













miércoles, marzo 21, 2012

El general atrapado en su laberinto (Del sonado pacto con las maras)

Por Guillermo Mejía

Cuando se remueve la escoria más apesta, dice un refrán popular muy sabio -claro, las palabras las he suavizado por respeto. La cuestión en torno a las posibles negociaciones con prebendas entre líderes pandilleros y personeros de la seguridad pública a fin de bajar la tasa de homicidios se convirtió en un laberinto sin salida.

De veras que no convencen las explicaciones del ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, máxime que no respondió de inmediato a las interrogantes de periodistas y ciudadanos una vez conocida una nota elaborada por el medio digital El Faro que sostiene el trance a partir de filtraciones que fueron corroboradas por pandilleros.

Resulta un hecho inusual que se mueva a más de 30 reos del penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, hacia penales de menor seguridad, sobre todo por “razones humanitarias” en un esfuerzo de diálogo en que dicen participaron el obispo castrense, Fabio Colindres, y el ex rebelde disidente del partido Fmln, Raúl Mijango.

El punto, según Colindres y Mijango, es que los líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 se pusieron de acuerdo en un proceso donde sirvieron aunque no recuerdan quiénes son esos líderes ni las fechas de los encuentros solamente que iniciaron las pláticas en meses pasados. Esta es la última versión de tantas que han salido de manera oficial (por cierto, contradictorias).

Hay mucho secreto a voces. Se sabe que pláticas entre líderes pandilleros y las autoridades respectivas siempre han existido, el problema se centra en el hecho de que no hay transparencia de cara a la ciudadanía sobre esos procesos que ponen en entredicho a las autoridades por caer en medidas de fácil cuestionamiento.

Como han señalado algunos comentaristas en medios audiovisuales, en lugar de que se busque la verdad –como debe ser en materia de comunicación- también se cae en una especie de coro mediático donde se pretende dar por válida la versión oficial por encima de lo demás sin pruebas ni discusión, además de que se vende la ilusión de que hay que celebrar la baja de homicidios.

El diálogo como herramienta de entendimiento social tiene sus reglas, no se puede instrumentalizar. Es más, en este caso de un día para otro cambian discursos y actores del proceso sin que quede claro el asunto, vale recordar cuando el actual gobierno destituyó al cura español Antonio Rodríguez de una comisión especial por leer un comunicado de las maras.

Rodríguez, que fue tildado como “vocero de las maras” en la crisis por un paro pandillero del transporte en años recientes, dijo a los periodistas que desde las autoridades respectivas “se ha construido una verdad… pero no se nos ha dicho la verdad…” Y la cosa es que tiene mucha razón. Lo patético es que en aquella ocasión el gobierno dijo que jamás negociaría con delincuentes.

El bloguero y diplomático salvadoreño Ernesto Rivas G. comentó en su espacio virtual que el traslado de los presos “(…) y premiarlos con beneficios que van desde contacto personal, dinero en efectivo y seguramente permitirles el uso de celulares, a cambio de que ordenen un alto o una suspensión de los homicidios es no solo aberrante sino que altamente peligroso”.

“Esta política les da carta abierta a las pandillas, los narcotraficantes y lavadores de dinero, para que se muevan a sus anchas. ¿Es esa la manera de controlar el crimen y la violencia? ¿Es eso lo que persigue la ‘mesa de la esperanza’?”, advirtió en otro párrafo de su comentario.

Rivas G. recordó que eso da la razón a los críticos de la militarización de la seguridad pública por violentar la Constitución, entre estos “los pocos amigos que El Salvador tiene en el Congreso de Estados Unidos” que mostraron su preocupación al presidente Mauricio Funes e incluye “un mensaje no tan sutil que el legislador Leahy le hizo llegar a través de la Primera Dama”.

De algo quizás pueden estar tranquilos el anterior ministro de Justicia y Seguridad, Manuel Melgar, y el ex director de la policía, Carlos Ascensio, que no se vieron atrapados en el laberinto sin salida que agobia a las actuales autoridades de la seguridad pública entre estas, por supuesto, el general David Munguía Payés.













martes, marzo 13, 2012

La construcción democrática desde las bases

Por Guillermo Mejía

La jornada electoral para escoger alcaldes y diputados del pasado domingo 11 de marzo dejó resultados sorprendentes, sobre todo para la izquierda, aunque esperados en alguna medida. El costo que pagó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) es lógico en cuanto es el partido oficial a lo que se agregan algunos desatinos en su comportamiento político.

La nueva Asamblea Legislativa no sufrirá mayores cambios con respecto a la correlación de fuerzas, por cuanto si bien Arena salió con ventaja, el Fmln sacó su parte, mientras el partido Gana –que ha significado negocio para la izquierda legislativa- logró pasar el examen con la conquista de once escaños.

Obvio que sacar el número clave de diputados no le funcionó a la izquierda gobernante, que tiene que seguir dependiendo de acuerdos con el partido del ex presidente Elías Antonio Saca, al igual que necesita pactar con el Concertación Nacional (CN), ex PCN, que logró seis escaños que lo vuelven atractivo en las transacciones políticas. A la derecha tampoco le resulta fácil.

De esa manera, en poco le ayudará a la ciudadanía la forma en que quedó integrada la Asamblea Legislativa, ya que con menos o con más de los mismos políticos asistimos a una situación grave en aspectos económicos y una atmósfera de inseguridad que nos coloca como uno de los países más violentos del mundo.

Esa situación que mantiene a la sociedad en crisis, aunque El Salvador no es el único que pasa por malos momentos, es un dolor de cabeza del gobierno de turno, así como lo fue de los anteriores con el agravante que en los 20 años bajo la conducción de Alianza Republicana Nacionalista (Arena) se destapó y toleró la delincuencia.

Claro que en esta oportunidad el descrédito de la clase política, los abandonos del gobierno de Mauricio Funes con sectores que creyeron en él y lo potenciaron y el acomodamiento del partido Fmln en priorizar lo electoral sobre otros aspectos claves como la organización de las bases en función del cambio social, desilusionaron a muchos en la izquierda.

En ese sentido, no se puede dejar de señalar el desencanto de los ciudadanos que participaron a medias en estos comicios, situación que realmente ha sido constante en otros procesos electorales y sería oportuno que la clase política –y en especial la izquierda- reflexione sobre las causas del ausentismo. Las promesas incumplidas y el pesimismo se hicieron sentir el 11 de marzo.

Los resultados adversos del Fmln en municipios considerados propios, por ejemplo Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Apopa y San Salvador, entre otros, son prueba fáctica de ese desencanto de las bases que se ausentaron en gran medida y que, si bien fueron capitalizados por la derecha no es cierto que fuese por mérito propio. La derecha también está en crisis.

La dirigencia del Fmln y las bases tienen el reto de hacer una revisión de los resultados de cara a los próximos procesos electorales, pero con el compromiso de hacer una autocrítica por los desatinos en su comportamiento político, como el abandono de la organización popular y su ausencia en la construcción de una agenda ciudadana para la transformación social.

La izquierda tiene que cambiar de rumbo, no se puede conformar en seguir siendo electorera, especulando resultados cada tres o cinco años para que los dirigentes y sus allegados sigan en puestos públicos, la gente urge de cambios verdaderos que le aseguren participación democrática, acceso a servicios de salud y educación, en fin a una vida con justicia y dignidad.

La dirigencia del Frente –basta escuchar a Medardo González y Norma Guevara- se muestra divorciada de muchos temas de interés popular, es reacia a cambios muy sentidos en el quehacer político, en fin se muestra esclerótica, atrofiada, en un mundo que demanda participación de las bases en la construcción democrática. El partido necesita una buena lustrada, ojala entiendan.