miércoles, mayo 30, 2018

Elecciones presidenciales y populismo

Por Guillermo Mejía

Cada vez es más evidente la presencia del espectáculo en el que la imagen y los discursos vacíos llenan el espacio público donde las audiencias siguen atrapadas, aunque manifiesten su repudio a la política y dicen sentirse defraudadas por las opciones dominantes en la dicotomía derecha e izquierda.

En ese marco, los periodistas persiguen a los políticos y los políticos buscan la atención de los periodistas más allá de que los adulen o critiquen, a pesar que en el fondo se repelen, ya que en ambos casos se ven con desconfianza y si al caso llegan a un acuerdo es sobre la base de una ganancia mutua.

Así, no fueron gratuitos los saltos de sapito que dio el ahora candidato presidencial por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), Hugo Martínez, durante el cierre de la campaña del partido, al igual que la adopción de una figura más sensata por parte de su contrincante Gerson Martínez.

Similar condición se encuentra en el proceso de elección de la candidatura en el partido de oposición Alianza Republicana Nacionalista (Arena) con los seudo debates que impulsaron hasta coronar al elegido Carlos Calleja frente a su par Javier Simán, no sin antes violentar la ley con una abusiva campaña electorera.

Y qué decir del posible candidato presidencial, todavía sin partido, Nayib Bukele que –muy al contrario de sus adversarios- ha incursionado haciendo uso del espacio cibernético para conectar especialmente con la juventud salvadoreña a quienes habla precisamente del fracaso de las opciones Arena-Fmln.

Según la Universidad Centroamericana (UCA), si bien Bukele “ha crecido en aceptación popular en la medida que Arena y el Frente han sumado desvaríos, incompetencias y abusos” aún tiene cuestiones que resolver, además tiene el problema de que, al parecer, “quiere quedar bien con todos, sin comprometerse con nada en concreto”. Para el caso, ¿qué son sus nuevas ideas?

En El libro “Política pop: De líderes populistas a telepresidentes”, de la argentina Adriana Amado, se nos advierte que “hasta el más revolucionario sucumbe a la seducción de verse en pantalla aclamado por multitudes y adulado en campañas publicitarias que repiten incansablemente que son los líderes que la patria necesita.”

Según la autora, América Latina ha sido propicia para los políticos populistas obsesionados por sus apariciones públicas “que diseminan una millonaria red de relaciones públicas sostenida con recursos estatales”. La comunicación es prioridad en el ejercicio del poder y en la búsqueda de gobernabilidad.

El líder pop necesita una prensa que lo venere o lo critique pero que jamás lo ignore, y que hable más de su imagen que de sus hechos. El caudillo obtiene del periodista repercusión y el periodista, del caudillo, temas de qué hablar. El periodista pop alardea de ser intérprete privilegiado de la voz de la gente igual que el caudillo pop se erige como vicario del pueblo.

No es difícil concluir que camino a las presidenciales de febrero de 2019 la ciudadanía salvadoreña se encuentra una vez más tentada por opciones populistas, sin nada concreto bajo el brazo, pero que sí saben sacarle jugo a las nuevas tecnologías para afianzar mentes y corazones. Esperemos el desenlace.

miércoles, mayo 23, 2018

La sociedad del siglo XXI: Más que informada entretenida

Por Guillermo Mejía

Cuando florecen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y el periodismo goza de ventajas en tiempo y espacio gracias a esos acelerados avances, inconcebibles hace unas tres décadas, existe el riesgo que la sociedad se vuelva cada vez más indefensa ante la ausencia de verdadera información.

Es una de las advertencias de la veterana periodista española Rosa María Calaf, en declaraciones al periódico español Público, frente a la imposición de un modelo periodístico que dista de responder al derecho a la información, pilar de toda sociedad democrática, y que se decanta por el entretenimiento.

“Estamos en un momento de incertidumbre donde la ciudadanía cree que está informada cuando está solo entretenida, en realidad”, consideró la que fuera corresponsal de la Televisión Española. “Y eso es muy grave. La calidad de la información que recibes es tan aceleradamente deteriorada que puede construir una sociedad muy indefensa”, añadió.

Al preguntársele sobre el hecho que “los ciudadanos creen que saben”, respondió: “Claro, esa es la falacia. Porque si no sabes, intentas saber. Pero cuando ya te han convencido de que sabes todo, te das por satisfecho”.

“Crees que con tantas pantallas, Twitter y Facebook ya es suficiente. Primero, eso no es verdad. Y segundo, piensa con qué calidad recibes la información. La información es cada vez más sesgada, menos independiente y menos rigurosa. Y así la ciudadanía se forma opinión en base a errores o mentiras”.

“Una serie de parámetros extraordinariamente peligrosos porque con esa opinión tienes mucho riesgo de equivocarte y, en consecuencia, las decisiones que vayas a tomar van a afectar a ti, a tus hijos y a la construcción del mundo”.

Rosa María Calaf reivindicó al periodismo como “pilar fundamental de la construcción social y del modelo social” y, en ese sentido, le reclamó responsabilidad e insistió en que “una sociedad que no está bien informada corre el riesgo de equivocarse al tomar decisiones”, como el hecho que “acabas decidiendo en contra de tus intereses, pero a favor de los intereses de unos pocos”.

La galardonada periodista española, nacida en Barcelona, puso ejemplos como la relación de los europeos con el presidente estadounidense Donald Trump y la salida de los británicos de la Unión Europea donde los medios “han difundido una cantidad de mentiras tremendas y están haciendo un proceso de (en)cerrar a la gente en burbujas”.

Calaf lamentó lo que considera condiciones de precariedad en que trabajan los periodistas, una manera de control, porque “si tus redactores trabajan en situación de estrés y angustia el resultado tendrá peor calidad”, lo que lleva a dos conclusiones: Ningún respeto por la profesión y ninguna voluntad de excelencia informativa.

“Vender que la precariedad fue producto de la tecnología o de un momento económico es una cortina de humo. Lo que existe detrás es una voluntad de que las redacciones no hagan el periodismo que deben hacer, el riguroso y de investigación”, afirmó.

Los periodistas caen en la copia-pega y el hecho de publicar muchos temas, pero sin profundizar: “Eso es convertir al periodismo en una apariencia de información. Hacemos el papel de periodistas, pero no lo ejercemos, porque no tenemos ni recursos y, en muchos casos, ni la formación para ejercerlo”, sentenció.

miércoles, mayo 16, 2018

El despido de periodistas

Por Guillermo Mejía

Una serie de despidos de trabajadores de medios de comunicación social ha alertado a organizaciones de profesionales que incluso denuncian que, luego de consumarse los hechos, no se entregan las indemnizaciones conforme a la ley, además que se conoce de empresas que se apropian de las cuotas del seguro social y afps.

Las denuncian provienen de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), así como del Colectivo de Mujeres Periodistas, Comunicadoras y Trabajadoras de la Información, quienes registran al menos 170 despidos entre el 15 de abril y el cuatro de mayo pasados, situación que, aunque no es nueva, preocupa.

Entre los casos denunciados se encuentran despidos en Telecorporación Salvadoreña (TCS), el canal Gentevé del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) y el periódico La Prensa Gráfica donde se argumenta que obedece a problemas económicos y procesos de reestructuración empresarial.

“Para nosotras, estos nuevos despidos son de mucha preocupación pues es un claro indicador de la situación de inestabilidad laboral a la que nos enfrentamos como gremio y las condiciones de vulnerabilidad que vivimos”, señaló el Colectivo de Mujeres Periodistas, Comunicadoras y Trabajadoras de la Información.

“Consideremos necesario enfatizar en que las mujeres periodistas y comunicadoras, además de esto, también estamos expuestas a otras vulneraciones a nuestros derechos”, agregó la organización.

Según las denuncias, se llega al colmo de que no se entregan las indemnizaciones a los despedidos como reza la ley, sino que tienen que acudir al ministerio de Trabajo e incluso a los tribunales correspondientes, generando todo tipo de costos, además de que existen empresas que se apropian de las cuotas del seguro social y de las afps.

“Desde este colectivo preocupa que cada vez es más evidente la precariedad en la que están laborando el gremio periodístico y afines a la comunicación. No hay estabilidad, no se respetan horarios ni prestaciones, pero sí se les exige indiscriminadamente”, afirmó el colectivo de mujeres que demanda la intervención de las autoridades respectivas.

Ante situaciones como las denunciadas, desde la Mesa de Protección a Periodistas y Trabajadores de Medios Relacionados con la Información, donde está la APES, se ha insistido en la creación de una ley especial que sea aprobada por la Asamblea Legislativa a fin de proteger a los periodistas y comunicadores.

En esa misma dirección, considero que en el espacio mediático son necesarias la apertura a la pluralidad, para la construcción de una agenda que posibilite la participación de todos; la lucha por la integridad profesional de los periodistas; la creación de observatorios de medios; el compromiso de empresarios y políticos en no entorpecer el trabajo periodístico.

Además, la promulgación del estatuto profesional del periodista y una legislación moderna sobre comunicación; el fomento de la auto-crítica de los medios y la crítica de la ciudadanía sobre dicha práctica; la construcción de ciudadanía como eje primordial de la práctica periodística; colocar a la ética como eje central del trabajo periodístico; y la lucha por la dignificación del periodista.

miércoles, mayo 09, 2018

Otra de Donald Trump contra Centroamérica

Por Guillermo Mejía

La verdad es que no se esperaba lo contrario con los hondureños receptores del Estatus de Protección Temporal (TPS) frente a la supremacía del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que canceló el programa afectando a unos 57 mil hermanos que tienen hasta enero de 2020 para regularizar su situación o abandonar la nación del norte.

Las últimas víctimas del zarpazo republicano fueron los 200 mil salvadoreños que tienen hasta septiembre de 2019, para solucionar su estadía o salir de Estados Unidos, luego que también haitianos y nicaragüenses sufrieron la suspensión de sus respectivos programas y han quedado en el limbo.

En cualquiera de los casos, una de las críticas hacia la administración norteamericana ha sido que se han basado en falsos supuestos como el que en estos países la situación ha mejorado sustancialmente, con lo que no hacen falta ya los programas, así como el hecho perverso –hacia Honduras y El Salvador, en particular- que son exportadores de “mareros” hacia el norte.

De todos es conocido que las reconocidas “maras” delincuenciales, ahora coludidas con el crimen organizado y el narcotráfico, precisamente nacieron en las calles estadounidenses.

Frente a una organizada caravana de refugiados centroamericanos que llegó hasta la frontera de Estados Unidos y, por goteo, ha tramitado asilo ante las autoridades respectivas, un frustrado Trump ha denunciado que “tenemos leyes escritas por personas que realmente no pueden amar a nuestro país”.

En sus rabietas, el mandatario estadounidense ha llegado al extremo de calificar las leyes migratorias gringas como “las peores” y dijo que es necesario que la inmigración debe estar basada en el mérito de los solicitantes, pues no pueden ser “escogidos de un cubo de basura” como en el caso de los “mareros” centroamericanos.

Hay que recordar que la animosidad hacia los migrantes hizo que en días pasados el presidente Trump se refirió a El Salvador, Haití y naciones africanas como “shithole countries”, literalmente países letrinas, situación que levantó voces en su contra dentro y fuera de Estados Unidos, aunque pesa más su primitivismo.

Según informaciones procedentes del norte, Jess Morales, dirigente de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar, la cancelación del TPS a los hondureños es “una sentencia de muerte para muchos de los que serían enviados de regreso a un país afectado por la represión política y la violencia”.

De hecho, de acuerdo con Morales, la acción de Trump es “una muestra más de la agenda de supremacía blanca” que ataca a los migrantes “para hacer de Estados Unidos una nación blanca”.

Al igual que miles de salvadoreños, los hondureños también han advertido que, pese a la cancelación de los programas de permiso de trabajo, en ningún momento piensan regresar a sus respectivos países dado la violencia imperante y la crisis económica, motivos por los cuales se vieron obligados a emigrar.

Los gobiernos centroamericanos han lamentado las medidas tomadas por la administración norteamericana y, aunque difícil por las condiciones en que se subsiste, dicen tener las puertas abiertas al regreso de los compatriotas. Sin duda, lo mejor es resolver los problemas que nos afectan y por los que mucha gente se ve obligada a dejar su tierra.

martes, mayo 01, 2018

Una reflexión en el día de los trabajadores

Por Guillermo Mejía

Cuando se celebra el día internacional de los trabajadores la situación nacional es deprimente, ya que persisten las condiciones laborales adversas con una crisis socio-económica que golpea a los hogares y una espiral de violencia que continúa su marcha macabra sin que en ninguna de las circunstancias se vislumbre una salida posible.

El panorama lo complementa la presencia de una fuerza laboral dispersa, unos en sintonía con el gobierno de turno, otros en franca oposición a los programas oficiales establecidos y una tercera parte –quizás la mayoría- en la búsqueda de parches al grave estado de su condición de vida con carestía e inseguridad.

Frente a las muestras de descontento ciudadano en Guatemala, Honduras y Nicaragua, algunos periodistas y comentaristas han puesto sobre el tapete de discusión el hecho de que en El Salvador no se experimenta ese descontento en las calles amén de que es un país remesero, a la vez que la sociedad salvadoreña aún se recobra del conflicto armado de fin de siglo.

Para el caso, el columnista Sigfredo Ramírez, de la Revista Séptimo Sentido, afirmó que, al contrario que en Nicaragua donde los jóvenes han rechazado la negligencia en el combate del incendio de una reserva biológica y la reforma de pensiones, “ninguna de esas dos encrucijadas ha llevado a los salvadoreños a las calles”.

“Tampoco la corrupción que ha puesto en la mira de la Fiscalía a tres expresidentes. Ni la inseguridad ciudadana que afecta prácticamente todos los ámbitos de la cotidianidad. Razones sobran pada salir a las calles a protestar, pero la indignación ya no carbura en El Salvador”, señaló Ramírez.

Y resulta escandaloso. Sólo en el caso de las pensiones, en El Salvador el parche a la crisis del modelo previsional, con aumento de las cotizaciones del trabajador, pero sin que eso se refleje en un mayor ahorro, además de que en cuatro años se espera un aumento en la edad de jubilación, no causó mayor conmoción e incluso el gobierno lo celebró como un triunfo de los trabajadores.

Precisamente, el detonante del descontento de los jóvenes nicas, que luego se generalizó por la represión, fue que el gobierno de Daniel Ortega siguiendo las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso sin consultar a los trabajadores el aumento del siete por ciento en las cotizaciones de los empleados y la reducción del cinco por ciento en las pensiones.

Pero ya sea en las calles o en las urnas, como sucedió en El Salvador con el voto nulo o la ausencia de los votantes, la Universidad Centroamericana (UCA) ve que existe una efervescencia social en nuestra región en contra de la corrupción e incapacidad de los gobernantes para resolver los graves problemas que aquejan a la población.

“A la base de la corrupción está el ejercicio patrimonialista de la política, es decir, el uso –legal o ilegal- de los recursos públicos para beneficio personal y del grupo inmediato”, advirtió la UCA. “Este tipo de política es el que se ha practicado en los países centroamericanos desde siempre y lo que explica la desconfianza ciudadana en los partidos políticos”, agregó.

Sin embargo, los jesuitas consideran que si bien hay descontento social no existe rumbo definido: “El reto de las sociedades del istmo es impulsar una manera de hacer política que apueste no por caudillos, sino por procesos de inclusión y participación que garanticen que toda acción del Estado beneficie a las mayorías”, sentenciaron.