lunes, junio 18, 2012

El circo de tres pistas

Quien ha visto la Esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos –Octavio Paz, El Laberinto de la soledad-

Por Guillermo Mejía

No se trata de la obra literaria, ni mucho menos de las melodías que llevan el título, una de ellas la del quinteto negro estadounidense Blue Magic (1974), sino de las prácticas que desdicen de los intereses ciudadanos de la que cada vez más cuestionada y repugnante clase política aferrada a sus privilegios.

En ese sentido, vale poner en cuestión tres formas coyunturales integradas en una lógica tradicional, anacrónica y perversa, donde se confunden -o se funden- las perspectivas de la izquierda oficial con la derecha que comprueba lo que afirma el comunicólogo colombo-español Jesús Martín-Barbero sobre la irrelevancia de la ideología en el Siglo XXI.

En primer lugar, tanto en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) como en Alianza Republicana Nacionalista (Arena) se destapó la olla de grillos con el estire y afloja de las candidaturas presidenciales donde como siempre las bases de ambos partidos políticos se ven extrañadas por la imposición de las respectivas cúpulas.

Qué importa si para el establecimiento en la izquierda oficial tiene que ser el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén o en la derecha el alcalde capitalino Norman Quijano, puesto que la anti democracia partidaria se niega a, por ejemplo, celebrar elecciones primarias porque –como quedó sellado en el Fmln- trae más costos políticos que beneficios.

Por el lado del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), escisión del partido Arena, es grito a voces que será su dirigente principal, el ex presidente Elías Antonio Saca, que correrá la candidatura presidencial junto a otras agrupaciones como Concertación Nacional (CN) y el Partido de la Esperanza (Pes), aunque bajo la misma lógica excluyente e impositiva.

En segundo lugar, con 50 votos se aprobó en la Asamblea Legislativa presentar ante la Corte Centroamericana de Justicia una demanda para que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia sea desconocida en sus resoluciones que declararon fuera de lugar las elecciones de magistrados por el Legislativo en 2006 y 2012.

La medida se tomó luego de que la Comisión Política de la Asamblea Legislativa mandó a oír lo que quería escuchar, para demostrar la equivocación de la Sala de lo Constitucional y, para el colmo, presentó al ex presidente de la Corte, Mauricio Gutiérrez Castro, como prueba de descargo, ni más, ni menos, un personaje cuestionado por la Comisión de la Verdad.

Como muchos juristas y expertos en la materia han advertido, la Sala es el máximo tribunal y lo legal era cumplir con las resoluciones, que pretenden corregir los entuertos y sentar las bases de futuras elecciones de magistrados, tal como también han resuelto en el caso del ejercicio de la libertad de expresión, las candidaturas independientes y el voto por la foto de los candidatos.

En tercer lugar, no han pasado desapercibidos los cien días de la tregua entre pandillas auspiciada por un cura y un ex rebelde –bajo la supuesta negociación con el gobierno- que ha significado, según cifras oficiales, una caída de 14 a 5/6 crímenes diarios, aunque se pretende esconder bajo la alfombra los seis secuestros cotidianos que desdicen de la efectividad de la medida.

Ni el ministro de Justicia y Seguridad, David Munguía Payés, ni el Director de la Policía Nacional Civil (PNC), Francisco Salinas, pueden convencer con sus alegatos. Mucho menos la angustia del Presidente Mauricio Funes que cree que hay quienes quieren desconocer los frutos de la tregua o la izquierda oficial que la puso como logro de seguridad en el tercer año de gobierno.

Si fueran coherentes y transparentes con la ciudadanía, además de sensatos, deberían aclarar el plan y sus circunstancias a fin de que se comprenda el alcance de la tregua pactada, máxime que hay acusaciones de que se ha favorecido a un grupo en detrimento de bases pandilleras que, por ejemplo, han hecho eco de la medida aunque sin que las autoridades atiendan sus necesidades.

Como bien señaló Roberto Cañas, luchador social y ex integrante de la comisión guerrillera que negoció con el gobierno de turno el fin de la guerra, hay que ser optimistas, cuando el cielo luce más oscuro es que vendrá la claridad. Y, como dice la canción El circo de tres pistas, la gente ríe sin conocer la tristeza del payaso… la cosa es que aquí es al revés. Abramos los ojos…












miércoles, junio 06, 2012

El control de las actuaciones políticas desde la ciudadanía

Por Guillermo Mejía

La declaratoria de inconstitucionalidad de las elecciones de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que hizo la Asamblea Legislativa en 2006 y en 2012, a petición de integrantes de la sociedad civil es otra muestra contundente que desde la ciudadanía se pueden regular las actuaciones políticas ilegítimas y tramposas.

Con la decisión de los magistrados se dio respuesta a una demanda ciudadana por actos que están fuera de lo correcto, con lo que también la Sala de lo Constitucional inyectó oxígeno el precario Estado de Derecho, aunque en la Asamblea Legislativa algunos diputados consideraron que se intervino en sus facultades constitucionales.

La Asamblea Legislativa tiene que proceder a nuevas elecciones de magistrados en ambos casos, mientras la Sala de lo Constitucional también admitió un recurso, para declarar inconstitucional la elección del abogado Astor Escalante como Fiscal General de la República, parte del “combo legislativo” que cocinó la izquierda oficial con fracciones de la derecha legislativa.

Son apenas destellos de preocupación cívica donde ha existido una coincidencia generalizada en la ciudadanía sobre lo que debe y no debe ser la práctica política que, por supuesto, tiene que guardar coherencia entre discursos y hechos, cuestión que ha resultado ser una precariedad en la forma de hacer política instituida en la sociedad salvadoreña.

Esta forma espuria de hacer política tuvo su éxtasis en el aumento que aprobó la Asamblea Legislativa para los diputados jefes de comisiones, medida que desencadenó la indignación de la ciudadanía que protestó frente al palacio legislativo, a la vez que inundó de comentarios las redes sociales y los espacios mediáticos. Los diputados se echaron para atrás, algunos pidieron perdón.

La profesora española Victoria Camps, de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos sugiere que en la sociedad contemporánea –donde lo mediático en la vida cotidiana es un hecho- uno de los actores políticos que deben asumir el compromiso con los ciudadanos son precisamente los medios de comunicación.

“El ciudadano necesita información para poder participar y cooperar. Necesita, además, voluntad de hacerlo. Pero también esa voluntad puede estar mediada –o manipulada- por la información mediática. No podemos, pues, dejar de analizar el sentido de la sociedad de la información y ver qué podemos esperar de ella en cuanto a la producción de conocimiento y acceso de los individuos al mismo”, asegura la catedrática.

Y eso amerita reflexión en la sociedad salvadoreña donde los medios de comunicación elaboran agendas temáticas y agendas de actores de corte privilegiado, muy ajenos a la ciudadanía y, aunque ahora hayan cuestionado las actuaciones políticas de la Asamblea Legislativa, antes guardaron silencio frente a prácticas espurias de la derecha similares a las que hoy critican.

Una prueba de cambio de rumbo en el país debe ser que esta lógica perversa de gobernar en cualquier instancia del poder establecido sea rechazada desde la ciudadanía, la clase política y el periodismo nacional a fin de asegurar una ciudadanización de la práctica política que muestre verdaderos servidores públicos y no a quienes se sirven de lo público.

Sin embargo, en esa tarea “el ciudadano ha de empeñarse en conseguir una información que sea fuente de conocimiento, conjurando para ello, como decíamos, las tiranías y la lógica que constriñen a la información mediática y la rebajan a una información mediocre. La mediacracia es una democracia mediocre”, afirma la profesora Victoria Camps.

La ciudadanía es, pues, una fuente invaluable de recuperación del Estado por ahora en manos de políticos inescrupulosos que –según la ocasión- también son reverenciados por el sistema mediático muy renuente a la democratización real de la sociedad y, por supuesto, de la comunicación en esta sociedad que aún se muestra huraña con el compromiso político.

Las instituciones secuestradas debe ser recuperadas por redes ciudadanas, por actores nuevos, por una nueva conciencia que sea ese espacio donde no seamos negados sino comprendidos, según el autor argentino Eduardo Balestena, trabajador social, al reflexionar en torno a la ética de las instituciones.

“Un espacio donde no sintamos que existe lo público y que lo público es cuestión de unos, sino que existe aquello que nos concierne y atañe a todos y que la palabra ‘público’ no alcanza a caracterizar”, agrega. Antes está el “nosotros y nuestras estrategias deparadas por la paciencia, el escepticismo y la esperanza en que al fin el imperativo ético sea lo que prevalezca”.