lunes, septiembre 16, 2013

El laberinto mediático

Por Guillermo Mejía

La actual coyuntura electoral nos envuelve hasta la parálisis por la presencia de una lógica mediática que, además que nos cuenta a medias las situaciones o personajes involucrados, se rebusca en la perversa espectacularización dirigida a un consumismo exacerbado más que a configurar conciencia crítica sobre la realidad.

De esa forma, hemos sido “impactados” por una serie de acontecimientos dirigidos a persuadir, ya sea por parte de sectores de poder (algunos institucionalizados) o por los intereses mediáticos, que fácilmente se vislumbra que persiguen fines particulares de cara a las elecciones presidenciales de febrero de 2014.

No es posible que, por ejemplo, los periodistas dejen las temáticas –algunas de importancia por referirse a la cosa pública- sin llegar a conclusiones, mientras los espacios informativos y de opinión dan seguimiento morboso a otros temas que más que todo son “cortinas de humo” frente a problemas cruciales.

En ese sentido, hemos asistido en los últimos días a una cantidad de informaciones mal tratadas sobre el caso de corrupción que se conoce como Bulevar “Diego de Holguín” (luego Monseñor Oscar Arnulfo Romero) cuya salida espectacular curiosamente se dio en medio de resquemores por la aprobación de los fondos del milenio por Estados Unidos.

En el caso se involucra al ex ministro de Obras Públicas, Jorge Nieto, su vice ministro Sigifredo Ochoa Gómez, además de otras personas, pero ha quedado la duda sobre el que fuera también ministro David Gutiérrez, así como las acusaciones que sobre él diera el dirigente arenero Hugo Barrera (dice que escuchó que Gutiérrez le entregó $40 millones al ahora candidato Tony Saca).

La pregunta reiterada al respecto por parte de un periodista desequilibró al Fiscal General, Luis Martínez, que le advirtió señalando con su dedo que tenía que respetarlo. Situación penosa y lamentable que pasó así nomás, sin que el medio de comunicación, ni el gremio de periodistas denunciara el hecho de intolerancia de un funcionario público.

Resulta raro que lo dicho por Barrera en el Canal 21 no de para iniciar una investigación por estar dentro de la coyuntura electoral, según lo expresado por el Fiscal General.

Por otro lado, está el caso del cartel del narcotráfico conocido como Texis -existencia nunca admitida con anterioridad por el gobierno de turno. Una serie de capturas de los que algunos llaman los operativos del cartel salió también en momentos en que se discutía la aprobación del segundo aporte de los fondos del milenio y las quejas de Estados Unidos. ¿Coincidencias?

Para ilustrar esta situación también creo que es importante señalar el teatro montado entre las autoridades de El Salvador y de Honduras respecto al islote Conejo, ubicado en el Golfo de Fonseca, donde el gobierno salvadoreño protestó porque su par hondureño izó la bandera al inicio de las fiestas patrias centroamericanas (cada cual asegura que el islote le pertenece).

El punto está en que ni en El Salvador ni en Honduras tenemos acceso a información de peso acerca de la validez de las posturas de cada gobierno; en ambos sistemas mediáticos se cae en el “patrioterismo”, el guión perfecto de “cortinas de humo” en dos sociedades que afrontan graves problemas de inseguridad, crisis económica y que están en procesos electorales.

Como sabemos, el tema del islote Conejo así como llega –coyunturalmente- se va.

El profesor español Ramón Reig nos recuerda que por esa lógica mediática “se produce una actuación por parte de los medios de comunicación generalmente orientada no a reducir (…) la incertidumbre humana sino a mantenerla cuando no a incrementarla”.

“Los medios de comunicación llegan a producir en la comunidad lo que denominaremos efecto de hibernación, como lógico resultado de una paralización de la actividad asimilativa de la mente, incapaz de interpretar un elevadísimo cúmulo de material informativo bruto que la lleva a la desconexión y a la confusión respecto a su entorno”, señala Reig.

Lastimosamente, la sociedad salvadoreña tiene un déficit de información clave que le serviría para reflexionar sobre su entorno, además de la inexistencia de un verdadero debate plural de ideas sobre los problemas que la aquejan. Lo que vemos es el culto al espectáculo y la puesta en escena del más vivo (y obviamente el más bruto). El interés público sale sobrando.