miércoles, julio 16, 2014

El gobierno, la prensa y la violencia e inseguridad

Por Guillermo Mejía

En días recientes, se realizó un encuentro entre el presidente Salvador Sánchez Cerén, acompañado por jefes de seguridad y un experto colombiano, y figuras claves de los medios de comunicación, para persuadirlos de que se mejore la cobertura periodística de la violencia e inseguridad en cuanto a no solo perfilar el lado negativo del fenómeno.

De entrada, es legítimo que un gobierno convoque a los encargados de la prensa a fin de aclarar situaciones críticas, como es el caso de la violencia e inseguridad, donde es un hecho que los crímenes han vuelto a incrementarse con respecto al año pasado –el promedio actual es de 10 diarios- mientras agarra vuelo el plan integral de seguridad.

Inaceptable sería, al contrario, que el presidente y su equipo los llamara para “darles línea” de la forma en que deben trabajar la información y la opinión en función de mostrar una “realidad maquillada”, como ha ocurrido en otros gobiernos, y no solo en la violencia e inseguridad, sino en otros temas de importancia como la política y la economía.

En esta oportunidad, más que perfilar una “receta” de cobertura que los colegas encuentran en códigos de ética periodística como el de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), mi intención es recoger en este espacio reacciones de algunos colegas de la prensa escrita luego del encuentro con Sánchez Cerén.

En primer lugar, Yolanda Magaña, editora de política del diario El Mundo, escribió:

“Hace unos 10 años, una peculiar felicitación navideña pregonaba la Buena Nueva a periodistas. La felicitación intentaba hacernos entender, nuevamente, que los medios de comunicación pueden ayudar en la sociedad a romper ese círculo vicioso en donde la percepción de violencia y la decisión de hacer inversiones económicas se persiguen.

“La historia se repite o las ideas se reciclan. Con una reedición, llena de sutileza, el gobierno actual organizó la semana pasada una reunión con jefes y propietarios de medios de comunicación para transmitir esa misma petición de equilibrio entre noticias positivas y negativas bajo la filosofía de que la realidad no es blanca o negra sino de tantos colores como los vistos en una pantalla, un argumento certero aunque no necesariamente determinante para romper ese afamado círculo vicioso.

“Es necesario un buen periodismo, cuyos titulares y contenidos no caricaturicen la realidad, cuyos enfoques muestren acciones –y no personas– negativas dentro de colectivos sociales y gobiernos cómplices, y cuyo argumento principal deje de ser una realidad plana, imprecisa, sin historia y con un solo protagonista: el culpable que requiere morir en la hoguera. La realidad no es así, tienen razón.

“Como todos sabemos, el periodismo sirve para que todos los actores sociales tomen buenas decisiones. Incluso los gobiernos llegan a tomar malas decisiones presionados por percepciones de realidades caricaturizadas, algo que empeora en periodos electorales –acuérdense de treguas o negociaciones para cumplir leyes, propuestas de pena de muerte o de aumento de penas, ignorando que en El Salvador la gran enfermedad es que ni el 90% de los crímenes se pagan.”

En conclusión: “Ojalá el gobierno entienda que el círculo vicioso más peligroso que impide una buena gestión en seguridad pública sigue siendo la impunidad. Es clave, urgente, no perderse. El buen periodismo es necesario, exigible y quizás urgente. Pero un buen periodismo debe exigir a sus gobiernos, a sus sistemas de justicia, lo básico: cumplir la ley y hacerla cumplir. No es ninguna buena nueva.


En segundo lugar, Ricardo Chacón, editor jefe de El Diario de Hoy, hizo su parte:

“Los gobiernos, no solo en el país sino también a lo largo de Latinoamérica, cualquiera que sea su orientación política, perciben de manera equivocada, la intención de los medios al informar sobre la violencia. Con frecuencia tratan de acallar o manipular a los periodistas para que estos no puedan informar con libertad y amplitud sobre esta problemática de tan alto impacto entre los ciudadanos.

“Existe la equivocada idea que la violencia se debe en parte a que los medios de comunicación, por un lado, la fomentan y "naturalizan" los hechos de sangre, y, por otro, crean la percepción de violencia y temor entre la población al "exaltar" a los mareros, los homicidas y los delincuentes, cuando "sobredimensionan" a diario el fenómeno delincuencial. Incluso, se alude razones partidarias como motivación de los medios para informar sobre la violencia.”

Más adelante:

“Como persona, como salvadoreño, como periodista no me encuentro a gusto con la inseguridad que sufre el país; sin embargo, la función de la prensa no obedece a los buenos deseos personales, sino que su labor es informar, y sí existen altos índices de asesinatos, extorsiones y robos como los hay aquí, es preciso consignarlos.

“¿Ahora bien, cómo consignar la violencia? ¿Qué cobertura y cuánto espacio hay que darle? ¿Cómo informar sin atropellas a las víctimas? ¿Cuáles son los principios que deben regir la cobertura periodística de la violencia? Dependiendo de quién responde y de qué manera, así se quiere medir a la prensa.

“Al gobierno le interesa que se resalten las gestiones que realiza, que se proyecte la sensación de que va ganando la lucha y, a algunos atrevidos, hasta les gustaría que se escondieran los crímenes. Sin embargo, desde la ciudadanía, la respuesta a estas interrogantes van por otro lado: la labor de la prensa es informar y hacerlo de la mejor manera mostrando, no solo las iniciativas del gobierno sino también destacando si estas son eficientes y sí de veras hay más s seguridad para la gente. Pero si no se alcanzan las metas de seguridad ciudadana, el periodista debe decirlo públicamente, sin tapujos.”

En conclusión: “Los fenómenos sociales no son blancos ni negros, hay una amplia gama de grises en medio de ellos que debe ser consignada por la prensa. Esta última con actitud profesional, explica los matices del crimen, señala las causas, muestra el contexto en que se producen los hechos. Pero esto, es preciso subrayarlo, no es producto de la imaginación del periodista o del funcionario, sino que proviene de la realidad misma. Y sí los hechos demuestran que las maras tienen "secuestrada" a la sociedad, que se cometen más de diez asesinatos diarios, que mucha gente sale de su hogar y no sabe sí regresará, la prensa, los periodistas, tienen el ineludible deber de informar sobre ello.”

En tercer lugar, Gabriel Trillos, director editorial del Grupo Dutriz (La Prensa Gráfica), expuso:

“He estado en muchas reuniones similares. Incluso en muchas otras en las que participan jueces, fiscales, miembros de iglesias, universidades, comisionados policiales, coroneles, generales. He escuchado muchísimos planes, excelentes análisis, sólidas propuestas de personas que han confrontado al crimen en las calles, cara a cara. Casi de todo. Recuerdo cuando unos dos o tres años después de la firma de los Acuerdos de Paz, el ministro de Seguridad de la época propuso la organización de vecinos para el combate de la inseguridad. Fue duramente criticado, y muchos dijeron que se trataba de formar grupos paramilitares y escuadrones de la muerte. A la vuelta de casi 20 años, en la reunión de esta semana, escuché que entre los planes está el funcionamiento de la Policía Comunitaria que tiene a la base una buena relación con los habitantes de una comunidad, los cuales, claro está, deben estar organizados para rendir frutos. Otros episodios han llevado a los medios de comunicación a propias conclusiones y aportes con el conocido Medios Unidos por la Paz, que desembocó en un decálogo para abordar la violencia, pero de nuevo, se crearon fantasmas ideológicos alrededor y quedó prácticamente en el olvido. También hace poco, los planes de retomar el territorio y devolverlo al Estado. Y hasta la famosa tregua.”

En conclusión: “Y ahora vamos de nuevo. Para romper el círculo debe haber mucho más que voluntad de querer hacer las cosas. Debe haber un mecanismo de trabajo definido en el que se respeten las particularidades y misiones de cada sector. Un diálogo por medio del cual se deje hacer un seguimiento y se abandonen deseos de protagonismos, populismos mediáticos e ideologización. Y además, sensatez. No se puede pedir ayuda de los medios por un lado, y por el otro lado, en otra mesa, con otra cara, buscar reformas y creación de leyes cuyo objeto es la creación de mecanismos de control y herramientas de coacción del trabajo de esos medios de comunicación.”

En fin, en otra ocasión me referiré a las formas adecuadas de tratar la violencia y la inseguridad por parte de una prensa socialmente responsable, con perspectivas ética y política consecuentes. La situación de violencia e inseguridad es sumamente difícil, hay muchas cosas que es necesario aclarar, pero tampoco es correcto usar el dolor para hacer negocio o lograr ventajas políticas.