lunes, julio 26, 2010

Apuntes en el día del periodista salvadoreño

Por Guillermo Mejía

El 31 de julio se celebra en El Salvador el “Día del Periodista”, buena ocasión para pasar revista a las contrariedades y esfuerzos profesionales de cara a la necesidad de que contemos con una comunicación que, además de ser enlace ciudadano, nos ayude a la construcción cotidiana de la democracia.

El pasado 24 de julio tuve la oportunidad de conversar al respecto con el colega Leo Ramírez, ex compañero de estudios en la Universidad de El Salvador y con quien participamos en la cobertura de la guerra en los años ochenta. El espacio fue su programa de sábados por la emisora de radio citr.ca de Vancouver, Canadá, donde reside.

La esperanza de Leo Ramírez, que comparte con la comunidad salvadoreña en esa ciudad, estriba en que participa del periodismo en una sociedad desarrollada, en la que los derechos y deberes ciudadanos están bien claros y, por ende, es reconocido el papel que tienen asignados los medios en la sociedad.

En nuestro caso, los problemas que enfrentamos los periodistas –y la ciudadanía- son sumamente reconocidos en el gremio de prensa. Esta ocasión no se presta para remarcar. La sociedad cuenta con una variedad de documentos, en especial de periodistas y académicos, pero hace falta meterle más de lleno al análisis e interpretación, a la reflexión obligada.

Si bien el país no se queda atrás en el desarrollo tecnológico de la comunicación social, no pasa lo mismo en cuanto a la madurez y apertura mental de los profesionales del periodismo ni en la de la mayoría de dueños de los medios, gremios empresariales y políticos. La cerrazón ideológica da al traste con el interés de muchos colegas por reivindicar la profesión.

La sociedad tiene, junto al gremio de periodistas, que sacar al buey de la barranca. Como hemos dicho en otras ocasiones los problemas de la comunicación social no solo son de los periodistas, sino de la ciudadanía. Y esa es otra asignatura pendiente en nuestra sociedad, y obviamente, los medios y los políticos han colaborado en el hastío de la gente.

Luego de las elecciones de 2004, donde compitieron Elías Antonio Saca y Schafik Handal, elaboramos junto al colega Raúl Gutiérrez –ahora sub director de Canal 10- el “Ensayo: Deudas del periodismo salvadoreño frente al proceso democrático” donde abordamos el problema desde diferentes ángulos. La cobertura de las elecciones sirvió de caso de estudio.

Los problemas en el periodismo, los periodistas y los medios de comunicación se mantienen al igual que el atrincheramiento ideológico de patrocinadores y empresarios. El desinterés ciudadano por participar en los temas que le incumben es obvio, mientras lo cívico no está en la agenda de la prensa.

A manera de conclusión, en el ensayo que escribimos con Raúl Gutiérrez llegamos a lo siguiente sobre los problemas de los periodistas y la comunicación en El Salvador:

La injerencia político-ideológica de los propietarios inunda las salas de redacción y las políticas informativas de la mayoría de medios de comunicación en el país.

En ese contexto, el ejercicio periodístico profesional no está garantizado, por las distintas condicionantes a las que se ve sometido el periodista salvadoreño. Cualquier intento por reivindicar la función social de la prensa se enfrenta con varias murallas: censura, autocensura, amenazas de despido y marginación.

Necesariamente y debido a esa misma situación anómala, la sociedad salvadoreña se ve expuesta a muchos productos periodísticos deficientes, descargas de propaganda partidaria o de grupos de interés que en nada contribuyen a la construcción de ciudadanía.

En esa dirección, los periodistas –por negligencia o sometimiento- dejan de lado los preceptos elementales de la ética y responsabilidad periodísticas.

Pese a estas circunstancias, existe un incipiente movimiento periodístico interesado en promover el buen hacer en el periodismo nacional, además reivindicar el sentido de pertenencia gremial y a partir de ello la defensa del derecho a la información.

Por ejemplo, es loable que la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) haya impulsado la elaboración del Código de Etica de la Prensa Salvadoreña, así como existan esfuerzos por participar de un observatorio de medios en el país.

Se constata, a la vez, que dentro del gremio periodístico existe muy poca disposición a participar de lleno en las convocatorias a fin de debatir los problemas que afectan a los periodistas.

Los periodistas nos enfrentamos a una deuda con nosotros mismos y, por ende, con la sociedad en general. Aunque nos encontremos agrupados en APES, la reivindicación de los derechos de los periodistas frente a los propietarios de los medios continúa pendiente.

Sin embargo, la solución al problema del ejercicio periodístico y la naturaleza de los medios de comunicación no sólo está en manos de los periodistas, sino que en ella deben participar los diferentes sectores de la sociedad.

Y es ahí donde también existe indiferencia, falta de comprensión y ausencia de crítica, porque la gente consume los productos de la prensa sin reflexionar sobre la calidad de estos y el daño que recibe.

Bajo estas circunstancias es difícil la construcción de ciudadanía, coartando así la participación activa de la población en el afianzamiento de la democracia.


Como ven, muchas de las preocupaciones compartidas siempre tienen actualidad. Podría interpretarse que aún falta concretar cambios cualitativos en el periodismo y la comunicación. Por eso tenemos que potenciar la reflexión entre periodistas, entre académicos, entre los ciudadanos comprometidos con un mejor país.

Colegas, les deseo un Feliz Día del Periodista.

lunes, julio 19, 2010

Tierra de muñecos

Por Guillermo Mejía

Asentadas en suelo duro del departamento salvadoreño que lleva orgulloso el nombre del general hondureño Trinidad Cabañas, se encuentran las principales “fábricas” de muñecos de barro que han florecido en muchas décadas.

Es en Ilobasco, en náhuat “lugar del maíz tierno”, situado a 56 kilómetros al noreste de San Salvador, donde los simpáticos lugareños convierten las pelotas de barro en bellísimos adornos de múltiples colores.

El visitante puede encontrar desde niños-dioses, últimas cenas, verduras, arcas de Noé, frutas, etc. hasta las innumerables posturas de “hacer el amor” y las pistolas que esconden la figura de un pene tras sus cartucheras.

La experiencia guardada por años y años de trabajo, además de la especialización, ha convergido en que las figuras de diversos tamaños se transformen de lo que una vez fue un estilo muy rústico a otros más afinados.

Así no falta el trabajo en delicada cerámica, la obra en bellísimo repujado y los variados niveles del barro expuesto a diferentes temperaturas.

En medio de esas sorpresas se encuentra la abuela Martha Rosales, dueña de la cerámica “Los dos gemelos”, que con toda tranquilidad asegura que no puede dejar de fabricar lo picaresco, porque “la gente siempre lo busca”.

Doña Martha, que afirma haber nacido con una bola de barro en sus manos, lleva casi 60 años en la actividad que heredó de sus antepasados. “Mi bisabuela, que vivió 80 años, vino también con esa bola de barro en las manos”, cuenta.

Y cree que eso será por tiempo indefinido. Sus nietos llevan igual camino, aunque dispongan ir a estudiar. Sus hijos, profesionales universitarios, también se vuelan la corbata y sus trajes, y le dan forma al barro.

Se estima que cerca de 100 familias tienen ya sea sus “fábricas” de muñecos o venden al mejor postor sus adornos. No se encuentra calle o avenida de esa ciudad paracentral salvadoreña que no exhiba las preciadas figuras.

Tanto así que las autoridades de turismo, así como los promotores privados le encontraron una forma de incursión a la industria sin chimeneas. De esa forma, Ilobasco se encuentra en la “Ruta del maíz”, que incluye a otras ciudades turísticas de El Salvador.

Y no conformes con eso, a la vez en esa ruta han incorporado a otros pueblos y ciudades de las repúblicas hermanas de Honduras, Guatemala, Belice, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. No han despreciado la floridez del maíz.

El Premio Nóbel guatemalteco Miguel Angel Asturias al referirse a Ilobasco, la tierra de muñecos, escribió: “Artesanías populares o artes mágicas. Son tantas en Centro América. Pero artes mágicas, ¿por qué? ¿Por la habilidad de sus creadores? ¿Por los materiales empleados? ¿Por las épocas en que se fabrican? ¿Por los fines a que se destinan?...”

“Todas estas preguntas tienen contestación en una sola de estas figuritas de Ilobasco, la pequeña población de El Salvador, donde se fabrican los más diminutos pastores de barro que conocemos, pues aparte de este arte de miniaturistas cultivados en China, en ninguna otra parte hemos visto esta clase de figuritas humanas, animales y ángeles: las imágenes de retablo, que sólo se consigue admirar en toda su perfección con ayuda de una lupa.”

“Es, en verdad, más que una artesanía, una magia, y para cerciorarse de todo basta ir a Ilobasco, que se encuentra a unos sesenta kilómetros de San Salvador. El camino convertido en serpiente de asfalto va rodeando los cerros, al borde del abismo, como si él mismo tuviese temor de... caer en el vacío. Vuelta, vuelta y vuelta, hasta causar una especie de borrachera o de mareo en el viajero (...)”

Hace tantos años que Asturias escribió sus palabras. Ilobasco, de origen lenca, sigue su camino.

lunes, julio 12, 2010

Un esfuerzo por la educación ciudadana

Por Guillermo Mejía

El haber aprobado el decreto que obliga al sistema educativo nacional a dar un espacio a la lectura de la Biblia en las aulas puede deberse a dos cosas: ignorancia o desesperación de los llamados “padres de la Patria”. En el primer caso, porque parecen no comprender el significado histórico de la separación del Estado y la Iglesia, y en el segundo, desesperados ante el fracaso de la sociedad frente al crimen.

Parece una idea compartida el hecho que está muy bien el papel que desempeña la Iglesia y sus distintas denominaciones, pero que lo haga donde corresponde, mientras se tiene que dejar al sistema educativo nacional desarrollarse dentro de lo que establece la formación integral científica de los alumnos. Claro, ambos universos pueden ser –y deberían ser- complementarios.

No es posible que tras varios siglos de lucha constante por el establecimiento de un Estado laico, en El Salvador se vaya como el cangrejo, hacia atrás. No se puede entender, por mucho que en algunas mentes de la sociedad la idea sea bien vista de cara al futuro incierto de nuestros jóvenes, que abramos puertas ya cerradas.

Por eso cuesta entender cómo el gobierno y la persona del presidente Mauricio Funes no asumen el papel que les corresponde y, de una vez por todas, descartan esa posibilidad que muy poco contribuiría a combatir el estado de violencia que padecemos. Si bien se comprenden las buenas intenciones, no es cierto que nos resuelva el problema.

Así que hay que agradecerles a los pastores al preocuparse por la grey, pero resulta más útil que sigan su trabajo espiritual desde sus iglesias y con sus programas sociales. Por otro lado, hay que tomar en cuenta que, aunque microcosmos, El Salvador ya no solo se contempla cristiano sino que existen otras denominaciones, como por ejemplo los musulmanes, que no pueden ser discriminados por la ley.

En cuanto a la necesidad de potenciar el sistema educativo nacional, donde cabe la posibilidad de impartir de nuevo la asignatura Moral y Cívica, sería oportuno que las autoridades no cayeran en la visión tradicional sobre los valores, sino que se conceptualizara a partir de la época que nos toca vivir en el siglo XXI y la urgencia de nuevos paradigmas.

De esa forma, cabe recordar las reflexiones de la filósofa húngara Agnes Heller acerca de las virtudes cívicas que tienen que orientar el desarrollo de los ciudadanos en esta nueva sociedad, post-moderna e intimista, que permanece abierta al pensamiento débil frente a la caducidad del pensamiento fuerte.

Con relación a los valores, Heller propone: tolerancia radical, valentía cívica, solidaridad, justicia, y las virtudes intelectuales de la disponibilidad a la comunicación racional y fronesis (prudencia). “La práctica de tales virtudes hacen que la ‘ciudad’ sea lo que debe ser: la suma total de todos sus ciudadanos”, dice la intelectual europea.

La ciudadanización de la sociedad es el imperativo, para lograr el anhelado cambio en libertad, justicia y democracia. El sistema educativo nacional debe apostarle a la formación integral de los salvadoreños considerando esa nueva realidad. Y. en esa dirección, no se puede dejar de lado la educación o “deseducación” que se promueve dentro del sistema mediático.

En suma, muy sano sería para nuestro país y Centroamérica en general que las iglesias y los sistemas educativos hicieran su labor cívica, pero a la vez que desde los que tienen poder de decisión y usufructan la riqueza se haga lo que corresponde para atender a los respectivos pueblos y pensemos en Estados humanizados.

lunes, julio 05, 2010

La guerra secreta de Winton

Por Guillermo Mejía

Winton, veterano de la guerra, llegó molesto. Se dirigió a los parroquianos como indios al igual que en los años en que le tocó combatir a los guerrilleros. Ahora, con la experiencia macabra del microbús incinerado junto a sus ocupantes en Mejicanos, la rabia era incontenible en este fornido militar que fue entrenado por el ejército estadounidense.

“Llegó el tiempo de iniciar otra guerra”, dijo con tono amenazante. “A estos mareros se les tiene que acabar la fiesta… a los del micro quisiera tenerlos hincados. Y darles con todo, para que sientan en carne propia el daño que le hacen a la gente”. Nadie hizo comentarios, los de la mesa se miraron sorprendidos.

Advirtió que andaba un arma con sus cargadores. A ver con quién comenzamos –dijo- mientras su mirada retadora no era correspondida por los asistentes. “Nunca conocí el miedo y tengo por seguro que estos asesinos no pararían de llorar si los cojo, son cobardes”, expresó.

“Winton, ¿al igual que en la guerra civil?”, preguntó uno de los reunidos. “No, los guerrilleros eran otra cosa. Ellos tenían sus cosas como también nosotros teníamos las nuestras. Los mareros no tienen nada que ver con esa guerra, ahora necesitamos comenzar la otra guerra en contra de la delincuencia”, respondió.

Pero eso podría caer en acciones ilegales, murmuró otro de los presentes. La nueva ley contra las pandillas establece penas por ser miembro o partícipe de maras como la M-18 y MS, así como grupos de exterminio. El militar dice que no le preocupa, la gente está cansada de los delincuentes y en su desesperación comparte la idea de sanear la sociedad.

“Nadie nos ampara, ni los jueces, ni la fiscalía, ni la policía”, aseguró. “Para esta nueva guerra necesitamos combatientes. Si nos ponemos de taco a taco con los criminales no creo que nos aguanten, somos especiales”.

Su acompañante, de mediana edad, le sugirió que no hablara tonteras, una acción ilegal podría causarle problemas, pero Winton no pareció tomarlo en serio. “Ya no aguanto a los delincuentes y… no le temo a la muerte”, precisó. “Winton, dejá de hablar pendejadas, hombre”, refutó el amigo.

Las expresiones del ex combatiente incomodaron a los parroquianos, y él, para entrar en confianza, invitó a la mesa a disfrutar de refrescos en botella. “Ustedes, indios, no tienen que sentir miedo, nosotros podemos hacer un trabajo profesional en esa nueva guerra contra la delincuencia”, señaló.

Qué país. Las pandillas, ligadas al narcotráfico y el crimen organizado, representan un reto mayúsculo para el gobierno de turno. El mismo presidente Mauricio Funes advirtió recientemente que el Estado está permeado por los criminales, el aparato judicial y policial no se quedan atrás.

Solo Winton sabe si habló en serio, aunque es un hecho que la deshumanización de la sociedad salvadoreña abre puertas a otros infiernos. Cuántas voces coinciden en medidas extremas frente al descontrol social y la corrupción. De ahí la tentación de la guerra secreta de Winton.