Tierra de muñecos
Por Guillermo Mejía
Asentadas en suelo duro del departamento salvadoreño que lleva orgulloso el nombre del general hondureño Trinidad Cabañas, se encuentran las principales “fábricas” de muñecos de barro que han florecido en muchas décadas.
Es en Ilobasco, en náhuat “lugar del maíz tierno”, situado a 56 kilómetros al noreste de San Salvador, donde los simpáticos lugareños convierten las pelotas de barro en bellísimos adornos de múltiples colores.
El visitante puede encontrar desde niños-dioses, últimas cenas, verduras, arcas de Noé, frutas, etc. hasta las innumerables posturas de “hacer el amor” y las pistolas que esconden la figura de un pene tras sus cartucheras.
La experiencia guardada por años y años de trabajo, además de la especialización, ha convergido en que las figuras de diversos tamaños se transformen de lo que una vez fue un estilo muy rústico a otros más afinados.
Así no falta el trabajo en delicada cerámica, la obra en bellísimo repujado y los variados niveles del barro expuesto a diferentes temperaturas.
En medio de esas sorpresas se encuentra la abuela Martha Rosales, dueña de la cerámica “Los dos gemelos”, que con toda tranquilidad asegura que no puede dejar de fabricar lo picaresco, porque “la gente siempre lo busca”.
Doña Martha, que afirma haber nacido con una bola de barro en sus manos, lleva casi 60 años en la actividad que heredó de sus antepasados. “Mi bisabuela, que vivió 80 años, vino también con esa bola de barro en las manos”, cuenta.
Y cree que eso será por tiempo indefinido. Sus nietos llevan igual camino, aunque dispongan ir a estudiar. Sus hijos, profesionales universitarios, también se vuelan la corbata y sus trajes, y le dan forma al barro.
Se estima que cerca de 100 familias tienen ya sea sus “fábricas” de muñecos o venden al mejor postor sus adornos. No se encuentra calle o avenida de esa ciudad paracentral salvadoreña que no exhiba las preciadas figuras.
Tanto así que las autoridades de turismo, así como los promotores privados le encontraron una forma de incursión a la industria sin chimeneas. De esa forma, Ilobasco se encuentra en la “Ruta del maíz”, que incluye a otras ciudades turísticas de El Salvador.
Y no conformes con eso, a la vez en esa ruta han incorporado a otros pueblos y ciudades de las repúblicas hermanas de Honduras, Guatemala, Belice, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. No han despreciado la floridez del maíz.
El Premio Nóbel guatemalteco Miguel Angel Asturias al referirse a Ilobasco, la tierra de muñecos, escribió: “Artesanías populares o artes mágicas. Son tantas en Centro América. Pero artes mágicas, ¿por qué? ¿Por la habilidad de sus creadores? ¿Por los materiales empleados? ¿Por las épocas en que se fabrican? ¿Por los fines a que se destinan?...”
“Todas estas preguntas tienen contestación en una sola de estas figuritas de Ilobasco, la pequeña población de El Salvador, donde se fabrican los más diminutos pastores de barro que conocemos, pues aparte de este arte de miniaturistas cultivados en China, en ninguna otra parte hemos visto esta clase de figuritas humanas, animales y ángeles: las imágenes de retablo, que sólo se consigue admirar en toda su perfección con ayuda de una lupa.”
“Es, en verdad, más que una artesanía, una magia, y para cerciorarse de todo basta ir a Ilobasco, que se encuentra a unos sesenta kilómetros de San Salvador. El camino convertido en serpiente de asfalto va rodeando los cerros, al borde del abismo, como si él mismo tuviese temor de... caer en el vacío. Vuelta, vuelta y vuelta, hasta causar una especie de borrachera o de mareo en el viajero (...)”
Hace tantos años que Asturias escribió sus palabras. Ilobasco, de origen lenca, sigue su camino.
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