miércoles, noviembre 05, 2008

Barack Obama derrotó al continuismo

Por Guillermo Mejía

Definitivamente el gane del afroamericano Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos –hecho histórico e impensable en los últimos tiempos- resulta ser un bálsamo, para las heridas que sangran a nivel planetario frente al desastre de la era bushista.

Qué bueno que los estadunidenses se conectaron con la propuesta del joven político demócrata a fin de cortar de tajo el brutal continuismo de los republicanos, que todavía no salen del asombro por cuanto perdieron el favor ciudadano en sus propias entrañas.

Que el 95 por ciento de los afroamericanos y el 66 por ciento de los hispanos, por ejemplo, se volcaran a favor de Obama es comprensible, mas que lo hicieran casi el 50 por ciento de los blancos es un hecho sin precedentes en la nación norteamericana.

El racismo no ha desaparecido, es obvio, máxime en una nación tan individualista y materialista como la gringa, donde cada quien tiene que luchar para sobrevivir frente a la inhumana competencia de los demás –algo sistémico y, por ende, tan profundo.

Pero la urgencia del cambio caló en la mentalidad estadounidense más allá del color de la piel y la clase social. Las imágenes de las celebraciones multitudinarias en diversos puntos del país norteamericano fueron elocuentes. La alegría contagiante. Incluso hubo lágrimas de felicidad.

Jesse Jackson, activista político –uno de los colaboradores del asesinado apostol negro Martin Luther King, en 1968- lloró de emoción al ver al joven Obama aplastar al veterano John MacCain, el “héroe de guerra” que cayó de nuevo al igual que en la aventura de Vietnam.

¿La tendrá fácil Obama? Ni decirlo. Su antecesor deja una estela de desgracia, nomás hay que revisar la estupidez que cometió con la metida de patas en Irak –bajo el signo de la gañería y la mentira- no digamos el desastre de la economía con su repercusión internacional.

Obama tendrá que responder a la altura de los tiempos. Desde diversos puntos del globo terráqueo diversos dirigentes le han expresado su esperanza y deseos de éxito en la gestión presidencial que arrancará en enero del 2009.

¿Qué con El Salvador? Estamos a espera de que a nuestros compatriotas –así como a millones de indocumentados en aquellas tierras- les ofrezca una salida digna a su condición. Nuestra gente también aporta a la riqueza estadunidense y alivia nuestras penurias.

Con respecto a nuestro proceso electoral y el gane de Barack Obama no hay porqué hacer bulla. Eso sí, si bien reflejan posturas políticas distintas, ambos procesos guardan una peculiar coincidencia.

El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), con Mauricio Funes como candidato presidencial, está tan cerca –como nunca antes- de conducir al pueblo salvadoreño a darle un no rotundo al continuismo de 20 años del partido oficial.

En otras palabras, al igual que MacCain, el candidato arenero Rodrigo Avila camina también con las “patas hinchadas” frente al lastre de cuatro administraciones derechistas. No por gusto Avila habla de corregir lo malhecho.

La izquierda efemelenista no necesita instrumentalizar el gane de Obama, es más ni lo está haciendo. El culillo derechista resurge en cuanto sí pesa la comparación de que en El Salvador le pueden decir no al continuismo. Por eso, no vale el llanto de “analistas” ni “periodistas”.

Claro, también celebramos el gane de Barack Obama y la esperanza de cambio.