jueves, julio 31, 2008

El periodismo en una sociedad enferma

Por Guillermo Mejía

La figura de “sociedad enferma” vale para ilustrar que precisamente no subsistimos en una sociedad donde gozamos de buena salud social, económica, política y, por ende, también nuestro periodismo está achacoso. Un cuerpo enfermo no puede responder a los retos.

La idea parte del hecho que –desde hace años- se viene metiendo la idea de que tenemos en el país lo mejorcito del periodismo centroamericano, algunos lo ponen más alto dicen latinoamericano. Pareciera que El Salvador surgió mundo aparte.

En anteriores artículos hemos expuesto los principales vicios que modelan al periodismo nacional. Decir, por ejemplo, la manito cargada contra la izquierda (sobre todo la que consideran ortodoxa), el favorcito con la derecha gobernante y, por supuesto, los empresarios.

Al grado que, en esa cerrazón ideológica, el editorialista de El Diario de Hoy afirma –sin sonrojo- que nunca existió la famosa y crítica Escuela de Frankfurt. En otras palabras, los intelectuales de la talla de Adorno y Marcuse son una mentira marxista en busca del poder.

Cualquier universidad seria, independiente que sea estatal o privada, no puede suprimir en el estudio de las comunicaciones en general, y el periodismo en particular, los planteamientos que surgieron de ese grupo alemán. Pero el editorialista asegura que no existió.

Por otro lado, encontramos al otro periódico matutino de peso, La Prensa Gráfica, metido hasta el fondo en lo que sus críticos llaman la “farc-manía”, dado el sostenido y vergonzante papel que desarrolla su redacción en la tarea de untar al Fmln con la guerrilla colombiana.

Aunque disgusta a sus editores la camándula de críticas que reciben, la angustia en que se encuentran dada la cercanía de las elecciones generales de 2009 –donde la izquierda es favorita- les lleva incluso a poner como evidencia de complot el que José Luis Merino (Ramiro Vásquez) se haya reunido en Managua con los presidentes Daniel Ortega, de Nicaragua, y Mel Zelaya, de Honduras.

Solo en mentes perversas cabe el abuso de ocupar las páginas de La Prensa Gráfica para insinuar como delito el que el dirigente del Fmln se haya reunido con dos presidentes constitucionalmente electos. Obviamente, querían también en la foto a alguien de las FARC, pero les falló.

Y qué decir de Telecorporación Salvadoreña TCS, Canales 2, 4 y 6, en sus espacios informativos-propagandísticos o en la entrevista de Jorge Hernández. O la Radiocadena YSKL que prestó su equipo de prensa para arengar durante la reciente concentración de Arena en el Estadio Cuscatlán.

Si esos son los cambios que muestra el saludable periodismo salvadoreño, pues ya no hay nada que discutir.

Pero, muy al contrario, los “avances” –que atoran a más de algún periodista, especialmente en los medios tradicionales- también sirven para desnudar a la poderosa maquinaria que mueven editores y periodistas, nacionales y extranjeros, en busca de hacerle creer a los salvadoreños que tienen el mejor periodismo del mundo.

Así, encontramos a colegas que molestos por las críticas suelen llamar a quienes las ejecutan como periodistas pesimistas o periodistas fatalistas, mientras en el mundo en que se mueven se consideran periodistas optimistas o periodistas exitosos.

Estos mismos personajes son los que aprovechan la ocasión para despotricar acerca del papel de las Escuelas de Periodismo de las universidades, porque –según ellos- no enseñan nada. Se quejan de que en algunas les hablan de manera crítica sobre los medios de difusión mientras exigen que las universidades les preparen maquileros de la información.

Pero todavía es un sueño esperar una muestra de prudencia, sensatez y humildad intelectual de parte de estos colegas. El pueblo tiene derecho a juzgarlos.

miércoles, julio 09, 2008

Una treintena de víctimas sin respuestas, tan solo disparates

Por Guillermo Mejía

Las 32 personas que recién murieron en el arenal de La Málaga cuando el autobús en que viajaban fue arrastrado por la correntada de invierno quizás nunca tendrán respuestas a su tragedia. Nadie asumió con valentía la responsabilidad en un hecho por el que en un Estado democrático tendríamos cabezas rodando.

De todos es conocida cada respuesta de los implicados en esa tragedia. De Obras Públicas se ha dicho que el responsable fue un tapón de basura en la barranca y que al menos “ya pasaron a mejor vida” los que perecieron en la tormenta (!). De las autoridades municipales que las mitigaciones en lugares de alto riesgo son del gobierno central.

El hecho que días después se volviera a rebalsar el agua precisamente en el mismo lugar desdice de la seriedad de las autoridades respectivas. El sol no se puede tapar con un dedo y, si bien es cierto la malacrianza de lanzar basura a diestra y siniestra es parte de nuestras costumbres, hay razones de mayor peso que se pretenden ocultar.

Muy saludable para la sociedad salvadoreña fue que, por lo menos, los pastores de la Iglesia Evangélica Elim hayan denunciado con la valentía que les faltó a las autoridades la clara y manifiesta responsabilidad de las entidades del Estado por no proteger a la ciudadanía ni atender los llamados de auxilio de las víctimas en el momento.

Los religiosos, acompañados de familiares de los fallecidos y pobladores del lugar, además de señalar la falta de mitigación y limpieza en serio, fueron más a fondo al denunciar el peligro en que habita el sansalvadoreño por la tala indiscriminada de árboles en las zonas altas de la ciudad sin que las autoridades asuman su compromiso.

No faltaron voces irresponsables, en especial cierto bufón mediático que ensucia las ondas de radio cotidianamente, que acusaran a los pastores de la Iglesia Evangélica Elim de tener “cuotas” de poder en las alcaldías de Soyapango e Ilopango, razón por la que se hicieron eco de críticas al gobierno de turno. La quimera roja no descansa a criterio del energúmeno radiofónico.

Sin embargo, desde mucho tiempo atrás hasta la actualidad debemos recordar las veces en que ecólogos y medioambientalistas –junto a habitantes de diversas áreas- han denunciado la rapacidad de empresas constructoras que poco a poco se van acabando las pocas zonas verdes del área metropolitana de San Salvador.

Claro, no solo es el Gran San Salvador, cito lo anterior por ser la zona donde ocurrió la tragedia en que perecieron los hermanos evangélicos.

Las denuncias han estado a la orden del día. Uno de los casos más sonados es el que le achacan al ex ministro de Obras Públicas, David Gutiérrez, que por arte de magia desapareció 40 millones de dólares de mega construcciones que –por ejemplo- destruyeron parte de El Espino, en el volcán de San Salvador, una de las últimas reservas acuíferas con que contamos en el país.

Y qué decir de la cantidad de obras que se dejaron de hacer en la administración de Gutiérrez, entre ellas la mitigación de esa parte del arenal de La Málaga donde cayó el autobús y perecieron los compatriotas. No es necesario ser de izquierda para darse cuenta del bochorno, ni tampoco tener cuatro dedos de frente.

A las pajeras salidas discursivas de las autoridades gubernamentales también se sumaron algunas apreciaciones de articulistas y periodistas que, lejos de poner el dedo en la llaga, se dedicaron a especular hasta el grado de insinuar maliciosamente que las víctimas murieron porque solo de dedicaron a rezar.

“No quisieron salir de la cabina mientras la altura del agua aún lo permitía. Rezaron. Solo rezaron. Talvez fue el miedo. Talvez fue la alienación de creer que el mundo de los hombres es más de Dios que de los hombres, como si la acción de Dios y la obra de los hombres fueran dos cosas totalmente distintas”.

El texto fue publicado por el periodista español José Luis Sanz, jefe de información de La Prensa Gráfica, el pasado 6 de julio. Valoren el significado de sus palabras y el hecho de que todo periodista debe proceder con la mayor responsabilidad al relatar o enjuiciar la realidad.

Personalmente el texto titulado “La Corriente” me trasladó a lo paranormal, en el mejor de los casos a uno que otro programa del canal Infinito.

Lástima que los muertos no pueden pedir su turno, para aclarar las circunstancias de su tragedia y si de veras –como pretende asegurar el periodista- solo se dedicaron a rezar. Y, bueno, conocer si realmente tuvieron la oportunidad de salvarse por las circunstancias del caso. Es decir, más que a conclusiones el punto mueve a interrogantes.

Me parece muy sacado de la manga que el colega español descargue la responsabilidad de sus elucubraciones al hecho de que: “Pudieron haberse salvado. Al menos eso asegura el único sobreviviente a aquel ataúd amarillo de metal con un irresponsable al volante y cargado con decenas de almas abandonadas a Dios”.

Pareciera que en este país ya nos acostumbramos a los disparates.

Mi solidaridad con las víctimas, sus familiares y la Iglesia Evangélica Elim. Su fortaleza espiritual es muy grande.