martes, julio 30, 2019

El Salvador: En el Día del Periodista

Por Guillermo Mejía

El 31 de julio, Día del Periodista salvadoreño, nos encontramos ante situaciones incómodas para el cuerpo de prensa nacional, por cuanto no resultan fáciles las relaciones profesionales con la presidencia y los diputados no dan respuesta ante las demandas de una ley que proteja a los trabajadores de los medios de comunicación social.

Desde gremios locales, como la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) y la Mesa de Protección de los Periodistas –que agrupa a varias instancias de la sociedad civil- se denunciaron las condiciones en que se labora en las empresas periodísticas, así como la urgencia de que se apruebe la ley que proteja a los comunicadores.

Como he sostenido en varias ocasiones, los problemas que enfrentamos los periodistas son sumamente reconocidos. La sociedad cuenta con una variedad de documentos, en especial de periodistas y académicos, pero hace falta meterle más de lleno al análisis, la interpretación y la reflexión a fin de propiciar el cambio.

Si bien el país no se queda atrás en el desarrollo tecnológico, no pasa lo mismo en cuanto a la madurez de los periodistas ni en la de la mayoría de dueños de los medios, gremios empresariales y políticos. La cerrazón ideológica da al traste con el interés por reivindicar la profesión.

Los problemas de la comunicación social no solo son de los periodistas, sino de la ciudadanía, ya que están en juego los derechos a la información y a la comunicación, que son pilares para profundizar el proceso de democratización, luego de firmada la paz, en enero de 1992, tras doce años de guerra civil que dejó por lo menos 80 mil muertos y ocho mil desaparecidos.

Años atrás elaboramos con el periodista Raúl Gutiérrez el “Ensayo: Deudas del periodismo salvadoreño frente al proceso democrático” donde abordamos el problema desde diferentes ángulos.

Los problemas del periodismo, los periodistas y los medios de comunicación se mantienen al igual que el atrincheramiento ideológico de patrocinadores y empresarios; mientras, el desinterés ciudadano por participar en los temas que le incumben es obvio y lo cívico no está en la agenda del grueso de la prensa.

Algunos problemas de los periodistas y la comunicación en El Salvador que reseñamos con el colega Gutiérrez fueron:

La injerencia político-ideológica de los propietarios inunda los medios. El ejercicio periodístico no está garantizado por las distintas condicionantes a las que se ve sometido el periodista. Cualquier intento por reivindicar la función social de la prensa se enfrenta con: censura, autocensura, amenazas de despido y marginación.

Necesariamente y debido a esa misma situación, la sociedad se ve expuesta a muchos productos periodísticos deficientes, descargas de propaganda que en nada contribuyen a la construcción de ciudadanía. En esa dirección, los periodistas –por negligencia o sometimiento- dejan de lado los preceptos elementales de la ética periodística.

Pese a estas circunstancias, siempre existe un incipiente movimiento periodístico interesado en promover el buen hacer en el periodismo nacional, además de reivindicar el sentido de pertenencia gremial y a partir de ello la defensa del derecho a la información y la comunicación.

Los periodistas nos enfrentamos a una deuda con nosotros mismos y con la sociedad en general. La reivindicación de nuestros derechos frente a los propietarios de los medios continúa pendiente. Sin embargo, la solución al problema del ejercicio periodístico y la naturaleza de los medios de comunicación no sólo está en manos de los periodistas, sino que en ella deben participar los diferentes sectores de la sociedad.

Y es ahí donde también existe indiferencia, falta de comprensión y ausencia de crítica, porque la gente consume los productos periodísticos sin reflexionar sobre la calidad de estos y el daño que recibe. Bajo estas circunstancias es difícil la construcción de ciudadanía, además se coarta la participación activa de la población en el afianzamiento de la democracia.

Muchas de las preocupaciones tienen actualidad. Aún falta concretar cambios cualitativos en el periodismo, la información y la comunicación. Por eso tenemos que potenciar la reflexión crítica entre periodistas, entre académicos, entre los ciudadanos comprometidos.

En la actual coyuntura, el problema se complejiza por varias situaciones que resultan preocupantes.

La presencia cada vez notoria de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información que –frente al analfabetismo digital y el irrespeto a aspectos morales- facilitan prácticas nefastas en periodistas, líderes de opinión y ciudadanía, en general, debido a que fácilmente se cae en vicios como calumnia, difamación e injuria.

Por eso, es frecuente encontrar malas prácticas periodísticas que promueven las Fake News, materia prima de las industrias culturales, máxime con la presencia de figuras políticas como el presidente Donald Trump, de Estados Unidos; Jair Bolsonaro, de Brasil; a los que se unió Nayib Bukele, de El Salvador.

En ese marco, dentro de las denuncias se encuentra los enfrentamientos de Bukele con algunos periodistas que han criticado su forma de gobernar, en especial su disposición a no comparecer formalmente ante la prensa y privilegiar las redes sociales para “informar” sobre su gestión o exponer sus puntos de vista.

Por lo que se ve, hay materia pendiente. Feliz Día del Periodista.

martes, julio 23, 2019

La prensa incómoda ante el ejercicio del poder

Por Guillermo Mejía

Son frecuentes los casos en que los gobernantes se molestan por el tratamiento informativo de los periodistas sobre lo que hacen o dejan de hacer –conforme a sus planes o vicisitudes del momento- cayendo en la tentación, muchas veces, de interpretar el papel de la prensa como una extensión del ejercicio del poder.

Es más, confunden el trabajo de los comunicadores con el de amanuenses al servicio del monarca, desde una visión maniquea, entre el bien y el mal, menospreciando el derecho a la información de las sociedades que requieren conocer a fondo los asuntos públicos, a la vez que tienen derecho a dar a conocer sus opiniones.

Hay que advertir que ese tipo de aberración no es de los últimos tiempos, ni tampoco una respuesta del poder a la presencia de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana o la incursión de los medios de comunicación en la esfera digital, sino ha sido una vieja tentación que demuestra el menosprecio hacia la transparencia, el acceso a la información y el debate democrático.

Cuando nos referimos que hay casos frecuentes vale recordar el comportamiento de gobernantes como Donald Trump, en Estados Unidos; Nayib Bukele, en El Salvador; Andrés Manuel López Obrador, en México, entre otros, que, por ejemplo, adoptan posturas autocráticas, xenofóbicas, el primero; excluyentes y descalificadoras, el segundo; y mesiánicas, el tercero.

Eso sí, han sabido utilizar a su favor los recursos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en especial las redes sociales Twitter y Facebook, donde –hay que asumirlo de manera crítica- han “atrapado” a los periodistas, que convierten en noticia cualquier expresión, sin importar su trascendencia.

Desde el análisis de los medios de comunicación y el ejercicio del poder se ha llegado a concluir que las Fake News o noticias falsas (sobre todo difundidas por gobernantes u otros líderes de opinión) alcanzan mayor alcance gracias a que los mismos periodistas se encargan de sacarlas de las cuentas que las producen. Eso dice mucho de la práctica periodística que valdría una revisión a consciencia.

Recordemos que, además de escudriñar el ejercicio del poder, favorecer el debate sobre los temas de interés público y aclarar el rumbo de las sociedades, en el marco del ejercicio democrático, el periodismo honesto debe preocuparse por ser exacto, justo e incluyente. Y no puede caer en el error de sacrificar los postulados éticos en la carrera por la primicia.

Hay que decir, a la vez, que el comportamiento de los gobernantes de turno –como los que citamos- es planificado, de ninguna manera es improvisado, son prácticas en abierta sintonía con las estrategias del marketing político que ha venido a menospreciar los derechos ciudadanos en la búsqueda de ganar mentes y corazones del conglomerado.

Si no, no tendríamos a Donald Trump tuiteando ofensas a cualquier hora, sin importar las madrugadas; ni a Nayib Bukele hablando de su “gobierno 24/7” a la par de cualquier disparo en las redes sociales; ni a Andrés Manuel López Obrador, con sus “mañaneras” donde incluso se pelea con periodistas que se salen del guion de apostarle a “las transformaciones”.

Las sociedades actuales necesitan más que nunca el papel escrutador de los periodistas, para acercar a los ciudadanos a los temas de interés público y el ejercicio del poder que constitucionalmente les pertenece, ya que los funcionarios –comenzando por los presidentes de turno- son servidores públicos que tienen que dar cuenta de sus actos.

A las quejas de los gobernantes ante la prensa incómoda, pues, la única respuesta es que los periodistas profundicen su papel crítico ante el ejercicio del poder.

martes, julio 16, 2019

El adormecimiento popular en la esfera digital

Por Guillermo Mejía

Si bien la esfera digital es la innovación que ha generado más cambios en la vida social del colectivo y en las formas de comunicar entre los seres humanos, es necesario subrayar que en ese espacio se configuran redes de poder económico en un mundo digital que es concatenado con el discurso de la libertad, pero que esconde el sometimiento de la sociedad.

Son conclusiones a las que han llegado los maestros Carola García Calderón y Raul Anthony Olmedo Neri de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el ensayo “El nuevo opio del pueblo: Apuntes desde la economía política de la comunicación para (des)entender la esfera digital” aparecido en Iberoamérica Social: Revista-red de estudios sociales.

El ser humano se esclaviza por su propia voluntad: “Es decir, el individuo cede su libertad a cambio de la seguridad en su vida y bienes que el Estado le garantiza; no obstante, la esfera digital requiere de un nuevo contrato, y con ello de un intercambio diferente: se cede la esencia del individuo a cambio de su existencia en dicho mundo”, señalan los autores.

“Así, las redes digitales en particular y la internet en general, se han convertido en el nuevo opio del pueblo ya que su fascinación es la fuerza que ata a los sujetos y los condiciona a ingresar en ese nuevo mundo. Esta es la otra cara de la libertad digital: la acumulación de información del individuo para fines comerciales y políticos”, advierten.

Al volverse digital, según los académicos de la UNAM, el individuo identificado en sus rasgos más básicos (nombre, edad, fecha de nacimiento, entre otros) comienza a ser analizado y después de ser segmentado a través de su interacción digital pasa a formar parte de los bancos de datos que son vendidos al mejor postor.

“Se ha pasado del Big Brother al Big Data en el que ‘la entrega de datos no sucede por coacción, sino por una necesidad interna’ (…), la cual es interna tanto para el individuo en su intento por adaptarse al nuevo mundo virtual, como para el sistema capitalista en su proceso de transición al capitalismo cognitivo”, agregan.

Para García Calderón y Olmedo Neri es la primera falacia digital donde se configura la hipersegmentación del mercado para las empresas que intentan incrementar sus ventas ante consumidores que son cada vez más intolerantes a la publicidad. La esfera digital se vuelve un mundo donde la información se vuelve mercancía y la identidad dinamiza el capitalismo.

Por otro lado, el nuevo espacio se caracteriza por una sobrecarga de información de diversas fuentes en las que fluye un nivel amplio de datos, fechas, hechos y acontecimientos que dejan de ser información y se vuelven ruidos, según los autores, lo que evita escuchar la otredad. Además, se desdibuja la división entre el espacio público y privado para dar cabida al espacio digital.

“El ejemplo de esta situación son las redes sociodigitales, en las que existe un proceso de socialización replicado de la realidad social, en donde se expresan los procesos de la vida cotidiana aunque en un modo narcisista en el que se busca la atención (…) llegando a la pornografía de la comunicación y a la inanición social (…)”, precisan.

“Así, la aparente socialización que se da en la esfera digital es, de hecho, su segunda falacia toda vez que no es comunicación, sino interconexión. Es decir, no es el intercambio de mensajes o códigos lo que caracteriza la comunicación en lo digital, por el contrario, la comunicación se condiciona a una conexión, reduce la acción a una vigilancia pasiva entre los individuos y se inhibe el sentido humano por el afectivo que emana del narcisismo”, añaden.

Se completa el cuadro con la tercera falacia que -para los catedráticos universitarios- se encuentra en las redes sociodigitales ya que la movilización social, la protesta, la ruptura, la lucha reivindicativa se inhiben ante la simulación de participación en lo virtual, porque “la indignación digital no puede cantarse. No es capaz de acción ni de narración (…)” en tanto no alcanza incidencia en la realidad.

Y concluyen: “Sólo se limita a la reproducción al infinito de la simulación. Por esto las redes sociodigitales en particular y la esfera digital en general responden a la misma acción de los medios de comunicación tradicionales: la simulación de la participación y consecuente (in)acción de los individuos. Una baja participación, con una simulación a partir de asentir con un like, o con la brevedad de los caracteres de twitter, generalmente recubierto con la replicación de contenidos más que con la generación de un diálogo”. Es, de acuerdo con Byung-Chul Han, el espacio del me gusta, donde la explotación no reprime, sino que genera consenso y dependencia.

Para García Calderón y Olmedo Neri, la Economía Política de la Comunicación se presenta como un cuerpo teórico-conceptual que da herramientas de análisis crítico para reconceptualizar la esfera digital en general y los procesos que se van generando en ese espacio, habrá que esperar en qué medida dicha evaluación puede trascender lo académico para dar paso a la reestructuración política y a la verdadera apropiación social.


martes, julio 09, 2019

Los desórdenes informativos en los tiempos de la posverdad

Por Guillermo Mejía

La ilusión de que con la llegada de las nuevas tecnologías se democratizó la comunicación por la presencia de otras voces, así como se cualificó la información con el acceso a productos periodísticos más refinados no pasó de ser eso, dado la inmensa oferta de lo que se categoriza como “desórdenes informativos”.

“Lo que sucede con los conceptos ómnibus en la comunicación post internet es que acaban siendo utilizados como equivalentes y, en su proceso de extensión social se solapan significados y sentidos. Esto sucede con desinformación, fake news, hechos alternativos, posverdad, deepfakes, etc., como desórdenes informativos”, afirma el maestro Miguel Del-Fresno-García.

Según él, la producción de desórdenes informativos de forma intencional no es una novedad estricta de nuestro tiempo, por mucho que lo sean algunos conceptos, ya que la tecnología de cada época ha jugado un papel crítico a la hora de cambiar la escala e impacto de estos desórdenes en las sociedades. Ejemplos son las elecciones en Estados Unidos y el referéndum del Brexit en Reino Unidos, en 2016.

“(…)la posverdad consiste en la subordinación y reorganización de los hechos desde una voluntad ideológica y política concreta, lo que necesita de un mecanismo de legitimación en el que se persigue naturalizar una epistemología basada en las emociones políticas, dado que las emociones y sentimientos son reales lo hechos que los provocan, los desórdenes informativos, tienen que ser reales…”, señala.

“Esto es, aquello que se siente –no sólo se siente- es, además, la verdad. Con la posverdad nos enfrentamos a una nueva forma de supremacía ideológica como herencia del totalitarismo –con rasgos evolutivos y adaptativos- en el seno de las democracias liberales en tiempos de internet”, agrega el profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de Madrid, España.

De acuerdo con Del-Fresno-García, los desórdenes informativos nos permiten advertir: a) la guerra contra la ciencia desde el ámbito corporativo; b) la crisis de los medios de comunicación nacionales y locales post internet; c) el desarrollo de plataformas tecnológicas que han socializado la capacidad de publicar y distribuir contenidos a bajo coste; d) la crisis de los expertos y los avances en psicología para comprender las bases sicológicas, a través de diferentes sesgos cognitivos; e) lo que ha provocado un cambio en la forma de entender el poder en el siglo XXI, como la capacidad de establecer las relaciones de definición de la realidad misma.

Nos advierte el autor que una de las causas del impacto social de los desórdenes informativos ha sido la crisis de los medios impresos de comunicación tras la emergencia de Internet, que provocó que su modelo de negocio, basado en la publicidad, se haya desmoronado arrastrando al modelo editorial, por cuanto ha habido recortes de personal, sacrificio de la calidad y rigor profesional, entre otros.

“Pero otra causa de los desórdenes informativos se remonta al tiempo en el que los medios de comunicación dejaron de perseguir la información basada en verdades fácticas a favor de dar satisfacción a una objetividad o equilibrio de las diferentes versiones de la realidad, en muchos casos contrapuestas por completo”, añade.

Y sentencia: “Al renunciar a la búsqueda y presentación de hechos verdaderos contrastados los medios de comunicación profesionales llevaron –de forma progresiva buscando su propia imparcialidad o fairness- a las audiencias los debates de opiniones pero también los pseudo debates. La imparcialidad mediática degeneró en equilibrio con sesgo cuando pasó de aplicarse de la presentación de opiniones divergentes a enfrentar los hechos científicos con el negacionismo intencional. Esto es, presentando ante la opinión pública como interlocutores legítimos, como equivalentes e equipotentes, a científicos e ideólogos. Así, se acabó haciendo equivalente lo que no lo era y eliminando en la agenda pública la frontera entre verdades fácticas y desórdenes informativos”.

El colmo es que se facilitó que cualquiera que reclamase ser un interlocutor legítimo pudiese reclamar su derecho a espacio y tiempo en los medios para defender su posición, según Del-Fresno-García, y de no conseguirlo, acusar a medios de comunicación profesionales y periodistas de parcialidad o desacreditarlos por ello. Los medios se convirtieron en una herramienta de los promotores de desórdenes informativos desde la esfera corporativa, propagandistas y promotores de teorías conspirativas o sin base científica.

Se completa el cuadro con la presencia de “cientos de miles de individuos (que) pueden convertirse en productores de desórdenes informativos utilizando plataformas tecnológicas ordinarias, que incluso con simples motivaciones económicas pueden tener consecuencias políticas globales como ocurrió en la carrera electorales entre Hillary Clinton y Donald Trump”, advierte el maestro español.

“La socialización tecnológica de la producción de contenidos tiene como consecuencia la creciente dificultad para establecer las líneas entre el periodismo profesional y la información partisana entre medios de comunicación profesionales y medios alternativos. Muchos de ellos eficaces a la hora de activar emocionalmente a grandes audiencias”, subraya el autor.

Lo expuesto es parte de las excelentes reflexiones del profesor Miguel Del-Fresno-García contenidas en el ensayo “Desórdenes informativos: sobreexpuestos e infrainformados en la era de la posverdad”, aparecido en la revista digital española “El profesional de la información”, vol. 28, núm. 3, correspondiente a los meses de mayo-junio de 2019.

martes, julio 02, 2019

La moda de los enemigos virtuales

Por Guillermo Mejía

Basta acercarse a las redes sociales para constatar el ambiente miserable que se difumina a través de infinidad de cuentas, algunas con nombre y otras del universo de los troles, especialmente en temas de interés público que deberían ser abordados bajo la argumentación, reflexión y debate en cuanto nos incumben en nuestra categoría política de ciudadanos.

Vemos con asombro que en la administración del publicista Nayib Bukele se estila un discurso de confrontación, en especial a través de las redes sociales, con lo que se extiende la dicotomía amigo-enemigo en el quehacer de la política y con la advertencia a sus adversarios que los destruirá en las próximas elecciones de alcaldes y diputados.

Recientemente, por ejemplo, el presidente Bukele advirtió en su cuenta de Twitter: “Los diputados se definen esta semana: o están con la gente honrada o están con los criminales. Aprueben los fondos solicitados para la @PNC_SV y la @FUERZARMADASV o no los aprueben, esta semana definimos de qué lado están.” Ya avisados, los diputados le han dado luz verde a su solicitud de reasignarle fondos.

La periodista Mariana Belloso, de La Prensa Gráfica, que tuvo una disputa con el mandatario a partir de la interpretación de la petición de Bukele a que la población vaya dejando de pagar las extorsiones de los pandilleros, reflexionó posteriormente en su escrito “O conmigo, o contra mí”.

“Ese es el clima que ahora vivimos los salvadoreños que utilizamos redes sociales: un comentario puede desatar ataques masivos que ponen a prueba la tolerancia y resistencia de cualquiera. Con mayor frecuencia se ha vuelto desafortunado emitir opiniones que pongan en entredicho al nuevo gobierno, más que todo en Twitter, que se ha vuelto la plataforma de comunicación por excelencia de la nueva administración”, señaló la colega.

“Y si bien antes se pensaba que los ataques venían de grupos bien organizados para hacer ruido en las redes sociales, los denominados ‘troll centers’, la verdad es que los ánimos se han caldeado al punto de que los insultos y acoso vienen de ciudadanos comunes y corrientes, como usted o como yo, que simplemente se valen de la seguridad que da el estar tras un teclado y una pantalla para ‘poner en su lugar’ a quien piensa distinto”, agregó Belloso.

Según la periodista, si bien dirigentes de Nuevas Ideas hace llamados a la unidad, cualquier opinión que ponga en duda a algún funcionario del gobierno “es sepultada pronto por cientos de voces prestos a defender al actual Ejecutivo. Es, cada vez más evidentemente, el imperio del odio”.

“Es desafortunado que se esté profundizando de esta forma la polarización política, algo que como país hemos padecido durante décadas cuando las dos fuerzas políticas preponderantes eran ARENA y el FMLN, exponentes máximos de la lucha entre derechas e izquierdas. Con la elección de Nayib Bukele se repitió una y otra vez que se había puesto fin al bipartidismo, a esa polarización que tanto daño le hizo al país, que tantas decisiones importantes frenó, y que tantas reformas necesarias retrasó”, sentenció.

A través de las redes sociales, periodistas, políticos y ciudadanos diversos se han solidarizado con la periodista Mariana Belloso ante la confrontación con Bukele y el acoso de los troles en ese ambiente miserable que permanece instalado en el espacio virtual donde, lamentablemente, los ataques viscerales han sustituido al diálogo como herramienta de encuentro ciudadano.

El escritor argentino-canadiense Alberto Manguel advirtió recientemente que en la sociedad contemporánea se corre el riesgo de caer en “la tiranía de lo superfluo” y “el autoritarismo” cuando “el consumo total de lectura de una sociedad se restringe a frases cortas que circulan por Twitter” cuya eficacia depende no del análisis o veracidad, sino de su ingenio.

Por cierto, el camino escogido por el presidente Nayib Bukele y su grupo cibernético.