martes, mayo 28, 2019

El Salvador: La actualización del código de ética periodística

Por Guillermo Mejía

A pesar de la invisibilización de la prensa tradicional, que por lo general no promueve la discusión y reflexión sobre aspectos ético-morales de la información y la comunicación, resulta muy alentador que la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) haya actualizado el código de ética periodística con la ayuda de profesionales y la academia.

Sobre todo muy oportuna la presentación de la nueva versión del código en momentos de transición en el poder Ejecutivo, a partir del uno de junio, en medio de acusaciones entre el presidente electo Nayib Bukele y algunos medios de prensa que le achacan el incumplimiento de su deber de responder al derecho a la información de la ciudadanía.

Nos recuerda la APES que “la ética periodística es el conjunto de principios que rigen la consciencia moral del profesional que ejerce el periodismo” establecidas en el código para periodistas y profesionales de la comunicación, los cuales son adoptados por convicción personal y no por obligatoriedad legal.

“En el proceso de informar y comunicar, la ética periodística, de la mano de la búsqueda de una mayor transparencia en todos los órdenes, tiende cada vez más a formar parte de la agenda pública en escala global. La ética de la profesión se fundamenta en unos principios dirigidos a establecer la responsabilidad del periodista frente a la sociedad”, agrega.

Dentro de las novedades de la actualización del código están artículos referentes al compromiso de los periodistas con los deberes relacionados a la promoción de la no violencia por razones de género y la cobertura de sucesos de violencia y discriminación contra la mujer.

Las personas que se dediquen al ejercicio periodístico deberán adecuar el vocabulario haciendo uso del lenguaje no sexista en las diferentes notas, tal como se establece en la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres. Además, al abordar temas de violencia contra las mujeres, deben utilizar los términos aplicando los tipos establecidos en la Ley Especial para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres.

La otra novedad se refiere a los deberes del periodismo digital y nuevas tecnologías que establecen que los periodistas y profesionales de la comunicación deberán cumplir lo estipulado en la Ley Especial contra los Delitos Informáticos y Conexos, y promover la transparencia de las plataformas digitales de información.

“Los periodistas y profesionales de la comunicación deben aplicar principios de ética al contenido publicado en sus plataformas digitales, incluyendo redes sociales. Evitar publicar contenido que pueda violentar los derechos, dignidad o reputación de personas e instituciones; y, previo a compartir una noticia, el periodista deberá verificar si la fuente o la noticia no es ‘fake news’ o noticias falsas”, reza el artículo 37.

La existencia del código de ética de los periodistas y profesionales de la comunicación representa un salto cualitativo en la sociedad salvadoreña, por cuanto se cuenta con un referente sobre el buen hacer en la comunicación e información que sirve a los diversos sectores nacionales, además de los trabajadores de los medios de comunicación.

“El periodista necesita una formación ética”, nos dice el maestro Manuel Ocampo Ponce. “La libertad de prensa es un derecho humano, pero ha de interpretarse en el sentido de servicio al público en la verdad y en el bien”, precisa. Sería beneficioso para la ciudadanía que también asumiera un papel activo en la conquista de su derecho a la información y la comunicación.

martes, mayo 21, 2019

La ética en Internet frente a los abusos en nombre de la libertad

Por Guillermo Mejía

Un grupo de diputados de la Asamblea Legislativa ha propuesto reformar la Ley Especial contra los Delitos Informáticos y Conexos, para penalizar de cuatro a ocho años de cárcel a quienes utilizando perfiles falsos cometan los delitos de difamación, calumnia, injuria, daños al honor y apología del delito.

Los legisladores de Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), Concertación Nacional (PCN) y Democracia Cristiana (PDC) buscan incorporar al Artículo 24 el literal “A” a fin de regular el uso de perfiles falsos o troles en las redes sociales, periódicos, revistas digitales sin autores responsables.

De inmediato, el presidente electo Nayib Bukele (quien ha sido acusado de utilizar troles) denunció lo que considera “ley mordaza” de los políticos frente a la crítica. En la lista de los firmantes aparecen algunos legisladores que permanecen molestos porque en sitios web y redes sociales son señalados de corruptos.

Sin embargo, algunos de esos firmantes, como Rodolfo Parker, del PDC, aclararon que no se legislará contra la libertad de expresión, más bien es en contra de los troles que aprovechan la oscuridad para atacar. Además, las leyes ya contemplan penas para la difamación, calumnia, injuria, daños al honor y apología del delito.

Vale recordar que con la llegada de las nuevas tecnologías y la revolución de Internet no pocos especialistas han insistido en la necesidad de armar un modelo ético de cara al libertinaje que representa para muchos el acceso y difusión en la red. La ética se enfrenta al desafío de la velocidad de los cambios en la era digital.

El maestro español Juan Pedro Ortuño advierte que “más que un ente dinámico, la ética es un modelo (o modelos) permanente de referencia. Independientemente del progreso o avances tecnológicos, la persona sigue siendo ser trascendente y sujeto de dignidad en sí mismo considerado”.

En ese sentido, expone una serie de retos éticos que plantea Internet:
Primero, la “brecha digital” o el progresivo distanciamiento entre los países ricos y los países pobres. Se deriva de la desigual distribución de la riqueza en el mundo.

Segundo, el colonialismo cultural, que es un problema que afecta fundamentalmente a los gobiernos y centros de decisión de poder. Va unido a otro problema no exclusivo de Internet, que es la concentración de medios.

Tercero, la difusión inmediata de noticias sin estar debidamente contrastadas. Este hecho que venía dándose ya en todo el periodismo conforme mejoraban las tecnologías, ahora se ve acentuado. Internet supone un flujo constante de información, mucha de ella con errores.

Cuarto, la difusión de pornografía y la apología del racismo. El problema de controlar los contenidos. De hecho, en Internet es posible encontrar prácticamente de todo. Unido a este hecho, está que Internet se ha convertido en un mercado para adquirir cualquier cosa.

Quinto, el problema de la privacidad y el anonimato. Una parte de este problema está claro por su carácter delictivo.

Sexto, la realidad virtual. Internet está siendo objeto de experimentación de simulaciones de la realidad. La realidad virtual puede sumergir a la persona en una ilusión funcional de lo real.

“Internet es una buena herramienta. Y más que plantear nuevos retos éticos, o una ‘contemporización’ de la ética a las nuevas tecnologías, de lo que se trata es de la práctica de una mayor responsabilidad por parte del usuario”, señala el profesor Ortuño. No hay que buscarle tres patas al gato, pero eso sí hay que estar atentos frente a las tentaciones autoritarias.

martes, mayo 14, 2019

La lucha histórica por el derecho a la información y la comunicación

Por Guillermo Mejía

Cuando se produce en la sociedad un enfrentamiento entre los políticos y los periodistas sobre el tratamiento informativo, especialmente en temáticas de importancia ciudadana como la política y la justicia, es necesario traer a la memoria la existencia de una lucha histórica por el derecho a la información y la comunicación.

Desde 1948 quedó plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su Artículo 19 y ratificado en 1963 por las mismas Naciones Unidas en lo que se considera “etapa universalista” de la lucha histórica que ha representado y representa para la humanidad jornadas inclusive teñidas con sangre de mártires.

Es trascendental, pues, el papel de los periodistas, para el traslado de la información y en abrir los espacios a fin de que los ciudadanos participen del diálogo conforme a sus derechos y obligaciones cívicas que presuponen las sociedades democráticas.

Frente al malestar de los políticos con los periodistas –para el caso el presidente electo Nayib Bukele que privilegia el uso de redes sociales frente a la necesidad de que hable directo con la prensa- es oportuno recordar las etapas principales que componen el esfuerzo político por el ejercicio de la libertad en materia de información y comunicación.

En primer lugar, la fase de la negación absolutista del derecho a la comunicación. Durante el “viejo régimen” fue el Estado absoluto el único sujeto libre para comunicar, el titular exclusivo y excluyente de las facultades del derecho a comunicar. Todo tipo de comunicación no estatal fue objeto de licencias, concesiones y censuras previas. El sujeto primordial estaba reducido a la condición de súbdito.

En segundo lugar, la fase de limitación burguesa que se divide en el preludio revolucionario, es decir, el asalto histórico al “viejo régimen” por parte de los revolucionarios que establecen la libertad de expresión y de opinión en la Declaración del Hombre y del Ciudadano, en 1789; y el desenlace burgués, el que la burguesía, a partir de la ausencia del derecho a la comunicación en la legislación francesa de 1799, se erige como titular privilegiado del derecho a comunicar.

En tercer lugar, la fase de control intervencionista. Se da a partir de la Primera Guerra Mundial y los problemas económicos y sociales en los años veinte del siglo pasado con la intervención del Estado en algunas naciones y, por otro lado, la asunción de todos los poderes en otras. Desde una concepción totalitaria, el derecho a la comunicación sufre las consecuencias por cuanto los medios de comunicación son apetecidos como instrumentos de propaganda.

En cuarto lugar, la fase de reconocimiento normativo universal. Tras la Segunda Guerra Mundial, la reflexión democrática se proyecta sobre la comunicación social. Entramos entonces a la etapa del derecho a la información, la más importante etapa histórica en el derecho a la comunicación.

Por lo tanto, es necesario el compromiso de los políticos de participar del derecho de los ciudadanos a la información y la comunicación dando la cara en cuanto a los temas de interés público frente a sus acostumbradas estrategias de marketing político que buscan persuadir a los ciudadanos especialmente a través de las redes sociales.

En consonancia, también es pertinente que los colegas periodistas asuman el compromiso de servir la información y tender los puentes para que los ciudadanos participen de la comunicación conforme las normas éticas de la profesión periodística y sin caer –como en algunos casos- en agendas mediadas por intereses particulares.

miércoles, mayo 08, 2019

La degradación de la política en las redes sociales

Por Guillermo Mejía

Las advertencias sobre la pérdida de la capacidad de debate y argumentación en las redes sociales por el derroche de posturas irracionales se hace cada vez más frecuente en la sociedad contemporánea y las vicisitudes de la política muestran la contaminación de lo superfluo y egocéntrico frente al ejercicio de la reflexión.

“Los textos más pausados y pensados, también a menudo más extensos –en los que una tesis se desdobla en párrafos argumentales, ejemplos, estudios, consecuencias lógicas y conclusiones-, nos son frecuentes en Twitter y Facebook. Ni los límites de extensión en la primera ni la dinámica en ambas lo permiten”, afirmó hace poco el escritor argentino-canadiense Alberto Manguel.

“Y es que las redes obedecen a una lógica de la ocurrencia y no a una de debate sustancial. Hay una paciencia en el desarrollo de los textos de largo aliento (no todos y no siempre) que implica un valioso ejercicio intelectual que corre el riesgo de perderse con la brevedad ingeniosa y la inmediatez que recompensan las redes sociales”, escribió en The New York Times.

“Este no es, o no quiere ser, un lamento nostálgico por el pasado”, agregó Manguel, “pero sí un llamado de atención sobre los riesgos que entrañan las formas de comunicación que caracterizan nuestro siglo: la brevedad y la falta de argumentación puede reducir la conversación a una frase tuitable. ¿Qué peligros hay en una sociedad de lectores de formas tan sucintas, a menudo vehementes y generalmente escasas de argumentos y datos verificados? Los 280 caracteres que permiten los tuits pueden simplificar la complejidad de una reflexión y, por lo tanto, empobrecer el debate público”.

Según el autor, las reglas retóricas en las redes sociales han masificado la tendencia al desarrollo de argumentos remplazado por el filo de la condensación, frases muchas veces ingeniosas pero casi siempre vacías o triviales, al grado que el prestigio de la labor intelectual se ha erosionado y se ha tendido a desdeñar los ejercicios que implican pensar y argumentar.

Manguel pone como ejemplos de esas prácticas preocupantes en la política a algunos presidentes como el estadounidense Donald Trump, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el brasileño Jair Bolsonaro: “Estos políticos han sabido entender bien la dinámica del lenguaje de las redes: menos propuestas estructurales y más declaraciones lapidarias”, sentenció.

Y agregó: “Sus discursos incitan a la reacción irreflexiva y visceral de los ciudadanos y menosprecian la labor analítica de sus críticos, a los que llaman ‘fifis’ o ‘enemigos del pueblo’. Estos gobernantes populistas se benefician del empobrecimiento del debate público que las redes facilitan: la crítica se debilita, el debate se dispersa. Como el eslogan del franquismo: ‘¡Muera la inteligencia, viva la muerte!’”.

Qué decir en El Salvador. Por lo que venimos observando desde antes del triunfo del presidente electo Nayib Bukele, éste ha privilegiado las redes sociales para dirigirse al conglomerado y, a su favor, encender la confrontación con sus adversarios y parte de los periodistas a quienes acusa de andar en el búsqueda de “el pelo en la sopa”.

La estrategia de marketing político diseñada incluye que sus oponentes y los periodistas molestos caigan en su tela de araña para desatar, con frases contundentes y que apelan a la irracionalidad, la furia de su ejército de seguidores dispuestos a destruir a quien se atreva a criticar la figura de su líder.

¿La solución? Manguel no cree necesario abandonar las redes sociales, pero sí retomar la lectura: leer ficción, leer periodismo, leer más. Pero no solo eso: debemos evitar la tentación de reproducir la dinámica de las redes sociales que funciona a partir de la indignación y el instinto en los debates de nuestra vida política, económica y social. Manos a la obra, pues.