martes, octubre 30, 2018

La caravana de salvadoreños hacia Estados Unidos

Por Guillermo Mejía

La caravana de salvadoreños inició su recorrido hacia Estados Unidos bajo la consigna del pueblo “cansado de la decadencia en este país manejado por corruptos ladrones”, pese a los llamados a desistir de parte del gobierno de Salvador Sánchez Cerén como de la embajadora norteamericana, Jean Manes.

Los migrantes, que se suman a los más de siete mil hondureños que rompieron capote hace días, se concentraron en el Salvador del Mundo –donde pasaron lluvia y frío- y caminaron rumbo a la frontera con Guatemala en busca del Norte dado que en el país no hay trabajo, abunda la corrupción y la violencia.

“Aquí no hay nada que hacer”, dijo uno de los migrantes, aunque de todos son conocidas las condiciones infrahumanas que les toca vivir a los migrantes hondureños, tanto en Guatemala como en México, con el agravante que son víctimas de una campaña de desinformación de la administración Trump.

Aunque el presidente Sánchez Cerén dijo que apoyaba a la caravana de hondureños y que Estados Unidos no les ha ayudado a evitar la migración de salvadoreños, su gobierno exhortó a “a nuestros compatriotas a no arriesgar sus vidas emigrando de forma irregular y, de manera especial, les llamamos a no exponer la vida de niñas, niños y adolescentes en un viaje de esta magnitud”.

Esa postura, unida a la aplicación de la ley a hondureños –muchos de los cuales tuvieron que lanzarse al río Goascorán-, se enmarca dentro del alineamiento de los gobiernos de El Salvador, Honduras y Guatemala a la política discriminatoria de Donald Trump, que incluso amenazó con quitarles la asistencia económica.

Por su parte, la embajadora Jean Manes llamó a desistir del viaje, porque “el presidente Donald Trump ha advertido que todas las personas que entren de manera ilegal a los Estados Unidos serán detenidas y procesadas para su deportación. La ley migratoria de los Estados Unidos está siendo aplicada más que nunca”.

Al contrario, “El Salvador no tiene que emigrar por un futuro mejor, lo mejor es crear su futuro aquí en El Salvador”, señaló Manes, a la vez que reiteró el compromiso de su gobierno “a trabajar con el pueblo salvadoreño para encontrar soluciones a los desafíos que enfrentan”.

Sobre la migración hacia el Norte, el periodista norteamericano David Brooks, columnista del diario La Jornada, de México, alertó recientemente que “no hay una crisis migratoria en Estados Unidos”.

“Tal vez el peor error de políticos en México y América Latina –tanto de derecha como progresistas- es aceptar la narrativa del gobierno estadounidense y responder con promesas de cooperación para buscar soluciones a un problema que no existe. Al aceptar la ficción y participar dentro de ella, se hacen cómplices de un complot político derechista con tintes fascistas aquí”, escribió David Brooks.

Todo se trata, según el periodista, de una estrategia de Donald Trump que está utilizando a los inmigrantes dentro de su campaña republicana que busca defender su control de ambas cámaras del Congreso en los comicios intermedios del próximo seis de noviembre.

Ilustró Brooks: “Veamos: la inmigración indocumentada a Estados Unidos está hoy día en uno de sus puntos más bajos desde 2000, y el año pasado llegó a su nivel más bajo en casi medio siglo. Los cálculos sobre flujos de inmigración indocumentada generalmente se miden con base en el número de detenciones por las autoridades en la frontera con México”.

Y remató: “En 2000 se registraron aproximadamente un millón 600 mil detenciones, bajaron un poco a mediados de esa década a poco más de un millón, y desde entonces se han desplomado. Durante el gobierno de Obama se registró un promedio de medio millón de detenciones cada año, y en el año fiscal de 2017 fueron sólo 310 mil 531; la cifra más baja desde 1971”.

martes, octubre 23, 2018

Alma Guillermoprieto: Los periodistas hacemos falta

Por Guillermo Mejía

La reconocida periodista mexicana Alma Guillermoprieto reivindicó la profesión periodística y reconoció a los colegas periodistas asesinados en el cumplimiento de sus tareas informativas, durante un emotivo discurso al recibir el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2018.

Guillermoprieto, nacida en México, en 1949, se inició como periodista “freelance” en La Habana, en 1978, donde impartía clases de danza, y se consagró como reportera cubriendo los conflictos de América Central para los diarios The Guardian y The Washington Post, siendo muy recordada por su trayectoria en El Salvador.

“Desde ese mismo día del anuncio del premio supe también que en mi caso no me tocaba cargar yo sola con este galardón gigante, sino que se me daba como reportera que soy, una entre muchos”, dijo la periodista.

“Y me alegra infinitamente este reconocimiento a un oficio al que solo se entra con grandes sueños e ilusiones: ver el mundo, cambiar la historia, ser heroicos. La realidad es más estrecha: se gana poco; en estos tiempos en que el mundo ha entrado en revolución tecnológica, cibernética, científica, no tenemos certezas en que apoyarnos y el mundo nos quiere mal; se trabaja de sol a sol—aunque eso nos gusta, en realidad—hay una gran confusión en cuanto a cuál debe de ser nuestro papel, y en todo esto, somos el fiel reflejo de la sociedad en general. Y sin embargo, y por lo mismo que existe tanta confusión, hacemos falta”, añadió Guillermoprieto.

Según la Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, vivimos en un mundo en el que las grandes potencias se involucran en las decisiones de países más pequeños, se trafica con niños; a los migrantes que llegan desesperados a nuestras fronteras se les vuelve a lanzar de una patada al mar o al desierto, es un mundo en el que hacen falta los periodistas para contar los horrores.

“También es un mundo en el que urge prepararnos para tomar decisiones éticas terribles: la vida generada en un laboratorio, ¿es vida? ¿Se deben regular las investigaciones que llevarán a la creación de una inteligencia artificial superior a la humana?”, se preguntó.

“¿Cómo se enterarían ustedes de estos y todos los demás hechos y retos que ocurren fuera de su entorno inmediato sin nosotros, los reporteros? Sin los medios, el mundo viviría en una especie de siglo XI, aislado cada quién en su villorrio o su castillo, igual de ignorantes los dos, convencidos de que son tan reales las sirenas como los rinocerontes. Sin un periodismo poderoso, bien financiado, respetado por los gobiernos, el mundo moderno, el mundo entrelazado, sería imposible”, continuó.

“Este año han sido asesinados 45 reporteros, porque a alguien no le gustó lo que dijeron de él”, denunció, entre estos su amigo Javier Valdez. “Estos asesinatos, siempre impunes, matan un poco no sólo a la víctima sino a todos los que lo rodean, y claro, esa es también la intención. Matan a uno para intimidar a todos”.

“Sin embargo, estoy aquí para decir que donde matan a uno, a la larga suelen surgir dos, o por lo menos otro. Y que si antes intentaba disuadir a los jóvenes que me decían que querían ser periodistas, porque el peligro es mucho, porque los cambios tecnológicos, porque se gana poco, porque... ay, por qué no hacer algo más fácil y vivir tranquilos. Hoy sin embargo les digo, háganle, dénle nomás, porque contamos la historia del mundo todos los días. Porque dejamos constancia de lo que otros quieren tapar. Porque somos el antídoto de las redes sociales con su inmediatez y su potenciación de la rabia. Porque hacemos falta. Porque sí se puede ver el mundo, porque no podremos enderezar la historia, pero sí contarla, ser heroicos. Porque el futuro de este oficio lo están inventando hoy los colegas que vienen llegando, y a ustedes les aguarda un oficio generosísimo, que les ofrecerá tesoros a cada vuelta”, expresó emocionada Alma Guillermoprieto.

martes, octubre 16, 2018

San Romero de América, la voz de los sin voz

Por Guillermo Mejía

Sentimos en el ambiente el impacto de la canonización del llamado popularmente San Romero de América o “el salvadoreño más universal”, pues es un hecho trascendental que tuvo que superar una carrera de obstáculos gracias a las fuerzas conservadoras reacias a la consagración del obispo mártir, asesinado por un francotirador, el 24 de marzo de 1980.

El reconocimiento del primer santo de El Salvador por el Vaticano tras gestiones del Papa Francisco, quien también eligió al obispo Gregorio Rosa Chávez como el primer Cardenal de la historia nacional, debemos entenderlo como un justo reconocimiento al trajinar de esa iglesia que no cerró los ojos ante la injusticia.

San Oscar Arnulfo Romero, nacido en Ciudad Barrios, San Miguel, en 1917, cuando fue asesinado por órdenes del mayor Roberto d’Aubuisson, líder emblemático de la derecha, el país estaba a las puertas de la guerra civil y su elevación a los altares se produce cuando aún no se logra una paz firme y duradera.

Casi cuarenta años pasaron desde aquella fatídica tarde que la bala asesina pretendió silenciar a “la voz de los sin voz”, pero al contrario lo inmortalizó y, como dicen los conocedores, ahora es tiempo de que –sin prejuicios- reconozcamos su obra diseminada en cartas pastorales, homilías, su diario personal, libros de autores, en fin una rica producción alrededor de su figura.

El sistema mediático ha sido inundado de materiales alrededor de la figura del “salvadoreño más universal”, inclusive los que en su tiempo lo difamaron y procuraron acallar su voz, sin lograrlo.

Por ejemplo, el poeta y escritor David Escobar Galindo escribió: “En El Salvador, allá a fines de los años 70 del siglo pasado, los relámpagos que anunciaban la conflagración fratricida iban en aumento. Monseñor Romero esgrimía un mensaje de protección a los indefensos, y eso lo ponía al centro de la conflictividad crepitante, porque las furias ideológicas andaban en busca de culpables”.

“Y un disparo dirigido al altar selló el destino de Monseñor. En ese justo momento, cuando la vida terrenal del mártir se extinguía en el lugar sagrado, un soplo de la Providencia inauguraba el nuevo momento en el que pasado, presente y futuro se enlazaban en el abrazo trascendental. Aquel disparo, activado rastreramente por el oído ciego, le abría un tragaluz infinito al más sublime de los destinos: el de la santidad que no tiene fronteras”, agregó.

Por su parte, el jesuita Rodolfo Cardenal, director del centro que lleva el nombre del santo, escribió: “La canonización de Mons. Romero ha despertado la expectativa de la unidad nacional. La aspiración es legítima, incluso necesaria y urgente, porque las barreras que dividen la sociedad salvadoreña se erigen insalvables”.

“Sin embargo, existe el peligro de caer en una unidad superficial de carácter nacionalista que, arrastrada por la emoción, imagina la unidad, mientras los muros que separan permanecen intactos. Mons. Romero denunció la división y señaló el camino para superarla. Un repaso rápido a sus homilías basta para poner realismo en los llamados a la unidad”, advirtió.

Como muestra, según Rodolfo Cardenal, Mons. Romero llamó “a todas las clases sociales [a tomar] como propia la causa del pobre”. La invitación no es “demagogia, no es una división que queremos hacer, una lucha de clases”, porque esa causa es la “causa de Cristo” (18 de noviembre de 1979). Pero la causa de Cristo, inevitablemente, provoca división, “porque no todos comprenden la profundidad de [la] justicia donde están las raíces de la paz y solo quisieran una predicación muelle, suavecita, que no ofenda y que predique una falsa paz” (9 de abril de 1978).

San Romero de América ya está en los altares, pero para el pueblo salvadoreño desde mucho antes ya era su santo. Que de una vez por todas se deje de instrumentalizar la imagen del humilde pastor salvadoreño.

miércoles, octubre 10, 2018

Y la participación ciudadana... En la otra esquina

Por Guillermo Mejía

Recientemente, el gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén presentó un proyecto de Ley de Espectáculos Públicos, Cinematografía, Medios de Comunicación y Publicidad con el que pretende regular contenido relacionado con violencia, drogas, sexualidad y lenguaje inapropiado a los que regularmente está expuesta la ciudadanía.

Como siempre, esos consumidores que verían censurados los contenidos de la oferta mediática son los que menos conocen del tal proyecto de ley, pues no ha sido publicitado para su discusión pública –como debería ser- sino que está en manos de la Asamblea Legislativa, donde de entrada recibió la negativa de los diputados, menos los del partido oficial.

En otras palabras, el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) actuó, una vez más, como sus adversarios políticos que menosprecian el involucramiento de los ciudadanos en iniciativas que les afectarían de ser aprobadas, como en este caso que nada más y nada menos implica el derecho a la información.

Según han reseñado los medios, la Dirección de Espectáculos Públicos tendrá la capacidad de evaluar, clasificar y monitorear los contenidos mediáticos considerando categorías, franjas horarias, bloques horarios y tipos de contenidos. Además, habrá un oficial Consejo Consultivo Interinstitucional de Espectáculos Públicos que opinará sobre la materia.

Desde la derecha opositora como también de medios de comunicación social y gremios de radio, televisión y publicidad de inmediato se ha perfilado un discurso antagónico con la iniciativa gubernamental que viene a reforzar las posturas en contra de iniciativas de responsabilidad social en la región latinoamericana.

“Es una ley que va en contra de nuestras libertades. (…) y es un intento de parte del gobierno del Fmln de mantener el control sobre la población, algo que es propio de los regímenes dictatoriales, que buscan controlar qué información llega y qué se debe restringir el acceso a diferentes medios o programas”, advirtió a los periodistas el alcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt.

Empero, para nadie es secreto que –siendo justos en la medida- sí es cierto que desde cantidad de esos espacios mediáticos se vulneran principios y valores de la ciudadanía, se espectacularizan las diversas formas violencia, se cosifica la imagen femenina y se utiliza un lenguaje inapropiado, especialmente en radio.

El problema se centra en quién propone las medidas y qué podría pasar si se le da un cheque en blanco. Como he señalado, este tipo de iniciativas tienen que ser motivo de discusión pública, donde participen los ciudadanos, porque implica el derecho a la información que es de todos y no puede quedar en manos de empresarios, editores y periodistas.

En ese sentido, el ex magistrado de la Sala de lo Constitucional, Rodolfo González, asocia la iniciativa oficial con las respuestas del gobierno a las deficiencias formales identificadas en la sentencia sobre la inconstitucionalidad del reglamento de espectáculos públicos que regulaba una materia reservada a ley.

“Sin embargo, la iniciativa también es susceptible de análisis para determinar si se está cumpliendo con los estándares materiales o de contenido ordenados por la Ley Suprema sobre libertades de expresión e información, tal como han sido explicitados en la jurisprudencia de la Sala. La constitucionalidad de la regulación de tales derechos no se satisface solamente cumpliendo los requisitos formales, sino también los de contenido”, señaló González.

De todas formas, hace falta la participación ciudadana.

martes, octubre 02, 2018

Al inicio de la campaña hacia las elecciones presidenciales

Por Guillermo Mejía

Los candidatos y sus partidos están ya en abierta conquista del voto al iniciar la campaña electoral de acá hasta el 30 de enero próximo, para que tres días después se realicen los comicios presidenciales, en los que por primera vez no figuran como ganadoras las tradicionales fuerzas políticas que se han repartido el ejercicio del poder desde la firma de la paz.

La participación ciudadana en el proceso electoral no trasciende que sea objeto de encuestas de opinión, publicación de datos sobre candidatos e instituciones políticas, trasegadas promesas de los políticos y las condiciones de infraestructura básica para asistir al evento.

Esa limitaciones forman parte de la concepción tradicional sobre la participación de los ciudadanos en la elección de sus autoridades; solamente asegura que esos electores ejerzan su soberanía con tan sólo emitir su voto no así que se vean involucrados en el proceso desde su génesis, o sea en escoger candidatos y definir los temas de debate desde las bases.

En otras ocasiones me he referido a la catedrática colombiana Ana María Miralles, quien afirma que dar voz a la gente pasa “por procesos deliberativos de formación de opinión pública, que se constituyen en toda una práctica pedagógica, con un sentido renovado de la política que ya no estará exclusivamente en manos de los ‘políticos profesionales’”.

Al contrario, esa experiencia democrática “se mueve en espacios más abiertos y definidos desde un punto de vista predominantemente cultural, más cerca de los sistemas simbólicos de la gente”, agrega Miralles, “es un reto político y educativo frente al predominio del sistema de la representatividad que ha hecho del ciudadano un sujeto que delega en otros la iniciativa”.

Sin embargo, ese tipo de planteamientos difícilmente pasa o pasará por la cabeza de dirigentes partidarios o por los candidatos presidenciales Hugo Martínez, del Fmln; Carlos Calleja, de Arena; Nayib Bukele, de Gana; o Josué Alvarado, de Vamos. Aunque para estar en sintonía con los nuevos tiempos estos candidatos son proclives a hablar de derechos ciudadanos.

El columnista Jorge Barraza, opinó días atrás que: “A unos cuantos meses de la elecciones presidenciales, las promesas de los candidatos ya se escuchan en medios de comunicación y redes sociales. Con promesas de cambio, los partidos políticos han venido engañando a la población elección tras elección. La actual contienda electoral tiende a ser más de lo mismo”.

Según Barraza, Hugo Martínez promete continuar con las mismas medidas gubernamentales en seguridad pública y economía. Carlos Calleja no dice cómo combatirá la inseguridad y sus estrategias económicas están dirigidas al círculo empresarial del cual él y su familia forman parte. Nayib Bukele tiene vagas estrategias económicas y en prevención de la violencia.

Por su parte, el columnista Cristian Villalta, dice que es como ir al dentista: “Ustedes también, a menos que pertenezcan a la minoría de salvadoreños que se ve directamente beneficiado por la victoria de un candidato a través de un empleo en la administración pública, de participar en el saqueo al erario o del montaje de una empresa ad hoc para ganar licitaciones”.

“En esa sensación desagradable que ha marcado nuestros últimos ejercicios electorales, la de estar participando en un bingo en el que solo puedes ganarte una paliza o una burla, coinciden dos realidades: la pobreza generalizada de los cuadros partidarios y la mediocre producción intelectual de los partidos políticos”, agregó.

¿Alguien espera un cambio?, lo dudo.