jueves, marzo 31, 2016

Gilles Lipovetsky: Una mirada a la crisis de la política

Por Guillermo Mejía

La desconfianza en la política, pensar que la derecha y la izquierda no harán nada diferente y la aparición de otras temáticas más de preocupación académica y ciudadana configuran el escenario de la hipermodernidad actual donde también la intelectualidad ha perdido su peso, pues las nuevas generaciones se abocan a la lógica técnica y mercantil.

Son algunas de las apreciaciones del sociólogo francés Gilles Lipovetsky, que nos ha heredado su conceptualización sobre la hipermodernidad, para dibujar a la sociedad contemporánea donde los metarrelatos perdieron fuerza y pasaron a microrrelatos –el mesianismo caduco, por ejemplo, frente a las posibilidades de construir sentido a partir de intereses de grupos específicos.

Este prestigioso académico es profesor de la Universidad de Grenoble, Francia, y autor de los libros La era del vacío, El imperio de lo efímero: La moda y su destino en las sociedades modernas; La tercera mujer: Permanencia de revolución de lo femenino y La estilización del mundo: Vivir en la era del capitalismo artístico, entre otros.

En conversación reciente con el Diario Tiempo, de Colombia, Lipovetsky aseguró que “la política sigue, sí, pero también hay cambios. Lo que caracteriza la hipermodernidad es el fin de la confianza. Ya no les creemos como antes. Hoy vemos en las encuestas que la gente ya no confía en el Congreso, en el presidente, en los sindicatos…”

¿Razones?: “La gente se ha distanciado de la política por razones de fondo: Porque los políticos no cumplen con sus promesas, escasean las ideas que pongan a soñar y porque hoy es el capitalismo el que está liderando la danza”, agrega. Además, la gente está más informada, hay menos ideologías fuertes y más crítica. Los partidos políticos tienen menos militantes.

Según el sociólogo francés, el poder de la política es poca, en la actualidad “nadie cree que ella pueda cambiar el mundo” y, aunque le queda algo de poder, el que ejerce el capitalismo hace retroceder la autonomía de lo político.

“Entonces, los ciudadanos no son imbéciles y dicen ‘bueno, derecha e izquierda va a hacer lo mismo, que es cuidar a los grandes capitales’. No quiero decir que los ciudadanos hayan perdido el interés en la cosa pública, pero ya no creen tanto en la política. Francia es un gobierno socialista, pero el Ministro de Finanzas es un hombre traído de la banca”, advierte.

Sin embargo, la existencia de desconfianza en los políticos de antes no quiere decir que las personas se hayan negado a apoyar y defender causas, ya que se trata más bien de ver que no es lo político la aspiración, sino que existen nuevos escenarios para expresar el pensamiento: Hoy se debate sobre energías renovables y el cambio climático en la esfera académica no en la política.

Lipovetsky señala el crecimiento del fanatismo religioso, por ejemplo el caso de los jóvenes europeos que se enrolan en el yihadismo y que crecieron escuchando rock and roll, música pop y jugando videojuegos: “…es el individualismo hipermoderno, hay una pérdida de identidad y buscan formas de valorización y de legitimación de su propia vida para justificarse…”

Por otro lado, habla de un empobrecimiento cultural, pero quizás en las élites: “Cuando vemos la manera en la cual las élites europeas fueron educadas a principios de siglo (latín, griego, lectura de los clásicos, cultura humanista), la realidad hoy es diferente. Ahora la gente va a escuelas de ingeniería y a las escuelas de negocios, básicamente. Es una cultura del cálculo operativos”.

“No obstante, nunca ha habido tanta gente que escucha música. Me dirán ‘bueno, pero no es la misma música’. De acuerdo. Pero es cultura igual. ¡No escuchan Wagner! ¡No escuchan Debussy, no Mozart! ¡Ni siquiera jazz, al parecer! Igual es música. Puede parecer menos sofisticado, trascendental, y probablemente lo es, pero igual es cultura.”

¿La mentalidad del corto plazo de hoy puede cambiar?

Gilles Lipovetsky responde:

“El cortoplacismo está en el consumo, pero también en el sistema de la bolsa, en el bancario. Estoy convencido de que la educación tiene un papel fundamental. Hay que ofrecerles una educación digna a los jóvenes, que incluya otras perspectivas diferentes a ganar dinero y consumir.”

“Creo que la educación artística es insuficiente. Hemos considerado que la educación artística era lo último: Primero las matemáticas, las ciencias, un poquito de arte, ahí, salpicado… Y creo que es un error. Es un error porque el hombre del mañana tendrá cada vez más aspiraciones estéticas: El amor por la belleza y la necesidad de expresarse.”

“Por eso, la expresión artística, el amor al arte, a la fotografía, al video, al cine, le dan a la gente felicidad, una felicidad más personal, algo que se siente adentro.”

“Uno como consumidor no progresa: Uno compra una cosa hoy y otro mañana. En el arte sí. La política democrática real debe trabajar en pro de la autoestima de los ciudadanos, que se sientan orgullosos de sus vidas. La información se puede conseguir en internet, pero ese amor se cultiva con la educación.”