miércoles, marzo 28, 2018

El papel del periodista en la cobertura de la corrupción

Por Guillermo Mejía

En el tratamiento de temas de corrupción el periodista no puede convertirse en juez o en un superhéroe que representa la cruzada por la honestidad, sino en un creador de conciencia sobre la necesidad de construir una sociedad en que se respeta la dignidad y los derechos con el respaldo de toda la sociedad.

Esas son las conclusiones del experto en ética periodística, el colombiano Javier Darío Restrepo, durante su intervención en la Universidad de Chiclayo, en el Perú, donde habló sobre la corrupción como desafío para la prensa latinoamericana en momentos en que esa lacra desmorona los ya desprestigiados sistemas políticos de la región.

“La corrupción para nosotros puede ser un tema de denuncia que nos convierte, a la vez, en jueces y brillantes defensores de la honestidad, algo así como superhéroes… como veremos ni la una ni la otra son las respuestas que la prensa debe darle a este mal social de la corrupción”, dijo Restrepo.

Según el maestro, los periodistas deben ir más allá del simple registro noticioso, pues son responsables del potencial educativo y de la influencia que tienen sobre la sociedad; es decir, tienen una permanente creación de conciencia de las personas por medio de la información. Aunque, hay que decirlo, mucha prensa solamente le interesa crear consumidores acríticos.

“Limitarnos a contar la historia de cada día es un pobre objetivo profesional y una vergonzosa manera de apreciar esta profesión”, sentenció. “¿Acaso lo que se espera de la prensa y lo que ella puede hacer es solamente entrevistar y reportar, pero no influir?, ¿nos hemos convencido, acaso, de que no podemos cambiar algo en materia de corrupción?”, preguntó.

Sin embargo, aclaró que el periodista no debe caer en la instrumentalización por parte de políticos y gobernantes que ven en la corrupción ajena un argumento de ataque a sus contrarios, quienes, a su vez, se defienden de la misma manera, de modo que a la gente sólo le queda concluir frustrada que todos son corruptos y no hay nada que hacer en la sociedad.

“Convertir la corrupción en arma de los políticos para atacar a los contrarios es una forma de banalización que condena a la sociedad a convivir y aceptar como rutina cultural las prácticas de los ladrones y estafadores… esta es una forma de legitimación”, afirmó Restrepo, lamentablemente la prensa ha sido un actor cómplice.

La sociedad necesita que los periodistas indaguen en el pasado de los casos de corrupción, el papel de la institucionalidad, los controles, el sistema de contratación, la participación ciudadana frente a esos hechos en el antes y el ahora de los eventos, en fin, hasta plantear el futuro del hecho de corrupción.

“El futuro del hecho, a su vez, provee temas y subtemas: ¿de seguir como están los controles y las obras públicas a qué se expone la ciudadanía? En manejo de los dineros públicos, en calidad de las obras y, sobre todo, en el impacto de la confianza pública. Debe incluirse una visión futurista sobre las consecuencias de ese deterioro progresivo de la confianza pública que previene la corrupción”, remarcó.

Por otro lado, lamentó que el proceso de asimilación de la corrupción se intensifica en los consumidores especialmente con la información digital que es muestra de información condensada bajo titulares que pretende resumir hechos sin análisis, sin pluralidad ni diversidad de fuentes, y sin mayores esfuerzos para analizar ni para hacer una mirada crítica.

“He descrito una generalizada incapacidad crítica como consecuencia de la mala utilización de una ambiciosa tecnología. Utilizada torpemente crea una ciudadanía vulnerable a la corrupción, porque la incapacita para el pensamiento crítico, para dudar y hacerse preguntas”, advirtió Restrepo.

“A medida que la tecnología reemplace nuestras capacidades: la memoria, el análisis, la investigación, crecerá una sociedad inerme ante la ofensiva de los corruptos”, sentenció el maestro colombiano.

martes, marzo 20, 2018

Por una ciudadanía activa en las elecciones presidenciales de 2019

Por Guillermo Mejía

Ante al desencanto popular en los comicios legislativos y municipales de 2018 con la ausencia manifiesta en las urnas, la abstención, el voto nulo y una raquítica votación a favor de los contendientes que ha dejado un sinsabor en el sistema de partidos políticos, es necesaria la presencia crítica de la ciudadanía en las elecciones presidenciales de 2019.

Resulta materia común en analistas y políticos la resaca del sistema político luego de veinte años de gobiernos neoliberales del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y casi 10 años del partido oficial Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) que se conformó con ser más de lo mismo.

Hay que celebrar el hecho que, al contrario de procesos anteriores, se experimentó con modalidades ciudadanas en algunos espacios: Por ejemplo, entregas informativas sobre contradicciones entre realidad y hechos por parte de los políticos, la falta de robustez moral de algunos candidatos, y la presencia del crimen organizado y el narcotráfico en la contienda.

Sería oportuno que dentro del periodismo se profundizara en este tipo de modalidades para ciudadanizar las elecciones de 2019 con el establecimiento de agendas periodísticas que partieran de la participación ciudadana en el debate para confrontar a los políticos desde las necesidades de las comunidades y que éstas dejen de ser receptoras pasivas del marketing político.

La gente no asistió, se abstuvo, anuló el voto. La votación fue pobre.

“Nunca antes en la historia de El Salvador la opción de anular el voto había tenido tantos adeptos”, observó el periódico digital El Faro, “si las casi 180,000 papeletas que fueron anuladas en las elecciones del pasado 4 de marzo las hubiera cosechado una hipotética formación política (…) este instituto habría ganado seis curules”.

Y remató: “De la mano al incremento de los votos nulos, en las elecciones del 4-M hubo una disminución en la participación de electores: 4.5% menos en relación a 2015. Asimismo, los dos principales institutos políticos de El Salvador, Arena y el FMLN, disminuyeron su caudal de votos en un 7% y 44%, respectivamente. En el caso particular del FMLN, la sensible reducción de votantes en 2018 le ha significado sufrir la peor derrota de su historia democrática”.

Sobre la necesaria ciudadanización de las elecciones, una advertencia muy importante hizo en La Prensa Gráfica el politólogo Marlos Hernández-Anzora, quien señaló que el abuso de la técnica storytelling –en marketing conectar con éxito imagen y consumidores- “bien podría ser un nuevo recurso ideologizante, con tendencia a convertirse en envases carentes de ideas”.

“Estas narrativas suelen decantarse por la verosimilitud antes que por la solidez y fundamentación de las propuestas y los planteamientos políticos, haciendo más importante el nombre, el eslogan o la extravagancia misma de una propuesta, antes que el desarrollo de esta. En ese sentido, el vaciamiento programático de las campañas electorales es cada vez mayor, generando una oferta política con muchas historias y sonrisas pero con pocas ideas”, señaló el politólogo.

“Al hablar de vaciamiento programático no me refiero una excesiva racionalización de las propuestas políticas, sino a narrativas que llamen a la interacción y al involucramiento ciudadano para una discusión política más permanente sobre sus problemáticas, es decir, una participación más consciente y constante, que vaya más allá del reducido acto de votar”, agregó.

Por ende, urge la participación ciudadana en los procesos electorales como en todo lo que involucra a la política. Urge que los mismos medios asuman el compromiso que combine comunicación y educación frente al ejercicio del poder y, obviamente, que muchas instancias de la sociedad civil también se comprometan con la ciudadanía y que dejen de aplaudirle a quienes ostentan ese poder.

martes, marzo 13, 2018

Los caminos del Fmln: Reivindicarse o seguir en la politiquería

Por Guillermo Mejía

El partido oficial Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) luego de su debacle electoral ante una derecha alicaída y atomizada tiene dos caminos: por un lado, hacer los esfuerzos para enrumbar su proyecto original popular o, por otro, continuar el camino errado que lo ha llevado a ser otra fracción politiquera.

“Mi gobierno está tomando muy en cuenta los resultados electorales; ahí hay un mensaje para el gobierno, vamos a rectificar, tomamos con mucha humildad esa decisión de muchos que no fueron a votar porque no están conformes con algunas decisiones que se han tomado en el gobierno”, dijo el presidente Salvador Sánchez Cerén.

Por ejemplo, según el mandatario, “ningún ministro o viceministro está aferrado a su cargo y lo más importante es que la población sienta que los cambios son una realidad”, palabras con las que ha marcado distancia de otros dirigentes que se han mostrado reacios al reclamo de bases que demandan cambios también en la cúpula del Fmln.

En los dos períodos de gobierno, la gente ha visto cómo el grupo de privilegio que hace de las suyas desde el partido diseminó sus cuadros en el Ejecutivo, Legislativo y Judicial o entabló alianzas con personajes de dudosa reputación provenientes de otros sectores, especialmente de la derecha, situación que ha causado malestar en partidarios o simpatizantes del Frente.

Para tratar de esconder la crisis que desembocó en el revés electoral del cuatro de marzo, algunos dirigentes del Fmln como el candidato a diputado –y viceministro- José Luis Merino incluso acusó a empleados públicos y municipales de ser los responsables y hasta les “mentó la madre”.

Merino –conocido como Comandante Ramiro en las filas guerrilleras- fue señalado por sectores recalcitrantes de la política estadounidense de estar involucrado en acciones del narcotráfico. Dentro de los políticos y medios de prensa salvadoreños se ha criticado al gobierno de Sánchez Cerén por crearle una plaza de viceministro a fin de que goce de inmunidad.

Y, precisamente, una de las razones de la derrota del Fmln que señaló recientemente la Universidad Centroamericana (UCA) ha sido la tolerancia a casos de corrupción.

“Que el Gobierno haya protegido a algunos de sus funcionarios señalados de irregularidades quedó grabado en la memoria de la población. No se puede promover el combate a la corrupción cuando no se da ejemplo”, advirtieron los jesuitas.

“Los casos que fueron ventilados por los grandes medios de comunicación, aunque no fueron muchos, mandaron el mensaje de que la corrupción no es patrimonio de los partidos de derecha. Además, el estilo de vida de los funcionarios y diputados del FMLN (carros de lujo, trajes, viajes) dejó claro que el poder corrompe a cualquiera y los puso al mismo nivel de los políticos tradicionales”, agregó la UCA.

Por otro lado, señalaron la crisis económica: “Ni la administración de Mauricio Funes ni la de Sánchez Cerén se animaron a tocas las medidas neoliberales que están a la base de la crítica situación de la economía nacional. Tampoco a implementar la tan necesaria como postergada reforma fiscal progresiva”.

El colega Ricardo Vaquerano escribió en la revista digital Factum las siguiente conclusión lapidaria: “El FMLN está lejos de aquella organización de hace años que predicaba un credo de causas nobles. Hoy es algo parecido a una compañía de espectáculos acaso más digna de Las Vegas que de un país hundido en la miseria de la pobreza, de la impunidad, de la exclusión, de la violencia y de la corrupción”.

El turno es del partido oficial Fmln, su cúpula y sus bases, sus representantes en los órganos de Estado, por cuanto el tiempo apremia para corregir el extravío que en primer lugar le costará la elección presidencial en el 2019 y, en segundo lugar, que continúe el camino recorrido ya por pasadas fuerzas políticas que de la gloria pasaron al desprecio del pueblo.

martes, marzo 06, 2018

Las elecciones del desencanto, la desconfianza y el castigo

Por Guillermo Mejía

Como era de esperar, las elecciones legislativas y municipales del cuatro de marzo han dejado un sinsabor en lo que se denomina clase política, dado la escasa participación popular en el evento electoral, situación que se veía venir por el desencanto y la desconfianza ante la situación imperante.

Si bien el Tribunal Supremo Electoral (TSE) tiene la potestad en ofrecer los datos estadísticos oficiales sobre la jornada electoral, los políticos participantes, los electores y los periodistas fueron testigos de otra precaria participación de la gente desde que se firmaron los Acuerdos de Paz, en enero de 1992.

Los políticos, interesados en el reparto de los votos, más allá de sus ganes o derrotas en las urnas deberían hacer un análisis serio y profundo de la crisis de legitimidad en que el sistema ha caído frente a la desesperanza ciudadana especialmente por la crisis económica y la violencia fratricida que no dan tregua.

Previo a los comicios legislativos y municipales, las cifras sobre crímenes en los dos primeros meses del año registran 308 homicidios frente a 247 ocurridos en 2017. Un dato peculiar explotado en los medios de comunicación fue que en el período reseñado se contabiliza el asesinato de 72 mujeres.

De todos es conocido que el mayor desgaste electoral lo ha sufrido el partido oficial Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), ya que, entre otros factores de carácter interno, tiene la conducción del Ejecutivo en un período en que la población carece de certidumbre y se ha vuelto sumamente crítica.

Las autoridades electorales informaron preliminarmente que la participación rondó el 45 por ciento, y ahí hay que establecer la cantidad de votos nulos o abstenciones que se produjeron. Decisiones que se tomaron frente al desencanto y desconfianza de la gente más que producto del éxito de políticos oportunistas.

Resultó difícil para el conglomerado elegir con certeza y confianza frente a una oferta electoral que incluyó a candidatos que han negociado con delincuentes, otros mencionados en relaciones con el narcotráfico, enriquecimiento ilícito, en fin, una camándula de delitos y vicios que provocaron rechazo en los votantes.

Una de las cosas positivas que ha dejado el reciente proceso electoral es que esta vez algunos medios de comunicación tradicionales, pero especialmente medios digitales, se volcaron en presentar a sus audiencias algunos pormenores acerca de las deudas de los políticos frente a sus promesas, así como el quién es quién de los políticos contendientes.

Lamentablemente, como nunca antes desde la firma de los Acuerdos de Paz, en enero de 1992, esta vez hubo denuncias de mayores cortapisas al trabajo de los periodistas en los centros de votación, anomalías que se suman a otras de procedimiento del proceso cuya responsabilidad cae sobre el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Eso sí, se prevé que para los próximos comicios se van a afinar más los mecanismos, tanto de logística como de trabajo informativo, por ejemplo, que hagan más visible la participación ciudadana que permitan lograr poco a poco lo que los especialistas llaman la “ciudadanización de los procesos electorales” frente a los políticos.

Ante de la contienda, el jesuita Rodolfo Cardenal afirmó que “el sufragio adquirirá realidad y sentido cuando haya verdadera elección. Mientras tanto, la consulta popular, a través de las urnas, tiene mucho de ficción. La propaganda y la intelectualidad del orden establecido insisten en que el voto tiene sentido en sí mismo, prescindiendo de las circunstancias”.

“Ciertamente, la abstención y la nulidad tienden a abandonar las urnas al voto duro de los partidos políticos. Sin embargo, también constituyen una protesta ciudadana, tanto más fuerte cuanto mayor sea su volumen. Esto es lo que en realidad preocupa a los defensores del orden establecido, porque cuestiona la legitimidad de los gobernantes elegidos”, agregó Cardenal.