martes, marzo 13, 2012

La construcción democrática desde las bases

Por Guillermo Mejía

La jornada electoral para escoger alcaldes y diputados del pasado domingo 11 de marzo dejó resultados sorprendentes, sobre todo para la izquierda, aunque esperados en alguna medida. El costo que pagó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) es lógico en cuanto es el partido oficial a lo que se agregan algunos desatinos en su comportamiento político.

La nueva Asamblea Legislativa no sufrirá mayores cambios con respecto a la correlación de fuerzas, por cuanto si bien Arena salió con ventaja, el Fmln sacó su parte, mientras el partido Gana –que ha significado negocio para la izquierda legislativa- logró pasar el examen con la conquista de once escaños.

Obvio que sacar el número clave de diputados no le funcionó a la izquierda gobernante, que tiene que seguir dependiendo de acuerdos con el partido del ex presidente Elías Antonio Saca, al igual que necesita pactar con el Concertación Nacional (CN), ex PCN, que logró seis escaños que lo vuelven atractivo en las transacciones políticas. A la derecha tampoco le resulta fácil.

De esa manera, en poco le ayudará a la ciudadanía la forma en que quedó integrada la Asamblea Legislativa, ya que con menos o con más de los mismos políticos asistimos a una situación grave en aspectos económicos y una atmósfera de inseguridad que nos coloca como uno de los países más violentos del mundo.

Esa situación que mantiene a la sociedad en crisis, aunque El Salvador no es el único que pasa por malos momentos, es un dolor de cabeza del gobierno de turno, así como lo fue de los anteriores con el agravante que en los 20 años bajo la conducción de Alianza Republicana Nacionalista (Arena) se destapó y toleró la delincuencia.

Claro que en esta oportunidad el descrédito de la clase política, los abandonos del gobierno de Mauricio Funes con sectores que creyeron en él y lo potenciaron y el acomodamiento del partido Fmln en priorizar lo electoral sobre otros aspectos claves como la organización de las bases en función del cambio social, desilusionaron a muchos en la izquierda.

En ese sentido, no se puede dejar de señalar el desencanto de los ciudadanos que participaron a medias en estos comicios, situación que realmente ha sido constante en otros procesos electorales y sería oportuno que la clase política –y en especial la izquierda- reflexione sobre las causas del ausentismo. Las promesas incumplidas y el pesimismo se hicieron sentir el 11 de marzo.

Los resultados adversos del Fmln en municipios considerados propios, por ejemplo Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Apopa y San Salvador, entre otros, son prueba fáctica de ese desencanto de las bases que se ausentaron en gran medida y que, si bien fueron capitalizados por la derecha no es cierto que fuese por mérito propio. La derecha también está en crisis.

La dirigencia del Fmln y las bases tienen el reto de hacer una revisión de los resultados de cara a los próximos procesos electorales, pero con el compromiso de hacer una autocrítica por los desatinos en su comportamiento político, como el abandono de la organización popular y su ausencia en la construcción de una agenda ciudadana para la transformación social.

La izquierda tiene que cambiar de rumbo, no se puede conformar en seguir siendo electorera, especulando resultados cada tres o cinco años para que los dirigentes y sus allegados sigan en puestos públicos, la gente urge de cambios verdaderos que le aseguren participación democrática, acceso a servicios de salud y educación, en fin a una vida con justicia y dignidad.

La dirigencia del Frente –basta escuchar a Medardo González y Norma Guevara- se muestra divorciada de muchos temas de interés popular, es reacia a cambios muy sentidos en el quehacer político, en fin se muestra esclerótica, atrofiada, en un mundo que demanda participación de las bases en la construcción democrática. El partido necesita una buena lustrada, ojala entiendan.












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