Entre versiones increíbles y reality show (Del sonado pacto con las maras)
Por Guillermo Mejía
Al fin apareció el presidente Mauricio Funes, tras dos semanas de ausencia en medio de tensiones por la supuesta negociación del gobierno con las pandillas. Un enredo que llevó al ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, a contradicciones manifiestas que pretendieron ser aclaradas con la ayuda de un obispo castrense y un ex guerrillero arrepentido.
“Cuando se utiliza la palabra ‘supuesta negociación’ es porque se cree que ha habido una negociación, pero si el gobierno y ahora el presidente de la República reafirma que no ha habido negociación, para nosotros es un debate que debe quedar ya concluido”, expresó el mandatario en una esperada conferencia de prensa.
“El gobierno no ha negociado, ni piensa negociar con los líderes de pandillas, la Iglesia Católica ha intervenido, hemos respaldado esta intervención de la Iglesia Católica, reconocemos como gobierno el impacto positivo que ha tenido la intervención de la Iglesia Católica en lograr un entendimiento entre los principales líderes de pandillas”, agregó Funes.
Frente a las acusaciones de que el gobierno hizo concesiones, entre ellas el pago de sumas de dinero a los jefes de las pandillas, el mandatario señaló que “no es cierto, como publica un medio digital, que dimos 10 mil dólares a un líder de pandilla únicamente para que baje el nivel de operatividad, no es cierto. Que el periódico cita una fuente, bueno pues, la fuente lo engañó”.
A la vez, Funes afirmó que el traslado de líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 desde el penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, a otros penales solamente buscó facilidades para que estos “pudieran comunicarse con sus estructuras en el terreno y eso no se puede hacer desde el penal de máxima seguridad” y así que se hiciera efectivo el acuerdo.
La historia oficial, entonces, es que el obispo castrense Fabio Colindres y el ex guerrillero arrepentido Raúl Mijango fueron los artífices del pacto entre jefes pandilleros, sin la intervención del gobierno, aunque quedan más dudas que certezas por las versiones contradictorias que se sucedieron en las dos semanas en que no apareció el presidente Funes.
Pero la intervención del mandatario fue más allá, pues aprovechó las cámaras para “convocar a la construcción de un acuerdo nacional que garantice la erradicación progresiva y definitiva de la violencia y la inseguridad”, por lo que llamó a todos los sectores a participar en un programa social que le reste el vivero a las pandillas con la atención prioritaria a los jóvenes marginados.
“Me pongo al frente de la conducción de este proceso y a partir de los próximos días invitaremos a representantes de la empresa privada que han demostrado su voluntad de querer encontrarle una solución a este problema”, agregó Funes, “a representantes de partidos políticos, a representantes de las diferentes iglesias, de las organizaciones sociales y sindicatos, y de la academia (…)”
Al final, no hay ningún problema según el gobierno, es más las acusaciones que encendieron la mecha son de mentes calenturientas (de cuatro gatos, como dice el obispo castrense). La baja en los homicidios que estaban en un promedio de 14 diarios es un hecho, andan entre cuatro y cinco, y el tiempo disipará las dudas. Hay que esperar sentados, sin alboroto.
Llama la atención cómo de las versiones contradictorias se pasó a la ofensiva, en primera instancia con la intervención de Colindres y Mijango con el sonado pacto entre pandillas, a la participación directa de medios de comunicación como El Diario de Hoy donde un extranjero hizo una “nota periodística” con los pandilleros en tiempo récord, para descartar el supuesto negocio del gobierno.
A lo que se sumaron “actos religiosos” de Colindres con el Nuncio Apostólico, acompañados de Mijango, en los penales donde están recluidos los jefes pandilleros y en los que permitieron el acceso de periodistas, algunos de los cuales –con arreglo de las autoridades respectivas- hicieron entrevistas. Los reality show posteriores son de todos conocidos.
Un punto que debe ser considerado en esta especie de espectáculo mediático es la necesidad de recalcar las consecuencias que ha traído la militarización de la seguridad pública con la imposición del general Munguía Payés en el ministerio y del general Francisco Salinas en la dirección de la Policía Nacional Civil (PNC).
Empero, el presidente Funes insistió en la constitucionalidad de los nombramientos y demandó de la Corte Suprema de Justicia que emita una resolución en consonancia con sus esfuerzos: “Dejen trabajar a los funcionarios de Seguridad Pública. Que no están viendo que bajo esta nueva administración es que se han bajado los homicidios, pues, déjenlos trabajar”.
El sinsabor que nos queda es que no están claras las aguas o, como dice la voz popular, están claras como la horchata. Y las cúpulas de los partidos, en especial del Fmln, Arena y Gana, que se repartieron el pastel de las elecciones donde sobresalió el ausentismo, ¿dónde están?, ¿por qué tan calladitas? Quizás todavía creen que somos pendejos. ¡Felices vacaciones, compatriotas!
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