martes, noviembre 01, 2011

Remembranzas del Bicentenario

Por Guillermo Mejía

-Con mi amor para mi familia afrodescendiente-

Una de las deudas que tenemos los centroamericanos al cumplirse el 5 de noviembre de 2011 los 200 años del grito de la libertad que nuestros ancestros hicieron público esa jornada no exenta de conflictos es que nuestra centroamericanidad quedó sepultada en el mar de intereses mezquinos.

Qué podemos pedir a estas alturas de la historia frente a la fractura de nuestras siete naciones centroamericanas, más el sur indio de México que nos pertenece –el Soconusco histórico- que apelan a la relación económica y política, aunque en la realidad cotidiana de los pueblos queda en el vacío.

Como reconocimiento al aporte intelectual de mi estimado amigo y compañero de viaje periodístico, el historiador salvadoreño Roberto Turcios, director de la Revista Tendencias, de la etapa de esperanza luego de nuestra guerra patria, dejo algunos fragmentos de su investigación contenida en “Los primeros patriotas: San Salvador 1811” (Ediciones Tendencias; 1995).

Nos cuenta Turcios: “San Salvador estaba agitado y revuelto. A las siete de la mañana, las calles de la ciudad eran recorridas por grupos populares que capturaban comerciantes y apedreaban las casas de los españoles. Los ánimos estaban indispuestos, el tumulto en movimiento, la potestad dudosa, nadie manda, nadie obedece y solo el desorden reinaba, dice el Acta-convocatoria”.

“El acorralamiento en que se encontraba el Intendente, las capturas de españoles y las requisas de armas ponían de manifiesto que la ciudad se encontraba bajo el domino de un nuevo poder. La organización del pueblo había dado una sorpresa a las autoridades; si éstas creyeron que era definitivo el sosiego que siguió el tumulto del lunes, cometieron un error de cálculo y deben haber contemplado con espanto a los destacamentos movilizándose por las calles como Pedro en su casa”.

Más adelante Turcios nos cuenta: “Las autoridades coloniales se encontraban prácticamente depuestas y sin nadie que pudiera defenderlas. Así ocurrió en la reunión celebrada el mediodía de aquel martes 5 de noviembre, en que se produjo un nuevo brote de cólera popular cuando los españoles y funcionarios se hicieron presentes”.

Y prosigue: “En cuestión de horas, la fuerza del gobierno quedó notablemente reducida y sin posibilidades de responder militarmente porque las jefaturas fueron abandonadas”.

“La jornada del martes 5 de noviembre concluyó con una victoria patriótica que había dislocado por completo la lentitud del sistema político. El triunfo había sido producto de una alianza entre la organización comunal de los barrios y sus líderes, con los dirigentes criollos productores de añil y con destacadas personalidades religiosas”.

Pero aún faltaba mucho tiempo, hasta 1821, en que nuestra patria centroamericana se librara del yugo español.

Qué bueno para nuestro mundo común que ahora se vuelquen los historiadores e investigadores sociales al encuentro del aporte afrodescendiente centroamericano a la lucha por la Independencia, esos negros y pardos nuestros, que pusieron su cuota de dignidad en esa lucha por la liberación.

Gloria a nuestros ascendientes negros y pardos que nos legaron nuestro color, nuestro pelo ensortijado, nuestros labios gruesos y el orgullo de descender de Africa, la cuna de la civilización, nuestro amor por la música y la acuarela de la vida en nuestra patria centroamericana. Somos uno desde Belice hasta Panamá.

¿Estamos satisfechos? Jamás de la vida. La lucha continúa en la historia contemporánea. Blancos, indios, negros –y las diferentes mezclas- tenemos una deuda pendiente en la conquista de una sociedad más humana, solidaria y sin que perdamos el horizonte de que somos centroamericanos. No perdamos la historia.










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