La crisis demanda propuestas electorales serias
Por Guillermo Mejía
El luto y la destrucción que nos dejaron dos semanas de lluvia constante por efecto del cambio climático deben servir para demandar propuestas políticas de altura en el marco de las elecciones de alcaldes y diputados de 2012 y las presidenciales del 2014.
Nuestra región centroamericana sufrió 110 muertos, 34 solo en El Salvador, uno de los países más afectados, mientras miles de compatriotas resultaron damnificados y las pérdidas aún parciales ascienden a mil millones de dólares. Un 35 por ciento de la producción esperada en esta cosecha se perdió.
En una cita de la Asociación Médica Británica, que reunió a asesores militares, médicos, economistas y académicos, en días recientes en Londres concluyó que por el cambio climático el precio de los combustibles, la escasez de alimentos y las pérdidas humanas se incrementarán.
Los países tropicales pobres, donde aparecemos los centroamericanos y caribeños, serán los que tendrán los embates más severos como ya lo estamos sufriendo en la zona del Pacífico donde a partir del año 2000 han proliferado las tormentas y huracanes que antes se esperaban solo en el Caribe.
Ante esa situación tan grave, que algunas llaman apocalíptica como si fuera exageración, nos debemos preguntar cuáles son las propuestas de los políticos domésticos que esperan seguir en los cargos públicos o colarse como “nuevas figuras” si con poco que vivimos se notó su angustia o asquerosa manipulación.
Con lo que se espera de aquí en adelante –que ya estamos soportando- sabremos si el marketing de las libertades que pregona la derecha o el de la justicia social que vende la izquierda gobernante nos alcanza para enfrentar con medidas adecuadas la profundización de la crisis integral que se avecina.
Ni vale la pena mencionar lo que dicen otros traficantes y tinterillos que se escudan en otros “partidos políticos” hediondos a ciprés o puestos a la gana.
El punto es que vivimos en la zona más vulnerable y en uno de los países más violentos del mundo, con una población en carestía que subsiste en condiciones pésimas en medio de barrancos, paredones o en el delta del río Lempa que, como bien dice Dagoberto Gutiérrez, ni nace en El Salvador sino en otro país hermano.
Al final, solo el despertar de la ciudadanía podría propiciar el golpe de timón, porque de los políticos domésticos no se espera nada. Lo contrario fuera si desde hace tiempo el eje de acción política fuera la participación de la gente como condición elemental de ejercicio del poder.
Lástima que de quienes se esperaba una actuación más coherente con su discurso –la izquierda que se asume revolucionaria- no se haya tenido mayor compromiso político con las comunidades que urgen de educación política y organización. Hablar de la derecha sería perder el tiempo.
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