La amenaza de construir un Estado gángster
Por Guillermo Mejía
La impunidad en que quedaron los crímenes del pasado reciente en El Salvador propicia que pueda instalarse en el país un Estado gángster, al igual que ha ocurrido en otras naciones del mundo, con lo que se advierte que los que antes persiguieron a la oposición política ahora participan del crimen organizado, narcotráfico y las pandillas.
Las contundentes reflexiones son del periodista y escritor estadounidense, John Lee Anderson, corresponsal itinerante en diversos países del mundo para la revista New Yorker. Ha cubierto los conflictos armados en El Salvador, Afganistán, Irak, Libia, Somalia y Liberia, entre otros, y participó en estos días en un encuentro de profesionales del periodismo en el país.
Según este periodista y autor de obras como Las memorias del Che, La caída de Bagdad y El dictador, uno de los problemas es que en El Salvador se copió el modelo español de justicia que en lugar de perseguir a los responsables de crímenes –el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero o la masacre de El Mozote- generó esa impunidad que nos agobia.
John Lee Anderson, tras una ausencia de 22 años, conversó con los conductores del programa Temas, de Radio Nacional. A continuación presento un resumen de su exposición que cae como anillo al dedo en el marco de los tres años del que se considera el primer gobierno de izquierda en un país que afronta una crisis económica y un problema de inseguridad que no se puede esconder.
-¿Fue un mal ejemplo para América latina el modelo español?
-John Lee Anderson: Fue como acostarse con el antiguo enemigo, hubo una amnesia total tras la muerte 600 mil personas y 120 mil personas que se sabe que fueron desaparecidas, existen fosas comunes. Luego de la consecución de la democracia hubo un pacto de olvido que significó que quienes estaban fuera tuvieran una tajada del poder y compitieran con sus antiguos represores.
Por muchos años fue el modelo a seguir en el mundo occidental, como que no significara nada acostarse con el torturador. Ni el juez Baltazar Garzón que mandó arrestar al dictador chileno Augusto Pinochet y sentó un precedente mundial legal en torno a lo que se puede hacer con un ex dictador fue capaz de obligar a los juzgados españoles en mirar a su pasado, ni mucho menos tipificarlos como crímenes de guerra.
El modelo español de paz fue impuesto posteriormente en un país tras otro en América latina. Una cosa es perdonar a un viejo torturador, pero (otra) imponer este mismo modelo donde la sangre está fresca. En el caso de El Salvador un grupo muy pequeño hizo estos Acuerdos de Paz y no la vasta mayoría del electorado, no fue partícipe.
Esta es la tristeza que siento en El Salvador, aquí la impunidad fue mayor, el asesinato (de) Monseñor Romero y lo crímenes ejemplares como las masacres de El Mozote de gran trascendencia, tan horribles como en Ruanda, pero sucedió aquí en el hemisferio occidental ante los ojos de todos, los asesinos andan sueltos no se ha castigado a nadie, no es casual que El Salvador padezca de un índice de crimen organizado, pandillas, inseguridad pública y la impunidad con los índices más altos del mundo.
Sería excelente y grande que en la actualidad los políticos encuentren la forma de cómo El Salvador no siga siendo el ejemplo de todo lo malo, lo revierta y rompa su molde y establezca una nueva pauta y ponga fin a la impunidad para sanear a la sociedad y marchar hacia adelante. Jamás El Salvador va estar libre de su pasado.
-Aquí el centro de todo ha sido la impunidad y los involucrados en crímenes y los poderosos han hecho cosas cuanta vez han querido…
-Anderson: El riesgo de que los criminales queden impunes es la construcción de una sociedad sociópata, violenta, cruel e impune.
-¿Los pensadores de este modelo no se imaginaron las consecuencia a futuro?
-Anderson: ¿Qué piensas tú cuando hablamos de Rusia? No son buenas imágenes verdad, vemos las imágenes de los países pos dictadura casi siempre terminan en sociedades gángsteriles, gobernadas por el hampa, sea donde sea, Rusia, El Salvador, tienen algo en común que es la falta de un Estado de derecho que es lo que necesitamos siempre.
Entonces si no tenemos un Estado de derecho no se puede actuar, porque quienes están en el poder son los gángster. El mundo nuevo que venía y El Salvador era uno más que en su fórmula con el Acuerdo de Paz entró de una forma accidentada al porvenir.
Los militares se fueron a regañadientes, los Estados Unidos los obligaron volver al cuartel y dejar que los civiles condujeran el poder, pero todavía con deseos de volver al poder los vimos en España, siete años después hubo una intentona de sublevación, lo vimos en Argentina y en Chile donde el dictador Pinochet se retiró pero mantuvo el control del Senado con intentos como senador vitalicio.
Entonces, el temor es proveniente de un terror pos dictaduras, que las jóvenes democracias fueron obligadas a aceptar los crímenes del pasado a cambio de una cuota en el poder, obligados por el terror, es decir por la amenaza de ataques físicos sobre ellos y sus familias. Pregunto yo puede nacer una democracia del terror, es sano eso, creo que no. Ahora con la globalización corre dinero abajo y sucio, el hampa se ha apoderado de las bases de la sociedad, algo que antes no existía.
Hasta cierto punto el pandillerismo donde antes hubo reclamo político como (que) es una especie endémica controlable por el capitalismo, y esto sin ser un experto en teoría conspirativa, pero se podría creer que es el resultado de los vencedores.
-¿Si esto no se corrige cuál es el futuro? ¿Será el camino a la construcción de un Estado salvadoreño gángster?
-Anderson: puede que sí, lamento que sí. La historia de algunas sociedades como que tiene que darse cuenta hasta dónde han llegado y a partir de allí construir algo nuevo, solo tocando fondo surgen líderes en las sociedades, pero si no podemos terminar como Rusia donde hay iluminados, poetas, músicos científicos, pero que viven en un reino del hampa donde su presidente es un asesino y ladrón, no hay otra manera de calificarlo, o terminamos como aquel modelo o como este en El Salvador que está al borde, sobre la frontera, por eso hay que actuar de manera inmediata.
Estamos en trance (…) en el mundo, pero no es tarde adoptar políticas positivas, especialmente en Estados Unidos que deberá hacer más inversión, en educación, salud, etcétera.
Como corolario, resulta preocupante que un estudio presentado por El Diario de Hoy revele que el 61 por ciento de los encuestados considere que la delincuencia es el principal problema, mientras el 64.20 por ciento cree que fue buena la decisión de militarizar la seguridad pública y que casi el 80 por ciento esté de acuerdo con que en los puestos claves estén militares.
La sociedad salvadoreña sigue víctima de la ausencia de información en torno al problema de la seguridad, donde se avala un supuesto acuerdo de tregua entre pandillas, que se vende como exitoso por haber reducido a seis las muertes cotidianas, aunque se ignore la cifra de seis desparecidos diarios. Una simple operación sugiere que las 12 víctimas diarias continúan. O, ¿no?
Un encuentro de comunicación e información desde la perspectiva de un periodista centroamericano.
martes, mayo 29, 2012
lunes, mayo 21, 2012
Honduras: Luto en el Día del Periodista
Solidarios en el dolor, unidos en la esperanza…
Por Guillermo Mejía
No tiene sentido una celebración a lo grande en el Día del Periodista de Honduras, el 25 de mayo, sino más bien una fecha de luto por la muerte de 24 colegas, el último de ellos Alfredo Villatoro, coordinador de noticias matutinas de la Cadena Radial HRN, de Tegucigalpa, que fue secuestrado y asesinado por desconocidos que dejaron su cadáver vestido de efectivo policial.
Desde el nefasto golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, en junio de 2009, suman cientos las víctimas en una violencia incontenible que sigue en el gobierno de Porfirio Lobo, en el que se ha comprobado la vuelta de la represión del pasado aderezado del accionar del crimen organizado y el narcotráfico en la tierra del paladín centroamericano, Francisco Morazán.
El hecho de que a Villatoro lo hayan asesinado luego de una semana de haber sido secuestrado cuando se conducía con su esposa en la capital hondureña y su cuerpo haya aparecido vestido con uniforme de efectivos del Batallón Cobra de la policía dice mucho de la naturaleza del crimen y de sus autores que siguen en la impunidad.
Los periodistas centroamericanos debemos hacer una reflexión, además de mostrar nuestra solidaridad y demanda de justicia, porque como va la dramática situación en México y los países del Triángulo Norte de la región (El Salvador, Honduras y Guatemala) ojala no caigamos los demás en la garras de los oscurantistas que tienen infiltradas nuestras sociedades.
La colega Thelma Mejía, reconocida periodista y corresponsal hondureña, conversó con el presidente del Colegio de Periodistas de Honduras, Juan Ramón Mairena, que aseguró que “nos quieren callar. Tocaron a un periodista influyente de un gran medio de prensa, pero no nos debemos intimidar”.
“Esperemos que esta muerte no quede impune como otras”, agregó Mairena, al tiempo que exigió “al presidente Lobo que este crimen” no engrose apenas “una estadística de las muchas que adornan su gobierno”. Las estadísticas reflejan que en Honduras se comete un promedio de 18 asesinatos al día, mientras el crimen y la corrupción ha permeado al Estado.
Otro respetado periodista y corresponsal hondureño, Manuel Torres, comentó en un agudo artículo que con la espiral de violencia “esta nación centroamericana es incapaz de reinventarse democráticamente, y permanece atrapada en una maraña de corrupción, crimen organizado, falsas ideologías y una elite política desprestigiada que se encubre detrás de gestos y máscaras demagógicas, la mayoría mediáticas”.
“Ejercer la crítica periodística bajo esas circunstancias es muy difícil, pues todos los temas tras los cuales se parapeta el poder son intocables, incluyendo el de la memoria histórica. La amenaza o el atentado son inevitables para quien denuncie o investigue el abuso de poder o la manera en que crecen las grandes fortunas personales o los negocios entre empresarios privados y el Estado”, añadió.
Otra voz de la conciencia hondureña es la del médico y luchador social, Juan Almendares, que en un ensayo expresó: “El asesinato de Villatoro no podemos reducirlo a un problema de un gobierno; tenemos que enfocarlo dentro de un marco de totalidad histórica de las fuerzas que están en Juego”.
“En otras palabras no sólo existe un crimen organizado sino el otro crimen organizado que es el sistema hegemónico, económico y militar que nos está conduciendo a una violencia extrema de imprevisibles consecuencias, tal como ocurrió en México”, afirmó.
En consecuencia, según Almendares, “es el momento de unir todas las fuerzas de la nación; una unidad para encontrar ‘nuestro ser social y nuestra dignidad’. No existe unidad donde cada hondureño y hondureña sean consideradas como ‘no ser’. Es la unidad que nos transforme en el ser libres y soberanos”.
Mientras se agudiza la violencia contra los hermanos en Honduras, con la amenaza que eso significa para el resto de países, las clases políticas viven en una burbuja contaminante donde privilegian sus intereses en detrimento de la ciudadanía. No podemos estar de espectadores, luchemos por la vida, la justicia y la dignidad en cada parcela de nuestra Patria centroamericana.
Solidarios en el dolor, unidos en la esperanza…
Por Guillermo Mejía
No tiene sentido una celebración a lo grande en el Día del Periodista de Honduras, el 25 de mayo, sino más bien una fecha de luto por la muerte de 24 colegas, el último de ellos Alfredo Villatoro, coordinador de noticias matutinas de la Cadena Radial HRN, de Tegucigalpa, que fue secuestrado y asesinado por desconocidos que dejaron su cadáver vestido de efectivo policial.
Desde el nefasto golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, en junio de 2009, suman cientos las víctimas en una violencia incontenible que sigue en el gobierno de Porfirio Lobo, en el que se ha comprobado la vuelta de la represión del pasado aderezado del accionar del crimen organizado y el narcotráfico en la tierra del paladín centroamericano, Francisco Morazán.
El hecho de que a Villatoro lo hayan asesinado luego de una semana de haber sido secuestrado cuando se conducía con su esposa en la capital hondureña y su cuerpo haya aparecido vestido con uniforme de efectivos del Batallón Cobra de la policía dice mucho de la naturaleza del crimen y de sus autores que siguen en la impunidad.
Los periodistas centroamericanos debemos hacer una reflexión, además de mostrar nuestra solidaridad y demanda de justicia, porque como va la dramática situación en México y los países del Triángulo Norte de la región (El Salvador, Honduras y Guatemala) ojala no caigamos los demás en la garras de los oscurantistas que tienen infiltradas nuestras sociedades.
La colega Thelma Mejía, reconocida periodista y corresponsal hondureña, conversó con el presidente del Colegio de Periodistas de Honduras, Juan Ramón Mairena, que aseguró que “nos quieren callar. Tocaron a un periodista influyente de un gran medio de prensa, pero no nos debemos intimidar”.
“Esperemos que esta muerte no quede impune como otras”, agregó Mairena, al tiempo que exigió “al presidente Lobo que este crimen” no engrose apenas “una estadística de las muchas que adornan su gobierno”. Las estadísticas reflejan que en Honduras se comete un promedio de 18 asesinatos al día, mientras el crimen y la corrupción ha permeado al Estado.
Otro respetado periodista y corresponsal hondureño, Manuel Torres, comentó en un agudo artículo que con la espiral de violencia “esta nación centroamericana es incapaz de reinventarse democráticamente, y permanece atrapada en una maraña de corrupción, crimen organizado, falsas ideologías y una elite política desprestigiada que se encubre detrás de gestos y máscaras demagógicas, la mayoría mediáticas”.
“Ejercer la crítica periodística bajo esas circunstancias es muy difícil, pues todos los temas tras los cuales se parapeta el poder son intocables, incluyendo el de la memoria histórica. La amenaza o el atentado son inevitables para quien denuncie o investigue el abuso de poder o la manera en que crecen las grandes fortunas personales o los negocios entre empresarios privados y el Estado”, añadió.
Otra voz de la conciencia hondureña es la del médico y luchador social, Juan Almendares, que en un ensayo expresó: “El asesinato de Villatoro no podemos reducirlo a un problema de un gobierno; tenemos que enfocarlo dentro de un marco de totalidad histórica de las fuerzas que están en Juego”.
“En otras palabras no sólo existe un crimen organizado sino el otro crimen organizado que es el sistema hegemónico, económico y militar que nos está conduciendo a una violencia extrema de imprevisibles consecuencias, tal como ocurrió en México”, afirmó.
En consecuencia, según Almendares, “es el momento de unir todas las fuerzas de la nación; una unidad para encontrar ‘nuestro ser social y nuestra dignidad’. No existe unidad donde cada hondureño y hondureña sean consideradas como ‘no ser’. Es la unidad que nos transforme en el ser libres y soberanos”.
Mientras se agudiza la violencia contra los hermanos en Honduras, con la amenaza que eso significa para el resto de países, las clases políticas viven en una burbuja contaminante donde privilegian sus intereses en detrimento de la ciudadanía. No podemos estar de espectadores, luchemos por la vida, la justicia y la dignidad en cada parcela de nuestra Patria centroamericana.
martes, mayo 15, 2012
Los periodistas más allá de bocadillos y refrescos
Por Guillermo Mejía
El malestar en los comunicadores es un hecho luego que el Presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, les enrostrara “…los periodistas, algunos que critican bastante, los veo muy asiduos a degustar bocadillos y refrescos que les proporciona la Asamblea...” como respuesta a las exigencias de rendición de cuentas en el órgano de Estado.
Reyes, del partido oficial, salió a la defensiva como hacen otros de sus colegas o miembros del gobierno, ya que aún no están asumidas, como debe ser, esa rendición de cuentas, la transparencia y la obligatoriedad de informar ante la ciudadanía. Somos una nación con muchos rasgos pre-modernos que ojala vayan cediendo terreno a la construcción democrática.
Supuestamente el presidente de la Asamblea Legislativa es uno de los personajes más preparados, sensible ante el dolor y sufrimiento del pueblo salvadoreño, además de que cuando se inauguró en el cargo, en la legislatura anterior, prometió cielo y tierra frente a la forma en que la derecha ha manejado el Legislativo.
La cortesía –así se considera poner bocadillos y refrescos a los periodistas durante las plenarias- se la echó de un tajo, dado el malestar que le ocasiona que le pidan cuentas de cómo manejan la Asamblea Legislativa, además de las críticas que ha recibido por el exceso de gastos en la inauguración del presente período.
De seguro, en el partido ya le aconsejaron al diputado Reyes que agarre las cosas con calma, que mejor tome té de manzanilla a fin de controlar los nervios. El manejo de la cosa pública cada vez tiene que ser vigilado por los ciudadanos, eso está calando en la mentalidad de las sociedades. Ya no tiene que ser cosa de derechas e izquierdas. Lástima el exabrupto del diputado.
El asunto sirve para aclarar que los periodistas no deben aceptar ninguna cortesía, ni regalía o prebenda. Son las empresas periodísticas las que tienen la obligación de darles los instrumentos y las condiciones para que realicen su trabajo. De esa cortesía se agarró Reyes al no tener otra forma de defenderse frente a la obligación que tiene de rendir cuentas. El nivel mostrado fue bajero.
Los periodistas tienen que reivindicarse. Ni en la Asamblea Legislativa, ni en cualquier instancia pública o privada hay que aceptar cortesías, regalías o prebendas, mejor optar por dignificar la profesión, organizarse y luchar por el derecho a la comunicación, y por un estatuto profesional del periodista que asegure mejores condiciones para ejercer la labor informativa.
La ocasión tiene su parte positiva. Trae a colación un mal endémico del cuerpo de prensa nacional –por supuesto, en general- que se acomoda a las circunstancias cuando de recibir “atenciones” de las fuentes se trata que, como ocurrió en esta oportunidad, descubre ante la mirada colectiva la forma en que se percibe a los periodistas y las facilidades con que reciben su consideración.
A la vez, se trata de una excelente oportunidad para que los gremios de periodistas, en especial la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), montaran encuentros de reflexión en torno a la necesidad de fortalecer la robustez moral de los periodistas con la consecución de prácticas enmarcadas en principios y normas éticas.
Los periodistas, como servidores públicos y trabajadores de la información como bien social, deben asumir que su horizonte de su función es la ciudadanía, categoría tan compleja en tiempos de globalización y nuevas tecnologías, que tiene que asumir su condición propositiva y demandante frente a los que ejercen el poder.
Por eso, es importante que esa ciudadanía se empodere de cara al ejercicio del poder y perfile su soberanía ante el sistema mediático que está para asistirle en sus necesidades informativas (formativas) y de opinión a fin de reconocer sus problemas, los actores y la urgencia de enrolarse en la construcción de una nueva agenda. La ciudadanía y los periodistas tienen una ardua tarea.
Déjenle al presidente de la Asamblea Legislativa las galletitas saladas y los refrescos. No consuman chatarra. Valdría la pena que al diputado Reyes se le invitara a luchar por dignificar la política ante la demagogia reinante y, por supuesto, que también a los periodistas salvadoreños como parte importante en la lucha por la construcción democrática. No todo está perdido, la lucha persiste.
Por Guillermo Mejía
El malestar en los comunicadores es un hecho luego que el Presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, les enrostrara “…los periodistas, algunos que critican bastante, los veo muy asiduos a degustar bocadillos y refrescos que les proporciona la Asamblea...” como respuesta a las exigencias de rendición de cuentas en el órgano de Estado.
Reyes, del partido oficial, salió a la defensiva como hacen otros de sus colegas o miembros del gobierno, ya que aún no están asumidas, como debe ser, esa rendición de cuentas, la transparencia y la obligatoriedad de informar ante la ciudadanía. Somos una nación con muchos rasgos pre-modernos que ojala vayan cediendo terreno a la construcción democrática.
Supuestamente el presidente de la Asamblea Legislativa es uno de los personajes más preparados, sensible ante el dolor y sufrimiento del pueblo salvadoreño, además de que cuando se inauguró en el cargo, en la legislatura anterior, prometió cielo y tierra frente a la forma en que la derecha ha manejado el Legislativo.
La cortesía –así se considera poner bocadillos y refrescos a los periodistas durante las plenarias- se la echó de un tajo, dado el malestar que le ocasiona que le pidan cuentas de cómo manejan la Asamblea Legislativa, además de las críticas que ha recibido por el exceso de gastos en la inauguración del presente período.
De seguro, en el partido ya le aconsejaron al diputado Reyes que agarre las cosas con calma, que mejor tome té de manzanilla a fin de controlar los nervios. El manejo de la cosa pública cada vez tiene que ser vigilado por los ciudadanos, eso está calando en la mentalidad de las sociedades. Ya no tiene que ser cosa de derechas e izquierdas. Lástima el exabrupto del diputado.
El asunto sirve para aclarar que los periodistas no deben aceptar ninguna cortesía, ni regalía o prebenda. Son las empresas periodísticas las que tienen la obligación de darles los instrumentos y las condiciones para que realicen su trabajo. De esa cortesía se agarró Reyes al no tener otra forma de defenderse frente a la obligación que tiene de rendir cuentas. El nivel mostrado fue bajero.
Los periodistas tienen que reivindicarse. Ni en la Asamblea Legislativa, ni en cualquier instancia pública o privada hay que aceptar cortesías, regalías o prebendas, mejor optar por dignificar la profesión, organizarse y luchar por el derecho a la comunicación, y por un estatuto profesional del periodista que asegure mejores condiciones para ejercer la labor informativa.
La ocasión tiene su parte positiva. Trae a colación un mal endémico del cuerpo de prensa nacional –por supuesto, en general- que se acomoda a las circunstancias cuando de recibir “atenciones” de las fuentes se trata que, como ocurrió en esta oportunidad, descubre ante la mirada colectiva la forma en que se percibe a los periodistas y las facilidades con que reciben su consideración.
A la vez, se trata de una excelente oportunidad para que los gremios de periodistas, en especial la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), montaran encuentros de reflexión en torno a la necesidad de fortalecer la robustez moral de los periodistas con la consecución de prácticas enmarcadas en principios y normas éticas.
Los periodistas, como servidores públicos y trabajadores de la información como bien social, deben asumir que su horizonte de su función es la ciudadanía, categoría tan compleja en tiempos de globalización y nuevas tecnologías, que tiene que asumir su condición propositiva y demandante frente a los que ejercen el poder.
Por eso, es importante que esa ciudadanía se empodere de cara al ejercicio del poder y perfile su soberanía ante el sistema mediático que está para asistirle en sus necesidades informativas (formativas) y de opinión a fin de reconocer sus problemas, los actores y la urgencia de enrolarse en la construcción de una nueva agenda. La ciudadanía y los periodistas tienen una ardua tarea.
Déjenle al presidente de la Asamblea Legislativa las galletitas saladas y los refrescos. No consuman chatarra. Valdría la pena que al diputado Reyes se le invitara a luchar por dignificar la política ante la demagogia reinante y, por supuesto, que también a los periodistas salvadoreños como parte importante en la lucha por la construcción democrática. No todo está perdido, la lucha persiste.
lunes, mayo 07, 2012
Tres piezas periodísticas de los años de la guerra civil
Por Guillermo Mejía
La amable sugerencia de una persona muy especial para mí, que quiero mucho, respeto y admiro, me dio energías para sacar del baúl de los recuerdos tres textos periodísticos que escribí un par de años antes de finalizada la guerra civil con la firma de los Acuerdos de Paz, en Chapultepec, México, en enero de 1992.
La idea propuesta fue que uno tiene materiales, ideas aún frescas, recuerdos, anécdotas, etc., o sea una cantidad de recursos que es menester sacar paulatinamente a luz con el fin de rescatar la memoria histórica de los cruentos años del conflicto armado que dejó unos 85 mil muertos, 8 mil desaparecidos y miles de desplazados y exiliados.
Comparto de esta manera estas tres piezas sencillas, pero llenas de simbolismo en una sociedad que aún falta por (re)construir y con ello hago énfasis en la necesidad de seguir nuestros ideales y las utopías necesarias y que nos conduzcan, con el esfuerzo de todos, al florecimiento de esa tierra común. Gracias por la idea y las muestras de cariño y acompañamiento.
A continuación los textos:
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Los sospechosos…
Por Guillermo Mejía
El oficial al mando de la tropa lanzó una seria advertencia y la gente se agrupó a 10 metros del autobús.
La llovizna que dejó el chaparrón empapaba a cualquiera, incluso a los perros que hambrientos deambulaban en busca de algún desperdicio.
“Papeles en mano, rápido”, expresó el militar. Niños, jóvenes y viejos obedecieron. Pasaron 5, 10, 15, 20, 25, 30 minutos, se escuchaba el murmullo.
Paulatinamente llegaron viajeros a pie o en vehículos, amenazaba otra tormenta y los soldados extendieron el control del retén.
Las pringas comenzaron a desesperar a las personas y alguien preguntó: “¿Cuándo vamos a pasar?” y un soldado respondió: “Tranquilos, ya, ya será…”.
El recluta lucía cansado, tal vez aburrido de la cotidianidad del patrullaje sobre la carretera que conduce de San Martín a Suchitoto. Se paseaba.
El famoso Puente Las Guaras agrupaba más gente esa tarde de domingo. Vino otra interrogante: “¿Y por qué se tardan tanto, pues?”.
El mismo recluta contestó “es que en ese bus van los sospechosos y debemos asegurarnos… alguien nos dijo y tenemos que averiguar”.
La categoría abarcaba a todos los civiles que obligadamente debían transitar por el lugar considerado conflictivo.
Sospechoso cualquiera, sospechoso por una mirada, sospechoso por su estilo de caminar, sospechoso por su forma de hablar o vestir.
La revista pasa otro contingente de civiles que viaja en pick-up. El oficial inicia de nuevo su interrogatorio, intempestivo, sin derecho de respuesta.
“Papeles en mano, rápido”, otra vez. El recluta vuelve a su recorrido en medio de las personas, pero su mirada escrutadora se torna vaga.
“¿Y cómo están las cosas por aquí?”, le interrogan. “Tiene días de que no hay nada, por mí todos pasarían rápido”, sonríe.
“¿Cree que va terminar la locura de la guerra?”, otra pregunta. “Yo no sé qué va a pasar… mire, ya no aguanto andar en esto…”, advierte.
Simpático el personaje, tranquilo, contrasta con la voz de mando que está en busca de guerrilleros o colaboradores de éstos en la reconocida frontera entre dos bandos en pugna.
Aquí el problema es viajar de Suchitoto a San Martín, porque al contrario esta vez hay libre paso.
“Papeles en mano, rápido”, le toca a un vehículo donde se conducen periodistas.
“Cuando pasaron (a Suchitoto), no iba este señor (periodista), te acordás haberlo visto vos”, grita el oficial a un soldado.
“No estoy seguro… no sé”, responde. “Lo que pasa es que usted no me vio”, asegura el reportero, “aquí están mis documentos”. Bueno.
Pasa el vehículo. Otros civiles se exponen a los militares para poder llegar a su destino, los soldados continúan la tarea y el oficial sus gritos.
Las escenas recuerdan que la sociedad salvadoreña afronta un estado de guerra interna y que la dinámica amigo-enemigo está enraizada.
Igual sucede en todo el territorio nacional, donde la persona común, desarmada, resulta ser sospechoso.
Sí. Sospechoso hasta el informante que dijo a los soldados a qué horas los rebeldes volaron otro poste en la Zona Poniente de San Salvador.
“Ya vez –le dijo un vecino-, para qué andar de metido. Hoy la onda es darse cuenta, porque al final a uno lo acusan y quién sabe…”.
El testimonio está en la calle, en las colonias, en las carreteras, es decir, a lo largo y ancho del país.
Y, precisamente, se da en momentos en que se busca un acuerdo político al conflicto armado y cuando está en debate si existe o no la militarización de la sociedad salvadoreña.
Como respiro de alivio las partes en contienda firmaron un pacto para el respeto de los derechos humanos de la población, eso quiere decir, en parte, consideraciones a los sospechosos. (FIN)
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La internacionalización del “yoyo”
Por Guillermo Mejía
(San José, Costa Rica)
Víctor h. terminó con el último pedazo de filete de pescado que le quedaba en el plato.
Trajo el vaso a su boca y bebió un trago de ron caribeño que era apetecido en aquel restaurante josefino.
“Sabía mejor el ‘yoyo’ que me sirvieron en El Salvador”, advirtió mientras sonreía. Sus acompañantes, la mayoría, desconocía el significado de la palabra.
“No estoy mintiendo, me lo tuve que comer en las bartolinas de la Policía Nacional hace nueve años”, recalcó ante las interrogantes.
Víctor h., periodista costarricense graduado en Estados Unidos, vivió en nuestro país entre 1979 y 1981 y conoció de cerca el estallido de la violencia.
Su morada estaba cerca del Parque Zoológico Nacional, en la Colonia Costa Rica, desde donde partía cada tarde a deleitarse con pupusas o panes con pavo.
“De vez en cuando viajaba hasta la Puerta del Diablo, arriba de los Planes de Renderos, o si al caso al Lago de Coatepeque”, recuerda.
La experiencia adquirida por el ahora editor de uno de los principales periódicos costarricenses sirvió para que tomara conciencia del drama centroamericano.
Se las daba de intelectual y pasaba gran parte de su tiempo buscando libros en la Universidad de El Salvador (UES). Tenía imagen de ser otro rebelde.
Aquellos tiempos eran más difíciles, el descontento popular y la represión sistemática abrieron camino al conflicto armado que aún persiste en el país.
En ese marco, Víctor h., caminaba por la capital salvadoreña, escenario de disturbios, donde las fuerzas de seguridad descargaban en contra de las marchas.
Al igual que muchos “carrereaba” por calles y avenidas para salvaguardarse de los “frijoles de acero” que indiscriminadamente disparaban los efectivos.
Cientos de víctimas, muertos y desaparecidos. Cientos de capturados por leves sospechas, muchos de los cuales quedaron en la incógnita.
“Los ratos más hermosos –relata- fueron consumidos con mi novia con quien disfrutaba mi afición por las pupusas de chicharrón…”.
Pero una tarde cambió el panorama. Era 1981 y Víctor h. prefirió salir sin su media naranja para pensar sobre su “cuasi sistemático” desarrollo humanístico.
Todo estaba en regla, no había ningún problema”, señala, “sólo llevaba en la bolsa de mi camisa una calcomanía de Jesús de Nazareth…”.
Pero los policías acordaron lo contrario. La imagen del redentor se convirtió en la del legendario Comandante Ernesto “Che” Guevara.
“La calcomanía tenía fondo rojo y la silueta de Jesús era de color negro. El cabello largo y la barba abundante, como lo pintan, fue mi desgracia”.
Terminó capturado, encerrado una semana en las bartolinas de la Policía Nacional, aunque con la suerte que esta vez lo enviaron junto a los ladrones y borrachos. “En otra sala quizás habría desaparecido”, considera.
En ese ambiente conoció el “yoyo”, ración típica -que consiste en frijoles requeteduros y tortillas fermentadas- destinada a la “alimentación” de los reos.
“Más de alguno de mis compañeros de celda pensaron que hasta le echaron crema –dice carcajeándose-, pero era que los frijoles estaban mezclados con hongos que les daban el colorante blanco…”.
Guarda la impresión de la cárcel. “Un zapato tirado por una pita nos servía de vehículo de intercambio comercial, por él entregábamos cigarros por fósforos, diarios por mensajes para que afuera conocieran de nuestro destino”.
“Ahí va decían mis compañeros de infortunio, ladrones y borrachos, y todos estaban atentos al trueque. El tiempo, durante esa semana, se detuvo. En mi casa desconocían lo que pasaba”.
Pero el zapato era milagroso. Uno de los vecinos de la celda de Víctor h. sacó el papelito y fue con el escándalo a la calle. La familia se movilizó y tuvo que intervenir el Consulado tico para lograr su libertad.
“Me acusaban de atentar contra la seguridad del Estado salvadoreño, eso me lo repitieron durante los interrogatorios, que no eran amables, pero considerados frente a los que les tocó soportar a otras personas”, recuerda.
Directo al avión. Víctor h. no ha tenido otra oportunidad de visitar El Salvador, añora eso sí, según dijo, pasar otra experiencia en nuestro país y ojear por dónde anda Vilma, su novia.
El silencio reina en la mesa. Terminó la cena en aquel restaurante josefino, donde el “yoyo” salvadoreño fue sustituido por el filete de pescado.
“Por eso yo me siento, además de tico, un salvadoreño cien por ciento”, afirmó Víctor H. (FIN)
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Condiciones de subsistencia de “los más pobres de los pobres”
Por Guillermo Mejía
“¿Asco?, ja, ja, ja… a uno con hambre le vale riata, come cualquier cosa… yo ya almorcé con pollito campero, juguito de naranja y quesito duro, bien tranquilo, y de una vez le llevo la hartazón a los bichos”.
Es Julio César, de 47 años, jornalero oriundo de San Vicente, desplazado por la guerra, quien al igual que muchos engrosa las filas de los que el Presidente Alfredo Cristiani define como “los más pobres de los pobres”.
“No es paja, aquí les llevo alitas y piernitas de pollo a los cipotes –señala, levantando la bolsa de desperdicios-, el asco es cosa sólo de los que tienen, pero a nosotros ya se nos olvidó”.
El subsistir le obliga a disputar los desechos alimenticios con sus semejantes, perros callejeros y los inmundos zopilotes en el “Crematorio de Soyapango”, uno de los colectores de basura de la metropolitana.
Las escenas cotidianas son repugnantes, el mal olor es insoportable y la pelea entre seres humanos y animales dramática, pero es la realidad que afrontan quienes carecen de los indispensable.
“Y no solamente desayunamos, almorzamos o cenamos en el basurero”, resalta otro de los indigentes, “también nos rebuscamos con botellas, ropa, zapatos, cobre, hierro, pues con eso sacamos hasta 10 pesos al día”.
En las fábricas les pagan 85 centavos por botella grande, 20 por un zapato de hule, 50 por libra de hierro, 75 por la de aluminio y un colón por la de cobre, entre otros materiales de la podredumbre.
Bajo el sol o la lluvia, los niños, jóvenes y viejos, realizan su jornada de hasta 10 horas de trabajo indeseable al día, en la que el único temor real lo representa el poder ser triturados por el tractor de remoción de basura.
“Si ese condenado sólo lo tiran a jalar la basura – advierte uno de los menores, mientras da mordiscos un pan francés-, y si uno no se fija se lo lleva. Viera los zopes, son bravos, se le avientan a uno por un pedazo de carne”.
Ellos son el clásico ejemplo de sobrevivencia de la población que vive en condiciones de extrema pobreza, que, según la CEPAL, representa cuando menos el 50 por ciento de salvadoreños, aunque para el gobierno son 330 mil familias.
Cristiani los definió como “los más pobres de los pobres” del país que “no pueden satisfacer, por sí solos, sus necesidades más elementales de subsistencia” cuando anunció el programa “Rescate Social” en agosto de 1989.
“De plano verdá vos”, expresa una señora mugrosa, “si no fuera por las barbas de los que tienen nos morimos de hambre. Mire, la ventaja que tenemos es que ya ni nos hace daño, nunca nos enfermamos”.
En aquella oportunidad, el mandatario se comprometió a luchar por “subir al carro del progreso”, según el discurso, a los que “han sido ignorados por no tener vos ni presencia”, aunque esta semana anunció nuevas prioridades.
Ahora su preocupación primordial, según dijo, es solventar la crisis económica agravada por la profundización del conflicto armado y la baja de las exportaciones por la caída de los precios del café en el mercado externo.
El “ajuste estructural” impuesto para paliar el problema, que vino a devaluar la moneda, incrementar los intereses de los créditos, las tarifas de los servicios públicos y los precios, lo agudizó.
Es decir, no marcha bien. Cristiani señaló que el problema económico, aunque no cambie en su filosofía, será reajustado.
Esa parece ser una respuesta a las recomendaciones que le hicieron en privado los empresarios e industriales, el mes pasado, porque, según ellos, la implementación completa del “ajuste” generaría más descontento social.
A raíz de los efectos de la ofensiva rebelde, iniciada el 11 de noviembre, la empresa privada se declaró al “borde del agotamiento” e hizo saber al Comité Económico oficial que podría ejecutar despidos masivos.
“Estos, obviamente, puede ocasionar un problema social de incalculable dimensiones y desencadenar un respaldo popular a favor de la guerrilla”, advirtieron.
“El sector empresarial está convencido de los efectos nefastos que tiene el incremento persistente de los precios, principalmente en los segmentos de los bajos ingresos”, precisaron.
Para ellos significaría el “colapso económico” el que el “ajuste estructural” camine tal como fue programado y le recomendaron al gobierno la adopción de medidas de emergencia, para favorecer a los productores.
Una familia promedio necesita por arriba de los 2 mil colones mensuales, para solventar los gastos, situación que cada vez se va agravando al dispararse paulatinamente el dólar, y definitivamente, los costos.
Mientras, el “Crematorio de Soyapango” luce cada día aglomerado. La situación es tan difícil que muchos jornaleros, como Julio César, el desplazado de la guerra, se abocan a los basureros para sobrevivir.
“Aquí cada vez es más grande la competencia, muchas personas llegar para lograr pasarla. Yo regularmente trabajo como peón en la construcción, pero como no hay tengo que basurear”, admite. (FIN)
Por Guillermo Mejía
La amable sugerencia de una persona muy especial para mí, que quiero mucho, respeto y admiro, me dio energías para sacar del baúl de los recuerdos tres textos periodísticos que escribí un par de años antes de finalizada la guerra civil con la firma de los Acuerdos de Paz, en Chapultepec, México, en enero de 1992.
La idea propuesta fue que uno tiene materiales, ideas aún frescas, recuerdos, anécdotas, etc., o sea una cantidad de recursos que es menester sacar paulatinamente a luz con el fin de rescatar la memoria histórica de los cruentos años del conflicto armado que dejó unos 85 mil muertos, 8 mil desaparecidos y miles de desplazados y exiliados.
Comparto de esta manera estas tres piezas sencillas, pero llenas de simbolismo en una sociedad que aún falta por (re)construir y con ello hago énfasis en la necesidad de seguir nuestros ideales y las utopías necesarias y que nos conduzcan, con el esfuerzo de todos, al florecimiento de esa tierra común. Gracias por la idea y las muestras de cariño y acompañamiento.
A continuación los textos:
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Los sospechosos…
Por Guillermo Mejía
El oficial al mando de la tropa lanzó una seria advertencia y la gente se agrupó a 10 metros del autobús.
La llovizna que dejó el chaparrón empapaba a cualquiera, incluso a los perros que hambrientos deambulaban en busca de algún desperdicio.
“Papeles en mano, rápido”, expresó el militar. Niños, jóvenes y viejos obedecieron. Pasaron 5, 10, 15, 20, 25, 30 minutos, se escuchaba el murmullo.
Paulatinamente llegaron viajeros a pie o en vehículos, amenazaba otra tormenta y los soldados extendieron el control del retén.
Las pringas comenzaron a desesperar a las personas y alguien preguntó: “¿Cuándo vamos a pasar?” y un soldado respondió: “Tranquilos, ya, ya será…”.
El recluta lucía cansado, tal vez aburrido de la cotidianidad del patrullaje sobre la carretera que conduce de San Martín a Suchitoto. Se paseaba.
El famoso Puente Las Guaras agrupaba más gente esa tarde de domingo. Vino otra interrogante: “¿Y por qué se tardan tanto, pues?”.
El mismo recluta contestó “es que en ese bus van los sospechosos y debemos asegurarnos… alguien nos dijo y tenemos que averiguar”.
La categoría abarcaba a todos los civiles que obligadamente debían transitar por el lugar considerado conflictivo.
Sospechoso cualquiera, sospechoso por una mirada, sospechoso por su estilo de caminar, sospechoso por su forma de hablar o vestir.
La revista pasa otro contingente de civiles que viaja en pick-up. El oficial inicia de nuevo su interrogatorio, intempestivo, sin derecho de respuesta.
“Papeles en mano, rápido”, otra vez. El recluta vuelve a su recorrido en medio de las personas, pero su mirada escrutadora se torna vaga.
“¿Y cómo están las cosas por aquí?”, le interrogan. “Tiene días de que no hay nada, por mí todos pasarían rápido”, sonríe.
“¿Cree que va terminar la locura de la guerra?”, otra pregunta. “Yo no sé qué va a pasar… mire, ya no aguanto andar en esto…”, advierte.
Simpático el personaje, tranquilo, contrasta con la voz de mando que está en busca de guerrilleros o colaboradores de éstos en la reconocida frontera entre dos bandos en pugna.
Aquí el problema es viajar de Suchitoto a San Martín, porque al contrario esta vez hay libre paso.
“Papeles en mano, rápido”, le toca a un vehículo donde se conducen periodistas.
“Cuando pasaron (a Suchitoto), no iba este señor (periodista), te acordás haberlo visto vos”, grita el oficial a un soldado.
“No estoy seguro… no sé”, responde. “Lo que pasa es que usted no me vio”, asegura el reportero, “aquí están mis documentos”. Bueno.
Pasa el vehículo. Otros civiles se exponen a los militares para poder llegar a su destino, los soldados continúan la tarea y el oficial sus gritos.
Las escenas recuerdan que la sociedad salvadoreña afronta un estado de guerra interna y que la dinámica amigo-enemigo está enraizada.
Igual sucede en todo el territorio nacional, donde la persona común, desarmada, resulta ser sospechoso.
Sí. Sospechoso hasta el informante que dijo a los soldados a qué horas los rebeldes volaron otro poste en la Zona Poniente de San Salvador.
“Ya vez –le dijo un vecino-, para qué andar de metido. Hoy la onda es darse cuenta, porque al final a uno lo acusan y quién sabe…”.
El testimonio está en la calle, en las colonias, en las carreteras, es decir, a lo largo y ancho del país.
Y, precisamente, se da en momentos en que se busca un acuerdo político al conflicto armado y cuando está en debate si existe o no la militarización de la sociedad salvadoreña.
Como respiro de alivio las partes en contienda firmaron un pacto para el respeto de los derechos humanos de la población, eso quiere decir, en parte, consideraciones a los sospechosos. (FIN)
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La internacionalización del “yoyo”
Por Guillermo Mejía
(San José, Costa Rica)
Víctor h. terminó con el último pedazo de filete de pescado que le quedaba en el plato.
Trajo el vaso a su boca y bebió un trago de ron caribeño que era apetecido en aquel restaurante josefino.
“Sabía mejor el ‘yoyo’ que me sirvieron en El Salvador”, advirtió mientras sonreía. Sus acompañantes, la mayoría, desconocía el significado de la palabra.
“No estoy mintiendo, me lo tuve que comer en las bartolinas de la Policía Nacional hace nueve años”, recalcó ante las interrogantes.
Víctor h., periodista costarricense graduado en Estados Unidos, vivió en nuestro país entre 1979 y 1981 y conoció de cerca el estallido de la violencia.
Su morada estaba cerca del Parque Zoológico Nacional, en la Colonia Costa Rica, desde donde partía cada tarde a deleitarse con pupusas o panes con pavo.
“De vez en cuando viajaba hasta la Puerta del Diablo, arriba de los Planes de Renderos, o si al caso al Lago de Coatepeque”, recuerda.
La experiencia adquirida por el ahora editor de uno de los principales periódicos costarricenses sirvió para que tomara conciencia del drama centroamericano.
Se las daba de intelectual y pasaba gran parte de su tiempo buscando libros en la Universidad de El Salvador (UES). Tenía imagen de ser otro rebelde.
Aquellos tiempos eran más difíciles, el descontento popular y la represión sistemática abrieron camino al conflicto armado que aún persiste en el país.
En ese marco, Víctor h., caminaba por la capital salvadoreña, escenario de disturbios, donde las fuerzas de seguridad descargaban en contra de las marchas.
Al igual que muchos “carrereaba” por calles y avenidas para salvaguardarse de los “frijoles de acero” que indiscriminadamente disparaban los efectivos.
Cientos de víctimas, muertos y desaparecidos. Cientos de capturados por leves sospechas, muchos de los cuales quedaron en la incógnita.
“Los ratos más hermosos –relata- fueron consumidos con mi novia con quien disfrutaba mi afición por las pupusas de chicharrón…”.
Pero una tarde cambió el panorama. Era 1981 y Víctor h. prefirió salir sin su media naranja para pensar sobre su “cuasi sistemático” desarrollo humanístico.
Todo estaba en regla, no había ningún problema”, señala, “sólo llevaba en la bolsa de mi camisa una calcomanía de Jesús de Nazareth…”.
Pero los policías acordaron lo contrario. La imagen del redentor se convirtió en la del legendario Comandante Ernesto “Che” Guevara.
“La calcomanía tenía fondo rojo y la silueta de Jesús era de color negro. El cabello largo y la barba abundante, como lo pintan, fue mi desgracia”.
Terminó capturado, encerrado una semana en las bartolinas de la Policía Nacional, aunque con la suerte que esta vez lo enviaron junto a los ladrones y borrachos. “En otra sala quizás habría desaparecido”, considera.
En ese ambiente conoció el “yoyo”, ración típica -que consiste en frijoles requeteduros y tortillas fermentadas- destinada a la “alimentación” de los reos.
“Más de alguno de mis compañeros de celda pensaron que hasta le echaron crema –dice carcajeándose-, pero era que los frijoles estaban mezclados con hongos que les daban el colorante blanco…”.
Guarda la impresión de la cárcel. “Un zapato tirado por una pita nos servía de vehículo de intercambio comercial, por él entregábamos cigarros por fósforos, diarios por mensajes para que afuera conocieran de nuestro destino”.
“Ahí va decían mis compañeros de infortunio, ladrones y borrachos, y todos estaban atentos al trueque. El tiempo, durante esa semana, se detuvo. En mi casa desconocían lo que pasaba”.
Pero el zapato era milagroso. Uno de los vecinos de la celda de Víctor h. sacó el papelito y fue con el escándalo a la calle. La familia se movilizó y tuvo que intervenir el Consulado tico para lograr su libertad.
“Me acusaban de atentar contra la seguridad del Estado salvadoreño, eso me lo repitieron durante los interrogatorios, que no eran amables, pero considerados frente a los que les tocó soportar a otras personas”, recuerda.
Directo al avión. Víctor h. no ha tenido otra oportunidad de visitar El Salvador, añora eso sí, según dijo, pasar otra experiencia en nuestro país y ojear por dónde anda Vilma, su novia.
El silencio reina en la mesa. Terminó la cena en aquel restaurante josefino, donde el “yoyo” salvadoreño fue sustituido por el filete de pescado.
“Por eso yo me siento, además de tico, un salvadoreño cien por ciento”, afirmó Víctor H. (FIN)
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Condiciones de subsistencia de “los más pobres de los pobres”
Por Guillermo Mejía
“¿Asco?, ja, ja, ja… a uno con hambre le vale riata, come cualquier cosa… yo ya almorcé con pollito campero, juguito de naranja y quesito duro, bien tranquilo, y de una vez le llevo la hartazón a los bichos”.
Es Julio César, de 47 años, jornalero oriundo de San Vicente, desplazado por la guerra, quien al igual que muchos engrosa las filas de los que el Presidente Alfredo Cristiani define como “los más pobres de los pobres”.
“No es paja, aquí les llevo alitas y piernitas de pollo a los cipotes –señala, levantando la bolsa de desperdicios-, el asco es cosa sólo de los que tienen, pero a nosotros ya se nos olvidó”.
El subsistir le obliga a disputar los desechos alimenticios con sus semejantes, perros callejeros y los inmundos zopilotes en el “Crematorio de Soyapango”, uno de los colectores de basura de la metropolitana.
Las escenas cotidianas son repugnantes, el mal olor es insoportable y la pelea entre seres humanos y animales dramática, pero es la realidad que afrontan quienes carecen de los indispensable.
“Y no solamente desayunamos, almorzamos o cenamos en el basurero”, resalta otro de los indigentes, “también nos rebuscamos con botellas, ropa, zapatos, cobre, hierro, pues con eso sacamos hasta 10 pesos al día”.
En las fábricas les pagan 85 centavos por botella grande, 20 por un zapato de hule, 50 por libra de hierro, 75 por la de aluminio y un colón por la de cobre, entre otros materiales de la podredumbre.
Bajo el sol o la lluvia, los niños, jóvenes y viejos, realizan su jornada de hasta 10 horas de trabajo indeseable al día, en la que el único temor real lo representa el poder ser triturados por el tractor de remoción de basura.
“Si ese condenado sólo lo tiran a jalar la basura – advierte uno de los menores, mientras da mordiscos un pan francés-, y si uno no se fija se lo lleva. Viera los zopes, son bravos, se le avientan a uno por un pedazo de carne”.
Ellos son el clásico ejemplo de sobrevivencia de la población que vive en condiciones de extrema pobreza, que, según la CEPAL, representa cuando menos el 50 por ciento de salvadoreños, aunque para el gobierno son 330 mil familias.
Cristiani los definió como “los más pobres de los pobres” del país que “no pueden satisfacer, por sí solos, sus necesidades más elementales de subsistencia” cuando anunció el programa “Rescate Social” en agosto de 1989.
“De plano verdá vos”, expresa una señora mugrosa, “si no fuera por las barbas de los que tienen nos morimos de hambre. Mire, la ventaja que tenemos es que ya ni nos hace daño, nunca nos enfermamos”.
En aquella oportunidad, el mandatario se comprometió a luchar por “subir al carro del progreso”, según el discurso, a los que “han sido ignorados por no tener vos ni presencia”, aunque esta semana anunció nuevas prioridades.
Ahora su preocupación primordial, según dijo, es solventar la crisis económica agravada por la profundización del conflicto armado y la baja de las exportaciones por la caída de los precios del café en el mercado externo.
El “ajuste estructural” impuesto para paliar el problema, que vino a devaluar la moneda, incrementar los intereses de los créditos, las tarifas de los servicios públicos y los precios, lo agudizó.
Es decir, no marcha bien. Cristiani señaló que el problema económico, aunque no cambie en su filosofía, será reajustado.
Esa parece ser una respuesta a las recomendaciones que le hicieron en privado los empresarios e industriales, el mes pasado, porque, según ellos, la implementación completa del “ajuste” generaría más descontento social.
A raíz de los efectos de la ofensiva rebelde, iniciada el 11 de noviembre, la empresa privada se declaró al “borde del agotamiento” e hizo saber al Comité Económico oficial que podría ejecutar despidos masivos.
“Estos, obviamente, puede ocasionar un problema social de incalculable dimensiones y desencadenar un respaldo popular a favor de la guerrilla”, advirtieron.
“El sector empresarial está convencido de los efectos nefastos que tiene el incremento persistente de los precios, principalmente en los segmentos de los bajos ingresos”, precisaron.
Para ellos significaría el “colapso económico” el que el “ajuste estructural” camine tal como fue programado y le recomendaron al gobierno la adopción de medidas de emergencia, para favorecer a los productores.
Una familia promedio necesita por arriba de los 2 mil colones mensuales, para solventar los gastos, situación que cada vez se va agravando al dispararse paulatinamente el dólar, y definitivamente, los costos.
Mientras, el “Crematorio de Soyapango” luce cada día aglomerado. La situación es tan difícil que muchos jornaleros, como Julio César, el desplazado de la guerra, se abocan a los basureros para sobrevivir.
“Aquí cada vez es más grande la competencia, muchas personas llegar para lograr pasarla. Yo regularmente trabajo como peón en la construcción, pero como no hay tengo que basurear”, admite. (FIN)
sábado, abril 28, 2012
La izquierda vergonzante y la pulverización del cambio
Por Guillermo Mejía
La elección del Fiscal General de la República y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia –con el golpe bajo al presidente del máximo tribunal, Belarmino Jaime- por parte de la mayoría de diputados de la Asamblea Legislativa representa una negación rotunda del anhelado “cambio político” que ofreció la cada vez más descolorida izquierda gobernante.
Con actuaciones del Ejecutivo que dejan mucho que desear y el silencio cómplice del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), pues, no hay mayor cosa que esperar en el cumplimiento del programa de gobierno que sedujo a miles de connacionales que confiaron en la promesa tras veinte años de estafa del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
El caso de esta elección a la carrera, a tropezones, muestra una vez más la imposición de intereses particulares sobre los intereses nacionales propiciada por una alianza utilitarista de la izquierda gobernante con los partidos Gana y Concertación Nacional (CN), con lo que los vendedores de la promesa del cambio han sacado su rostro vergonzante.
Resultó de película ver al Frente votando por el ahora fiscal electo, Astor Escalante, que el ex presidente Elías Antonio Saca paseó en cargos públicos y que fue objeto de críticas de la izquierda por su inoperancia en diferentes instancias –entre ellas Seguridad y la misma Fiscalía General. En esta ocasión, el Frente lo consideró idóneo para el cargo. Ni más, ni menos.
Sin embargo, a leguas se percibió el negocio fraguado por las cúpulas de esos partidos que dentro de la Asamblea Legislativa montaron un espectáculo de mal gusto, con una camándula de entrevistas a los 47 postulantes a fin de justificar una decisión tomada con antelación que había sido denunciada por ser producto de chanchullos, que antes la izquierda rechazaba a los cuatro vientos.
La metamorfosis del Frente es patética, además de que resulta un insulto a la inteligencia el que pretendan justificar la validez de su proceder en que la derecha representada en el partido Arena hizo lo mismo con anterioridad o que la futura gobernabilidad dependía de esta elección apresurada. Pobreza de argumentos sacados de los pelos.
Para muchos críticos de estas decisiones, es grave que se siga apostando a la impunidad en el caso de la Fiscalía General, ya que es conocido el rosario de actos fraudulentos en gobiernos anteriores, además de la necesidad de estar alertas en el presente gobierno. Qué se puede esperar de Astor Escalante que llega bajo la bandera de Gana, el partido de Elías Antonio Saca.
Por otro lado, está la venganza de los políticos en contra del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Belarmino Jaime, que junto a los otros magistrados de la Sala de lo Constitucional tuvieron los cojones de sentar bases de la ciudadanización de la política con resoluciones que han afectado en alguna medida a los secuestradores de la administración pública.
Un reciente editorial de la radio YSUCA señaló con mucha propiedad que: “En estos nombramientos hay dos preocupaciones, ambas deleznables. La primera, como bien definió el Presidente de la República, es una preocupación aritmética que está por encima de la ética. La próxima Asamblea tiene una mayoría legislativa de más difícil negociación para el partido en el Gobierno. Y por esa razón, lo que en otras ocasiones –cuando era Arena la que ponía la aritmética por encima de la ética- se veía como una aberración de la democracia, ahora se ve como un acto normal”.
“La Segunda es que a un buen número de diputados no les ha gustado el estilo libre y jurídicamente moderno de los magistrados de la Sala de lo Constitucional. Tuvieron miedo de cambiar a todos los magistrados de la Sala, pero han tomado venganza contra el actual Presidente de la Corte y de la Sala. La decisión de no reelegir a Belarmino Jaime es una vergüenza y habla muy mal de los diputados. Pero trasladarlo de la Sala de lo Constitucional, que es clave para la democracia, a otra de diferente influencia en la vida política es, según destacados juristas, anticonstitucional y, por tanto, gravemente ilegal”, agregó el editorial de la emisora jesuita.
Las actuaciones públicas de la izquierda gobernante en sus negocios con los partidos Gana y CN conllevan la negación rotunda de sus promesas de un cambio para la sociedad salvadoreña; es decir, una forma digna, justa y solidaria de hacer política frente a la nefasta herencia que ha representado para los ciudadanos pobreza, ignorancia y represión de su descontento.
La cúpula del Fmln debería hacer una profunda reflexión del descalabro a que están llevando al partido y a la esperanza de la gente que confió en sus propuestas bajo la figura de Mauricio Funes, que en 2009 logró reunir a diversas fuerzas ansiosas por la democratización de la sociedad salvadoreña y se rompió con los veinte años de Arena.
El Frente tiene el desafío y la obligación de recrear las condiciones en las elecciones del 2014. ¿Será que lo están tomando en serio o ya no aguantan?, ¿será que resulta más cómodo ver a los toros desde las gradas?, ¿será que es mejor acumular riqueza con los negocios gracias a la solidaridad internacional? Como es lógico, los venezolanos también se están dando cuenta.
La esperanza del cambio, como fue el eslogan de la izquierda gobernante, causó fuerte impresión en la derecha arenera que asumió su derrota por la infinidad de errores que cometieron en sus veinte años de gestión continua, pero también ha quedado estupefacta porque esperaban mayores desafíos del primer gobierno de izquierda en la historia del país.
Resulta, pues, una oportunidad pulverizada. Por eso deberían pedir perdón al pueblo salvadoreño y a los mártires de la lucha revolucionaria que significó en la guerra al menos 80 mil muertos, unos 8 mil desaparecidos y miles de desplazados y exiliados. Se han equivocado, tienen que corregir el camino, es más la militancia debería exigir una depuración de la cúpula del partido.
¿Y el aumento frustrado de los salarios a 20 diputados?, ¿y el perdón del Frente? Mejor que nos cuenten una de vaqueritos.
Por Guillermo Mejía
La elección del Fiscal General de la República y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia –con el golpe bajo al presidente del máximo tribunal, Belarmino Jaime- por parte de la mayoría de diputados de la Asamblea Legislativa representa una negación rotunda del anhelado “cambio político” que ofreció la cada vez más descolorida izquierda gobernante.
Con actuaciones del Ejecutivo que dejan mucho que desear y el silencio cómplice del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), pues, no hay mayor cosa que esperar en el cumplimiento del programa de gobierno que sedujo a miles de connacionales que confiaron en la promesa tras veinte años de estafa del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
El caso de esta elección a la carrera, a tropezones, muestra una vez más la imposición de intereses particulares sobre los intereses nacionales propiciada por una alianza utilitarista de la izquierda gobernante con los partidos Gana y Concertación Nacional (CN), con lo que los vendedores de la promesa del cambio han sacado su rostro vergonzante.
Resultó de película ver al Frente votando por el ahora fiscal electo, Astor Escalante, que el ex presidente Elías Antonio Saca paseó en cargos públicos y que fue objeto de críticas de la izquierda por su inoperancia en diferentes instancias –entre ellas Seguridad y la misma Fiscalía General. En esta ocasión, el Frente lo consideró idóneo para el cargo. Ni más, ni menos.
Sin embargo, a leguas se percibió el negocio fraguado por las cúpulas de esos partidos que dentro de la Asamblea Legislativa montaron un espectáculo de mal gusto, con una camándula de entrevistas a los 47 postulantes a fin de justificar una decisión tomada con antelación que había sido denunciada por ser producto de chanchullos, que antes la izquierda rechazaba a los cuatro vientos.
La metamorfosis del Frente es patética, además de que resulta un insulto a la inteligencia el que pretendan justificar la validez de su proceder en que la derecha representada en el partido Arena hizo lo mismo con anterioridad o que la futura gobernabilidad dependía de esta elección apresurada. Pobreza de argumentos sacados de los pelos.
Para muchos críticos de estas decisiones, es grave que se siga apostando a la impunidad en el caso de la Fiscalía General, ya que es conocido el rosario de actos fraudulentos en gobiernos anteriores, además de la necesidad de estar alertas en el presente gobierno. Qué se puede esperar de Astor Escalante que llega bajo la bandera de Gana, el partido de Elías Antonio Saca.
Por otro lado, está la venganza de los políticos en contra del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Belarmino Jaime, que junto a los otros magistrados de la Sala de lo Constitucional tuvieron los cojones de sentar bases de la ciudadanización de la política con resoluciones que han afectado en alguna medida a los secuestradores de la administración pública.
Un reciente editorial de la radio YSUCA señaló con mucha propiedad que: “En estos nombramientos hay dos preocupaciones, ambas deleznables. La primera, como bien definió el Presidente de la República, es una preocupación aritmética que está por encima de la ética. La próxima Asamblea tiene una mayoría legislativa de más difícil negociación para el partido en el Gobierno. Y por esa razón, lo que en otras ocasiones –cuando era Arena la que ponía la aritmética por encima de la ética- se veía como una aberración de la democracia, ahora se ve como un acto normal”.
“La Segunda es que a un buen número de diputados no les ha gustado el estilo libre y jurídicamente moderno de los magistrados de la Sala de lo Constitucional. Tuvieron miedo de cambiar a todos los magistrados de la Sala, pero han tomado venganza contra el actual Presidente de la Corte y de la Sala. La decisión de no reelegir a Belarmino Jaime es una vergüenza y habla muy mal de los diputados. Pero trasladarlo de la Sala de lo Constitucional, que es clave para la democracia, a otra de diferente influencia en la vida política es, según destacados juristas, anticonstitucional y, por tanto, gravemente ilegal”, agregó el editorial de la emisora jesuita.
Las actuaciones públicas de la izquierda gobernante en sus negocios con los partidos Gana y CN conllevan la negación rotunda de sus promesas de un cambio para la sociedad salvadoreña; es decir, una forma digna, justa y solidaria de hacer política frente a la nefasta herencia que ha representado para los ciudadanos pobreza, ignorancia y represión de su descontento.
La cúpula del Fmln debería hacer una profunda reflexión del descalabro a que están llevando al partido y a la esperanza de la gente que confió en sus propuestas bajo la figura de Mauricio Funes, que en 2009 logró reunir a diversas fuerzas ansiosas por la democratización de la sociedad salvadoreña y se rompió con los veinte años de Arena.
El Frente tiene el desafío y la obligación de recrear las condiciones en las elecciones del 2014. ¿Será que lo están tomando en serio o ya no aguantan?, ¿será que resulta más cómodo ver a los toros desde las gradas?, ¿será que es mejor acumular riqueza con los negocios gracias a la solidaridad internacional? Como es lógico, los venezolanos también se están dando cuenta.
La esperanza del cambio, como fue el eslogan de la izquierda gobernante, causó fuerte impresión en la derecha arenera que asumió su derrota por la infinidad de errores que cometieron en sus veinte años de gestión continua, pero también ha quedado estupefacta porque esperaban mayores desafíos del primer gobierno de izquierda en la historia del país.
Resulta, pues, una oportunidad pulverizada. Por eso deberían pedir perdón al pueblo salvadoreño y a los mártires de la lucha revolucionaria que significó en la guerra al menos 80 mil muertos, unos 8 mil desaparecidos y miles de desplazados y exiliados. Se han equivocado, tienen que corregir el camino, es más la militancia debería exigir una depuración de la cúpula del partido.
¿Y el aumento frustrado de los salarios a 20 diputados?, ¿y el perdón del Frente? Mejor que nos cuenten una de vaqueritos.
lunes, abril 16, 2012
A propósito del factor Tony Saca
Por Guillermo Mejía
El diplomático salvadoreño Ernesto Rivas, ex embajador en Washington, en sus funciones como bloguero desde tiempo atrás viene cuestionando el quehacer de los políticos y en su última ruta ha lanzado sus denuncias en contra del ex presidente Elías Antonio Saca bajo el pretexto de que maniobra con su partido Gana, para lograr un segundo mandato presidencial en el 2014.
Las advertencias de Neto Rivas, como lo conocen, las basa en diferentes fuentes de consulta internas y externas que le aseguran que el proceder de Saca está salpicado por actos indebidos durante su gobierno y en la actualidad, al grado que pretende manipular las diferentes instancias estatales como la Fiscalía General, la Corte de Cuentas y la Corte Suprema de Justicia.
Para conocer las denuncias de Ernesto Rivas y promover la reflexión en torno a tan candente tema que no tiene espacios en el sistema mediático tradicional –las denuncias provocaron la expulsión de Rivas como columnista de La Prensa Gráfica recientemente- desde este espacio de información y opinión considero importante que conozcan el texto de Rivas aparecido el pasado 12 de abril.
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No podemos permitir que eso ocurra II
Por Ernesto Rivas
Estoy consciente de que el tema del que trata este artículo es no solo delicado sino peligroso y que mi seguridad personal se vería amenazada a raíz de su publicación. Los tres hechos que el artículo revela están plenamente comprobados los primeros dos y el tercero es una cita textual de fuente experta fidedigna.
¿Por qué, entonces, si temo por mi seguridad personal, publico el artículo? Simplemente porque quiero a mi país y temo que si los perversos planes de los arquitectos del maquiavélico proyecto llegan a materializarse, los avances que hemos logrado hacia un país democrático se derrumbarían para darle paso a un gobierno dictatorial y corrupto como el que vivimos durante el quinquenio anterior.
Debo dejar claro también, que de sucederme algo responsabilizo a aquellos que están trabajando para lograr el regreso a ese siniestro estatus quo y sobre ellos debe caer el peso de la ley, si es que en este país hay ley.
En un pacto oscuro y de interés común, entre el FMLN y GANA, los dos partidos han alcanzado un acuerdo, por el cual, el diputado Sigifrido Reyes conservaría la presidencia del Órgano Legislativo, mientras que el diputado Guillermo Gallegos, del partido GANA, sería el nuevo Fiscal General de la republica.
A última hora se ha sabido que Gallegos no será elegido fiscal, pero que, en todo caso, quien resulte electo responderá al ex presidente Saca. Sin embargo, Gallegos dijo ayer en la radio la Chévere del grupo Samix de Saca, que él sí está interesado en ser electo fiscal general, pero a EDH le dijo lo contrario. Ese es Gallegos.
Todo esto puede ocurrir en la plenaria de este día.
Según el Dr. Belarmino Jaime, presidente de la Corte Suprema de Justicia, el Fiscal General es el funcionario más poderoso del país, más poderoso que el mismo presidente.
Imaginémonos a Guillermo Gallegos como Fiscal General de la Republica; por confesión propia, el mismo Gallegos, ha dicho que se debe en cuerpo y alma, al ex-presidente Saca. Esto implicaría entonces, que cualquier causa criminal en contra del ex presidente, pasaría por las manos de Gallegos, y por lo tanto allí muere. Lo mismo ocurriría con cualquier otro fiscal dependiente de Saca.
A lo anterior, hay que sumar el hecho de que Saca, también tiene como magistrado, de la Corte de Cuentas, a su socio, José Andrés Rovira, quién actualmente es el presidente del partido GANA.
Y un descuido bastaría también, para que en otra de sus maniobras, Saca logre, que otro de los suyos, se convierta en el nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Además, en una maniobra harto peligrosa, ambos partidos, aliados a CN y PES, quieren cambiar de Sala a los Cuatro Magníficos Magistrados, a quienes el país debe el paso significativo que se ha dado en la democracia electoral, entre otras resoluciones trascendentales.
La ironía de todo esto, es el cinismo y la impunidad, con que Saca está moviendo sus piezas vitales, y colocándolas en cargos igualmente vitales, para lograr un blindaje, y protegerse así, de cargos criminales que pudieran estarse gestando en su contra, mientras va pavimentando su candidatura presidencial para el 2014.
Es lamentable también, que el FMLN, según fuentes confiables, se haya convertido en cómplice de esa pestilente maniobra, donde dicho pacto solo se explica, por la influencia que Saca ejerce actualmente sobre Casa Presidencial. Influencia que a estas alturas, y en un panorama mucho peor, de seguro ya trastocó hasta a la misma cúpula ortodoxa, facilitándole así a Saca, alcanzar su perverso objetivo.
¿Y por qué me refiero al hecho de la influencia que Saca ejerce sobre Casa Presidencial? Según contactos de inteligencia, al que su servidor ha tenido acceso, "La administración actual estadounidense, ya le ha expresado su preocupación al Presidente Funes, por la injerencia que el ex-presidente Saca, pueda estar teniendo en su gobierno". La preocupación, proviene de las "informaciones, que Los Estados Unidos ahora tienen, acerca de la corrupción" de Saca.
Y es que la embajada de Estados Unidos viene preocupada por las evidentes muestras de corrupción del ex presidente desde hace mucho tiempo. Recordamos sobre el caso el artículo de El Faro, La Embajada de Estados Unidos Dudaba de la Probidad del Ex Presidente Saca, publicado el 19 de septiembre de 2011, en el que cita varios cables divulgados por Wikileaks en los que el entonces encargado de negocios, Robert Blau cuestiona seriamente la probidad de Saca.
Una lectura de ese artículo explicaría, hasta cierto punto, la preocupación de la embajada al ver el evidente acercamiento entre el ex presidente y el Presidente Funes.
Recordemos un poco la metamorfosis de expulsión de Saca de ARENA.
El viernes 7 de diciembre de 2009, EDH publicó un revelador artículo titulado La Presidencia Gastó $219 Mlls. Más Que Presupuesto Aprobado . El artículo entraba en minucioso detalle sobre cómo, de 2004 a 2008, Casa Presidencial gastó $219 millones más en bienes y servicios que lo que le había aprobado la Asamblea, por medio de un procedimiento de ley que permitía que los fondos sobrantes de los presupuestos de los ministerios y otras dependencias estatales pasen a la partida de la Presidencia, de acuerdo con análisis de los presupuestos de los últimos cinco años. (Desde entonces esa disposición ha sido declarada inconstitucional por la Sala de lo Constitucional de la CSJ que preside el Dr. Belarmino Jaime).
El artículo, documentado con gráficas y minucioso detalle, demostraba, fuera de cualquier duda, que durante la administración Saca hubo corrupción desbordada.
El lunes 7 de diciembre yo publiqué en el blog una nota que titulé Arena Pedirá Que Se Investigue A Saca, la que comenzaba diciendo:
En una reunión confidencial de urgencia que el presidente del COENA Cristiani, dirigentes areneros y asesores celebraron al medio día el viernes para tratar sobre las revelaciones hechas ese día por EDH, decidieron que Antonio Saca debe ser investigado y que de comprobar que lo que informó el periódico es cierto, sería expulsado del partido.
El 14 de diciembre, el COENA dispuso expulsar a Antonio Saca del partido. Entre las razones que condujeron a la expulsión del ex presidente del partido y del país el COENA dijo que (Saca) no es un digno representante ni correligionario del partido, pues se gastó un excedente de 219 millones de dólares durante su gestión en una campaña mediática a su favor, mientras la PNC carecía de recursos logísticos para combatir la delincuencia y en los hospitales faltaban medicinas.
Además el COENA argumentó que Saca había sido el “promotor de la separación de los doce diputados que posteriormente conformaron el movimiento Gana, asimismo porque durante las primarias incidió para la candidatura de Rodrigo Ávila en detrimento de Ana Vilma de Escobar y Luis Mario Rodríguez”.
Y ahora, el mismo Antonio Saca quiere volver a ser presidente.
Para finalizar y según declaración vertida para mi blog, el analista estadounidense, con especialidad en temas de seguridad y delincuencia transnacional en América Latina, con dos décadas de experiencia en El Salvador, Douglas Farah:
"Hay bastantes investigaciones bien documentadas, a nivel regional, en Los Estados Unidos y El Salvador, acerca de los lazos del ex presidente Saca, vinculándolo al crimen organizado transnacional".
Por Guillermo Mejía
El diplomático salvadoreño Ernesto Rivas, ex embajador en Washington, en sus funciones como bloguero desde tiempo atrás viene cuestionando el quehacer de los políticos y en su última ruta ha lanzado sus denuncias en contra del ex presidente Elías Antonio Saca bajo el pretexto de que maniobra con su partido Gana, para lograr un segundo mandato presidencial en el 2014.
Las advertencias de Neto Rivas, como lo conocen, las basa en diferentes fuentes de consulta internas y externas que le aseguran que el proceder de Saca está salpicado por actos indebidos durante su gobierno y en la actualidad, al grado que pretende manipular las diferentes instancias estatales como la Fiscalía General, la Corte de Cuentas y la Corte Suprema de Justicia.
Para conocer las denuncias de Ernesto Rivas y promover la reflexión en torno a tan candente tema que no tiene espacios en el sistema mediático tradicional –las denuncias provocaron la expulsión de Rivas como columnista de La Prensa Gráfica recientemente- desde este espacio de información y opinión considero importante que conozcan el texto de Rivas aparecido el pasado 12 de abril.
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No podemos permitir que eso ocurra II
Por Ernesto Rivas
Estoy consciente de que el tema del que trata este artículo es no solo delicado sino peligroso y que mi seguridad personal se vería amenazada a raíz de su publicación. Los tres hechos que el artículo revela están plenamente comprobados los primeros dos y el tercero es una cita textual de fuente experta fidedigna.
¿Por qué, entonces, si temo por mi seguridad personal, publico el artículo? Simplemente porque quiero a mi país y temo que si los perversos planes de los arquitectos del maquiavélico proyecto llegan a materializarse, los avances que hemos logrado hacia un país democrático se derrumbarían para darle paso a un gobierno dictatorial y corrupto como el que vivimos durante el quinquenio anterior.
Debo dejar claro también, que de sucederme algo responsabilizo a aquellos que están trabajando para lograr el regreso a ese siniestro estatus quo y sobre ellos debe caer el peso de la ley, si es que en este país hay ley.
En un pacto oscuro y de interés común, entre el FMLN y GANA, los dos partidos han alcanzado un acuerdo, por el cual, el diputado Sigifrido Reyes conservaría la presidencia del Órgano Legislativo, mientras que el diputado Guillermo Gallegos, del partido GANA, sería el nuevo Fiscal General de la republica.
A última hora se ha sabido que Gallegos no será elegido fiscal, pero que, en todo caso, quien resulte electo responderá al ex presidente Saca. Sin embargo, Gallegos dijo ayer en la radio la Chévere del grupo Samix de Saca, que él sí está interesado en ser electo fiscal general, pero a EDH le dijo lo contrario. Ese es Gallegos.
Todo esto puede ocurrir en la plenaria de este día.
Según el Dr. Belarmino Jaime, presidente de la Corte Suprema de Justicia, el Fiscal General es el funcionario más poderoso del país, más poderoso que el mismo presidente.
Imaginémonos a Guillermo Gallegos como Fiscal General de la Republica; por confesión propia, el mismo Gallegos, ha dicho que se debe en cuerpo y alma, al ex-presidente Saca. Esto implicaría entonces, que cualquier causa criminal en contra del ex presidente, pasaría por las manos de Gallegos, y por lo tanto allí muere. Lo mismo ocurriría con cualquier otro fiscal dependiente de Saca.
A lo anterior, hay que sumar el hecho de que Saca, también tiene como magistrado, de la Corte de Cuentas, a su socio, José Andrés Rovira, quién actualmente es el presidente del partido GANA.
Y un descuido bastaría también, para que en otra de sus maniobras, Saca logre, que otro de los suyos, se convierta en el nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Además, en una maniobra harto peligrosa, ambos partidos, aliados a CN y PES, quieren cambiar de Sala a los Cuatro Magníficos Magistrados, a quienes el país debe el paso significativo que se ha dado en la democracia electoral, entre otras resoluciones trascendentales.
La ironía de todo esto, es el cinismo y la impunidad, con que Saca está moviendo sus piezas vitales, y colocándolas en cargos igualmente vitales, para lograr un blindaje, y protegerse así, de cargos criminales que pudieran estarse gestando en su contra, mientras va pavimentando su candidatura presidencial para el 2014.
Es lamentable también, que el FMLN, según fuentes confiables, se haya convertido en cómplice de esa pestilente maniobra, donde dicho pacto solo se explica, por la influencia que Saca ejerce actualmente sobre Casa Presidencial. Influencia que a estas alturas, y en un panorama mucho peor, de seguro ya trastocó hasta a la misma cúpula ortodoxa, facilitándole así a Saca, alcanzar su perverso objetivo.
¿Y por qué me refiero al hecho de la influencia que Saca ejerce sobre Casa Presidencial? Según contactos de inteligencia, al que su servidor ha tenido acceso, "La administración actual estadounidense, ya le ha expresado su preocupación al Presidente Funes, por la injerencia que el ex-presidente Saca, pueda estar teniendo en su gobierno". La preocupación, proviene de las "informaciones, que Los Estados Unidos ahora tienen, acerca de la corrupción" de Saca.
Y es que la embajada de Estados Unidos viene preocupada por las evidentes muestras de corrupción del ex presidente desde hace mucho tiempo. Recordamos sobre el caso el artículo de El Faro, La Embajada de Estados Unidos Dudaba de la Probidad del Ex Presidente Saca, publicado el 19 de septiembre de 2011, en el que cita varios cables divulgados por Wikileaks en los que el entonces encargado de negocios, Robert Blau cuestiona seriamente la probidad de Saca.
Una lectura de ese artículo explicaría, hasta cierto punto, la preocupación de la embajada al ver el evidente acercamiento entre el ex presidente y el Presidente Funes.
Recordemos un poco la metamorfosis de expulsión de Saca de ARENA.
El viernes 7 de diciembre de 2009, EDH publicó un revelador artículo titulado La Presidencia Gastó $219 Mlls. Más Que Presupuesto Aprobado . El artículo entraba en minucioso detalle sobre cómo, de 2004 a 2008, Casa Presidencial gastó $219 millones más en bienes y servicios que lo que le había aprobado la Asamblea, por medio de un procedimiento de ley que permitía que los fondos sobrantes de los presupuestos de los ministerios y otras dependencias estatales pasen a la partida de la Presidencia, de acuerdo con análisis de los presupuestos de los últimos cinco años. (Desde entonces esa disposición ha sido declarada inconstitucional por la Sala de lo Constitucional de la CSJ que preside el Dr. Belarmino Jaime).
El artículo, documentado con gráficas y minucioso detalle, demostraba, fuera de cualquier duda, que durante la administración Saca hubo corrupción desbordada.
El lunes 7 de diciembre yo publiqué en el blog una nota que titulé Arena Pedirá Que Se Investigue A Saca, la que comenzaba diciendo:
En una reunión confidencial de urgencia que el presidente del COENA Cristiani, dirigentes areneros y asesores celebraron al medio día el viernes para tratar sobre las revelaciones hechas ese día por EDH, decidieron que Antonio Saca debe ser investigado y que de comprobar que lo que informó el periódico es cierto, sería expulsado del partido.
El 14 de diciembre, el COENA dispuso expulsar a Antonio Saca del partido. Entre las razones que condujeron a la expulsión del ex presidente del partido y del país el COENA dijo que (Saca) no es un digno representante ni correligionario del partido, pues se gastó un excedente de 219 millones de dólares durante su gestión en una campaña mediática a su favor, mientras la PNC carecía de recursos logísticos para combatir la delincuencia y en los hospitales faltaban medicinas.
Además el COENA argumentó que Saca había sido el “promotor de la separación de los doce diputados que posteriormente conformaron el movimiento Gana, asimismo porque durante las primarias incidió para la candidatura de Rodrigo Ávila en detrimento de Ana Vilma de Escobar y Luis Mario Rodríguez”.
Y ahora, el mismo Antonio Saca quiere volver a ser presidente.
Para finalizar y según declaración vertida para mi blog, el analista estadounidense, con especialidad en temas de seguridad y delincuencia transnacional en América Latina, con dos décadas de experiencia en El Salvador, Douglas Farah:
"Hay bastantes investigaciones bien documentadas, a nivel regional, en Los Estados Unidos y El Salvador, acerca de los lazos del ex presidente Saca, vinculándolo al crimen organizado transnacional".
lunes, abril 09, 2012
El primer viaje de Rubén Darío a El Salvador
Por Guillermo Mejía
El poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) cuenta en su Autobiografía (DGP; 1962) su vida y peripecias desde su niñez, su pasión por las letras, los encuentros bohemios, sus amores, su legado literario, su labor diplomática. Su amistad con el escritor salvadoreño Francisco Gavidia cuyo encuentro significa “no sólo tener a un guía, sino a un inspirador”.
El “padre del Modernismo”, como se le conoce, es pieza importante junto a Gavidia de la historia literaria de El Salvador y de Hispanoamérica, refiere la nota de presentación de la edición de la Dirección General de Publicaciones del Ministerio de Educación en la colección Biblioteca Popular dirigida por el escritor Trigueros de León.
Para el gusto y conocimiento de mis estimados lectores les presento a continuación el relato del primer viaje de Rubén Darío a tierras cuscatlecas cuando era un mozuelo flaco y peludo, inquieto, admirado por sus versos:
XII
Gobernaba este país entonces el doctor Rafael Zaldívar, hombre culto, hábil, tiránico para unos, bienhechor para otros, y a quien, habiendo sido mi benefactor y no siendo yo juez de historia, en este mundo, no debo sino alabanzas y agradecimientos. Llegar yo al puerto de La Libertad y poner un telegrama a su excelencia todo fue uno. Inmediatamente recibí una contestación halagadora del presidente, que se encontraba en una hacienda, en el cual telegrama era muy gentil conmigo y me anunciaba una audiencia en la capital. Llegué a la capital. Al cochero que me preguntó a qué hotal iba, le contesté sencillamente: “Al mejor.” El mejor, de cuyo nombre no puedo acordarme aunque quiero, lo tenía un barítono italiano, de apellido Petrilli, y era famoso por sus macarroni y moscato espumante y las bellas artistas que llegaban a cantar ópera y a recoger el pañuelo de un galante, generoso, infatigable sultán presidencial. A los pocos días recibí aviso de que el presidente me esperaba en la casa de gobierno. Mozo flaco y de larga cabellera, pretérita indumentaria y exhaustos bolsillos, me presenté ante el gobernante. Pasé entre los guardias y me encontré tímido y apocado delante del jefe de la República, que recibía de espaldas a la luz, para poder examinar bien a sus visitantes. Mi temor era grande y no encontraba palabras que decir. El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué era lo que yo deseaba, contesté, ¡oh, inefable Jerome Paturot!, con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: “-Quiero tener una buena posición social.” ¿Qué entendería yo por tener una posición social? Lo sospecho. El doctor Zaldívar, siempre sonriendo, me contestó bondadosamente: “-Eso depende de usted…” Me despedí. Cuando llegué al hotel, al poco rato, me dijeron que el director de policía deseaba verme. Noté en él y en el dueño del hotel un desusado cariño. Se me entregaron quinientos pesos plata, obsequio del presidente. ¡Quinientos pesos plata! Macarroni, moscato espumante, artistas bellas… Era aquello, en la imaginación del ardiente muchacho flaco y de cabellos largos, ensoñador y lleno de deseos, un buen comienzo para tener una buena posición social…
Al día siguiente, por la mañana, estaba yo rodeado de improbables poetas adolescentes, escritores en ciernes y aficionados a las musas. Ejercía de nabab. Los invité a almorzar. Macarroni, moscato espumante. El esplendor continuó hasta la tarde, y llegó la noche.
¿Qué pícaro Belcebú hizo en las altas horas que me levantase y fuese a tocar la puerta de la bella diva que recibía altos favores y que habitaba en el mismo hotel que yo? Nocturno efecto sensacional, desvarío y locura. Al día siguiente, estaba yo mohino y lleno de remordimientos. La cara del hostelero me indicaba cosas graves, y aunque yo hablara de mi amistad presidencial, es el caso que mis méritos estaban en baja. A los pocos días, los quinientos pesos se habían esfumado y recibí la visita del mismo director de policía que me los había traído. Dije yo: “-Viene con otros quinientos pesos”. “-Joven –con un aire serio y conminatorio-, aliste sus maletas y, de orden del señor presidente, sígame”. Le seguí como un corderito.
Me llevó a un colegio que dirigía cierto célebre escritor, el doctor Reyes. Oí que el terrible funcionario decía al director: “-Que no deje salir a este joven, que lo emplee en el colegio y que sea severo con él.” Dije para mí: “-Estoy perdido”. Pero el director era un hombre suave, insinuante, con habilidad indígena, culto y malicioso, y comprendió qué clase de soñador le llevaban. “Amiguito –me dijo-, no encontrará en mí severidad, sino amistad; pórtese bien; dará usted una clase de gramática. Eso sí, no saldrá usted a la calle, porque es orden estricta del señor presidente”. En efecto, comencé a hacer mi vida escolar, no sin causar desde luego en el establecimiento inusitadas revoluciones. Por ejemplo, me hice magnetizador entre los muchachos. Hacía misteriosos pases y decía palabras sibilinas, y lo peor del caso es que un día uno de los chicos se me durmió de veras y no lo podía despertar, hasta que a alguien se le ocurrió echarle un vaso de agua fría en la cabeza. El director me llamó y me dijo palabras reprensivas. No insistí, pero enseñé a recitar versos a todos los alumnos y era consultado para declaraciones y cartas de amor. En tal prisión estuve largos meses, hasta que un día, también por orden presidencial, fui sacado para algo que señaló en mi vida una fecha inolvidable: el estreno de mi primer frac y primera comunicación con el público.
El presidente había resuelto que fuese yo –la verdad es que ello era honroso y satisfactorio para mis pocos años- el que abriese oficialmente la velada que dio en celebración del Centenario de Bolívar. Escribí una oda, que, según lo que vagamente recuerdo, era bella, clásica, correcta, muy distinta, naturalmente, a toda mi producción en tiempos posteriores.
Aquí se produce en mi memoria una bruma que me impide todo recuerdo. Sólo sé que perdí el apoyo gubernamental. Que anduve a la diabla con mis amigos bohemios y que me enamoré ligera y líricamente de una muchacha que se llamaba Refugio, a la cual escribí, en cierta ocasión, esta inefable cuarteta, que tuvo desde luego alguna romántica recompensa:
Las que se llaman Fidelias
deben tener mucha fe;
tú, que te llamas Refugio,
Refugio, refúgiame.
Era una chica de catorce años, tímida y sonriente, gordita y sonrosada como una fruta. El caso fue simplemente poético y sin trascendencias. Poco tiempo después volví a mi tierra.
Por Guillermo Mejía
El poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) cuenta en su Autobiografía (DGP; 1962) su vida y peripecias desde su niñez, su pasión por las letras, los encuentros bohemios, sus amores, su legado literario, su labor diplomática. Su amistad con el escritor salvadoreño Francisco Gavidia cuyo encuentro significa “no sólo tener a un guía, sino a un inspirador”.
El “padre del Modernismo”, como se le conoce, es pieza importante junto a Gavidia de la historia literaria de El Salvador y de Hispanoamérica, refiere la nota de presentación de la edición de la Dirección General de Publicaciones del Ministerio de Educación en la colección Biblioteca Popular dirigida por el escritor Trigueros de León.
Para el gusto y conocimiento de mis estimados lectores les presento a continuación el relato del primer viaje de Rubén Darío a tierras cuscatlecas cuando era un mozuelo flaco y peludo, inquieto, admirado por sus versos:
XII
Gobernaba este país entonces el doctor Rafael Zaldívar, hombre culto, hábil, tiránico para unos, bienhechor para otros, y a quien, habiendo sido mi benefactor y no siendo yo juez de historia, en este mundo, no debo sino alabanzas y agradecimientos. Llegar yo al puerto de La Libertad y poner un telegrama a su excelencia todo fue uno. Inmediatamente recibí una contestación halagadora del presidente, que se encontraba en una hacienda, en el cual telegrama era muy gentil conmigo y me anunciaba una audiencia en la capital. Llegué a la capital. Al cochero que me preguntó a qué hotal iba, le contesté sencillamente: “Al mejor.” El mejor, de cuyo nombre no puedo acordarme aunque quiero, lo tenía un barítono italiano, de apellido Petrilli, y era famoso por sus macarroni y moscato espumante y las bellas artistas que llegaban a cantar ópera y a recoger el pañuelo de un galante, generoso, infatigable sultán presidencial. A los pocos días recibí aviso de que el presidente me esperaba en la casa de gobierno. Mozo flaco y de larga cabellera, pretérita indumentaria y exhaustos bolsillos, me presenté ante el gobernante. Pasé entre los guardias y me encontré tímido y apocado delante del jefe de la República, que recibía de espaldas a la luz, para poder examinar bien a sus visitantes. Mi temor era grande y no encontraba palabras que decir. El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué era lo que yo deseaba, contesté, ¡oh, inefable Jerome Paturot!, con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: “-Quiero tener una buena posición social.” ¿Qué entendería yo por tener una posición social? Lo sospecho. El doctor Zaldívar, siempre sonriendo, me contestó bondadosamente: “-Eso depende de usted…” Me despedí. Cuando llegué al hotel, al poco rato, me dijeron que el director de policía deseaba verme. Noté en él y en el dueño del hotel un desusado cariño. Se me entregaron quinientos pesos plata, obsequio del presidente. ¡Quinientos pesos plata! Macarroni, moscato espumante, artistas bellas… Era aquello, en la imaginación del ardiente muchacho flaco y de cabellos largos, ensoñador y lleno de deseos, un buen comienzo para tener una buena posición social…
Al día siguiente, por la mañana, estaba yo rodeado de improbables poetas adolescentes, escritores en ciernes y aficionados a las musas. Ejercía de nabab. Los invité a almorzar. Macarroni, moscato espumante. El esplendor continuó hasta la tarde, y llegó la noche.
¿Qué pícaro Belcebú hizo en las altas horas que me levantase y fuese a tocar la puerta de la bella diva que recibía altos favores y que habitaba en el mismo hotel que yo? Nocturno efecto sensacional, desvarío y locura. Al día siguiente, estaba yo mohino y lleno de remordimientos. La cara del hostelero me indicaba cosas graves, y aunque yo hablara de mi amistad presidencial, es el caso que mis méritos estaban en baja. A los pocos días, los quinientos pesos se habían esfumado y recibí la visita del mismo director de policía que me los había traído. Dije yo: “-Viene con otros quinientos pesos”. “-Joven –con un aire serio y conminatorio-, aliste sus maletas y, de orden del señor presidente, sígame”. Le seguí como un corderito.
Me llevó a un colegio que dirigía cierto célebre escritor, el doctor Reyes. Oí que el terrible funcionario decía al director: “-Que no deje salir a este joven, que lo emplee en el colegio y que sea severo con él.” Dije para mí: “-Estoy perdido”. Pero el director era un hombre suave, insinuante, con habilidad indígena, culto y malicioso, y comprendió qué clase de soñador le llevaban. “Amiguito –me dijo-, no encontrará en mí severidad, sino amistad; pórtese bien; dará usted una clase de gramática. Eso sí, no saldrá usted a la calle, porque es orden estricta del señor presidente”. En efecto, comencé a hacer mi vida escolar, no sin causar desde luego en el establecimiento inusitadas revoluciones. Por ejemplo, me hice magnetizador entre los muchachos. Hacía misteriosos pases y decía palabras sibilinas, y lo peor del caso es que un día uno de los chicos se me durmió de veras y no lo podía despertar, hasta que a alguien se le ocurrió echarle un vaso de agua fría en la cabeza. El director me llamó y me dijo palabras reprensivas. No insistí, pero enseñé a recitar versos a todos los alumnos y era consultado para declaraciones y cartas de amor. En tal prisión estuve largos meses, hasta que un día, también por orden presidencial, fui sacado para algo que señaló en mi vida una fecha inolvidable: el estreno de mi primer frac y primera comunicación con el público.
El presidente había resuelto que fuese yo –la verdad es que ello era honroso y satisfactorio para mis pocos años- el que abriese oficialmente la velada que dio en celebración del Centenario de Bolívar. Escribí una oda, que, según lo que vagamente recuerdo, era bella, clásica, correcta, muy distinta, naturalmente, a toda mi producción en tiempos posteriores.
Aquí se produce en mi memoria una bruma que me impide todo recuerdo. Sólo sé que perdí el apoyo gubernamental. Que anduve a la diabla con mis amigos bohemios y que me enamoré ligera y líricamente de una muchacha que se llamaba Refugio, a la cual escribí, en cierta ocasión, esta inefable cuarteta, que tuvo desde luego alguna romántica recompensa:
Las que se llaman Fidelias
deben tener mucha fe;
tú, que te llamas Refugio,
Refugio, refúgiame.
Era una chica de catorce años, tímida y sonriente, gordita y sonrosada como una fruta. El caso fue simplemente poético y sin trascendencias. Poco tiempo después volví a mi tierra.
jueves, marzo 29, 2012
Entre versiones increíbles y reality show (Del sonado pacto con las maras)
Por Guillermo Mejía
Al fin apareció el presidente Mauricio Funes, tras dos semanas de ausencia en medio de tensiones por la supuesta negociación del gobierno con las pandillas. Un enredo que llevó al ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, a contradicciones manifiestas que pretendieron ser aclaradas con la ayuda de un obispo castrense y un ex guerrillero arrepentido.
“Cuando se utiliza la palabra ‘supuesta negociación’ es porque se cree que ha habido una negociación, pero si el gobierno y ahora el presidente de la República reafirma que no ha habido negociación, para nosotros es un debate que debe quedar ya concluido”, expresó el mandatario en una esperada conferencia de prensa.
“El gobierno no ha negociado, ni piensa negociar con los líderes de pandillas, la Iglesia Católica ha intervenido, hemos respaldado esta intervención de la Iglesia Católica, reconocemos como gobierno el impacto positivo que ha tenido la intervención de la Iglesia Católica en lograr un entendimiento entre los principales líderes de pandillas”, agregó Funes.
Frente a las acusaciones de que el gobierno hizo concesiones, entre ellas el pago de sumas de dinero a los jefes de las pandillas, el mandatario señaló que “no es cierto, como publica un medio digital, que dimos 10 mil dólares a un líder de pandilla únicamente para que baje el nivel de operatividad, no es cierto. Que el periódico cita una fuente, bueno pues, la fuente lo engañó”.
A la vez, Funes afirmó que el traslado de líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 desde el penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, a otros penales solamente buscó facilidades para que estos “pudieran comunicarse con sus estructuras en el terreno y eso no se puede hacer desde el penal de máxima seguridad” y así que se hiciera efectivo el acuerdo.
La historia oficial, entonces, es que el obispo castrense Fabio Colindres y el ex guerrillero arrepentido Raúl Mijango fueron los artífices del pacto entre jefes pandilleros, sin la intervención del gobierno, aunque quedan más dudas que certezas por las versiones contradictorias que se sucedieron en las dos semanas en que no apareció el presidente Funes.
Pero la intervención del mandatario fue más allá, pues aprovechó las cámaras para “convocar a la construcción de un acuerdo nacional que garantice la erradicación progresiva y definitiva de la violencia y la inseguridad”, por lo que llamó a todos los sectores a participar en un programa social que le reste el vivero a las pandillas con la atención prioritaria a los jóvenes marginados.
“Me pongo al frente de la conducción de este proceso y a partir de los próximos días invitaremos a representantes de la empresa privada que han demostrado su voluntad de querer encontrarle una solución a este problema”, agregó Funes, “a representantes de partidos políticos, a representantes de las diferentes iglesias, de las organizaciones sociales y sindicatos, y de la academia (…)”
Al final, no hay ningún problema según el gobierno, es más las acusaciones que encendieron la mecha son de mentes calenturientas (de cuatro gatos, como dice el obispo castrense). La baja en los homicidios que estaban en un promedio de 14 diarios es un hecho, andan entre cuatro y cinco, y el tiempo disipará las dudas. Hay que esperar sentados, sin alboroto.
Llama la atención cómo de las versiones contradictorias se pasó a la ofensiva, en primera instancia con la intervención de Colindres y Mijango con el sonado pacto entre pandillas, a la participación directa de medios de comunicación como El Diario de Hoy donde un extranjero hizo una “nota periodística” con los pandilleros en tiempo récord, para descartar el supuesto negocio del gobierno.
A lo que se sumaron “actos religiosos” de Colindres con el Nuncio Apostólico, acompañados de Mijango, en los penales donde están recluidos los jefes pandilleros y en los que permitieron el acceso de periodistas, algunos de los cuales –con arreglo de las autoridades respectivas- hicieron entrevistas. Los reality show posteriores son de todos conocidos.
Un punto que debe ser considerado en esta especie de espectáculo mediático es la necesidad de recalcar las consecuencias que ha traído la militarización de la seguridad pública con la imposición del general Munguía Payés en el ministerio y del general Francisco Salinas en la dirección de la Policía Nacional Civil (PNC).
Empero, el presidente Funes insistió en la constitucionalidad de los nombramientos y demandó de la Corte Suprema de Justicia que emita una resolución en consonancia con sus esfuerzos: “Dejen trabajar a los funcionarios de Seguridad Pública. Que no están viendo que bajo esta nueva administración es que se han bajado los homicidios, pues, déjenlos trabajar”.
El sinsabor que nos queda es que no están claras las aguas o, como dice la voz popular, están claras como la horchata. Y las cúpulas de los partidos, en especial del Fmln, Arena y Gana, que se repartieron el pastel de las elecciones donde sobresalió el ausentismo, ¿dónde están?, ¿por qué tan calladitas? Quizás todavía creen que somos pendejos. ¡Felices vacaciones, compatriotas!
Por Guillermo Mejía
Al fin apareció el presidente Mauricio Funes, tras dos semanas de ausencia en medio de tensiones por la supuesta negociación del gobierno con las pandillas. Un enredo que llevó al ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, a contradicciones manifiestas que pretendieron ser aclaradas con la ayuda de un obispo castrense y un ex guerrillero arrepentido.
“Cuando se utiliza la palabra ‘supuesta negociación’ es porque se cree que ha habido una negociación, pero si el gobierno y ahora el presidente de la República reafirma que no ha habido negociación, para nosotros es un debate que debe quedar ya concluido”, expresó el mandatario en una esperada conferencia de prensa.
“El gobierno no ha negociado, ni piensa negociar con los líderes de pandillas, la Iglesia Católica ha intervenido, hemos respaldado esta intervención de la Iglesia Católica, reconocemos como gobierno el impacto positivo que ha tenido la intervención de la Iglesia Católica en lograr un entendimiento entre los principales líderes de pandillas”, agregó Funes.
Frente a las acusaciones de que el gobierno hizo concesiones, entre ellas el pago de sumas de dinero a los jefes de las pandillas, el mandatario señaló que “no es cierto, como publica un medio digital, que dimos 10 mil dólares a un líder de pandilla únicamente para que baje el nivel de operatividad, no es cierto. Que el periódico cita una fuente, bueno pues, la fuente lo engañó”.
A la vez, Funes afirmó que el traslado de líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 desde el penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, a otros penales solamente buscó facilidades para que estos “pudieran comunicarse con sus estructuras en el terreno y eso no se puede hacer desde el penal de máxima seguridad” y así que se hiciera efectivo el acuerdo.
La historia oficial, entonces, es que el obispo castrense Fabio Colindres y el ex guerrillero arrepentido Raúl Mijango fueron los artífices del pacto entre jefes pandilleros, sin la intervención del gobierno, aunque quedan más dudas que certezas por las versiones contradictorias que se sucedieron en las dos semanas en que no apareció el presidente Funes.
Pero la intervención del mandatario fue más allá, pues aprovechó las cámaras para “convocar a la construcción de un acuerdo nacional que garantice la erradicación progresiva y definitiva de la violencia y la inseguridad”, por lo que llamó a todos los sectores a participar en un programa social que le reste el vivero a las pandillas con la atención prioritaria a los jóvenes marginados.
“Me pongo al frente de la conducción de este proceso y a partir de los próximos días invitaremos a representantes de la empresa privada que han demostrado su voluntad de querer encontrarle una solución a este problema”, agregó Funes, “a representantes de partidos políticos, a representantes de las diferentes iglesias, de las organizaciones sociales y sindicatos, y de la academia (…)”
Al final, no hay ningún problema según el gobierno, es más las acusaciones que encendieron la mecha son de mentes calenturientas (de cuatro gatos, como dice el obispo castrense). La baja en los homicidios que estaban en un promedio de 14 diarios es un hecho, andan entre cuatro y cinco, y el tiempo disipará las dudas. Hay que esperar sentados, sin alboroto.
Llama la atención cómo de las versiones contradictorias se pasó a la ofensiva, en primera instancia con la intervención de Colindres y Mijango con el sonado pacto entre pandillas, a la participación directa de medios de comunicación como El Diario de Hoy donde un extranjero hizo una “nota periodística” con los pandilleros en tiempo récord, para descartar el supuesto negocio del gobierno.
A lo que se sumaron “actos religiosos” de Colindres con el Nuncio Apostólico, acompañados de Mijango, en los penales donde están recluidos los jefes pandilleros y en los que permitieron el acceso de periodistas, algunos de los cuales –con arreglo de las autoridades respectivas- hicieron entrevistas. Los reality show posteriores son de todos conocidos.
Un punto que debe ser considerado en esta especie de espectáculo mediático es la necesidad de recalcar las consecuencias que ha traído la militarización de la seguridad pública con la imposición del general Munguía Payés en el ministerio y del general Francisco Salinas en la dirección de la Policía Nacional Civil (PNC).
Empero, el presidente Funes insistió en la constitucionalidad de los nombramientos y demandó de la Corte Suprema de Justicia que emita una resolución en consonancia con sus esfuerzos: “Dejen trabajar a los funcionarios de Seguridad Pública. Que no están viendo que bajo esta nueva administración es que se han bajado los homicidios, pues, déjenlos trabajar”.
El sinsabor que nos queda es que no están claras las aguas o, como dice la voz popular, están claras como la horchata. Y las cúpulas de los partidos, en especial del Fmln, Arena y Gana, que se repartieron el pastel de las elecciones donde sobresalió el ausentismo, ¿dónde están?, ¿por qué tan calladitas? Quizás todavía creen que somos pendejos. ¡Felices vacaciones, compatriotas!
miércoles, marzo 21, 2012
El general atrapado en su laberinto (Del sonado pacto con las maras)
Por Guillermo Mejía
Cuando se remueve la escoria más apesta, dice un refrán popular muy sabio -claro, las palabras las he suavizado por respeto. La cuestión en torno a las posibles negociaciones con prebendas entre líderes pandilleros y personeros de la seguridad pública a fin de bajar la tasa de homicidios se convirtió en un laberinto sin salida.
De veras que no convencen las explicaciones del ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, máxime que no respondió de inmediato a las interrogantes de periodistas y ciudadanos una vez conocida una nota elaborada por el medio digital El Faro que sostiene el trance a partir de filtraciones que fueron corroboradas por pandilleros.
Resulta un hecho inusual que se mueva a más de 30 reos del penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, hacia penales de menor seguridad, sobre todo por “razones humanitarias” en un esfuerzo de diálogo en que dicen participaron el obispo castrense, Fabio Colindres, y el ex rebelde disidente del partido Fmln, Raúl Mijango.
El punto, según Colindres y Mijango, es que los líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 se pusieron de acuerdo en un proceso donde sirvieron aunque no recuerdan quiénes son esos líderes ni las fechas de los encuentros solamente que iniciaron las pláticas en meses pasados. Esta es la última versión de tantas que han salido de manera oficial (por cierto, contradictorias).
Hay mucho secreto a voces. Se sabe que pláticas entre líderes pandilleros y las autoridades respectivas siempre han existido, el problema se centra en el hecho de que no hay transparencia de cara a la ciudadanía sobre esos procesos que ponen en entredicho a las autoridades por caer en medidas de fácil cuestionamiento.
Como han señalado algunos comentaristas en medios audiovisuales, en lugar de que se busque la verdad –como debe ser en materia de comunicación- también se cae en una especie de coro mediático donde se pretende dar por válida la versión oficial por encima de lo demás sin pruebas ni discusión, además de que se vende la ilusión de que hay que celebrar la baja de homicidios.
El diálogo como herramienta de entendimiento social tiene sus reglas, no se puede instrumentalizar. Es más, en este caso de un día para otro cambian discursos y actores del proceso sin que quede claro el asunto, vale recordar cuando el actual gobierno destituyó al cura español Antonio Rodríguez de una comisión especial por leer un comunicado de las maras.
Rodríguez, que fue tildado como “vocero de las maras” en la crisis por un paro pandillero del transporte en años recientes, dijo a los periodistas que desde las autoridades respectivas “se ha construido una verdad… pero no se nos ha dicho la verdad…” Y la cosa es que tiene mucha razón. Lo patético es que en aquella ocasión el gobierno dijo que jamás negociaría con delincuentes.
El bloguero y diplomático salvadoreño Ernesto Rivas G. comentó en su espacio virtual que el traslado de los presos “(…) y premiarlos con beneficios que van desde contacto personal, dinero en efectivo y seguramente permitirles el uso de celulares, a cambio de que ordenen un alto o una suspensión de los homicidios es no solo aberrante sino que altamente peligroso”.
“Esta política les da carta abierta a las pandillas, los narcotraficantes y lavadores de dinero, para que se muevan a sus anchas. ¿Es esa la manera de controlar el crimen y la violencia? ¿Es eso lo que persigue la ‘mesa de la esperanza’?”, advirtió en otro párrafo de su comentario.
Rivas G. recordó que eso da la razón a los críticos de la militarización de la seguridad pública por violentar la Constitución, entre estos “los pocos amigos que El Salvador tiene en el Congreso de Estados Unidos” que mostraron su preocupación al presidente Mauricio Funes e incluye “un mensaje no tan sutil que el legislador Leahy le hizo llegar a través de la Primera Dama”.
De algo quizás pueden estar tranquilos el anterior ministro de Justicia y Seguridad, Manuel Melgar, y el ex director de la policía, Carlos Ascensio, que no se vieron atrapados en el laberinto sin salida que agobia a las actuales autoridades de la seguridad pública entre estas, por supuesto, el general David Munguía Payés.
Por Guillermo Mejía
Cuando se remueve la escoria más apesta, dice un refrán popular muy sabio -claro, las palabras las he suavizado por respeto. La cuestión en torno a las posibles negociaciones con prebendas entre líderes pandilleros y personeros de la seguridad pública a fin de bajar la tasa de homicidios se convirtió en un laberinto sin salida.
De veras que no convencen las explicaciones del ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, máxime que no respondió de inmediato a las interrogantes de periodistas y ciudadanos una vez conocida una nota elaborada por el medio digital El Faro que sostiene el trance a partir de filtraciones que fueron corroboradas por pandilleros.
Resulta un hecho inusual que se mueva a más de 30 reos del penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz, hacia penales de menor seguridad, sobre todo por “razones humanitarias” en un esfuerzo de diálogo en que dicen participaron el obispo castrense, Fabio Colindres, y el ex rebelde disidente del partido Fmln, Raúl Mijango.
El punto, según Colindres y Mijango, es que los líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18 se pusieron de acuerdo en un proceso donde sirvieron aunque no recuerdan quiénes son esos líderes ni las fechas de los encuentros solamente que iniciaron las pláticas en meses pasados. Esta es la última versión de tantas que han salido de manera oficial (por cierto, contradictorias).
Hay mucho secreto a voces. Se sabe que pláticas entre líderes pandilleros y las autoridades respectivas siempre han existido, el problema se centra en el hecho de que no hay transparencia de cara a la ciudadanía sobre esos procesos que ponen en entredicho a las autoridades por caer en medidas de fácil cuestionamiento.
Como han señalado algunos comentaristas en medios audiovisuales, en lugar de que se busque la verdad –como debe ser en materia de comunicación- también se cae en una especie de coro mediático donde se pretende dar por válida la versión oficial por encima de lo demás sin pruebas ni discusión, además de que se vende la ilusión de que hay que celebrar la baja de homicidios.
El diálogo como herramienta de entendimiento social tiene sus reglas, no se puede instrumentalizar. Es más, en este caso de un día para otro cambian discursos y actores del proceso sin que quede claro el asunto, vale recordar cuando el actual gobierno destituyó al cura español Antonio Rodríguez de una comisión especial por leer un comunicado de las maras.
Rodríguez, que fue tildado como “vocero de las maras” en la crisis por un paro pandillero del transporte en años recientes, dijo a los periodistas que desde las autoridades respectivas “se ha construido una verdad… pero no se nos ha dicho la verdad…” Y la cosa es que tiene mucha razón. Lo patético es que en aquella ocasión el gobierno dijo que jamás negociaría con delincuentes.
El bloguero y diplomático salvadoreño Ernesto Rivas G. comentó en su espacio virtual que el traslado de los presos “(…) y premiarlos con beneficios que van desde contacto personal, dinero en efectivo y seguramente permitirles el uso de celulares, a cambio de que ordenen un alto o una suspensión de los homicidios es no solo aberrante sino que altamente peligroso”.
“Esta política les da carta abierta a las pandillas, los narcotraficantes y lavadores de dinero, para que se muevan a sus anchas. ¿Es esa la manera de controlar el crimen y la violencia? ¿Es eso lo que persigue la ‘mesa de la esperanza’?”, advirtió en otro párrafo de su comentario.
Rivas G. recordó que eso da la razón a los críticos de la militarización de la seguridad pública por violentar la Constitución, entre estos “los pocos amigos que El Salvador tiene en el Congreso de Estados Unidos” que mostraron su preocupación al presidente Mauricio Funes e incluye “un mensaje no tan sutil que el legislador Leahy le hizo llegar a través de la Primera Dama”.
De algo quizás pueden estar tranquilos el anterior ministro de Justicia y Seguridad, Manuel Melgar, y el ex director de la policía, Carlos Ascensio, que no se vieron atrapados en el laberinto sin salida que agobia a las actuales autoridades de la seguridad pública entre estas, por supuesto, el general David Munguía Payés.
martes, marzo 13, 2012
La construcción democrática desde las bases
Por Guillermo Mejía
La jornada electoral para escoger alcaldes y diputados del pasado domingo 11 de marzo dejó resultados sorprendentes, sobre todo para la izquierda, aunque esperados en alguna medida. El costo que pagó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) es lógico en cuanto es el partido oficial a lo que se agregan algunos desatinos en su comportamiento político.
La nueva Asamblea Legislativa no sufrirá mayores cambios con respecto a la correlación de fuerzas, por cuanto si bien Arena salió con ventaja, el Fmln sacó su parte, mientras el partido Gana –que ha significado negocio para la izquierda legislativa- logró pasar el examen con la conquista de once escaños.
Obvio que sacar el número clave de diputados no le funcionó a la izquierda gobernante, que tiene que seguir dependiendo de acuerdos con el partido del ex presidente Elías Antonio Saca, al igual que necesita pactar con el Concertación Nacional (CN), ex PCN, que logró seis escaños que lo vuelven atractivo en las transacciones políticas. A la derecha tampoco le resulta fácil.
De esa manera, en poco le ayudará a la ciudadanía la forma en que quedó integrada la Asamblea Legislativa, ya que con menos o con más de los mismos políticos asistimos a una situación grave en aspectos económicos y una atmósfera de inseguridad que nos coloca como uno de los países más violentos del mundo.
Esa situación que mantiene a la sociedad en crisis, aunque El Salvador no es el único que pasa por malos momentos, es un dolor de cabeza del gobierno de turno, así como lo fue de los anteriores con el agravante que en los 20 años bajo la conducción de Alianza Republicana Nacionalista (Arena) se destapó y toleró la delincuencia.
Claro que en esta oportunidad el descrédito de la clase política, los abandonos del gobierno de Mauricio Funes con sectores que creyeron en él y lo potenciaron y el acomodamiento del partido Fmln en priorizar lo electoral sobre otros aspectos claves como la organización de las bases en función del cambio social, desilusionaron a muchos en la izquierda.
En ese sentido, no se puede dejar de señalar el desencanto de los ciudadanos que participaron a medias en estos comicios, situación que realmente ha sido constante en otros procesos electorales y sería oportuno que la clase política –y en especial la izquierda- reflexione sobre las causas del ausentismo. Las promesas incumplidas y el pesimismo se hicieron sentir el 11 de marzo.
Los resultados adversos del Fmln en municipios considerados propios, por ejemplo Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Apopa y San Salvador, entre otros, son prueba fáctica de ese desencanto de las bases que se ausentaron en gran medida y que, si bien fueron capitalizados por la derecha no es cierto que fuese por mérito propio. La derecha también está en crisis.
La dirigencia del Fmln y las bases tienen el reto de hacer una revisión de los resultados de cara a los próximos procesos electorales, pero con el compromiso de hacer una autocrítica por los desatinos en su comportamiento político, como el abandono de la organización popular y su ausencia en la construcción de una agenda ciudadana para la transformación social.
La izquierda tiene que cambiar de rumbo, no se puede conformar en seguir siendo electorera, especulando resultados cada tres o cinco años para que los dirigentes y sus allegados sigan en puestos públicos, la gente urge de cambios verdaderos que le aseguren participación democrática, acceso a servicios de salud y educación, en fin a una vida con justicia y dignidad.
La dirigencia del Frente –basta escuchar a Medardo González y Norma Guevara- se muestra divorciada de muchos temas de interés popular, es reacia a cambios muy sentidos en el quehacer político, en fin se muestra esclerótica, atrofiada, en un mundo que demanda participación de las bases en la construcción democrática. El partido necesita una buena lustrada, ojala entiendan.
Por Guillermo Mejía
La jornada electoral para escoger alcaldes y diputados del pasado domingo 11 de marzo dejó resultados sorprendentes, sobre todo para la izquierda, aunque esperados en alguna medida. El costo que pagó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) es lógico en cuanto es el partido oficial a lo que se agregan algunos desatinos en su comportamiento político.
La nueva Asamblea Legislativa no sufrirá mayores cambios con respecto a la correlación de fuerzas, por cuanto si bien Arena salió con ventaja, el Fmln sacó su parte, mientras el partido Gana –que ha significado negocio para la izquierda legislativa- logró pasar el examen con la conquista de once escaños.
Obvio que sacar el número clave de diputados no le funcionó a la izquierda gobernante, que tiene que seguir dependiendo de acuerdos con el partido del ex presidente Elías Antonio Saca, al igual que necesita pactar con el Concertación Nacional (CN), ex PCN, que logró seis escaños que lo vuelven atractivo en las transacciones políticas. A la derecha tampoco le resulta fácil.
De esa manera, en poco le ayudará a la ciudadanía la forma en que quedó integrada la Asamblea Legislativa, ya que con menos o con más de los mismos políticos asistimos a una situación grave en aspectos económicos y una atmósfera de inseguridad que nos coloca como uno de los países más violentos del mundo.
Esa situación que mantiene a la sociedad en crisis, aunque El Salvador no es el único que pasa por malos momentos, es un dolor de cabeza del gobierno de turno, así como lo fue de los anteriores con el agravante que en los 20 años bajo la conducción de Alianza Republicana Nacionalista (Arena) se destapó y toleró la delincuencia.
Claro que en esta oportunidad el descrédito de la clase política, los abandonos del gobierno de Mauricio Funes con sectores que creyeron en él y lo potenciaron y el acomodamiento del partido Fmln en priorizar lo electoral sobre otros aspectos claves como la organización de las bases en función del cambio social, desilusionaron a muchos en la izquierda.
En ese sentido, no se puede dejar de señalar el desencanto de los ciudadanos que participaron a medias en estos comicios, situación que realmente ha sido constante en otros procesos electorales y sería oportuno que la clase política –y en especial la izquierda- reflexione sobre las causas del ausentismo. Las promesas incumplidas y el pesimismo se hicieron sentir el 11 de marzo.
Los resultados adversos del Fmln en municipios considerados propios, por ejemplo Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Apopa y San Salvador, entre otros, son prueba fáctica de ese desencanto de las bases que se ausentaron en gran medida y que, si bien fueron capitalizados por la derecha no es cierto que fuese por mérito propio. La derecha también está en crisis.
La dirigencia del Fmln y las bases tienen el reto de hacer una revisión de los resultados de cara a los próximos procesos electorales, pero con el compromiso de hacer una autocrítica por los desatinos en su comportamiento político, como el abandono de la organización popular y su ausencia en la construcción de una agenda ciudadana para la transformación social.
La izquierda tiene que cambiar de rumbo, no se puede conformar en seguir siendo electorera, especulando resultados cada tres o cinco años para que los dirigentes y sus allegados sigan en puestos públicos, la gente urge de cambios verdaderos que le aseguren participación democrática, acceso a servicios de salud y educación, en fin a una vida con justicia y dignidad.
La dirigencia del Frente –basta escuchar a Medardo González y Norma Guevara- se muestra divorciada de muchos temas de interés popular, es reacia a cambios muy sentidos en el quehacer político, en fin se muestra esclerótica, atrofiada, en un mundo que demanda participación de las bases en la construcción democrática. El partido necesita una buena lustrada, ojala entiendan.
lunes, febrero 27, 2012
El dolor y el sufrimiento humano como negocio mediático
Por Guillermo Mejía
El incendio que consumió parte de la granja-penal de Comayagua, Honduras, y que dejó al menos 361 reos muertos en días recientes ha sido motivo de controversia debido a que los medios de comunicación locales y extranjeros revivieron el dilema ético en torno al derecho a la información, el respeto a la dignidad de las personas y la mercantilización de las noticias.
El afán de la información como negocio hizo que la Agencia de Noticias Reuters enviara a sus clientes cinco fotografías que no correspondían al siniestro sino a otro incendio que se produjo en el año 2004, todo por la angustia de los foto-periodistas y editores de sacar la primicia a como diera lugar sin tomar en cuenta las normas éticas profesionales.
Según se conoció en círculos de prensa, un foto-periodista hondureño contratado por la agencia de noticias para retratar el incidente no estuvo en el tiempo preciso y decidió sin miramientos enviar a los editores las cinco fotografías del otro incendio con lo que abusó de la confianza de los editores a quienes también evidenció por su falta de rigor periodístico.
“Atención editores, Reuters ha tenido conocimiento de que estas fotografías no fueron tomadas en el incendio de la cárcel como así se afirmaba, ya que corresponden a un incidente anterior. Por favor, eliminen estas imágenes de sus sistemas. Lamentamos los inconvenientes”, comunicó la agencia de noticias posteriormente.
Sin embargo, el daño estaba hecho. Varios medios de comunicación publicaron en sus portadas –incluida la red de Internet- las fotografías.
Un foto-periodista salvadoreño que cubrió el incendio de la granja-penal para la prensa extranjera y que prefirió omitir su identidad, me comentó al respecto que si bien ese embuste es un caso sonado, también le causó mucha indignación y tristeza el evidente espectáculo mediático montado por la mercantilización periodística, en especial con el sufrimiento de los familiares de las víctimas.
Según el colega, los periodistas llegaron al extremo de sugerir a los familiares de las víctimas que “actuaran” a fin de lograr las mejores escenas, luego enviaron sus materiales y lograron impactar en los medios y, por supuesto, en los receptores. El denunciante dijo sentirse mal al ver cómo el interés comercial socava el deber ser del periodismo.
Todos sabemos que esa situación se repite a diario en la lógica mercantil de la información dentro de la sociedad de masas, que bajo el pretexto de informar espectaculariza los hechos cotidianos a fin de lograr mayores audiencias y ganancias. Estos casos se reproducen en especial en situaciones de dolor y sufrimiento, algo repudiable desde una perspectiva ético-moral.
En tal sentido, la profesora española María del Mar López Talavera, de la Universidad Antonio de Nebrija, Madrid, reflexiona en torno al hecho de que si bien no se puede esconder la realidad “también es cierto que existe una tendencia generalizada por parte de los editores de los medios a considerar el drama humano intenso como un importante atributo o característica de las noticias”.
“A veces, los informadores seleccionan situaciones de sufrimiento y dolor, no por el interés informativo que tales noticias tienen para el público, sino porque son imágenes que provocan un fuerte impacto emocional, además de gozar de un poder extremo para atraer la atención de los receptores. Y eso para el medio de comunicación es económicamente rentable”, advierte.
La catedrática López Talavera nos recuerda la manera de informar en esos casos:
En primer lugar, además de las exigencias que afectan a cualquier profesional, el informador –ante el dolor- debe mostrar un escrupuloso sentido de discernimiento y discreción en la selección de sus mensajes. No debe olvidar el respeto a la persona que sufre, minimizando el daño de la información que ofrezca, mostrándose claramente humano en su espíritu de servicio.
En segundo lugar, el periodista ha de ser muy severo en el proceso de selección del material informativo que se haya recogido; para eso ha de tener muy claro qué es lo que pretende con su mensaje; cuál es la finalidad de la información y cuáles las partes que se pueden ver afectadas por su difusión.
En tercer lugar, el comunicador debe anteponerse a las consecuencias previsibles que sus decisiones tendrán en los ya debilitados dolientes. Resulta, por ello, muy útil intentar predecir algunas de las posibles reacciones de las víctimas, de modo que el informador sepa en todo momento cómo actuar en caso que se produzcan.
“Será la compasión, el sentido común y el buen hacer profesional del periodista lo que decidirá la conveniencia de difundir o no esa comunicación involuntaria del dolor. La meta del comunicador debería ser minimizar siempre el daño, nunca aumentarlo con su labor informativa, al tiempo que procure hacer todo el bien que le sea posible”, asegura la profesora española.
Al final, muchos de los colegas que dieron cobertura al incendio de la granja-penal salieron con la suya, los editores dieron un respiro frente a la demanda informativa en tiempo real y los empresarios periodísticos continuaron el negocio. Como siempre, las víctimas y sus familiares volvieron a ser invisibles. Y el culpable del siniestro fue un cigarro encendido, ¿creen eso?
Por Guillermo Mejía
El incendio que consumió parte de la granja-penal de Comayagua, Honduras, y que dejó al menos 361 reos muertos en días recientes ha sido motivo de controversia debido a que los medios de comunicación locales y extranjeros revivieron el dilema ético en torno al derecho a la información, el respeto a la dignidad de las personas y la mercantilización de las noticias.
El afán de la información como negocio hizo que la Agencia de Noticias Reuters enviara a sus clientes cinco fotografías que no correspondían al siniestro sino a otro incendio que se produjo en el año 2004, todo por la angustia de los foto-periodistas y editores de sacar la primicia a como diera lugar sin tomar en cuenta las normas éticas profesionales.
Según se conoció en círculos de prensa, un foto-periodista hondureño contratado por la agencia de noticias para retratar el incidente no estuvo en el tiempo preciso y decidió sin miramientos enviar a los editores las cinco fotografías del otro incendio con lo que abusó de la confianza de los editores a quienes también evidenció por su falta de rigor periodístico.
“Atención editores, Reuters ha tenido conocimiento de que estas fotografías no fueron tomadas en el incendio de la cárcel como así se afirmaba, ya que corresponden a un incidente anterior. Por favor, eliminen estas imágenes de sus sistemas. Lamentamos los inconvenientes”, comunicó la agencia de noticias posteriormente.
Sin embargo, el daño estaba hecho. Varios medios de comunicación publicaron en sus portadas –incluida la red de Internet- las fotografías.
Un foto-periodista salvadoreño que cubrió el incendio de la granja-penal para la prensa extranjera y que prefirió omitir su identidad, me comentó al respecto que si bien ese embuste es un caso sonado, también le causó mucha indignación y tristeza el evidente espectáculo mediático montado por la mercantilización periodística, en especial con el sufrimiento de los familiares de las víctimas.
Según el colega, los periodistas llegaron al extremo de sugerir a los familiares de las víctimas que “actuaran” a fin de lograr las mejores escenas, luego enviaron sus materiales y lograron impactar en los medios y, por supuesto, en los receptores. El denunciante dijo sentirse mal al ver cómo el interés comercial socava el deber ser del periodismo.
Todos sabemos que esa situación se repite a diario en la lógica mercantil de la información dentro de la sociedad de masas, que bajo el pretexto de informar espectaculariza los hechos cotidianos a fin de lograr mayores audiencias y ganancias. Estos casos se reproducen en especial en situaciones de dolor y sufrimiento, algo repudiable desde una perspectiva ético-moral.
En tal sentido, la profesora española María del Mar López Talavera, de la Universidad Antonio de Nebrija, Madrid, reflexiona en torno al hecho de que si bien no se puede esconder la realidad “también es cierto que existe una tendencia generalizada por parte de los editores de los medios a considerar el drama humano intenso como un importante atributo o característica de las noticias”.
“A veces, los informadores seleccionan situaciones de sufrimiento y dolor, no por el interés informativo que tales noticias tienen para el público, sino porque son imágenes que provocan un fuerte impacto emocional, además de gozar de un poder extremo para atraer la atención de los receptores. Y eso para el medio de comunicación es económicamente rentable”, advierte.
La catedrática López Talavera nos recuerda la manera de informar en esos casos:
En primer lugar, además de las exigencias que afectan a cualquier profesional, el informador –ante el dolor- debe mostrar un escrupuloso sentido de discernimiento y discreción en la selección de sus mensajes. No debe olvidar el respeto a la persona que sufre, minimizando el daño de la información que ofrezca, mostrándose claramente humano en su espíritu de servicio.
En segundo lugar, el periodista ha de ser muy severo en el proceso de selección del material informativo que se haya recogido; para eso ha de tener muy claro qué es lo que pretende con su mensaje; cuál es la finalidad de la información y cuáles las partes que se pueden ver afectadas por su difusión.
En tercer lugar, el comunicador debe anteponerse a las consecuencias previsibles que sus decisiones tendrán en los ya debilitados dolientes. Resulta, por ello, muy útil intentar predecir algunas de las posibles reacciones de las víctimas, de modo que el informador sepa en todo momento cómo actuar en caso que se produzcan.
“Será la compasión, el sentido común y el buen hacer profesional del periodista lo que decidirá la conveniencia de difundir o no esa comunicación involuntaria del dolor. La meta del comunicador debería ser minimizar siempre el daño, nunca aumentarlo con su labor informativa, al tiempo que procure hacer todo el bien que le sea posible”, asegura la profesora española.
Al final, muchos de los colegas que dieron cobertura al incendio de la granja-penal salieron con la suya, los editores dieron un respiro frente a la demanda informativa en tiempo real y los empresarios periodísticos continuaron el negocio. Como siempre, las víctimas y sus familiares volvieron a ser invisibles. Y el culpable del siniestro fue un cigarro encendido, ¿creen eso?
martes, febrero 14, 2012
La corrupción y los abusos: Riesgos de militarizar la seguridad pública
Por Guillermo Mejía
Los pasos acelerados del gobierno de Mauricio Funes en la militarización de la seguridad pública a fin de contrarrestar la escalada de violencia social derivada del accionar de las pandillas, el crimen organizado y el narcotráfico, puede desembocar en la corrupción y los abusos de poder por parte de los elementos de la Fuerza Armada.
La tesis se hizo pública en el reciente foro-debate “Dos décadas después de la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador”, auspiciado por el Woodrow Wilson International Center for Scholars, en Washington, en el que participaron el experto estadounidense en el tema crimen organizado transnacional, Douglas Farah, y el analista salvadoreño Salvador Samayoa.
“Una de las razones por la que los militares fueron vistos con respeto después de los Acuerdos de Paz es porque simplemente no hacían nada”, dijo de forma contundente Farah, quien fuera corresponsal en tiempos de la guerra civil en el país. “Estaban acuartelados, se comportaban sin abusos y a todo el mundo le gustaba eso”, agregó.
“Pero el camino más rápido de destruir todo eso es ponerlos ahora en las calles a combatir a las pandillas y a los traficantes de droga. Eso es lo que estamos viendo en México… sin duda cuando se expone a este tipo de operaciones que, aunque sean unos pocos, se corrompen y cometen abusos, y la imagen de la institución comienza a deteriorarse”, advirtió Farah.
El primer gobierno de izquierda sigue los pasos de México y, junto a Honduras y Guatemala, le apuesta al accionar de los efectivos militares en contradicción con los Acuerdos de Paz y la Constitución, por cuanto la seguridad pública debe estar en manos de civiles. El ministro de Justicia y Seguridad, y el director de la Policía Nacional Civil (PNC) son militares de baja.
A la vez, los mandos de la PNC han sufrido cambios drásticos y, muy al contrario de lo esperado, han sido ocupados por antiguos jefes que tuvieron su participación en anteriores gobiernos que no dejaron ningún éxito en las estrategias antidelincuenciales, al contrario profundizaron aún más la espiral de violencia que deja, al menos, 13 muertes diarias.
Otro de los indicios del cambio de perspectiva fue la separación del anterior jefe del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE), el ex comandante rebelde Douglas Santamaría, a lo que se unió el desmantelamiento de la inteligencia policial donde fueron reubicados unos 18 agentes especiales a fin de dejar el terreno limpio.
Por su parte, el analista Salvador Samayoa, que integró las filas del entonces guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), afirmó que si bien pueden haber áreas donde coordinen la policía y la Fuerza Armada en el combate antidelincuencial “yo no creo que es sano, creo que no es eficiente tampoco, utilizar a los militares en la seguridad pública”.
Samayoa aclaró que si bien no compartió las denuncias del Fmln sobre la militarización de la seguridad, el caso es que desde un tiempo atrás “se han producido otros movimientos” que indican “que se piensa en el gobierno que se necesita imprimir al menos un estilo de trabajo, una disciplina y una mentalidad más parecida a lo militar para manejar la policía y la seguridad pública”.
En ese sentido, “con el paso del tiempo, si se les deja demasiado tiempo… los van a corromper de nuevo, van a tener que… van a matar gente. El primero que maten, aunque sea un delincuente odioso, pero va a haber una reacción muy grande política y creo que no es buena idea realmente”, advirtió el analista salvadoreño.
Desde su perspectiva como experto en el tema crimen organizado transnacional, Farah explicó que tras 20 años de la firma de la paz el crimen y los homicidios cotidianos deben comprenderse a partir de que tanto en algunos sectores de derecha como de izquierda quedaron algunas estructuras militares intactas que no olvidaron la violencia.
Si bien –teóricamente- la estructura de la PNC quedó bien instalada para asegurar su papel constitucional, en la realidad “las fuerzas de seguridad inmediatamente abrieron canales de comunicación e inteligencia con sus antiguos operativos de las fuerzas de seguridad de ultraderecha y algunos del Fmln hicieron lo mismo”, dijo Farah.
“Entonces, inmediatamente, habían estructuras paralelas de los dos grupos dentro de la policía y, ustedes lo ven ahora, estas estructuras privadas paralelas tenían más capacidad de inteligencia en las puntas de sus dedos que el mismo gobierno y entonces básicamente ese fue el primer set para el comienzo de la escalada de violencia”, agregó.
Con la violencia en los países del Triángulo Norte “tenemos así a los zetas metidos en Guatemala, tenemos al cartel de Sinaloa bien profundamente enraizado en Honduras, mientras que en El Salvador con su economía dolarizada le sirve a estos grupos para sus actividades de los carteles”, señaló el experto estadounidense, por lo que urgió de una estrategia de combate común.
Por lo tanto, se tiene un cóctel de criminales que se entienden más allá de diferencias ideológicas junto al crecimiento de las pandillas, que les sirven a los carteles, y “ahora traer a los militares a hacer un trabajo de seguridad para el que no están preparados como la policía creo que, hasta un punto particular, no le va a ser de gran beneficio al país”, enfatizó Farah.
Por Guillermo Mejía
Los pasos acelerados del gobierno de Mauricio Funes en la militarización de la seguridad pública a fin de contrarrestar la escalada de violencia social derivada del accionar de las pandillas, el crimen organizado y el narcotráfico, puede desembocar en la corrupción y los abusos de poder por parte de los elementos de la Fuerza Armada.
La tesis se hizo pública en el reciente foro-debate “Dos décadas después de la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador”, auspiciado por el Woodrow Wilson International Center for Scholars, en Washington, en el que participaron el experto estadounidense en el tema crimen organizado transnacional, Douglas Farah, y el analista salvadoreño Salvador Samayoa.
“Una de las razones por la que los militares fueron vistos con respeto después de los Acuerdos de Paz es porque simplemente no hacían nada”, dijo de forma contundente Farah, quien fuera corresponsal en tiempos de la guerra civil en el país. “Estaban acuartelados, se comportaban sin abusos y a todo el mundo le gustaba eso”, agregó.
“Pero el camino más rápido de destruir todo eso es ponerlos ahora en las calles a combatir a las pandillas y a los traficantes de droga. Eso es lo que estamos viendo en México… sin duda cuando se expone a este tipo de operaciones que, aunque sean unos pocos, se corrompen y cometen abusos, y la imagen de la institución comienza a deteriorarse”, advirtió Farah.
El primer gobierno de izquierda sigue los pasos de México y, junto a Honduras y Guatemala, le apuesta al accionar de los efectivos militares en contradicción con los Acuerdos de Paz y la Constitución, por cuanto la seguridad pública debe estar en manos de civiles. El ministro de Justicia y Seguridad, y el director de la Policía Nacional Civil (PNC) son militares de baja.
A la vez, los mandos de la PNC han sufrido cambios drásticos y, muy al contrario de lo esperado, han sido ocupados por antiguos jefes que tuvieron su participación en anteriores gobiernos que no dejaron ningún éxito en las estrategias antidelincuenciales, al contrario profundizaron aún más la espiral de violencia que deja, al menos, 13 muertes diarias.
Otro de los indicios del cambio de perspectiva fue la separación del anterior jefe del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE), el ex comandante rebelde Douglas Santamaría, a lo que se unió el desmantelamiento de la inteligencia policial donde fueron reubicados unos 18 agentes especiales a fin de dejar el terreno limpio.
Por su parte, el analista Salvador Samayoa, que integró las filas del entonces guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), afirmó que si bien pueden haber áreas donde coordinen la policía y la Fuerza Armada en el combate antidelincuencial “yo no creo que es sano, creo que no es eficiente tampoco, utilizar a los militares en la seguridad pública”.
Samayoa aclaró que si bien no compartió las denuncias del Fmln sobre la militarización de la seguridad, el caso es que desde un tiempo atrás “se han producido otros movimientos” que indican “que se piensa en el gobierno que se necesita imprimir al menos un estilo de trabajo, una disciplina y una mentalidad más parecida a lo militar para manejar la policía y la seguridad pública”.
En ese sentido, “con el paso del tiempo, si se les deja demasiado tiempo… los van a corromper de nuevo, van a tener que… van a matar gente. El primero que maten, aunque sea un delincuente odioso, pero va a haber una reacción muy grande política y creo que no es buena idea realmente”, advirtió el analista salvadoreño.
Desde su perspectiva como experto en el tema crimen organizado transnacional, Farah explicó que tras 20 años de la firma de la paz el crimen y los homicidios cotidianos deben comprenderse a partir de que tanto en algunos sectores de derecha como de izquierda quedaron algunas estructuras militares intactas que no olvidaron la violencia.
Si bien –teóricamente- la estructura de la PNC quedó bien instalada para asegurar su papel constitucional, en la realidad “las fuerzas de seguridad inmediatamente abrieron canales de comunicación e inteligencia con sus antiguos operativos de las fuerzas de seguridad de ultraderecha y algunos del Fmln hicieron lo mismo”, dijo Farah.
“Entonces, inmediatamente, habían estructuras paralelas de los dos grupos dentro de la policía y, ustedes lo ven ahora, estas estructuras privadas paralelas tenían más capacidad de inteligencia en las puntas de sus dedos que el mismo gobierno y entonces básicamente ese fue el primer set para el comienzo de la escalada de violencia”, agregó.
Con la violencia en los países del Triángulo Norte “tenemos así a los zetas metidos en Guatemala, tenemos al cartel de Sinaloa bien profundamente enraizado en Honduras, mientras que en El Salvador con su economía dolarizada le sirve a estos grupos para sus actividades de los carteles”, señaló el experto estadounidense, por lo que urgió de una estrategia de combate común.
Por lo tanto, se tiene un cóctel de criminales que se entienden más allá de diferencias ideológicas junto al crecimiento de las pandillas, que les sirven a los carteles, y “ahora traer a los militares a hacer un trabajo de seguridad para el que no están preparados como la policía creo que, hasta un punto particular, no le va a ser de gran beneficio al país”, enfatizó Farah.
lunes, febrero 06, 2012
La participación ciudadana como eje del proceso electoral
Por Guillermo Mejía
La participación ciudadana en el proceso electoral que vivimos de cara a los comicios de alcaldes y diputados del 11 de marzo próximo no se puede conformar con tan sólo ser objeto de encuestas de opinión, información genérica sobre candidatos y partidos políticos, promesas de campaña y las condiciones de infraestructura básica para asistir al evento.
Quedarse ahí forma parte de la concepción tradicional sobre la participación de los ciudadanos en la elección de sus autoridades; sin embargo, solamente asegura que esos electores ejerzan su soberanía con tan sólo emitir su voto no así que se vean involucrados en el proceso desde su génesis, o sea en escoger candidatos y definir los temas de debate desde las bases.
Si bien no se pueden negar cambios en los procesos electorales desde el fin de la guerra civil –acordémonos de la cultura del fraude- aún falta una perspectiva cívica con esa participación que vaya más allá de los sondeos de opinión, de las decisiones verticales de las cúpulas partidarias y de la concentración del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en manos de los mismos políticos.
Son tan precarias las condiciones para arribar a la democratización de las elecciones que hasta ahora se ensayará el voto residencial en una parte del territorio nacional, se contará con un insignificante número de candidatos independientes de los partidos políticos y aparecerá la fotografía de los candidatos, aunque también la bandera del partido -algo contradictorio.
Considerando que la política se observa y reconoce a través del sistema mediático, por eso es tan importante asumir los retos de la comunicación política, una forma conciente desde la comunicación colectiva conlleva una perspectiva ciudadana que privilegie la participación del conglomerado mediante prácticas deliberativas que impacten en la escena pública.
La autora y catedrática colombiana, Ana María Miralles, afirma que dar voz a la gente pasa “por procesos deliberativos de formación de opinión pública, que se constituyen en toda una práctica pedagógica, con un sentido renovado de la política que ya no estará exclusivamente en manos de los ‘políticos profesionales’ y que no necesariamente tiene que pasar por las instituciones”.
Al contrario, esa experiencia democrática “se mueve en espacios más abiertos y definidos desde un punto de vista predominantemente cultural, más cerca de los sistemas simbólicos de la gente”, agrega Miralles, “es un reto político y educativo frente al predominio del sistema de la representatividad que ha hecho del ciudadano un sujeto que delega en otros la iniciativa”.
En ese sentido, el periodismo ciudadano o cívico puede convertirse en una buena herramienta, para que ese ciudadano sea interpelado y de esa forma recupere el control de la agenda temática superando la idea tradicional de que lo público es sinónimo del Estado como si no fuese la persona el eje de la acción política.
“Construir o reconstruir un sentido de lo público como un sistema de comunicación democrática, con la presencia de diversos actores, discursos, opiniones y acciones para la vida colectiva, supone re-educar al ciudadano; es decir, adelantar estrategias de pedagogía política que si bien no pasan solamente por lo medios de comunicación, encuentran en ellos uno de sus principales escenarios”, explica la profesora colombiana.
Como práctica comprometida, los periodistas deben involucrar al ciudadano en el proceso y no solamente –como es la tradición- encantarlo para que emita el voto. Es preciso que el ciudadano se encuentre con los candidatos sobre temas de gobierno más allá de los temas de campaña, en otras palabras realmente significa sentar las bases de un foro mediático.
“Es más que una técnica: encierra toda una filosofía que pretende recobrar el sentido del proceso electoral y de paso recordar que más que electores se debe hablar de ciudadanos que pueden construir una agenda temática alrededor de la cual los candidatos se pronuncien para conectarse con los intereses y necesidades” del pueblo y hacer sus propuestas, señala Miralles.
La acción política de los periodistas no significa que se está desplazando a los políticos de por sí, sino que se trata de hacer más viable la democracia en las actuales sociedades de masas, ya que se ponen a los medios de comunicación a disposición del diálogo social con la puesta en escena de tres agendas: la de los políticos, la de los medios y la de la ciudadanía.
Para aclarar el punto, la profesora colombiana explica que los sondeos de opinión –tan comunes en los procesos electorales- deben realmente servir, para la construcción de la agenda ciudadana, o sea ir más allá del enfoque tradicional que los utiliza sólo para medir los índices de popularidad de los candidatos. La agenda ciudadana debe servir para escoger a los candidatos.
“La campaña ocuparía solamente un espacio del espectro y probablemente podría ser entendido como mecanismo de difusión y no de construcción de ideas. Lo problemático de poner como centro del cubrimiento electoral los temas de campaña, es que la opinión pública está cediendo la iniciativa a quienes compiten por un puesto y con ello se les da el control del proceso”, advierte.
En resumen, el proceso electoral debe “ciudadanizarse”, sacarlo del control de los partidos políticos, en un juego donde la agenda ciudadana necesariamente va a competir con la de los políticos y también la de los medios de comunicación que no son simples testigos de dicho proceso electoral. Una comunicación comprometida con la ciudadanía puede ser la diferencia.
Por Guillermo Mejía
La participación ciudadana en el proceso electoral que vivimos de cara a los comicios de alcaldes y diputados del 11 de marzo próximo no se puede conformar con tan sólo ser objeto de encuestas de opinión, información genérica sobre candidatos y partidos políticos, promesas de campaña y las condiciones de infraestructura básica para asistir al evento.
Quedarse ahí forma parte de la concepción tradicional sobre la participación de los ciudadanos en la elección de sus autoridades; sin embargo, solamente asegura que esos electores ejerzan su soberanía con tan sólo emitir su voto no así que se vean involucrados en el proceso desde su génesis, o sea en escoger candidatos y definir los temas de debate desde las bases.
Si bien no se pueden negar cambios en los procesos electorales desde el fin de la guerra civil –acordémonos de la cultura del fraude- aún falta una perspectiva cívica con esa participación que vaya más allá de los sondeos de opinión, de las decisiones verticales de las cúpulas partidarias y de la concentración del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en manos de los mismos políticos.
Son tan precarias las condiciones para arribar a la democratización de las elecciones que hasta ahora se ensayará el voto residencial en una parte del territorio nacional, se contará con un insignificante número de candidatos independientes de los partidos políticos y aparecerá la fotografía de los candidatos, aunque también la bandera del partido -algo contradictorio.
Considerando que la política se observa y reconoce a través del sistema mediático, por eso es tan importante asumir los retos de la comunicación política, una forma conciente desde la comunicación colectiva conlleva una perspectiva ciudadana que privilegie la participación del conglomerado mediante prácticas deliberativas que impacten en la escena pública.
La autora y catedrática colombiana, Ana María Miralles, afirma que dar voz a la gente pasa “por procesos deliberativos de formación de opinión pública, que se constituyen en toda una práctica pedagógica, con un sentido renovado de la política que ya no estará exclusivamente en manos de los ‘políticos profesionales’ y que no necesariamente tiene que pasar por las instituciones”.
Al contrario, esa experiencia democrática “se mueve en espacios más abiertos y definidos desde un punto de vista predominantemente cultural, más cerca de los sistemas simbólicos de la gente”, agrega Miralles, “es un reto político y educativo frente al predominio del sistema de la representatividad que ha hecho del ciudadano un sujeto que delega en otros la iniciativa”.
En ese sentido, el periodismo ciudadano o cívico puede convertirse en una buena herramienta, para que ese ciudadano sea interpelado y de esa forma recupere el control de la agenda temática superando la idea tradicional de que lo público es sinónimo del Estado como si no fuese la persona el eje de la acción política.
“Construir o reconstruir un sentido de lo público como un sistema de comunicación democrática, con la presencia de diversos actores, discursos, opiniones y acciones para la vida colectiva, supone re-educar al ciudadano; es decir, adelantar estrategias de pedagogía política que si bien no pasan solamente por lo medios de comunicación, encuentran en ellos uno de sus principales escenarios”, explica la profesora colombiana.
Como práctica comprometida, los periodistas deben involucrar al ciudadano en el proceso y no solamente –como es la tradición- encantarlo para que emita el voto. Es preciso que el ciudadano se encuentre con los candidatos sobre temas de gobierno más allá de los temas de campaña, en otras palabras realmente significa sentar las bases de un foro mediático.
“Es más que una técnica: encierra toda una filosofía que pretende recobrar el sentido del proceso electoral y de paso recordar que más que electores se debe hablar de ciudadanos que pueden construir una agenda temática alrededor de la cual los candidatos se pronuncien para conectarse con los intereses y necesidades” del pueblo y hacer sus propuestas, señala Miralles.
La acción política de los periodistas no significa que se está desplazando a los políticos de por sí, sino que se trata de hacer más viable la democracia en las actuales sociedades de masas, ya que se ponen a los medios de comunicación a disposición del diálogo social con la puesta en escena de tres agendas: la de los políticos, la de los medios y la de la ciudadanía.
Para aclarar el punto, la profesora colombiana explica que los sondeos de opinión –tan comunes en los procesos electorales- deben realmente servir, para la construcción de la agenda ciudadana, o sea ir más allá del enfoque tradicional que los utiliza sólo para medir los índices de popularidad de los candidatos. La agenda ciudadana debe servir para escoger a los candidatos.
“La campaña ocuparía solamente un espacio del espectro y probablemente podría ser entendido como mecanismo de difusión y no de construcción de ideas. Lo problemático de poner como centro del cubrimiento electoral los temas de campaña, es que la opinión pública está cediendo la iniciativa a quienes compiten por un puesto y con ello se les da el control del proceso”, advierte.
En resumen, el proceso electoral debe “ciudadanizarse”, sacarlo del control de los partidos políticos, en un juego donde la agenda ciudadana necesariamente va a competir con la de los políticos y también la de los medios de comunicación que no son simples testigos de dicho proceso electoral. Una comunicación comprometida con la ciudadanía puede ser la diferencia.
lunes, enero 30, 2012
La carga de conciencia sobre la migración forzada
Por Guillermo Mejía
De las innumerables deudas de la clase política y de sectores de poder económico sobresale la migración forzada de miles de compatriotas en busca del “sueño americano” –más bien pesadilla-, por no encontrar en estas tierras lo que justamente les corresponde como ciudadanos, realidad desconcertante que con el paso de los años sigue invisibilizada.
De eso precisamente abundó la semana pasada el sacerdote y activista pro-emigrantes mexicano, Alejandro Solalinde, en una jornada de conciencia que lo llevó a exponer en un foro de radios comunitarias, reuniones con expertos y entrevistas periodísticas, en especial en medios alternativos más que en la prensa tradicional.
Solalinde, que tiene su centro de ayuda en el Estado mexicano de Oaxaca, explicó en el espacio de análisis y reflexión “Temas” de Radio Nacional que más que éxodo o migración a secas el fenómeno hay que llamarlo “migroma-humano”, porque “al verlos a ellos nos vemos a nosotros mismos” y, por ende, es urgente que veamos lo que debemos de ser, no lo que somos.
El martirio de la migración hacia el Norte representa una tragedia, tanto para las víctimas como para la sociedad en general: “Los responsables de los países de origen… cómo es posible que no hagan nada, para crear buenas condiciones y retener a su mejor gente… cómo es posible que en los países de tránsito tampoco se den cuenta de la tragedia, de esa muerte lenta”, denunció.
“Y cómo es posible también que a los Estados Unidos, el principal país de destino, se les haya olvidado que es un país de emigrantes, que llegaron allí, ya se les olvidó que fueron exterminando a la gente poco a poco para quedarse ellos… se les olvidó que Estados Unidos siempre se ha alimentado de nuevas migraciones”, agregó el sacerdote mexicano.
Solalinde lamentó que, además de la injusticia estructural y el sistema neoliberal, la evasión de los salvadoreños se da por no existir “una reconciliación nacional” luego de la guerra civil, a la vez de no tener de parte de los gobiernos de turno “una mayor honradez para aprovechar todos los medios que se tengan para invertir en las personas, para invertir en las nuevas generaciones”.
Tan grave la situación que los compatriotas asumen los riesgos, porque la violencia social acá también significa muerte: “La emigración es una respuesta inmediata a una descomposición estructural y sistémica y, por lo tanto, tenemos que hacer algo… no componer el sistema y darle vida artificial, porque tienen que venir otros sistemas menos abusivos y depredadores”, señaló.
El sacerdote y activista mexicano denunció lo que llama “una nueva esclavitud” que representa a la trata de personas sin que importe su dignidad, porque lo que interesa es el número y que sean “buenos para el mercado, para tráfico de órganos… a las mujeres que vienen con sus niños (las separan) porque también a los niños se pueden vender”.
“Y las mujeres igual y, me da pena decirlo, pero las mujeres que son más preciadas por su físico, por su color, son las salvadoreñas… y desgraciadamente son las primeras que llevan para la prostitución y la trata, y que finalmente muchas de ellas estoy seguro han desaparecido… todo esto es una tragedia y se ha llegado a lo más bajo de la humanidad”, agregó indignado.
Solalinde apeló al compromiso de la iglesia a fin de revertir el problema: “La iglesia lo primero que debe (hacer) es incidencia política para que el gobierno haga lo suyo, también hacer un llamado a la iniciativa privada, no sólo tomarse el cafecito y el chocolate con ellos, sino cuestionarlos, profetizarles, motivarlos para que inviertan en la sociedad”.
“Pero no que inviertan para sacar el doble o el triple, que inviertan con sentido social, con un sentido de dar no solamente un trabajo de subsistencia para que medio vivan y se mueran de hambre, sino un trabajo digno con una paga justa remunerada para que tengan una vida digna… la iglesia puede hacer maravillas si ella los convence”, añadió.
Solamente en Estados Unidos hay cerca de tres millones de compatriotas que se suman a los que se fueron para otras tierras cercanas o distantes. La ironía es que para los gobiernos de turno y los sectores de poder económico realmente su importancia radica en los más de tres mil millones de dólares anuales en remesas que sirven para el consumo. El país es prácticamente improductivo.
Las reflexiones del sacerdote mexicano cayeron en buen momento por la profundización de la crisis económica y la violencia delincuencial en esta sociedad que no encuentra rumbo, que está ensayando fórmulas que en el pasado generaron mayor desencuentro y nos llevaron a la vorágine. Es más, en un período electoral donde se construye más imagen que propuestas políticas serias.
Por Guillermo Mejía
De las innumerables deudas de la clase política y de sectores de poder económico sobresale la migración forzada de miles de compatriotas en busca del “sueño americano” –más bien pesadilla-, por no encontrar en estas tierras lo que justamente les corresponde como ciudadanos, realidad desconcertante que con el paso de los años sigue invisibilizada.
De eso precisamente abundó la semana pasada el sacerdote y activista pro-emigrantes mexicano, Alejandro Solalinde, en una jornada de conciencia que lo llevó a exponer en un foro de radios comunitarias, reuniones con expertos y entrevistas periodísticas, en especial en medios alternativos más que en la prensa tradicional.
Solalinde, que tiene su centro de ayuda en el Estado mexicano de Oaxaca, explicó en el espacio de análisis y reflexión “Temas” de Radio Nacional que más que éxodo o migración a secas el fenómeno hay que llamarlo “migroma-humano”, porque “al verlos a ellos nos vemos a nosotros mismos” y, por ende, es urgente que veamos lo que debemos de ser, no lo que somos.
El martirio de la migración hacia el Norte representa una tragedia, tanto para las víctimas como para la sociedad en general: “Los responsables de los países de origen… cómo es posible que no hagan nada, para crear buenas condiciones y retener a su mejor gente… cómo es posible que en los países de tránsito tampoco se den cuenta de la tragedia, de esa muerte lenta”, denunció.
“Y cómo es posible también que a los Estados Unidos, el principal país de destino, se les haya olvidado que es un país de emigrantes, que llegaron allí, ya se les olvidó que fueron exterminando a la gente poco a poco para quedarse ellos… se les olvidó que Estados Unidos siempre se ha alimentado de nuevas migraciones”, agregó el sacerdote mexicano.
Solalinde lamentó que, además de la injusticia estructural y el sistema neoliberal, la evasión de los salvadoreños se da por no existir “una reconciliación nacional” luego de la guerra civil, a la vez de no tener de parte de los gobiernos de turno “una mayor honradez para aprovechar todos los medios que se tengan para invertir en las personas, para invertir en las nuevas generaciones”.
Tan grave la situación que los compatriotas asumen los riesgos, porque la violencia social acá también significa muerte: “La emigración es una respuesta inmediata a una descomposición estructural y sistémica y, por lo tanto, tenemos que hacer algo… no componer el sistema y darle vida artificial, porque tienen que venir otros sistemas menos abusivos y depredadores”, señaló.
El sacerdote y activista mexicano denunció lo que llama “una nueva esclavitud” que representa a la trata de personas sin que importe su dignidad, porque lo que interesa es el número y que sean “buenos para el mercado, para tráfico de órganos… a las mujeres que vienen con sus niños (las separan) porque también a los niños se pueden vender”.
“Y las mujeres igual y, me da pena decirlo, pero las mujeres que son más preciadas por su físico, por su color, son las salvadoreñas… y desgraciadamente son las primeras que llevan para la prostitución y la trata, y que finalmente muchas de ellas estoy seguro han desaparecido… todo esto es una tragedia y se ha llegado a lo más bajo de la humanidad”, agregó indignado.
Solalinde apeló al compromiso de la iglesia a fin de revertir el problema: “La iglesia lo primero que debe (hacer) es incidencia política para que el gobierno haga lo suyo, también hacer un llamado a la iniciativa privada, no sólo tomarse el cafecito y el chocolate con ellos, sino cuestionarlos, profetizarles, motivarlos para que inviertan en la sociedad”.
“Pero no que inviertan para sacar el doble o el triple, que inviertan con sentido social, con un sentido de dar no solamente un trabajo de subsistencia para que medio vivan y se mueran de hambre, sino un trabajo digno con una paga justa remunerada para que tengan una vida digna… la iglesia puede hacer maravillas si ella los convence”, añadió.
Solamente en Estados Unidos hay cerca de tres millones de compatriotas que se suman a los que se fueron para otras tierras cercanas o distantes. La ironía es que para los gobiernos de turno y los sectores de poder económico realmente su importancia radica en los más de tres mil millones de dólares anuales en remesas que sirven para el consumo. El país es prácticamente improductivo.
Las reflexiones del sacerdote mexicano cayeron en buen momento por la profundización de la crisis económica y la violencia delincuencial en esta sociedad que no encuentra rumbo, que está ensayando fórmulas que en el pasado generaron mayor desencuentro y nos llevaron a la vorágine. Es más, en un período electoral donde se construye más imagen que propuestas políticas serias.
miércoles, enero 25, 2012
El ascenso de los militares en la seguridad pública
Por Guillermo Mejía
Los hechos demuestran que en el gobierno del presidente Mauricio Funes -como no había sucedido antes- los militares han tomado los puestos claves de la seguridad pública, ya que dos generales en retiro controlan el ministerio de Justicia y Seguridad, y la Policía Nacional Civil (PNC) en abierta violación a la Constitución de la República y los Acuerdos de Paz.
El mandatario salvadoreño nombró en un período corto de tiempo a David Munguía Payés, en el ministerio, y a Francisco Salinas en la policía luego que causaron baja de la Fuerza Armada donde fungieron como ministro y vice-ministro de Defensa, respectivamente, lo que ha dado paso a denuncias sobre la militarización de la sociedad.
Aunque Funes, del “gobierno del cambio” y que llegó con la bandera del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), diga lo contrario y considere que desde diversos sectores se ven “fantasmas” el punto es que cada vez más se siente la presencia de la milicia en las labores de seguridad pública.
El riesgo es que la errónea política de seguridad, copiada de México hacia los países del triángulo norte (El Salvador, Honduras y Guatemala), que privilegia la implementación de la represión militar sin tomar en cuenta, como se debe, una visión más integral del problema, puede desembocar en la instauración de Estados ingobernables.
Investigaciones periodísticas en proceso revelan que los pandilleros han tomado muy en serio el reto publicitario del gobierno de Mauricio Funes que insiste en desarticularlos con la utilización de efectivos militares en colonias y barrios pobres, lo que los mueve a no quedarse atrás en su preparación para tiempos peores.
Una visión holística de esa crisis social implica que, además del combate efectivo con el uso de las fuerzas de seguridad, se ejecuten programas sociales en serio que rompan con los vicios estructurales que eternizan la pobreza, la exclusión y que hagan creer perversamente a la mentalidad colectiva que la solución está en la militarización de la sociedad.
No se necesita ser especialista en estudios sociales para reconocer esa realidad. La lógica elemental nos orienta a pensar que una población pobre, excluida y amenazada busca la manera de solventar sus males a como de lugar, sin que se dejen por fuera actividades ilícitas, por lo que existe el caldo de cultivo para la delincuencia.
Si bien la gente demanda acciones concretas porque ya no soporta la situación, es urgente que las entidades respectivas cumplan su papel y atiendan a esa población excluida a fin de cerrar el círculo vicioso. Para eso se necesita salud, educación, democratización de la carga tributaria, entre otras cosas, no solamente garrote.
Qué contrastes se viven en esta sociedad maltrecha y violenta. Hace unos días el presidente Funes pidió perdón por la masacre de El Mozote, departamento de Morazán, donde efectivos militares asesinaron a 936 campesinos, entre ellos niños, mujeres, ancianos, en 1981. Y, a la par, da rienda suelta a los militares para que dirijan la seguridad pública.
En medio de esas ironías, también incorporó al ex coronel Sigifredo Ochoa Pérez a la Comisión de Límites de la Cancillería, un militar de la pasada guerra y candidato a diputado por el derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que ha mostrado su malestar por el nombramiento e incluso ha puesto un recurso en la Corte Suprema de Justicia. Ojala que no vengan cosas peores.
Por Guillermo Mejía
Los hechos demuestran que en el gobierno del presidente Mauricio Funes -como no había sucedido antes- los militares han tomado los puestos claves de la seguridad pública, ya que dos generales en retiro controlan el ministerio de Justicia y Seguridad, y la Policía Nacional Civil (PNC) en abierta violación a la Constitución de la República y los Acuerdos de Paz.
El mandatario salvadoreño nombró en un período corto de tiempo a David Munguía Payés, en el ministerio, y a Francisco Salinas en la policía luego que causaron baja de la Fuerza Armada donde fungieron como ministro y vice-ministro de Defensa, respectivamente, lo que ha dado paso a denuncias sobre la militarización de la sociedad.
Aunque Funes, del “gobierno del cambio” y que llegó con la bandera del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), diga lo contrario y considere que desde diversos sectores se ven “fantasmas” el punto es que cada vez más se siente la presencia de la milicia en las labores de seguridad pública.
El riesgo es que la errónea política de seguridad, copiada de México hacia los países del triángulo norte (El Salvador, Honduras y Guatemala), que privilegia la implementación de la represión militar sin tomar en cuenta, como se debe, una visión más integral del problema, puede desembocar en la instauración de Estados ingobernables.
Investigaciones periodísticas en proceso revelan que los pandilleros han tomado muy en serio el reto publicitario del gobierno de Mauricio Funes que insiste en desarticularlos con la utilización de efectivos militares en colonias y barrios pobres, lo que los mueve a no quedarse atrás en su preparación para tiempos peores.
Una visión holística de esa crisis social implica que, además del combate efectivo con el uso de las fuerzas de seguridad, se ejecuten programas sociales en serio que rompan con los vicios estructurales que eternizan la pobreza, la exclusión y que hagan creer perversamente a la mentalidad colectiva que la solución está en la militarización de la sociedad.
No se necesita ser especialista en estudios sociales para reconocer esa realidad. La lógica elemental nos orienta a pensar que una población pobre, excluida y amenazada busca la manera de solventar sus males a como de lugar, sin que se dejen por fuera actividades ilícitas, por lo que existe el caldo de cultivo para la delincuencia.
Si bien la gente demanda acciones concretas porque ya no soporta la situación, es urgente que las entidades respectivas cumplan su papel y atiendan a esa población excluida a fin de cerrar el círculo vicioso. Para eso se necesita salud, educación, democratización de la carga tributaria, entre otras cosas, no solamente garrote.
Qué contrastes se viven en esta sociedad maltrecha y violenta. Hace unos días el presidente Funes pidió perdón por la masacre de El Mozote, departamento de Morazán, donde efectivos militares asesinaron a 936 campesinos, entre ellos niños, mujeres, ancianos, en 1981. Y, a la par, da rienda suelta a los militares para que dirijan la seguridad pública.
En medio de esas ironías, también incorporó al ex coronel Sigifredo Ochoa Pérez a la Comisión de Límites de la Cancillería, un militar de la pasada guerra y candidato a diputado por el derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que ha mostrado su malestar por el nombramiento e incluso ha puesto un recurso en la Corte Suprema de Justicia. Ojala que no vengan cosas peores.
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