Honduras: Luto en el Día del Periodista
Solidarios en el dolor, unidos en la esperanza…
Por Guillermo Mejía
No tiene sentido una celebración a lo grande en el Día del Periodista de Honduras, el 25 de mayo, sino más bien una fecha de luto por la muerte de 24 colegas, el último de ellos Alfredo Villatoro, coordinador de noticias matutinas de la Cadena Radial HRN, de Tegucigalpa, que fue secuestrado y asesinado por desconocidos que dejaron su cadáver vestido de efectivo policial.
Desde el nefasto golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, en junio de 2009, suman cientos las víctimas en una violencia incontenible que sigue en el gobierno de Porfirio Lobo, en el que se ha comprobado la vuelta de la represión del pasado aderezado del accionar del crimen organizado y el narcotráfico en la tierra del paladín centroamericano, Francisco Morazán.
El hecho de que a Villatoro lo hayan asesinado luego de una semana de haber sido secuestrado cuando se conducía con su esposa en la capital hondureña y su cuerpo haya aparecido vestido con uniforme de efectivos del Batallón Cobra de la policía dice mucho de la naturaleza del crimen y de sus autores que siguen en la impunidad.
Los periodistas centroamericanos debemos hacer una reflexión, además de mostrar nuestra solidaridad y demanda de justicia, porque como va la dramática situación en México y los países del Triángulo Norte de la región (El Salvador, Honduras y Guatemala) ojala no caigamos los demás en la garras de los oscurantistas que tienen infiltradas nuestras sociedades.
La colega Thelma Mejía, reconocida periodista y corresponsal hondureña, conversó con el presidente del Colegio de Periodistas de Honduras, Juan Ramón Mairena, que aseguró que “nos quieren callar. Tocaron a un periodista influyente de un gran medio de prensa, pero no nos debemos intimidar”.
“Esperemos que esta muerte no quede impune como otras”, agregó Mairena, al tiempo que exigió “al presidente Lobo que este crimen” no engrose apenas “una estadística de las muchas que adornan su gobierno”. Las estadísticas reflejan que en Honduras se comete un promedio de 18 asesinatos al día, mientras el crimen y la corrupción ha permeado al Estado.
Otro respetado periodista y corresponsal hondureño, Manuel Torres, comentó en un agudo artículo que con la espiral de violencia “esta nación centroamericana es incapaz de reinventarse democráticamente, y permanece atrapada en una maraña de corrupción, crimen organizado, falsas ideologías y una elite política desprestigiada que se encubre detrás de gestos y máscaras demagógicas, la mayoría mediáticas”.
“Ejercer la crítica periodística bajo esas circunstancias es muy difícil, pues todos los temas tras los cuales se parapeta el poder son intocables, incluyendo el de la memoria histórica. La amenaza o el atentado son inevitables para quien denuncie o investigue el abuso de poder o la manera en que crecen las grandes fortunas personales o los negocios entre empresarios privados y el Estado”, añadió.
Otra voz de la conciencia hondureña es la del médico y luchador social, Juan Almendares, que en un ensayo expresó: “El asesinato de Villatoro no podemos reducirlo a un problema de un gobierno; tenemos que enfocarlo dentro de un marco de totalidad histórica de las fuerzas que están en Juego”.
“En otras palabras no sólo existe un crimen organizado sino el otro crimen organizado que es el sistema hegemónico, económico y militar que nos está conduciendo a una violencia extrema de imprevisibles consecuencias, tal como ocurrió en México”, afirmó.
En consecuencia, según Almendares, “es el momento de unir todas las fuerzas de la nación; una unidad para encontrar ‘nuestro ser social y nuestra dignidad’. No existe unidad donde cada hondureño y hondureña sean consideradas como ‘no ser’. Es la unidad que nos transforme en el ser libres y soberanos”.
Mientras se agudiza la violencia contra los hermanos en Honduras, con la amenaza que eso significa para el resto de países, las clases políticas viven en una burbuja contaminante donde privilegian sus intereses en detrimento de la ciudadanía. No podemos estar de espectadores, luchemos por la vida, la justicia y la dignidad en cada parcela de nuestra Patria centroamericana.
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