La amenaza de construir un Estado gángster
Por Guillermo Mejía
La impunidad en que quedaron los crímenes del pasado reciente en El Salvador propicia que pueda instalarse en el país un Estado gángster, al igual que ha ocurrido en otras naciones del mundo, con lo que se advierte que los que antes persiguieron a la oposición política ahora participan del crimen organizado, narcotráfico y las pandillas.
Las contundentes reflexiones son del periodista y escritor estadounidense, John Lee Anderson, corresponsal itinerante en diversos países del mundo para la revista New Yorker. Ha cubierto los conflictos armados en El Salvador, Afganistán, Irak, Libia, Somalia y Liberia, entre otros, y participó en estos días en un encuentro de profesionales del periodismo en el país.
Según este periodista y autor de obras como Las memorias del Che, La caída de Bagdad y El dictador, uno de los problemas es que en El Salvador se copió el modelo español de justicia que en lugar de perseguir a los responsables de crímenes –el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero o la masacre de El Mozote- generó esa impunidad que nos agobia.
John Lee Anderson, tras una ausencia de 22 años, conversó con los conductores del programa Temas, de Radio Nacional. A continuación presento un resumen de su exposición que cae como anillo al dedo en el marco de los tres años del que se considera el primer gobierno de izquierda en un país que afronta una crisis económica y un problema de inseguridad que no se puede esconder.
-¿Fue un mal ejemplo para América latina el modelo español?
-John Lee Anderson: Fue como acostarse con el antiguo enemigo, hubo una amnesia total tras la muerte 600 mil personas y 120 mil personas que se sabe que fueron desaparecidas, existen fosas comunes. Luego de la consecución de la democracia hubo un pacto de olvido que significó que quienes estaban fuera tuvieran una tajada del poder y compitieran con sus antiguos represores.
Por muchos años fue el modelo a seguir en el mundo occidental, como que no significara nada acostarse con el torturador. Ni el juez Baltazar Garzón que mandó arrestar al dictador chileno Augusto Pinochet y sentó un precedente mundial legal en torno a lo que se puede hacer con un ex dictador fue capaz de obligar a los juzgados españoles en mirar a su pasado, ni mucho menos tipificarlos como crímenes de guerra.
El modelo español de paz fue impuesto posteriormente en un país tras otro en América latina. Una cosa es perdonar a un viejo torturador, pero (otra) imponer este mismo modelo donde la sangre está fresca. En el caso de El Salvador un grupo muy pequeño hizo estos Acuerdos de Paz y no la vasta mayoría del electorado, no fue partícipe.
Esta es la tristeza que siento en El Salvador, aquí la impunidad fue mayor, el asesinato (de) Monseñor Romero y lo crímenes ejemplares como las masacres de El Mozote de gran trascendencia, tan horribles como en Ruanda, pero sucedió aquí en el hemisferio occidental ante los ojos de todos, los asesinos andan sueltos no se ha castigado a nadie, no es casual que El Salvador padezca de un índice de crimen organizado, pandillas, inseguridad pública y la impunidad con los índices más altos del mundo.
Sería excelente y grande que en la actualidad los políticos encuentren la forma de cómo El Salvador no siga siendo el ejemplo de todo lo malo, lo revierta y rompa su molde y establezca una nueva pauta y ponga fin a la impunidad para sanear a la sociedad y marchar hacia adelante. Jamás El Salvador va estar libre de su pasado.
-Aquí el centro de todo ha sido la impunidad y los involucrados en crímenes y los poderosos han hecho cosas cuanta vez han querido…
-Anderson: El riesgo de que los criminales queden impunes es la construcción de una sociedad sociópata, violenta, cruel e impune.
-¿Los pensadores de este modelo no se imaginaron las consecuencia a futuro?
-Anderson: ¿Qué piensas tú cuando hablamos de Rusia? No son buenas imágenes verdad, vemos las imágenes de los países pos dictadura casi siempre terminan en sociedades gángsteriles, gobernadas por el hampa, sea donde sea, Rusia, El Salvador, tienen algo en común que es la falta de un Estado de derecho que es lo que necesitamos siempre.
Entonces si no tenemos un Estado de derecho no se puede actuar, porque quienes están en el poder son los gángster. El mundo nuevo que venía y El Salvador era uno más que en su fórmula con el Acuerdo de Paz entró de una forma accidentada al porvenir.
Los militares se fueron a regañadientes, los Estados Unidos los obligaron volver al cuartel y dejar que los civiles condujeran el poder, pero todavía con deseos de volver al poder los vimos en España, siete años después hubo una intentona de sublevación, lo vimos en Argentina y en Chile donde el dictador Pinochet se retiró pero mantuvo el control del Senado con intentos como senador vitalicio.
Entonces, el temor es proveniente de un terror pos dictaduras, que las jóvenes democracias fueron obligadas a aceptar los crímenes del pasado a cambio de una cuota en el poder, obligados por el terror, es decir por la amenaza de ataques físicos sobre ellos y sus familias. Pregunto yo puede nacer una democracia del terror, es sano eso, creo que no. Ahora con la globalización corre dinero abajo y sucio, el hampa se ha apoderado de las bases de la sociedad, algo que antes no existía.
Hasta cierto punto el pandillerismo donde antes hubo reclamo político como (que) es una especie endémica controlable por el capitalismo, y esto sin ser un experto en teoría conspirativa, pero se podría creer que es el resultado de los vencedores.
-¿Si esto no se corrige cuál es el futuro? ¿Será el camino a la construcción de un Estado salvadoreño gángster?
-Anderson: puede que sí, lamento que sí. La historia de algunas sociedades como que tiene que darse cuenta hasta dónde han llegado y a partir de allí construir algo nuevo, solo tocando fondo surgen líderes en las sociedades, pero si no podemos terminar como Rusia donde hay iluminados, poetas, músicos científicos, pero que viven en un reino del hampa donde su presidente es un asesino y ladrón, no hay otra manera de calificarlo, o terminamos como aquel modelo o como este en El Salvador que está al borde, sobre la frontera, por eso hay que actuar de manera inmediata.
Estamos en trance (…) en el mundo, pero no es tarde adoptar políticas positivas, especialmente en Estados Unidos que deberá hacer más inversión, en educación, salud, etcétera.
Como corolario, resulta preocupante que un estudio presentado por El Diario de Hoy revele que el 61 por ciento de los encuestados considere que la delincuencia es el principal problema, mientras el 64.20 por ciento cree que fue buena la decisión de militarizar la seguridad pública y que casi el 80 por ciento esté de acuerdo con que en los puestos claves estén militares.
La sociedad salvadoreña sigue víctima de la ausencia de información en torno al problema de la seguridad, donde se avala un supuesto acuerdo de tregua entre pandillas, que se vende como exitoso por haber reducido a seis las muertes cotidianas, aunque se ignore la cifra de seis desparecidos diarios. Una simple operación sugiere que las 12 víctimas diarias continúan. O, ¿no?
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