martes, septiembre 04, 2018

Elecciones presidenciales: Los señores de la guerra a segundo plano

Por Guillermo Mejía

Por primera vez desde la firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno del derechista Alfredo Cristiani y el rebelde Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), en Chapultepec, México, el 16 de enero de 1992, ninguna de esas fuerzas políticas que han dominado el espectro político se perfila como favorita en las elecciones presidenciales de 2019.

El lugar lo ocupa el partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana) con su candidato a última hora y por arreglos no muy transparentes, el ex alcalde capitalino Nayib Bukele, expulsado de las filas del Fmln en medio de un agarrón firma culebrón televisivo, que supera a sus principales contrincantes, Carlos Calleja y Hugo Martínez.

Paradójico, pues el reconocido partido bisagra Gana, nacido de la descomposición de Alianza Republicana Nacionalista (Arena) que derivó de la expulsión del ex presidente Tony Saca, ladrón confeso en espera de sentencia judicial, se perfila como favorito aunque más por la figura del ex alcalde Bukele que por méritos propios.

Según la última encuesta de LPG Datos, el partido Gana aparece con el 21.9 por ciento del electorado con un crecimiento significativo, ya que en febrero pasado apenas su caudal fue de 2.7 por ciento. Le sigue el partido Arena con el 17.6 por ciento, pero con una caída de casi 10 puntos de lo que fue su caudal hace seis meses; y en un lejano tercer lugar el partido Fmln con 8.6 por ciento del electorado.

Sin embargo, es significativo que el 51.6 por ciento de los salvadoreños se reparte entre los que no siguen a ninguno de los contendientes, cree que el voto es secreto, no sabe o no responde a la pregunta formulada. De acá a febrero próximo, cuando se celebren los comicios presidenciales, muchas cosas pasarán.

Por lo que se aprecia de las informales campañas que comenzaron con desplazamientos territoriales de candidatos, algunos anuncios y la incansable presencia partidaria en redes sociales, donde se juntan las más variadas ocurrencias, las narrativas resultan más de lo mismo de promesas fallidas frente a problemas que se han vuelto crónicos en la sociedad salvadoreña.

La única novedad parece ser que tanto Bukele, de Gana, como Calleja, de Arena, andan ofreciendo que quitarán la partida secreta de la administración pública, que ha salido a bailar con los casos de corrupción de los ex presidentes Tony Saca, de Arena, y Mauricio Funes, del Fmln, y que, según la Fiscalía General, tienen sobre sus espaldas el saqueo de más de 600 millones de dólares al Estado.

Por algo, tanto los gobiernos de Arena como los del Fmln, cada cual según la ocasión, han sufrido (y sufren) cuando la ciudadanía apela al derecho de acceso a la información pública.

El politólogo Marlon Hernández-Anzora escribió en un matutino local: “Mientras el Fmln fue oposición, su apoyo a este derecho fue incondicional. Pero una vez convertidos en gobierno, lo que antes fue una bandera de lucha se reveló como una especie de amenaza a su gestión de gobierno”.

“Por su parte”, agregó, “una vez fuera del Ejecutivo, Arena y sus sectores allegados la convirtieron en uno de sus principales estandartes electorales. En resumen: los que antes sí, hoy ya no, y viceversa”.

Por eso y mucho más, como el desengaño ciudadano con presidentes sacados de la televisión, es que tanto a Arena como al Fmln el electorado les viene “cantando las golondrinas”. Y en esta ocasión figura un celeste “golondrino” a quien también tienen que cuadrarle las cuentas por aquello de la transparencia y el acceso a la información pública.

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