lunes, enero 25, 2010

Honduras: El turno del lobo solitario

Por Guillermo Mejía

El 27 de enero, a siete meses del nefasto golpe de Estado en Honduras, Porfirio “Pepe” Lobo se convierte en el presidente de Hibueras, luego de salir electo de los cuestionados comicios del pasado 29 de noviembre. Sin embargo, es un lobo solitario porque la comunidad internacional –con escasas excepciones- no avala el circo político catracho.

El presidente legítimo Manuel “Mel” Zelaya, defenestrado por militares y politicastros el 28 de junio del año pasado, va rumbo al exterior después de meses de permanecer en el Embajada de Brasil, en Tegucigalpa, aunque con la frente en alto. El dictadorzuelo Roberto Micheletti se salió de la casa de gobierno, pero no soltó el mango del sartén.

Hasta ahí en breve el último capítulo de la historia hondureña reciente. Ahora viene lo mejor. “Pepe” Lobo tiene por delante que encontrarle un camino inteligente a la deteriorada convivencia –si se puede decir así en un país en crisis- donde reina el desencuentro, la polarización, así como la ausencia de robustez institucional.

Por de pronto, él asegura que irá al encuentro de la hondureñidad, aunque de todos es sabido que –sin que apareciera en la foto- estuvo detrás de la expulsión en pijamas de “Mel” Zelaya al igual que los representantes tradicionales de la clase política nacional, incluido el mismo Partido Liberal del depuesto presidente y, obviamente, de Micheletti.

Por su lado, “Mel” Zelaya tiene que reevaluar lo que aconteció antes y después del golpe de Estado del Siglo XXI. Una acción antidemocrática que suponíamos desterrada en nuestra región centroamericana, pero que como lección nos queda en la memoria colectiva. De manera autocrítica debemos aceptar que creímos que vivíamos en democracia.

Honduras tendrá tiempo para revisar lo sucedido de cara al futuro. “Mel” Zelaya sentó las bases de un despertar colectivo en una tierra que –como bien dijo el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya- vive en otro tiempo, al grado que es una nación que bien podría estar en el continente africano.

El pecado del depuesto mandatario hondureño fue querer tomar en cuenta el pulso ciudadano con una cuarta urna, para encontrarle viabilidad a la democracia participativa. Toda una herejía en un Estado que se lo ha repartido un tradicional y nefasto bipartidismo que tan solo cambia de colores, pero que en el fondo está al servicio de la oligarquía.

Al final, lo esperanzador y aliciente de los hechos consumados es la conciencia que brotó en un movimiento político y ciudadano de resistencia contra el golpe de Estado y el retorno de “Mel” Zelaya. Honduras, de un día para otro, ha dado lecciones de patriotismo sin precedentes, Honduras ya no podrá ser igual, Honduras despertó del ensueño. No a los golpistas.

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