El Salvador: Una sociedad de fraude
Por Guillermo Mejía
Los acontecimientos sociales, políticos y económicos de la actual coyuntura nos hacen recordar cotidianamente que sobrevivimos en una sociedad fraudulenta. El vivo se come al pendejo –a veces también por la necesidad del segundo- mientras quienes tienen el poder de decisión asumen demencia o salen a luz pública con discursos poco convincentes.
Sería injusto decir, como algunos lo hacen, que a ocho meses del gobierno de Mauricio Funes las cosas no han dado sus giros. Quienes así lo dicen, especialmente en el espacio mediático, lo hacen ya sea por falsa conciencia o por la imperiosa necesidad de llevar agua a su molino. La asistencia a escolares, familias pobres y ancianos, son hechos que no se pueden esconder.
Pero tampoco vamos a decir que las cosas transitan sin escollos. Existe una serie de cuestiones, en especial donde la burocracia estatal tiene responsabilidad, que ya sea por ineficiencia o por ganas de molestar causan malestar en la ciudadanía. Los cobros infelices en la Anda y el martirio de la sacada del DUI son también hechos que no se pueden soslayar.
En la trama del asunto, a la vez, encontramos una visible falta de coordinación de las autoridades gubernamentales, entre ellas el mismo presidente Funes, con el partido que lo llevó al poder. No del todo se puede decir que lo anterior es una estratagema opositora pues el desencuentro discursivo entre las partes es evidente.
Que eso sirva para la oposición derechista y su coro mediático es producto de la manera inadecuada en que se maneja la situación. Otra cosa es el estilo de gobernar del mandatario salvadoreño quien en muchas ocasiones ha sido señalado, incluso por gente simpatizante, de salir al paso de forma brusca.
El mejor ejemplo de las maneras inadecuadas de encarar esas incomodidades fue el encontronazo sobre la eliminación de la cuota fija en la telefonía, aprobada en la Asamblea Legislativa. La política de patada y mordida deja mucho que desear y causa incertidumbre en la ciudadanía, porqué no usar el diálogo como recurso.
De todos es conocido que asustar con el petate del muerto –como lo hizo el presidente Funes- es un recurso trillado. No es cierto que por la eliminación de la cuota fija las transnacionales se irán del país como tampoco es justo que los hogares salvadoreños sigan alimentando millonarias ganancias bajo el pretexto que estamos en un “sistema de libertades”. Eso no lo vimos bien.
Otra cosa es que caigamos en la bien orquestada estratagema mediática de asustar con el lobo feroz a partir de la gente de pura sangre de la izquierda. Los discursos de la dirigencia del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) sobre cuestiones que tienen que ver con su ideario político no son para asustarse. Como partido tienen derecho a fortalecer su identidad.
La inseguridad pública, la ausencia de transparencia, la urgente necesidad de buscar la equidad social, entre otros males que afectan al conglomerado, son deudas pendientes que sí merecen la mayor de las atenciones por parte de los diversos sectores. Hay que insistir en la necesaria democratización de la sociedad, en eso estamos ponchados.
No está demás recordar que dentro de la democratización a que hacemos referencia un punto crucial es el de la información, con sus posibilidades y accesos a partir de ser un derecho humano. Falta mucho trecho que recorrer para un mejor tratamiento de la información y la apertura a las diversas voces que aun no se ven representadas en los espacios de opinión. Salgamos del fraude.
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