martes, marzo 26, 2019

La intolerancia a la crítica debe hacernos reflexionar

Por Guillermo Mejía

Del encuentro civilizado entre gobernantes y gobernados a través de una variedad de mecanismos, entre los cuales sobresale la generación de procesos de formación de opinión pública crítica, es que se pretende concretar el ejercicio del poder que se caracterice por consolidar el camino hacia una auténtica democracia.

Por eso, resulta preocupante que un artículo de opinión escrito por el académico Omar Serrano, vicerrector de Proyección Social de la Universidad Centroamericana (UCA), titulado “¿Qué cabe esperar del nuevo Gobierno?” fuera “denunciado” en las redes sociales para que fuera censurado en una evidente muestra de intolerancia a la crítica.

“La UCA entró en Facebook en 2010. Hace unos días, por primera vez desde entonces, un sector descontento con un artículo de opinión invisibilizó el texto en esa red social denunciándolo en masa con motivos falsos”, tuiteó la entidad educativa al referirse al bochornoso caso que debería ser motivo de reflexión en la sociedad salvadoreña.

Serrano escribió: “El presidente electo, Nayib Bukele, no dio su primera conferencia pública en El Salvador, sino en Estados Unidos. El título de la misma fue “Una nueva era para El Salvador” y la impartió en uno de los centros de pensamiento más conservadores del mundo, la Fundación Heritage. Dentro del país, el futuro presidente no se ha reunido todavía, que se sepa, con sectores sociales, ni con empresarios, ni con organizaciones del movimiento social. Sus reuniones acá han incluido funcionarios del Gobierno del norte y de organismos financieros internacionales, y embajadores.”

Y agregó: “Como ya se ha dicho antes en este espacio, lo que prevalece en este periodo de transición es la incertidumbre sobre el tipo de gobierno que el país tendrá desde el próximo 1 de junio. Tenemos a un presidente electo del que no se sabe a ciencia cierta cómo gobernará. Mes y medio después de su elección, no ha anunciado a su equipo de transición, mucho menos ha dado indicios sobre su futuro gabinete. ¿Cómo será su gobierno? ¿Cuáles serán sus prioridades? Esto todavía es un misterio y, como tal, produce las más diversas especulaciones.”

Y quizás lo que motivó más el enojo de los seguidores de Bukele fue que sentenció: “A partir de lo poco que ha dicho hasta hoy, pareciera que tendremos un presidente inclinado, ideológicamente hablando, a la derecha, aunque antes haya dicho que su corazón estaba al lado izquierdo y después que no era de izquierda ni de derecha. Un presidente pro empresa privada, lo cual en sí mismo no es malo. Pero si la referencia es la Fundación Heritage, asistiremos a una profundización de los postulados neoliberales que han causado daños estructurales a nuestra economía y al que ni sus mismos fundadores defienden ya. Si la tónica de la campaña se mantiene, tendríamos a un presidente con una visión autoritaria, en la que lo único que vale es su palabra.”

Como se puede apreciar, las preguntas son válidas, el tono es mesurado, por lo que bien valdría para los políticos y sus seguidores recordar la alta cuota de sacrificio que significó la conquista histórica del derecho a la libertad de expresión y de opinión consagrado en la proclama de la Revolución Francesa, de 1789, y en la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948.

También, es oportuno traer a cuenta los aportes del filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas, heredero de la Escuela de Frankfurt, quien reivindica a los procesos de formación de opinión pública crítica con el soporte y fortalecimiento de la democracia, para lo que es necesario, por ejemplo, el diálogo racional de los gobernados sobre el ejercicio del poder. El periodismo es una herramienta adecuada para tal propósito.

Recordemos, comprometerse y trabajar en la consolidación de la democracia implica ir más allá de ser favoritos en las encuestas, de pagar por estrategias de marketing político y de utilizar las redes sociales con el accionar de los equipos de troles que hacen descargas emocionales dirigidas a la conquista de mentes y corazones receptivos de productos nocivos para la salud, tal cual comida chatarra.

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