lunes, julio 04, 2011

El sujeto como base del paradigma comunicativo

Por Guillermo Mejía

El sujeto ha pasado a ser el centro de atención del paradigma comunicativo en la sociedad contemporánea y junto al de la participación han abierto nuevas posibilidades, para avanzar en la democratización de las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales. Si bien la ilustración nos heredó el paradigma del progreso, en la actualidad lo ocupa la comunicación.

El catedrático español José Francisco Serrano Oceja, de la Universidad San Pablo-CEU, de Madrid, nos dice al respecto: “Una comunicación que presupone la existencia de seres libres para los cuales la libertad de comunicación y de información supone el eje de las relaciones sociales y políticas”, pero que tome en cuenta la libertad individual además de la igualdad de todos.

Sin embargo, esa libertad tiene que ser resguardada de las tentaciones del poder político, que en general son vistas desde las esferas del Estado, así como del peligro de la “economización de la información pública” por parte de entidades privadas que hacen usufructo del derecho a la comunicación y la información.

Serrano Oceja hace un acercamiento al fenómeno de la comunicación y sus medios a partir de tres elementos: en primer lugar, la comunicación es una experiencia antropológica básica, porque comunicar consiste en realizar un intercambio entre un sujeto y otro. Lo característico de toda experiencia personal es definir las reglas de la comunicación.

En segundo lugar, la comunicación es, también, un conjunto de técnicas que nacieron de una respuesta a la necesidad de transmisión y transposición directa, y hoy se desarrollan en la comunicación a distancia. Los progresos han sido tan inmensos y los resultados tan evidentes que nos encontramos en la denominada “aldea global”.

En tercer lugar, la comunicación se ha convertido en una necesidad funcional de las economías interdependientes. El modelo es el de la apertura, que se traduce en permanente interacción, tanto para el comercio como para las relaciones internacionales. De esa forma los sistemas técnicos son una necesidad funcional sin relación a un modelo de comunicación normativo.

El catedrático español hace una clasificación de la comunicación, tanto personal como de masas, para arribar a la conclusión de que: “En la actualidad vivimos más que en un mundo de comunicaciones globalizadas, de borrachera de comunicación, en una atmósfera de comunicación borrosa” como consecuencia de la “objetivitis” periodística y la mercantilización de la información.

“Nuestro tiempo es el del triunfo de la comunicación, pero fundamentalmente del concepto instrumentalista, que no humanista, de la comunicación. La ideología utilitaria ha permeabilizado la razón tecnológica, que es aquí razón instrumental, como plataforma de esa generalizada identificación entre conocimiento y poder, saber-información y poder”, afirma Serrano Oceja.

Por eso, urge tomar en cuenta ciertos puntos críticos para no confundir el rol de la comunicación:

-El objetivo de la comunicación no es tecnológico, sino que concierne a la comprensión de las relaciones entre los individuos (modelo cultural) y entre éstos y la sociedad (proyección social). Es la elección entre socializar y humanizar la tecnología o tecnificar la comunicación. La productividad de las tecnologías no puede sustituir a la lentitud y las imperfecciones humanas.

-Hay que apartarse de la ideología tecnológica que reduce la comunicación a la tecnología. La comunicación tiene pretensiones de ocupación de los lugares de los sistemas que han pugnado por ser generadores de valores de la sociedad: suplantada la religión, la ciencia y la política.

-Debemos desarrollar los conocimientos para relativizar la ideología tecnológica. El progreso no se sitúa al lado de la lógica de la demanda que se realiza en las nuevas tecnologías. Acabar con la fascinación por las posibilidades exponenciales de una aplicación omnipresente a base de pensamiento, de humanismo. Y si no que se lo digan a los programadores de televisión.

-No hay racionalidad común a las tres lógicas del emisor, del mensaje y del receptor.

Serrano Oceja pone de ejemplo al fenómeno de Internet. La red de redes es parte de una revolución tecnológica, en la que coinciden dos elementos: las aspiraciones del momento y una ruptura. La aspiración fundamental es la libertad, y la ruptura es con la generación de nuestros padres, del televisor.

“En Internet cristalizan tres ideologías: la del mercado como una finalidad en sí misma; la de la tecnología como superrendimiento y a de la modernidad-post, nacida de la crisis de las grandes utopías. Es la crisis de las referencias externas, solo cuentan las referencias internas, asumidas y vehiculadas por la propia red. Es la crisis del tiempo, absolutizando el tiempo presente…”, explica.

El catedrático español culmina su exposición con lo que denomina “nuestra oferta” de cara a esa comunicación borrosa y crisis del periodismo, y que debe estar centrada en el sujeto y la sociedad. Los medios de comunicación deben estar al servicio de las personas y de las culturas; del diálogo con el mundo actual; de la comunidad humana y del progreso social, entre otros.

“La necesidad de una evaluación crítica; la solidaridad y el desarrollo integral; transformación de las políticas y de las estructuras; y la defensa del derecho a la información y a las comunicaciones”, son algunos de los retos que se presentan en la sociedad contemporánea, concluye el catedrático Serrano Oceja.










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