Los elementos del periodismo
Por Guillermo Mejía
Título del original en inglés The Elements of Journalism (traducción al español de Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., 2004), escrito por Bill Kovach y Tom Rosenstiel. Un manual para periodistas que rescata, como dicen los autores, principios que “habían quedado algo solapados con el paso del tiempo”, pero que siempre han sido evidentes.
Desde el comienzo, los autores estiman como elementos del periodismo los siguientes:
1. La primera obligación del periodismo es la verdad.
2. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos.
3. Su esencia es la disciplina de la verificación.
4. Debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa.
5. Debe ejercer un control independiente del poder.
6. Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario.
7. Debe esforzarse porque el significante sea sugerente y relevante.
8. Las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas.
9. Debe respetar la conciencia individual de sus profesionales.
Evidente que en los nueve elementos citados no cabe la complejidad de la profesión periodística; sin embargo, hay otros puntos –según Kovach y Rosenstiel- como por ejemplo, la imparcialidad y la equidad que son “demasiado vagos para elevarse al nivel de elementos esenciales del periodismo”. Otros son mitos e ideas falsas, de ahí el concepto de objetividad.
Como vivimos un período de transición con el cable e Internet, los autores aseguran que puede darse un choque dramático, ahora hay una suplantación del ser periodista con lo que se cae en el grave error de que “la información independiente se vea sustituida por un comercialismo interesado que se haga pasar por noticia”. La prensa pierde su función social de cara a los ciudadanos.
“En el nuevo siglo, uno de los interrogantes más serios que puede plantearse la sociedad democrática es si la prensa independiente podrá sobrevivir. La respuesta dependerá de que los periodistas tengan la lucidez y convicción suficientes para determinar qué significa ser una prensa independiente, y de que el resto de ciudadanos les importe tener una prensa independiente debido precisamente a su condición de ciudadanos”, afirman.
Al hacer un parangón entre la conceptualización del periodismo de sociedades complejas con el periodismo local, pues cabe concluir que tenemos un déficit en cuanto a la asunción de deberes y derechos como profesionales de la comunicación, por un lado, y la persistencia de desfiguración de lo que sería una ciudadanía crítica que también asume lo que le corresponde.
De esa manera, hemos visto con preocupación cómo la prensa tradicional ha instrumentalizado el juicio contra La Prensa Gráfica por la publicación de la identidad de un menor infractor que asesinó a otro estudiante a plena luz del día. La alharaca fue demasiada si tomamos en cuenta que el respeto a la ley implica reconocer el Estado de derecho.
Por otro lado, los fantasmas y, como siempre, también la instrumentalización que se ha dado por parte de la prensa tradicional a la inconstitucionalidad del inciso tres del Art. 191 del Código Penal bajo el criterio de que no puede haber impunidad periodística frente a lesiones al derecho al honor y la imagen del ciudadano. Tiene que haber responsabilidad si se comete difamación, injuria o calumnia.
Explicaciones posteriores de los magistrados que firmaron la resolución de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia establecen que queda en la Asamblea Legislativa el asegurar la ley que proteja el derecho a la información y la libertad de expresión. El entrar en consonancia con la actual concepción moderna de que se debe despenalizar la crítica periodística como lo pide la CIDH.
Pero nos toca a los periodistas –y ojala a la ciudadanía en general- revisar con detenimiento la forma en que se desenvuelve la prensa, dado que existe muchísima mala praxis con la consiguiente impunidad mediática y sin que la gente pueda demandar justicia. El derecho de uno llega hasta donde está el derecho de los demás, algo que en nuestro periodismo sale sobrando con frecuencia.
Como corolario, se vuelve imprescindible, como establecen Kovach y Rosenstiel, que los periodistas actuemos conforme a nuestra conciencia personal: “Todo periodista, desde el que se sienta en la redacción al que lo hace en la sala de juntas, debe tener un sentido personal de la ética y la responsabilidad, una brújula moral”.
“Es más, debe tener la responsabilidad de expresar en voz alta lo que le dicte su conciencia y permitir a los demás que lo hagan”, agregan.
Las redacciones periodísticas deben ser lugares abiertos, libres. Un periodismo con robustez moral –y los periodistas- tienen la obligación de disentir o enfrentarse a directores, propietarios, anunciantes e incluso a los ciudadanos y al poder establecido si la verdad y la equidad lo exigen. Nos falta mucho para llegar, pero no perdamos la esperanza haciendo.
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