jueves, junio 11, 2020

Los problemas nacionales demandan el compromiso ciudadano

Por Guillermo Mejía

El panorama político salvadoreño con sus desencuentros entre los que ejercen el poder, en medio de una pandemia y la desgracia de la tormenta, nos llama a esforzarnos por trascender de una ciudadanía espectadora hacia una ciudadanía constructora de su futuro.

Los apologistas de los medios de comunicación social creen que éstos cumplen el papel de mediadores entre los gobernantes y el pueblo como debería ser, y también muestran su optimismo con tan solo la presencia de las redes sociales como mecanismos de expresión colectiva.

Pero, resulta absurdo que la ciudadanía solo consuma el espectáculo ofrecido por la mayoría de medios sobre, por ejemplo, la riña entre el presidente Nayib Bukele y la mayoría de expresiones políticas de oposición de la Asamblea Legislativa, especialmente los partidos mayoritarios Arena y FMLN.

Si al caso catártico para algunos, pero miserable para la mayoría de ciudadanos que representan a los excluidos de siempre, marginados desde el poder, y, por qué no decirlo, configurados como consumidores de los medios más que como ciudadanos que tienen derecho a participar.

Por eso, es necesario que el sistema mediático dé un salto cualitativo al menos para potenciar el traslado de la información –no desinformación, tan común- a la vez que potenciar la pluralidad de voces en el espacio público.

Al menos por una vez por todas se comprometan con el derecho a la información. Y, en una proyección a futuro, a que la sociedad salvadoreña cuente con los mecanismos idóneos para contar con receptores educados en el manejo de los medios, además de ser alfabetizados en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y cuenten con acceso a la red de redes.

De ahí a pasar de ser simples consumidores de los espacios mediáticos a constructores de sus propios discursos, máxime con las posibilidades que nos ofrecen las TIC, un papel que, en los momentos actuales, solamente lo cumplen ciertos espacios de comunicación alternativa desde las comunidades.

El comunicólogo boliviano Carlos A. Camacho Azurduy cree necesaria la participación ciudadana en el sistema mediático y para eso hay dos formas concretas: Que los medios brinden una oferta informativa noticiosa de calidad “para que los ciudadanos viertan opiniones argumentadas capaces de establecer diálogos y generar debates públicos para llegar a consensos sobre lo que es común a todos (asuntos públicos)”.

“(…) También se debe procurar la educación para la recepción, en el sentido de ayudar a las personas a desarrollar sus propias capacidades y habilidades para apropiarse, usar y re-significar la información y, fundamentalmente, impulsar su capacidad crítica y argumentativa para formarse una opinión propia y sustentada y, de este modo, generar corrientes de opinión dominantes y promover acciones transformadoras”, nos refiere como segundo punto.

Sería muy bueno para los salvadoreños que, además de la política, se ciudadanizara la comunicación a fin de experimentar nuevas formas de comprender el papel que les corresponde jugar sobre los asuntos públicos, secuestrados por una camarilla de políticos sin distinción ideológica.

Traigo a cuenta lo que nos comparte el comunicólogo peruano Julio Cesar Mateus sobre el significado de estos esfuerzos políticos y ciudadanos: En primer lugar, fortalecer el espacio público; en segundo lugar, alentar ciudadanos comprometidos con su entorno; y, en tercer lugar, mejorar la deteriorada relación entre los medios, los periodistas y los públicos-ciudadanos.

Los asuntos públicos demanda de ciudadanos que pasen de ser espectadores a ser constructores de su futuro; en ese proceso, además de su derecho a participar de la información y la comunicación, es de su potestad que exijan el buen hacer de los medios y, por supuesto, del ejercicio de la política.

La sociedad necesita más ciudadanos y menos focas aplaudidoras de los diversos colores políticos.

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