martes, julio 10, 2018

La pantalla nuestra de cada día

Por Guillermo Mejía

La pantalla ha convertido al ser humano en “homo screen” u “homo pantalicus” por su estrecha relación y dependencia que le ha imprimido, situación que la podemos observar en nuestras experiencias mediáticas y de nuestras relaciones y comunicaciones con los demás, al grado que es imposible imaginar un mundo sin pantallas.

Son los aportes del investigador y autor español Israel Márquez en el ensayo “‘Homo Screen´’: El humano pantallizado”, aparecido en la revista especializada en sociedad y nuevas tecnologías Telos, que hace énfasis en que nuestra era está dominada por pantallas, pantallas de diversos tipos y tamaños, pantallas públicas y privadas, pantallas verticales y horizontales, etcétera.

“Las pantallas se ha convertido en el dispositivo técnico que todos compartimos, y mediante el cual nos relacionamos, comunicamos y trabajamos. Las pantallas son hoy nuestro marco común, la puerta que abrimos diariamente para experimentar nuestra cotidianidad y acceder a distintos tiempos y lugares, pasados, presentes y futuros”, afirma el autor.

De esa forma, encontramos –junto a las pantallas de cine y la televisión- los modelos sobre los que hemos construido el concepto e imaginario de pantalla: pantallas de PC, pantallas de ordenadores portátiles, pantallas de videoconsolas portátiles, pantallas de teléfonos móviles, pantallas de reproductores de música portátiles, pantallas de tabletas, en fin.

“Esta multiplicación de pantallas ha cambiado profundamente el significado y alcance de esta palabra, pues una pantalla es hoy tanto la tradicional pantalla cinematográfica que miro cuando voy al cine, como la pantalla del tren en el que viajo, la pantalla de ordenador con el que trabajo, o la pantalla del teléfono móvil con la que escribo y me comunico con mis amigos”, explica Márquez.

En ese sentido, además de que la pantalla admite una pluralidad de significados, también admite una pluralidad de usos sin precedentes en su historia: Con la pantalla se puede ver una película o un programa de televisión, también jugar a un videojuego, escuchar música, hacer fotografías, grabar vídeos, escribir mensajes, realizar llamadas, difundir noticias, entre otras posibilidades.

“La pantalla del teléfono inteligente es hoy una auténtica pantalla-convergente en cuyo espacio tenemos a nuestra disposición todos los avances comunicativos de la historia del ser humano, dispuestos para ser activados y utilizados en cualquier momento”, afirma el investigador español.

Como la pantalla es ahora parte de nuestra identidad y de nuestro ser social, según Márquez, es oportuno señalar que se “está dando lugar a la emergencia de un nuevo tipo antropológico, una especie de ‘homo screen’ –si se nos permite la expresión- que tiene en el dispositivo pantalla un elemento fundamental de su ser y estar en el mundo”.

Así, si a lo largo de los siglos hemos conocido expresiones como ‘homo ludens’, ‘homo sacer’ u ‘homo faber’ –y otras más recientes como ‘homo videns’ u ‘homo sampler’-, “¿por qué no hablar, en este siglo XXI marcado por una explosión sin precedentes de pantallas, de un nuevo ‘homo screen’ u ‘homo pantalicus caracterizado por su estrecha relación y dependencia de la pantalla como parte integral de su vida cotidiana?”, se pregunta.

Recuerda que la “condición pantallológica” del ser humanos ha sido anticipada por diversos autores a lo largo del siglo XX, pero no ha sido hasta la generalización durante el nuevo milenio de las pantallas de ordenadores portátiles, tabletas y sobre todo de teléfonos inteligentes que la emergencia de este ‘homo screen’ se ha hecho plenamente visible en nuestras sociedades.

En conclusión, a decir del autor, “de tanto ver y manipular pantallas el ser humano he terminado ‘pantallizándose’, fundiendo sus manos, sus ojos y su cerebro (…) en esas pantallas móviles y estáticas, públicas y privadas, verticales y horizontales, por las que se mueve, incansable, durante su rutina diaria y su tránsito por este (y otros) mundos”.

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