El paraíso de la seudo comunicación
Por Guillermo Mejía
La carrera sin fin en la revolución de las nuevas tecnologías con su impacto innegable, el destello de informaciones fragmentadas y la pérdida del ser humano camino a convertirse en sujeto mecanizado son evidentes en la sociedad contemporánea, por lo que urge la reinvención de ese sujeto social en su condición humana.
Esas fueron algunas preocupaciones del recién desaparecido filósofo venezolano Massimo Desiato, escritor y profesor universitario, que desde antes de iniciarse el Siglo XXI tuvo un discurso crítico y humanista frente a la seudo comunicación imperante en la sociedad producto de lo que denunció como “turbocapitalismo” (motor acelerado hasta más no poder).
“En esta aceleración, la configuración que solíamos llamar ‘hombre’ desaparece. Emerge una generación en el ciberespacio de ‘mutantes’. El hombre se transforma en otra cosa, algo que se hace frente a nuestros propios ojos que van perdiendo, a causa de la desaparición misma de nuestra configuración, la capacidad de ver. Ya no vemos, somos vistos”, dice el filósofo.
En ese marco, advirte sobre el riesgo de que en la pérdida del sujeto humano aparezcan las máquinas-sujeto y se tengan:
1. Máquinas-sujetos basadas en ‘sistemas de información y caracterizadas por la repetición y la falta de pregunta acerca de si lo que están haciendo corresponde a lo humano del hombre’. Estas máquinas-sujetos tienen en el fondo hombres colocados en lejanías interactivas, en una soledad que tratan de solventar mediante la virtualidad.
2. Tendríamos hombres-sujetos basados en la ‘comunicación’ y caracterizados por la ‘constante posibilidad de hacer surgir la pregunta acerca de lo humano del hombre evitando así la deshumanización a manos del propio hombre’. El hombre-sujeto está colocado en cercanías recíprocamente activas.
“En las máquinas-sujetos, donde el hombre es fondo y residuo de lo que la virtualidad deja, la lejanía se acompaña a una obsesión de localización, es decir, la máquina-sujeto exaspera la interactividad por el terror a la soledad del ‘hombre fondo’”, señala Desiato.
“De ahí que el móvil en la mano, el correo electrónico constantemente conectado, Skype y cuanto otro sistema de conexión de última generación, constituyan el dispositivo básico de la máquina-sujeto-hombre-fondo. Pero estos dispositivos y esta mutación por más que representen lo más cercano a la desconfiguración radical respecto de la generación formada en la tradición del libro, de la prensa, de la radio, de la televisión, tienen que remitirse al hombre-sujeto y a la comunicación, abandonando el sistema de información: ‘Efectivamente, siempre llega un momento en que es preciso apagar la máquina y hablar con alguien. Todas las competencias que tenemos con las tecnologías no conllevan para nada una competencia en las relaciones humanas’”. (La cita última es de Aguilar García, T. En: Ontología cyborg. Barcelona, Gedisa. pp.63)
Aunque estemos frente a un “tiempo rápido que se traga el tiempo”, o sea la desaparición de la temporalidad, a la vez que la globalización ha cambiado el concepto de espacio, estamos en todas partes y por tanto en ninguna, no es cierto que se logre eliminar la diferencia entre sistemas de información y de comunicación (las máquinas no pueden sustituir al ser humano).
En la misma línea de pensamiento, Desiato advierte sobre la tecnología como “una ilusión de comunicación”: “No importa la cantidad de información que pongan a la mano, si ella no logra ser integrada en un proyecto. ¿De qué vale tener tanta información si no se sabe qué hacer con ella? Lo que más bien produce es más dispersión”.
De nada sirve el saber memorizado en una computadora si este saber no se integra a la vida de los hombres mismos. Mas el filósofo venezolano pide que no se malinterpreten sus palabras, porque las nuevas tecnologías no son malas en sí, lo que está mal es el uso que se hace de ellas, así como la manera de enfrentarlas.
“Saber usar la máquina es distinto a saber operarla; lo primero va mucho más allá de aprender el folleto de instrucciones, en tanto que apunta a un saber hacer frente a la fascinación. El buen uso de la máquina remite a la discriminación y selección de los estímulos, a su integración en un paradigma distinto de aquel de la tecnología y de los medios de comunicación masiva”, señala el académico.
Desiato orienta: “En ningún canal de televisión o radial aparecerá la cuña ‘apague el televisor’, cuando éste debería ser apagado. Esa cuña sólo vendrá de afuera. La moralización de los medios no pasa por los medios mismos, pues allí más que nunca se concentran los intereses y el poder”. Hay que recuperar la comunicación para formar una comunidad que recupere lo público.
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