La lógica perversa de vernos las caras de tontos
Por Guillermo Mejía
Con la puesta en marcha del nuevo precio del tambo de gas, sólo subsidiado para quienes consumen por debajo de los 200 Kws/h, cayó de sopapo el aumento en los precios de los alimentos –con razón o sin ella- con la complicidad del gobierno de Mauricio Funes que no dio los pasos certeros ante una decisión tan compleja.
Como recordamos, el malestar popular se reflejó en un estudio de opinión elaborado por un matutito local que estimó que al menos un 70 por ciento de los consultados rechazaba la disposición oficial que fue vendida como la última coca-cola en el desierto por parte de las autoridades de Economía. Ahora se dispararon los precios.
Era una “fórmula de genios” de cara a la existencia de casos en América Latina donde la crisis internacional, con la subida en los precios de los combustibles, obligó a ciertos gobiernos a arriesgarse con medidas impopulares que les causaron desgaste político y descontento de los pobladores en las calles.
El gobierno salvadoreño vendió su idea a partir de martillar que ahora se hará justicia, por un lado, ya que el subsidio llegará a quienes verdaderamente lo necesitan y que la medida evitará el contrabando que se da del producto para Guatemala y Honduras donde el gas cuesta entre unos 18 y 13 dólares el tambo de 25 libras.
Lógicamente, las autoridades tenían que hacer algo para contener el costo de este tipo de combustibles para las arcas del Estado, eso es comprensible, pero el problema es que la gente no entiende de las “buenas intenciones” del gobierno a partir de que se aducen costos inmediatos y no solo en el precio del gas, sino en el de los productos básicos por el efecto cascada.
Como siempre, la lógica perversa de vernos la cara de tontos actuó de inmediato. Aquí, desde los grandes, los medianos, hasta los pequeños negociantes, no se tientan los hígados para sacar el costo y su ganancia a como de lugar, en la mayoría de veces victimizándose al extremo, a la vez que desde el Estado no existen mecanismos de control de precios.
Sin embargo, es necesario consignar que las mismas autoridades no hicieron lo propio. Por eso mismo fue que ya habían aplazado la puesta en marcha de la medida controversial.
El presidente Mauricio Funes había recibido cantidad de advertencias de sectores de derecha como de izquierda por la pretendida jugada, máxime que este año es pre-electoral dado que los comicios para alcaldes y diputados serán en el 2012. Obvio que el problema es serio pues las arcas estatales ya no aguantan y los organismos internacionales también presionan al país.
Los espejos recientes del descontento popular se tuvieron de los gobiernos de Chile y Bolivia que, por presiones internacionales, en el primer caso dispuso quitar el subsidio al gas licuado en la región sur del país donde la gente dice que para ellos es como el oxígeno debido a que sobreviven en el hielo y necesitan el combustible para calefacción, además para cocinar. El régimen se echó para atrás.
En Bolivia, en tanto, el gobierno de Evo Morales dispuso elevar el costo de los combustibles hasta casi el 100 por ciento, fenómeno apodado como “el gasolinazo”, que como es sabido originó una jornada de protestas populares que obligó a las autoridades a levantar la medida y pedir el diálogo con los sectores populares que calificaron a Morales como traidor.
La analista argentina Isabel Rauber afirmó sobre el caso boliviano que: “Los pueblos no están solo para aceptar, apoyar, convalidar o materializar (ejecutar) ideas y decisiones, sino ante todo para protagonizarlas. Esto quiere decir: participar del proceso de toma de decisiones y de la realización posterior de las mismas, compartiendo responsabilidades”.
“Si se hubiese discutido el problema del precio de la gasolina y petróleo, etc., con las organizaciones sociales, si hubiese consensuado una medida y los pasos para su implementación, nada de lo ocurrido hubiese pasado. No sé cual habría sido la propuesta, pero los resultados habrían sido diferentes: nadie sale a protestar contra lo que acordó”, añadió.
En fin, cuánto nos falta frente a esta lógica perversa de fregar al que se deja, de querer inventar el agua, que es la misma lógica que impone la globalización económica con sus consecuencias fatales en la carestía y la desgracia en que sobreviven millones de habitantes en la aldea global, a la vez que nos impone pautas culturales que privatizan nuestra vida y nos programan al consumismo.
2 comentarios:
Guillermo: Más claro, ni el gas... ¿Quién nos mostrara otro espejo?
Eso es lo que espero en estos dias, pero mi espera es desde hace ratos. Ojala salga. Saludos, hermano, gracias por tus visitas.
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