Estampas coloridas en Semana Santa
Por Guillermo Mejía
Una gira espectacular. El recorrido tradicional dentro del Triángulo del Norte al comenzar Semana Santa –eufemísticamente llamada por la publicidad vacaciones de verano- cuando degustamos los platillos tradicionales, el sabor del pescado seco, los dulces, las torrejas, jugamos con el agua, disfrutamos de la montaña y aprovechamos momentos de reflexión.
El recorrido familiar, algunos hermanos, sobrinos, primos, mi padre, una de las tías, en fin, el grupo que parte a temprana hora en la Ford conocida con cariño como “la chanchona”, testigo de batallas motorizadas por carreteras centroamericanas, al igual que otro microbús crema que sobrevivió a la inclemencia del tiempo y sirvió para vagabundear hasta en México.
Ahí te encuentras, en medio del desorden, el calor y la fregadera de la gente en la frontera Anguiatú, en Santa Ana, pero Migración ha dado un salto atrás al “paso fácil” del CA-4. Ahora hay que llenar un formulario con los datos de cada viajero, sacar una fotocopia y hacer una fila que no avanza como se debe. Al final, los oficiales anuncian que es mejor que cada quien agarre viaje.
La algarabía popular se enciende. Cada cual toma su transporte y de repente estás camino a Esquipulas, la ciudad que luce hermosa, en especial concurrida por visitantes de El Salvador, Honduras y Guatemala, los del triángulo norteño centroamericano, máxime en Domingo de Ramos, el campanazo del inicio de la Semana Mayor.
La tradición cultural del catolicismo arrastra a cientos de devotos que van a las iglesias en esa fecha que conmemora la entrada triunfal de Jesús, reciben sus bendiciones, junto a los ramos y el agua, mientras en otras iglesias cristianas evangélicas la gente entona sus himnos o coritos en ese domingo que se torna brillante en medio de una atmósfera caliente de verano.
Indígenas y mestizos hacen largas filas para entrar a la catedral de esta ciudad guatemalteca. Muchos se aglomeran en un sinnúmero de negocios –de todo tipo- para paliar la sed y el calor sofocante, otros buscan su respectiva comida al llegar el mediodía, en ese mercado abierto que ocupa calles y avenidas del lugar.
Los jóvenes utilizan motocicletas para deambular por la ciudad. Las mototaxis circulan hacia cualquier punto a un costo de tres quetzales, mientras los indígenas, que lucen sus refajos, caminan penitentes hasta la punta del cerro que domina la ciudad, para recibir la bendición. Cuando bajan se azotan con chilillos en señal de que están limpios. Típica herencia cultural.
Al bordear Esquipulas encuentras muchos centros que visitar, el turismo es floreciente en la ciudad. De ahí sales con rumbo a la frontera Aguas Calientes, en el límite con Honduras, donde pasas sin problemas y arribas a los bosques de pino, en medio de tierras blancas, que también te invitan a disfrutar de sus manjares y de los balnearios que lucen alegres con sus visitantes.
Y, claro, esta zona suroccidental de Honduras, donde comparten vida e historia los departamentos de Ocotepeque, Copán y Lempira, tiene innumerables bellezas naturales y la amistad de su gente. La cantidad de platillos tradicionales, con sus tamales, cerdo horneado, dulces, entre tantos, donde no pueden faltar las baleadas y los tacos catrachos con su respectiva salsa especial.
Ni hablar de los refrescos que están a la orden, a precios cómodos y bien helados. Si quieres meter el acelerador llegas hasta la montaña, conocida como El Güisayote, camino a Santa Rosa de Copán, donde el clima a plenas doce del día es sumamente sabroso. Por estos caminos boscosos encuentras las famosas Ruinas Mayas de Copán. Herencia de nuestros antepasados.
Ya de regreso, te espera la frontera El Poy, en el límite con El Salvador, donde de entrada el paso se da sin ningún contratiempo. Buena ocasión para disfrutar, cuanto se pueda, de las bellezas naturales, las comidas y la amistad de los habitantes de muchos poblados del departamento de Chalatenango, que comparte similares características de las tierras montañosas de Honduras.
Bonito visitar El Refugio, complejo turístico nacional ubicado en las afueras de La Palma, en medio del clima fresco, los pinares y la quietud natural, donde cae muy bien comer cuajadas recién hechas y tortillas de comal. Bajando de la montaña hay muchas localidades que visitar a lo largo de la Troncal del Norte, donde hay más estampas coloridas de Semana Santa.
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