Un año del triunfo electoral de la izquierda
Por Guillermo Mejía
Hace un año -por primera vez desde la década de los ochenta- la izquierda aglutinada en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) ganó las elecciones presidenciales con lo que se puso fin a veinte años de gobiernos de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
El periodista Mauricio Funes celebró el triunfo junto a la cúpula del partido que lo llevó al Ejecutivo, en medio de llamados a la unidad nacional que levantaron muchas expectativas en sectores políticos, económicos y sociales. El programa de gobierno de Funes-Fmln trajo a cuenta necesidades muy sentidas del pueblo salvadoreño.
Hasta ahí las cosas resultaron novedosas, pero hay que revisar, aunque de manera amplia, los saltos y sobresaltos que han ocurrido a lo largo de 10 meses desde el uno de junio cuando Funes asumió el cargo. Las baterías no han faltado desde diversos ángulos, en especial de sus enemigos de la derecha y de sectores desconfiados de la izquierda.
Así las cosas, desde la derecha política y económica resalta el machaqueo mediático en torno a que existen diferencias claras entre el presidente Funes y el Fmln, máxime que desde un principio el mandatario se ha dado el lujo de regañar a miembros de su gabinete, algunos de los cuales ha desautorizado de manera pública.
A la vez, ha delimitado su accionar, especialmente en sus relaciones internacionales, en abierta sintonía con la política estadounidense y bajo el aura del gobierno brasileño, pero a distancia de gobiernos de izquierda como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, agrupados en la Alianza Bolivariana, algo que disgusta al Fmln.
Para el caso, es obvia la contradicción entre Funes y el partido frente al golpe de Estado en Honduras, el 28 de junio pasado, pues el presidente salvadoreño asumió la tarea de lograr que la comunidad internacional reconozca al gobierno de Pepe Lobo, pese a que la dirigencia del Fmln asegura que aún no se cumplen las condiciones.
Desde sectores de izquierda, se achaca al presidente Funes y a su gobierno un alejamiento de posiciones tradicionales del Fmln sobre el ejercicio del poder desde la gente –tal como fue la promesa de campaña- frente al privilegio por alianzas con familias pudientes y el abandono de medidas que minimicen la carga de los más pobres.
Sin embargo, el gobierno tiene como respuesta la eliminación de cuotas en los hospitales, la entrega de uniformes y útiles a los escolares, las pensiones a personas de la tercera edad, la entrega de títulos de propiedad a campesinos y gestos políticos como, por ejemplo, el perdón por el asesinato de los padres jesuitas y del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero.
El dolor de cabeza del gobierno de Funes realmente lo representa la incontrolable espiral de violencia cotidiana (con 13 muertes al día) y la crisis económica que abate a los salvadoreños. Si bien en las encuestas el mandatario aparece con puntajes altos, los rubros de seguridad y economía familiar son las asignaturas pendientes.
La penetración del crimen organizado y el narcotráfico a las esferas del Estado salvadoreño es otro ingrediente que preocupa al gobierno de izquierda. El espaldarazo reciente del presidente Barack Obama en su encuentro con Funes también está sujeto a acciones concretas de combate frontal del narco, un trago amargo en Centroamérica.
Mientras algunos sectores de la derecha local y la estadounidense insisten en que debe investigar el manejo de fondos en el gobierno de Elías Antonio Saca, desde la izquierda del Fmln le demandaron en un acto especial por el aniversario del triunfo electoral que trabaje cerca del partido y que escuche a la dirigencia. Funes ni asistió al acto.
Pero Mauricio Funes apareció desafiante en una carta dirigida “al pueblo de El Salvador” donde afirma: “El 52% de los votantes que me dieron el triunfo hace un año se ha transformado en una inmensa mayoría que aprueba los pasos dados por el gobierno y el desempeño de este Presidente”.
Y sigue: “Este respaldo me reafirma en mi decisión de ser el Presidente de todos los salvadoreños y salvadoreñas, gobernar para todos y con todos, por encima de banderas políticas y de los intereses de sectores”. Al final, agradece al pueblo salvadoreño y le reafirma que “mi único compromiso es precisamente con el pueblo”.
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