El Salvador en la coyuntura política internacional
Por Guillermo Mejía
Los consejos del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a su homólogo salvadoreño, Mauricio Funes, que cuente antes de tomar sus decisiones han puesto a pensar a muchos por lo original y pertinente del caso. Empero, hay otros dos elementos que no pueden pasar por alto en la actual coyuntura política internacional.
“Sé la carga que tienes que soportar en tus espaldas para gobernar, sé de las presiones que sufres. Pero hay algo que te va hacer tener el éxito que nosotros tuvimos: jamás pierdas la paciencia, jamás tomes ninguna actitud precipitada; si puedes cuenta siempre hasta 10 si no cuenta de nuevo y ahí tomas una decisión”, es lo que de Lula ha sonado en lo mediático.
También el mandatario brasileño hizo énfasis en que, como fue su experiencia, Funes recibe presiones de muchos lados, en especial de los empresarios y su partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), por eso la paciencia que le atañe para generar confianza y lograr el cambio. El presidente Funes asumió el reto.
El momento es oportuno dada las características del primer gobierno de izquierda salvadoreño; es decir, la forma en que asume sus papeles y despacha. Mientras desde sectores de derecha se le intenta demostrar que existen contradicciones Funes/partido, en sectores de izquierda se ha llegado a señalar que gobierna para la derecha.
Lula da Silva vino en buen momento, ahora le toca al presidente Funes asumir con mayor certeza los retos que aseguren que valió la pena que los salvadoreños optaran por el cambio. Y, ojo, que la impaciencia no sea mala consejera en el conglomerado, porque El Salvador puede que esta vez siente las bases de la transición, para lo mejor se necesita tiempo.
En ese marco, es bueno referirse a la ausencia por malestares de salud que tuvo el mandatario salvadoreño en la reciente cumbre latinoamericana y caribeña en Cancún, México, donde se asumió la tarea trascendental de integrar la comunidad latinoamericana y caribeña, pero sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.
El afianzamiento del Grupo de Río y el CARICOM frente a la maltrecha OEA es una acción en la que no puede extrañarse a El Salvador. Al contrario, puede ser la mejor y justa relación de la hermandad social, política, económica y cultural de nuevo tipo, en la que no prevalezca la hegemonía del Norte proteccionista.
Pese a los motivos del presidente se pueden inferir otras cosas, entre ellas la cautela de su gobierno por lo simbólico de asumir una nueva organización sin la presencia, en especial de Estados Unidos, país que él ha advertido será prioridad dada la presencia de al menos 2.5 millones de compatriotas en la nación del Norte.
El otro punto de importancia es la visita que hará el presidente Funes a su homólogo estadounidense, Barack Obama, el próximo ocho de marzo. La oportunidad es esencial para que Funes pida otra extensión al Programa de Protección Temporal (TPS, en inglés), además que presentará al nuevo embajador salvadoreño en Estados Unidos.
De esa manera, la coyuntura política internacional se muestra interesante y el gobierno salvadoreño tiene que atinarle de cara al futuro. Por el lado doméstico, amerita más y contundentes acciones después del esfuerzo por vender sus planes de seguridad pública y las tareas que conlleven alivio a la ciudadanía en su salud y economía.
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