Las víctimas de la tempestad y nuestra prensa
Por Guillermo Mejía
Con más de medio centenar de muertes, miles de damnificados, destrucción y dolor a flor de piel en El Salvador, las voces consagradas de esta pequeña nación ocupan la espectacularidad mediática para insistir en que volvimos a salir adelante.
Las lluvias por varios días, con esa estela de muerte, y la incertidumbre de muchos pobladores de las falda del volcán Ilamatepec, de Santa Ana, muestran –como siempre- que la condena cae en los pobres pero que su condición, inhumana y vergonzosa, no está en el discurso dominante.
Los medios de difusión –comunicación es una cosa aún inexistente en el país- mucho menos están interesados en discutir y prestar la guitarra para que la gente despierte. Las dos formas insultantes que dominan su labor volvieron a mostrarse a los salvadoreños.
Primero, lo que bien se ilustra en las críticas que solemos hacer en esta página, asistimos minuto a minuto al show mediático por ver quién es el que lleva la ofensiva o desgarrada imagen, irrespetuosa con las víctimas, para ganar raiting.
Segundo, la indulgencia y entrega de estos medios de difusión con el aparato oficial agrupado en el ministerio de Gobernación con su Comité de Emergencia Nacional (COEN) y su figura, el ministro René Figueroa. Con el presidente Elías Antonio Saca obvio que es desde antes de iniciar su mandato.
Bien adelantados, como todo gobierno, escondieron la figura de Mauricio Ferrer, director del COEN, por algunas metiditas de pata, pero salieron adelante con Figueroa y Saca, este último con su peculiar manejo del micrófono frente a la orquesta mediática.
Para colmo de males, el presidente Saca nombró a las figuras prominentes de la gran empresa privada, entre ellos ANEP, ASI, Cámara de Comercio, entre otros, porque son transparentes y responsables para manejar la asistencia a las víctimas de la tempestad.
Saca insistió una y otra vez que nadie se puede comparar a la gran empresa privada en el país en cuanto a esa transparencia, responsabilidad y honorabilidad.
Ni el presidente salvadoreño, ni los medios de difusión, ni los gobernantes en general (en especial los encargados de velar por el medio ambiente), tienen la fineza de recordar, además de la pobreza responsable de las víctimas, el problema de las construcciones en El Salvador.
Vamos muy bien y, aunque venga otro huracán, saldremos adelante (según el gobierno). Para mientras, volverán nuestros hermanos desposeídos a las quebradas a esperar otra tragedia y la clase media a sus casas sin garantía de vida por la acción de honorables que hacen negocio a ultranza.
Así, El Salvador ¡vale la pena! (reza el eslogan vacío).
2 comentarios:
Guillermo, pues está muy bien que te expresés por este medio.
Deberías poner un enlace hacia "raices".
En todo caso pondré uno en el mío hacia este.
Gracias, Carlos. Me parece muy bueno su blogs. Le daré lectura. Cordiales saludos, Guillermo M.
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