La manía de “agradar”
Msc. Guillermo Mejía
Pretender ejercer la libertad de pensamiento –y tratar de publicar las ideas- es un ejercicio que comienza con la osadía, transita por el camino de la intolerancia y termina en la indiferencia (o muchas veces en el reproche).
Al menos eso encontramos en la realidad, víctimas de la ignorancia, la arrogancia y la inescrupulosa e imperiosa “necesidad” de querer quedar bien. Son muchos los casos en que prevalecen las ideas, desgraciadamente, de quienes pretenden “agradar”.
Y tal parece que el problema estriba en que enfrentamos un monopolio de los canales de pensamiento –en especial si se pretende llegar a los ciudadanos-, con el agravante que los que manipulan los mismos buscan negarlo. Asistimos de esa forma a un escenario donde muchos supuestos libres pensadores caen hechizados por el poder.
Intelectuales americanos y europeos ya han abundado en señalar esa forma depravada de censura (o autocensura). Como bien estipulan, máxime si alguien es (o ha sido) de oposición, cuando por “necesidad” de mostrar “democracia” les otorgan espacio en esos canales son los número uno en silenciarse o tener el máximo cuidado para no caer mal.
Son las clásicas mentalidades vergonzantes. En su mísera condición de velones del poder de inmediato se encuentran con el espanto de que ya no podrán ser “consentidos” por quienes los utilizan, los leen, los escuchan, los ven, etc., porque no hay nada más temible para un “intelectual” de esa talla que perder su condición de privilegiado por un espacio.
“No deseas aparecer excesivamente politizado; te preocupa parecer liante; necesitas la aprobación de un jefe o de una figura con autoridad; quieres conservar la reputación de ser una persona equilibrada, objetiva, moderada; esperas que se te llame para una consulta, para formar parte de un consejo o comisión prestigiosa y, de esa manera, seguir dentro del grupo que representa la corriente principal; esperas que algún día te harás acreedor a una distinción honorífica, un premio importante, tal vez incluso una embajada”.
Con esas palabras explica el problema Edward W. Said, catedrático de Literatura Inglesa y Comparada recién fallecido, quien agrega: “Para un intelectual estos hábitos mentales son corruptores par excellence. Si algo puede desnaturalizar, neutralizar y, finalmente, matar una vida intelectual apasionada es la interiorización de tales hábitos”.
Considero que vale citar otra de sus ideas: “El intelectual no escala una montaña o se sube a un púlpito y proclama desde las alturas. Como es obvio, deseas pronunciar tu discurso donde mejor pueda ser oído; y también deseas que la presentación de dicho discurso se produzca de tal manera que influya con un proceso continuo y actual, por ejemplo, a favor de la paz y la justicia”.
Por las situaciones en que vivimos es imperiosa la necesidad de que elaboremos un discurso que no tenga como principal objetivo esa manía de “agradar”. Y si las voces que propugnamos por nuevas situaciones, donde prevalezca el apego a la verdad y a la justicia, la fraternidad y la decencia, no encontramos eco en los canales de pensamiento oficiales, pues es urgente seguir creando nuestros propios espacios.
Una forma válida, la mejor forma hasta la actualidad, es la utilización de los canales de pensamiento en la red de internet. Hay claros ejemplos de esa experiencia revolucionaria, es la vía alterna de comunicación en la que podemos apreciar la realidad desde otras perspectivas.
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*Msc. Guillermo Mejía, periodista y docente del Departamento de Periodismo de la Universidad de El Salvador.
1 comentario:
Guillermo:
Y lo inauguras con un buen artículo.
Te felicito, hermano. Aquí vamos
por el camino juntos con las lanzas
en ristre y la bandera en alto. Tu
con un blasón universitario, y una
espada y yo con mi humilde ariete y mi guarizama bien afilado.
Lo mejor de todo es que estamos juntos luchando lado a lado, por la
misma causa.
¡Felicidades, Guillermo!
Hector
P.S. Te sugiero que intercambiemos ideas. Así nos ayudamos todos. Si
tienes alguna idea que quieras caricaturizar, enviamela y yo me
encargo de lo gráfico devolvien-
dote el dibujo, para que tu le
insertes los comentarios. ¿Qué te parece? Es una proposición. No tienes que aceptarla.
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