lunes, mayo 18, 2020

El Salvador: Una sociedad víctima del doble virus

Por Guillermo Mejía

En medio del miedo y la incertidumbre –incluso pasando hambre en cautiverio- la sociedad salvadoreña vive presa de otro virus tan contaminante como el Covid-19, el de la desinformación y la mentira que invade los espacios mediáticos y las redes sociales sin que se vislumbre vacuna que la inmunice.

Verónica Yazmín García Morales, profesora de la Universidad de Barcelona, dice en la Revista CIDOB d’afers internacionals que “la mentira está presente en el discurso político de nuestros días. El ejemplo paradigmático es el discurso que agita de un modo tóxico las emociones políticas de una sociedad que cada vez responde más desde el miedo, la desinformación, el rechazo al distinto y a la frustración”.

Y agrega: “En este escenario –el de una democracia que se debilita por la desinformación y la falta de confianza-, encuentran cabida la polarización, los extremismos y la radicalización”, que bien ilustra la crisis que golpea al viejo continente europeo no tiene nada que envidiarle a la atmósfera miserable que se respira en nuestro suelo.

Solo basta acercarse a los discursos políticos –sea del presidente Nayib Bukele, sus funcionarios y políticos afines o detractores del mandatario- para constatar la gravedad del caso, a lo que lamentablemente se unen, muy apasionados, por cierto, hasta colegas periodistas que no escatiman esfuerzos en participar de la jodienda.

Desde dentro o fuera de la sociedad salvadoreña se han escuchado las advertencias sobre el giro autoritario adoptado desde hace meses por Bukele, puesto de manifiesto hasta el hartazgo a raíz de la pandemia por el coronavirus, lo que ha abierto espacio también a la falta de información y transparencia en el ejercicio del poder.

Todo ese escenario contaminado también por ser éste un año preelectoral, dado que a principios del próximo se tendrán elecciones para escoger diputados y alcaldes. O se descabezan los partidos políticos contrarios al gobernante con el arribo de una Asamblea Legislativa proclive al gobierno o se le ponen las amarras con una oposición fortalecida.

Para ilustrar la desgracia, la profesora García Morales nos dice que “la velocidad para difundir mentiras y falsedades hoy, en el contexto de las redes sociales, es abrumadora. El contagio del miedo en el estado de alarma por el coronavirus se explica, en buena medida, por la desinformación, la hiperinformación y la mentira sobre la realidad sanitaria de Covid-19.”

“El discurso político se caracteriza en no pocas ocasiones por las mentiras. Mentiras que generan odio, como cuando se habla del ‘virus chino’. De ahí que, quizá, otra tarea que persiste para este siglo sea la de descubrir mentiras, aunque ello no ha de suponer la creación de un Ministerio de la Verdad que se encargue de las mentiras, en términos de la distopía orwelliana”, sentencia.

Según la profesora, el discurso que miente deliberadamente para manipular la realidad está en las palabras de políticos de diferentes ideologías, en las campañas electorales, en el discurso político y mediático en general, aunque no en el mismo grado ni responsabilidad. El problema es que la mentira en el discurso en un escenario de polarización, posiblemente, hoy no tiene el rechazo ético, social y político que debería o que podría contrarrestarla.

Los mentirosos no se inmutan, solo mienten porque saben que tienen la polarización a su favor, tal es el caso de cualquier funcionario de gobierno o representante político –seguidor o detractor del discurso oficial- que sabe que cuenta con el espacio mediático a su servicio o el de las redes sociales donde amplifican los troles.

En fin, la sociedad salvadoreña, como tantas otras, agobiada por el ascenso del Covid-19 que camina dejando muerte a su paso, el inminente colapso del sistema de salud, el hambre y la destrucción económica, mientras en los medios de comunicación y los espacios cibernéticos se difumina mucha mentira y desinformación.

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