martes, diciembre 11, 2018

El Salvador: Un país símbolo de lo fallido

Por Guillermo Mejía

“Oscuro como la tumba donde yace mi amigo”, respondió el escritor y periodista salvadoreño Horacio Castellanos Moya a la pregunta formulada por el periódico El País, de España, sobre el futuro de El Salvador, por ahora sumergido en una contienda electoral presidencial que culmina el próximo tres de febrero.

“¿Hay algún candidato que lo convenza?”, le interrogaron. “No”, respondió. Enseguida, la periodista le formuló la pregunta: “¿Qué le diría al presidente salvadoreño Salvador Sánchez Cerén?”, a lo que dijo de manera contundente: “Tanto esfuerzo, ¿para qué?”

El laureado escritor, cuya última novela se titula “Moronga” donde se perfila siempre la sociedad marcada por la violencia, resulta una muestra de una coincidencia de la población sobre la cada vez más lejana posibilidad de encontrar una solución a la grave situación marcada por la violencia, la huida y la crisis económica.

No por gusto, el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, volvió a utilizar la expresión de Estado fallido para referirse a El Salvador, pese a que –como la última vez- le sobrevinieron críticas desde el gobierno y la Fiscalía General de la República por lo que consideraron una calificación muy desproporcionada.

“Una cosa es Estado fallido en términos rigurosos, que eso no es lo que estamos viviendo, ciertamente. Pero en el sentido amplio sí, porque el Estado le habría fallado a la gente humilde, al pobre, al del campo, al del suburbio, al del barrio pobre”, denunció el religioso.

“Los gobiernos, y no me refiero a un partido o a otro, no han resuelto el problema, no sé por qué. Probablemente han tenido voluntad y no han podido, o no sé por qué. Es una lástima que el pueblo siga sufriendo el embate de la violencia”, agregó.

En cuanto a los candidatos presidenciales, el arzobispo de San Salvador demandó “que nos digan cómo van a resolver el problema de la violencia. Eso es lo que el pueblo quiere saber y ya no aguanta, es demasiado. Y esta violencia no ayuda a nadie, a nadie”.

Uno de los que respondieron fue el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Mauricio Ramírez Landaverde: “Utilizar el término de Estado Fallido es una categoría muy fuerte, esto hay que entenderlo. Yo no puedo dar otro criterio que no sea lo que los organismos internacionales que hacen este tipo de mediciones”, dijo.

“El Salvador es el país más estable de la región, veamos cómo ha estado la región centroamericana, el Triángulo Norte en particular. Hay un total y pleno ejercicio de las libertades democráticas en nuestro país”, añadió.

El gobierno afirma que desde principios del año hasta inicios del mes en curso, el país contabiliza cerca de 3 mil 100 asesinatos, con un promedio de nueve crímenes diarios, menor al promedio de 11 asesinatos diarios ocurridos en 2017. Y también argumenta que es producto del éxito de sus medidas.

Sin embargo, la violencia es un problema latente en el territorio nacional. Producto de ello, por ejemplo, fueron asesinados tres policías en días pasados. Que en un país los encargados de la seguridad estén con sus vidas en peligro dice mucho de la gravedad del problema. Qué se puede esperar del común de los mortales.

Ante eso, algunos estudiosos del fenómeno de la violencia afirman que más bien lo que se tiene en estos países son Estados criminalizados, donde los gobiernos –y los políticos en general- se ven en la necesidad de negociar con los delincuentes organizados, para el caso con las “maras”, a fin de llevar a cabo sus planes. Se favorecen, pero también favorecen al crimen organizado. Un pasito más y te encuentras con un Estado fallido.

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