miércoles, agosto 15, 2012

Una partidocracia moribunda

Por Guillermo Mejía

Los estertores de la partidocracia, que salieron a luz por la desobediencia legislativa frente a los fallos de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, nos ofrecen esperanzas en el tortuoso camino por la construcción democrática que se ha desperdiciado en gran medida desde la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992.

Que los partidos políticos nacionales, de derecha e izquierda, se repartan el botín de las magistraturas de 2006 y 2012 –aún falta la Fiscalía General- con la anuencia del Presidente Mauricio Funes, que dejó el prometido cambio en el camino, abre también los ojos de la sociedad frente a la continuación de prácticas políticas detestables.

Excelente, compatriotas, que los torturadores y los luchadores por la libertad (del pasado reciente), que se enfrascaron en una guerra entre hermanos que nos trajo luto y miseria, ahora juntos alrededor de la mesa tomen los pedazos del pastel jurídico en voz baja y sin que el soberano sea testigo de la transa, aunque en público hablan de transparencia y acceso a la información.

Son lecciones políticas que no pueden pasar desapercibidas por la sociedad civil que tiene que sacar cuentas de sus gobernantes de turno y de los aspirantes de cara a los procesos que se avecinan, así como frente a la urgente necesidad de que desde esos sectores comprometidos con la democracia fructifiquen opciones que tengan como referente los intereses populares.

Lástima que desde la izquierda, aglutinada en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), se frustró la opción preferencial por los pobres, ya que una cúpula negociante con la derecha espuria y preocupada más por la danza de los millones de la “solidaridad internacional” se olvidó de la sangre derramada.

En otras palabras, es lo que ofrece la izquierda copiona de las prácticas nefastas de la derecha sobre la cual no hay nada más que hablar, pues históricamente se ha comportado de la misma manera. Lo grave del caso –y es lo que la gente debe observar- es que el sistema inmoral e injusto se eterniza con la complicidad de esa izquierda mercantilizada que traicionó el sacrificio popular.

La cúpula del Fmln pretende no darse cuenta y busca que nadie se entere del triste papel que cumple, en sus afanes particulares, cuando en referentes de la izquierda continental es secreto a voces la preocupación debido al desgaste de la marca histórica propulsora del cambio social, del abandono de la lucha social y de su lamentable adecuación al sistema de partidos dominante.

Hay que salvar al partido histórico de la izquierda salvadoreña de quienes lo están infartando, señaló recientemente un cuadro de mucho peso dentro del Fmln, mientras desde la militancia se oyen las quejas por el maridaje de la cúpula con sectores corrompidos de la derecha y la asunción de que para las próximas elecciones hay que pensar en alianzas espurias.

Como telón de fondo, mientras sigue el desprestigiado espectáculo del negocio entre los políticos que no reparan en ideologías, aparece una profundización de la crisis socio-económica, los efectos del cambio climático y el retorno a las cifras de las muertes por la violencia delincuencial que se decían superadas gracias a la “tregua” entre pandillas.

A ver qué cara ponen ahora el Presidente Mauricio Funes y su flamante ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés, cuando en el mes de agosto se dispararon otra vez los asesinatos –además de las desapariciones de jóvenes que siempre se mantuvieron- y el alza de las extorsiones porque las bases pandilleras nunca recibieron la asistencia oficial prometida.

Solamente falta que en la inteligencia de los que tienen en sus manos la seguridad pública, entregada por este gobierno de izquierda a los militares, se escoja una respuesta militar al problema de las pandillas, tal como lo hicieron contra el movimiento popular revolucionario, y se venga un baño de sangre. Los milicos no tienen otras opciones en mente.

Busquemos esas opciones organizativas que fueron abandonadas por esa izquierda mercantilizada que, además del negocio, anda tras los puestos públicos a fin de cumplir el sueño de ser la administradora del modelo injusto reinante. La lucha persiste, al interior y al exterior de El Salvador hay simpatía con la reconstrucción de la izquierda, caminemos hacia una democracia participativa.











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