lunes, abril 19, 2010

El Salvador: Atrapados en un “bache”

Por Guillermo Mejía

Por lo que vemos en el desenvolvimiento de la sociedad salvadoreña, especialmente en política, caemos en cuenta que metafóricamente nos encontramos atrapados en un inmenso “bache” o tal vez un “mega hoyo”. La coyuntura actual nos mantiene con el espíritu bajo, ya que el cambio sonado aparece desdibujado mientras la hegemonía de la derecha es manifiesta.

El presidente Mauricio Funes y el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), que lo condujo al Ejecutivo, cada vez se entienden menos frente a la alianza tácita del gobierno con expresiones conservadoras como el movimiento Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana) que se catapulta con la asistencia del ex presidente Elías Antonio Saca.

Mientras tanto, el desgastado partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) pretende imponerse ante el gobierno de Funes con presiones varias, entre ellas la retoma de puestos claves en instancias estatales como seguridad pública y la Policía Nacional Civil (PNC) bajo el argumento que las autoridades de turno han fracasado frente a la delincuencia.

Los cantos de sirena –como el hecho de que cuentan con un plan de seguridad pública- son difundidos por el sistema mediático tradicional, a la par de al menos 12 asesinatos diarios, el problema del sicariato, las extorsiones, en fin, las plagas habidas y por haber dentro de una sociedad que capea una fuerte crisis económica. El colmo, dice la derecha, que no se ve un plan de contención.

El presidente Funes asumió su propio camino. Fuera de Estados Unidos y Brasil, como rumbos, no quiere alianzas con otras expresiones políticas, menos que tengan que ver con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), dirigida por el gobierno venezolano, aunque el mandatario salvadoreño aún no reciba aportes significativos de quienes ha elegido como mentores.

El pragmatismo político de las autoridades asume como variable condicionante el que estén subsistiendo en Estados Unidos miles de compatriotas que necesitan un permiso especial para trabajar cada 18 meses. Desde esa perspectiva, nadie puede inquietar al gobierno estadounidense, porque se pone en riesgo a los salvadoreños, algo que parece demasiado extremo o sumamente cómodo.

La máxima expresión de ese compromiso ha sido el papel que ha jugado el gobierno en la búsqueda del reconocimiento al régimen de Porfirio Lobo de Honduras. El blanqueo de un gobierno surgido de elecciones precedidas por un golpe de Estado se torna así en un trago amargo a partir de que se asume que es una ironía que el principal soporte sea un gobierno que llegó con banderas de izquierda.

El condimento lo pone el hecho que, cada vez más, el país camina al espectro político dominado por el narcotráfico y el crimen organizado, al igual que México, Guatemala y Honduras, situación que va mucho más allá de las palabras del presidente Funes sobre que los criminales han andado explorando en el territorio cuando a todas luces se conoce que ya tienen terreno ganado desde tiempo atrás.

Pero esa lamentable situación brilla por su ausencia en la discusión pública, similar a las tropelías que se dan entre la derecha que, sin embargo, busca consolidarse en una necesaria alianza con el gobierno de cara a los “peros” que el Fmln coloca frente a propuestas oficiales como, por ejemplo, los préstamos aprobados con dispensa de trámite.

Habrá que ir sacando conclusiones pues se acerca el aniversario del primer gobierno que asumió representando a la izquierda que, a la vez, se encuentra en una posición incómoda, víctima del anquilosamiento y la falta de proyección dentro de la sociedad salvadoreña. La gente, en medio de la orfandad, amerita que le aclaren los caminos. Veamos, pues.

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