domingo, agosto 09, 2009

La (in)comunicación del gobierno y los periodistas

Por Guillermo Mejía

Con mucho interés hemos visto los estires y encoges entre el gobierno y el periodismo tradicional sobre si existe o no existe una política de comunicación oficial, pues –alegan los colegas- al presidente Mauricio Funes le gusta imponer la agenda, llega tarde y en el último encuentro fueron agredidos inclusive por la policía.

El agravante del caso es que, según los colegas, Funes cuando ejerció la profesión, como reportero y entrevistador, fue muy crítico y denunció cualquier anomalía. Y, ahora como mandatario, impone su criterio y no le gusta que lo cuestionen. El choque llega al grado que le ponen en tela de juicio el que haya dicho que los periodistas tienen las puertas abiertas.

Desde nuestra perspectiva creemos que conforme se vaya instalando el nuevo gobierno tienen que irse corrigiendo algunos renglones torcidos. El presidente Funes –periodista, no ex periodista como le ponen (nunca hemos escuchado decir ex doctor o ex ingeniero, pues son profesiones)- tiene que tomar lo que le corresponde de los decires.

A la vez, los periodistas debemos ser maduros y profesionales. Más allá de los errores del mandatario –como todo ser humano, incluidos nosotros- no se vale que caigamos en la exacerbación de ánimos y en la instrumentalización de situaciones a escasos dos meses de toma de posesión. Vale la pena encontrar el camino.

El encontronazo merece una mirada a fondo. En primer lugar, viene a demostrar que de hecho existe una agenda del lado de los medios de comunicación en cuanto es un gobierno de izquierda y representado por un periodista que causó (y causa) mucha urticaria en el ambiente mediático. No se puede negar.

En segundo lugar, no existe en el último tramo de la historia salvadoreña un gobierno que haya sido recibido de tal manera –desde antes de la campaña electoral- pues si revisamos los 20 años de ejercicio presidencial de los respectivos gobiernos de Alianza Republicana Nacionalista (Arena), para los medios tradicionales no hubo bendición mayor.

El gobierno que recibió hostilidad de parte de los medios tradicionales fue el del ya desaparecido demócrata cristiano Napoleón Duarte (1984-1989) que fue tratado con animosidad extrema en el ambiente mediático, eso sí nunca tocaron a la Fuerza Armada mucho menos a los empresarios. Tampoco lo podemos negar.

Si de veras los periodistas estamos hablando en serio –no como reflejo de falsa conciencia- entonces saquemos lo positivo. Significa que a partir de este gobierno de izquierda, cualquier otro que llegue en la posteridad y sin importar su signo ideológico va a tener que vérselas con periodistas serios y competentes que pedirán cuentas en nombre de la ciudadanía.

En otras palabras, el ofrecimiento de cambio camina por cuenta propia. Es más, también vale la pena que no nos hagamos los suizos y demandamos como ciudadanos serios y competentes, preocupados por el interés público, un mejor periodismo frente a la actual oferta mediática. Ajá.

Si fuera así qué bueno para la sociedad salvadoreña.

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