domingo, noviembre 10, 2019

La prostitución de la opinión pública

Por Guillermo Mejía

Las revelaciones que los periodistas han hecho en los últimos días acerca de la prostitución de la opinión que se genera en el sistema de medios de comunicación colectiva vuelve a descascarar la pretendida idea -vendida por empresarios mediáticos, periodistas, editores y políticos- que en el país reina la libertad de información y de opinión.

De acuerdo con la pesquisa de los periodistas Efren Lemus y Gabriela Cáceres, de elfaro.net, la revisión de miles de mensajes del celular del ex fiscal general, Luis Martínez, preso por corrupto, establece que una red de “opinadores” al mando del operador político Porfirio Chica ha desfilado, mediante pago, difuminando escoria a través de los medios.

Publicaron los colegas Lemus y Cáceres:
“El Faro analizó un total de 7,155 mensajes que Martínez recibió o envió entre la noche del 22 de febrero de 2015 y la noche del 22 de agosto de 2016, el día de su captura por corrupción, acusado de favorecer desde la Fiscalía al empresario Enrique Rais. Hace un año, este periódico publicó el primer vaciado telefónico que la Fiscalía hizo al celular del exfiscal Martínez. Ahora, nuevos mensajes hablan de una red de personas (entre las que hay varios exfuncionarios públicos), habituales analistas y opinadores en medios de comunicación que, según los mensajes de Chica, acordaban con él cómo referirse a la labor del exfiscal, que entonces buscaba su reelección. Esta red era coordinada por Chica, un operador político y de medios de comunicación que durante las dos últimas décadas ha sido hombre de confianza de altos funcionarios como René Figueroa o Antonio Saca, y actualmente cercano al gobierno de Nayib Bukele.”

Se menciona a Geovani Galeas, el diputado Juan José Martell, el ex fiscal Garrid Safie, el ex viceministro Julio Valdivieso e incluso el vicepresidente Félix Ulloa, entre otros, como parte del equipo de “analistas pre pago” que han bailado al son que les toca el interesado mediante la red que incluso llevaba en el portafolio a Gabriel Trillos, editor de La Prensa Gráfica, y los activistas Bessy Ríos y Ramón Villalta.

Algunos de los integrantes de la lista negaron su participación, otros no atendieron al llamado de los periodistas investigadores.

Por supuesto, el tema es “más viejo que el tufo”, pero hay que celebrar el trabajo que los colegas Lemus y Cáceres nos han dado sobre la forma en que esa prostitución de la opinión y de la información se genera en plena sociedad salvadoreña del siglo XXI. Obvio, los mecanismos no han variado a lo largo de las últimas décadas.

Ante tal situación bochornosa sería una buena oportunidad que los medios de comunicación social, en general, hicieran una limpia de su agenda de “analistas” y “opinadores” a fin de corresponder con el derecho a la información y la comunicación de los salvadoreños. Y, claro, los medios de comunicación social comprometidos en estas revelaciones, pues, dejar de ofertar a sus “colaboradores” que están en la lista de meretrices de la opinión –que sin duda incluye más de un conductor de entrevistas.

Sería bueno para la vida democrática del país, que pasa por democratizar los espacios de información y de opinión que tienen relegada a la ciudadanía. Se torna también en un llamado de atención hacia el gobierno de Nayib Bukele que sigue con el secuestro de la pauta publicitaria con lo que se convierte en un botín para “los mismos de siempre” al igual que ocurrió en las administraciones de Arena y del FMLN.

Nos dice Pascual Serrano, periodista y académico español, que “igual que los medios de comunicación gustan de presentarse como el simple reflejo de la realidad en cuanto a su cobertura informativa, cuando opinan o editorializan intentan hacer entender a los ciudadanos que esa opinión o posición ideológica solo es un reflejo del sentir mayoritario, ‘un clamor’, como suelen señalar con frecuencia”.

Pero, “se trata de un claro ejemplo de cobardía intelectual y de engaño a la audiencia, puesto que no lo anuncian como su ideario o propuesta política, sino que intentan hacernos creer que es la ciudadanía quien participa de esa posición y demanda acciones, sin que existan elementos informativos rigurosos que lo sostengan”, sentencia.

Las revelaciones sobre la prostitución que se da en los espacios de opinión de los medios de comunicación social me reconfirma la validez de la decisión que tomé hace muchísimo tiempo atrás: no pierdo el tiempo en consumir la chatarra con que nos encontramos en esa “oferta” de discusión de los temas de interés público.

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