lunes, junio 01, 2009

Inició el gobierno del cambio

Por Guillermo Mejía

La juramentación del periodista Mauricio Funes como presidente constitucional de El Salvador el uno de junio de 2009 marca una etapa de desafíos y esperanzas ante el desastre experimentado en las últimas dos décadas de gobiernos que privilegiaron intereses particulares y condenaron a las mayorías empobrecidas.

El primer gobierno de izquierda del país centroamericano tiene que dar el ejemplo –tal como lo reiteró el mandatario en su alocución- de capacidad y honestidad frente a lo que la sociedad salvadoreña heredó de la experiencia “arenera” donde hubo despilfarro, corrupción y compadrazgo en sus funcionarios.

En otras palabras, la eticidad del ejercicio será la medida, con el agravante que el gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) recibió –por razones internas y externas- una economía quebrada, aunque dialécticamente eso representa una oportunidad para demostrar que en la misma desgracia se puede ser responsable y, por ende, diferente.

Los únicos privilegiados del gobierno serán los pobres, los olvidados, tal como dijo en su oportunidad el obispo mártir Oscar Arnulfo Romero, según afirmó Funes. El asesinado Arzobispo de San Salvador, aquel fatídico 24 de marzo de 1980, fue señalado por el presidente salvadoreño como su referente espiritual en la gestión.

Por eso, resultó muy oportuno que Funes haya delineado parte del plan de atención en salud y educación a fin de responder a necesidades sentidas de los más vulnerables; por ejemplo, el hecho de que los hospitales nacionales y las unidades de salud serán abastecidas de las medicinas del cuadro básico que injustamente han faltado en los estantes.

De entrada, las caras largas y las molestias reflejadas por líderes de la derecha, entre ellos el ex presidente Armando Calderón Sol, no son motivo de sorpresa. El hecho de que Funes y su equipo haya sido muy receptivo a políticos y empresarios antagónicos no quita el derecho que tiene la izquierda de denunciar lo que hicieron mal en 20 años de gobierno.

De cara al pueblo salvadoreño, muy al contrario, hace falta que en los días venideros con total transparencia y con las cuentas en la mano el nuevo gobierno informe sobre el estado final de las arcas nacionales y se deduzcan responsabilidades en los casos que amerite la ley. El gobierno del cambio no puede quedarse en tan solo una estrategia para llegar al poder.

Pero el gobierno tiene que recordarse –como lo asumió Funes- que es imperativa la unidad de los salvadoreños. En ese sentido, en El Salvador todos somos necesarios, no se debe caer en la tentación de marginar al otro tal como ocurrió en las últimas dos décadas con Alianza Republicana Nacionalista (Arena). No vale la pena cometer los mismos errores.

Por lo que vemos en la conformación del gabinete de gobierno, el presidente Funes ha tratado de ser de muy amplio criterio, ya que sus integrantes son variopintos. Se parte del supuesto que el pueblo salvadoreño se merece un equipo ejecutivo que sea capaz y honesto. Esperemos los frutos.

Vale la pena también referirse a la relación de Funes y el partido. Para todos son conocidas las tensiones que han aflorado desde el principio, cuando fue escogido como candidato, hasta llegar a las negociaciones para la integración del gabinete de gobierno. Ambos, pese a los temperamentos de susodichos, tienen la obligación política y moral de velar por la nación.

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