Por Guillermo Mejía
El Periodismo con mayúscula debe dar una dura batalla contra el común denominador de noticias falsas, parcialización de la realidad y el infoentretenimiento que inunda el ecosistema comunicativo, gobernado cada vez más por las redes sociales y estrategias de marketing político, situación que arrastra a muchas propuestas periodísticas para sobrevivir.
Es el llamado de atención que hizo el reconocido periodista estadounidense Jon Lee Anderson, quien ha cubierto cantidad de guerras civiles en el mundo, incluida la de El Salvador en la década de los años 80, ha escrito una variedad de libros que reseñan su experiencia y sigue activo en la revista semanal The New Yorker.
Anderson afirmó al diario argentino La Nación que “Estamos rascando el barril de lo que fue el periodismo hasta hace décadas, pero también se están produciendo posibilidades nuevas. Lo que pasa es que no vemos todavía la luz al final del túnel. Está cambiando la estructura del periodismo, quizás inclusive su moral y ética, y ni hablar del comportamiento de los usuarios, que ya no son públicos sino consumidores”.
“La pregunta fundamental es si seremos proveedores de contenido, términos netamente capitalistas, o si seguimos intentando hacer lo que hacemos como un servicio público. Los periodistas que intentamos plasmar una realidad sincera somos los baluartes de las democracias. Pero todo está en jaque ahorita”, agregó.
Señaló que “Lo más apremiante es el adueñamiento de lo que ahora se llama la plaza pública por los ‘Tecno Bros’ (en alusión a los magnates de X, Facebook y Google, entre otras plataformas digitales). Twitter, o ahora X, es la plaza pública para una gran mayoría del público. Esto ha desplazado al periodismo tradicional de los periódicos, la radio y la televisión”.
Luego sentenció: “Ante las embestidas contra la democracia por parte de Donald Trump y sus emuladores, y por parte de los que se han adueñado de esta plaza pública, nos damos cuenta de que, más allá del cliché, somos una piedra en el camino al autoritarismo y, por ende, baluartes de la democracia. Tenemos que pelear duro para que no nos desborde y nos inunde el tsunami de fake news, de parcialización de la realidad y el infoentretenimiento”.
Desde la experiencia de su propio país, Estados Unidos, Jon Lee Anderson dijo sentirse “en vilo con mi país a partir del fenómeno Trump como nunca antes lo he estado. No descarto la posibilidad de ir a Estados Unidos y cubrirlo como un corresponsal extranjero”.
“Lo que me tiene en vilo es un proceso dinámico de degeneración social y política a partir de Trump que está desbaratando la institucionalidad democrática, el tejido social, los sentimientos cívicos, y polarizando a la población. Él ha sacado las costras de los prejuicios y enemistades que estaban soterradas, y ha dado oxígeno al racismo y la violencia”, afirmó.
En ese sentido, Anderson advirtió: “Por eso he dicho que no puedo descartar una posible nueva guerra civil en Estados Unidos, porque hace 150 años ese país tuvo una guerra civil violentísima. Y la consagración de Barack Obama como Presidente, que pensamos que era la cúspide, resultó el detonante, lo que activó a Trump y reanimó los fantasmas soterrados del país”.
Ante la pregunta del medio argentino, ¿Trump es un líder o es un síntoma que evidencia mucho que ya estaba ahí?, el agudo periodista norteamericano respondió:
“Trump reúne ciertas cualidades. Es una figura grotesca. Muchos líderes de culto de secta son así: son absurdos y aparecen ridículos, como Hitler o Abimael Guzmán. Mírale la cara a los que ponen las gorras MAGA (por Make America Great Again) en sus mitines y te das cuenta de que están embobados e hipnotizados. Sea por oportunismo mezquino o pecuniario o porque Trump les ofrece una manera de ‘sacar el clavo’ o porque están embobados, o una mezcla de todo lo anterior. Trump es un fenómeno; si se le aparta del escenario, el culto se diluye por sí mismo”.
En la conversación con el diario La Nación, hay dos preguntas claves acerca de su postura sobre los periodistas y el periodismo:
¿Qué le dirías a un muchacho o muchacha que da sus primeros pasos en el oficio?
Que tengan muy presente qué quieren, más allá de la carrera o de ganar plata: ¿para qué están en el periodismo? Hay que entender el porqué. El oficio conlleva cierto glamour y ofrece aparentemente cierta libertad de acción, por lo que es muy fácil confundirse. Hay muchachos y muchachas que me dicen que quieren ser corresponsales de guerra. Y mi respuesta es: “¿Estás seguro? ¿Sabés cómo es una guerra, todo lo que implica?”. Es importante pensar si lo que buscan es ser más relacionistas públicos o comunicadores sociales que periodistas. El periodismo atrae a ciertas personas que en otras épocas habrían sido misioneros, jesuitas, mercenarios, espías, diplomáticos.
¿Qué es el periodismo?
Es el canal, el fenómeno comunicacional que nos hemos creado los seres humanos para comunicarnos, más allá del diálogo personal oral. Es el contar cuentos, el narrar nuestra historia y buscar su independencia de pensamiento. Durante la Ilustración nos libramos de lo que era el ejercicio compartido de poder temporal y espiritual, política y religión juntas. El periodismo es lo único que corre aparte entre el poder y la muchedumbre. Por eso es una faja de transmisión tan importante y valiosa, que cuestiona los lugares comunes y desmitifica la mitología a veces nefasta. Está en constante evolución, no tiene el porvenir asegurado, pero también emociona. Porque con el periodismo te puedes sentir parte de un accionar humano y humanista.
El desplazamiento de medios y periodistas
Las reflexiones de Jon Lee Anderson caen en momentos en que investigadores en periodismo y comunicaciones han advertido que los creadores de contenido e influencers de noticias que operan en redes sociales y de video se han convertido en fuente importante de información.
El Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo publicó recientemente que estos nuevos actores del sistema a menudo eclipsan a los medios en términos de atención en ciertas plataformas y, por ejemplo, en Estados Unidos alrededor de una quinta parte de los adultos (21%) y más de un tercio de los menores de 30 años (37%) se “informan” por esa vía.
Tanto así que “la mayoría sostiene que la manera en que presentan las noticias les ayuda a comprender mejor la actualidad y los asuntos cívicos”, aunque es importante también aclarar que no se puede colocar en el mismo saco a todos los creadores de contenido e influencers o demonizarlos, ya que hay honrosas excepciones.
Sin embargo, hay que advertir que “Los creadores también tienen un impacto político cada vez mayor”, según el Instituto Reuters, que recuerda que “En la recta final de su victoria electoral de 2024, Donald Trump buscó el apoyo de creadores de YouTube y podcasteros populares como Joe Rogan y Nelk Boys. El reciente asesinato del activista Charlie Kirk, y la cobertura informativa, nos subraya el papel crucial que estas personalidades desempeñan en la opinión pública y en los relatos políticos”.
“Otros que han tomado nota de estas tendencias son políticos como Emmanuel Macron (Francia), Anthony Albanese (Australia), Claudia Sheinbaum (México), y Keir Starmer (Reino Unido), que incorporaron influencers a sus estrategias mediáticas y han priorizado entrevistas con famosos de YouTube y TikTok, e incluso los invitan a ruedas de prensa gubernamentales. En cambio, allí donde la libertad de prensa se halla amenazada o donde se restringe el debate en los medios tradicionales, hemos visto a creadores e influencers proporcionando una muy necesaria fuente de miradas críticas o alternativas”, reza el informe.
Ante el crecimiento del fenómeno y los riesgos que supone para el Periodismo con mayúscula y la sociedad, es necesario impulsar la alfabetización mediática de la ciudadanía que suele encantarse con estos nuevos productos del mercado, a la vez que desarrollar programas para que los creadores e influencers al menos se capaciten sobre la fundamentación ética de la información y la comunicación. Los periodistas a su función social y desde una visión crítica.
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