viernes, junio 16, 2023

El periodismo independiente frente a la polarización y desinformación

 Por Guillermo Mejía

La respuesta necesaria e inteligente de los medios de comunicación social es la independencia periodística, en especial por la presencia preocupante de tantas amenazas como los altos niveles de polarización y desinformación en la sociedad, exacerbados por el tráfico de las redes sociales y el terreno conquistado por la posverdad.

Eso se desprende de las reflexiones del periodista Arthur Gregg Sulzberger, presidente y editor de The New York Times, en su ensayo “El valor esencial del periodismo”, publicado recientemente por la revista estadounidense Columbia Journalism Review, en el marco del debate sobre la objetividad en el periodismo.

El periodismo independiente “es el tónico exacto que más necesita el mundo en un momento en el que la polarización y la desinformación están sacudiendo los cimientos de las democracias liberales y socavando la capacidad de la sociedad para afrontar los retos existenciales de la época, desde la desigualdad a la disfunción política pasando por la aceleración del cambio climático”, dice.

Según el autor, dado los momentos aciagos, la gente se decanta contra la independencia periodística, y suele escucharse “Elige un bando. Únete a los justos. Declara que estás con nosotros o contra nosotros. Pero la historia demuestra que lo mejor es que los periodistas desafíen y compliquen el consenso con preguntas inteligentes y nueva información.”

“Porque los hechos comunes, la realidad compartida y la voluntad de comprender a nuestros conciudadanos más allá de las fronteras tribales son los ingredientes más importantes para que una sociedad diversa y plural se una para autogobernarse. Para ello, necesitamos periodistas independientes y con principios”, agrega.

Sulzberger admite que la independencia es el compromiso periodístico cada vez más cuestionado, pero que asegura el seguimiento de los hechos dondequiera que conduzcan, pues sitúa la verdad –y su búsqueda con una mente abierta pero escéptica- por encima de lo demás. Y, aunque suene anodino, en esta era hiperpolarizada el periodismo independiente y sus valores se han convertido en una búsqueda radical.

“La independencia pide a los periodistas que adopten una postura de búsqueda, más que de conocimiento. Exige que reflejemos el mundo tal y como es, no el mundo tal y como nos gustaría que fuera. Exige que los periodistas estén dispuestos a exonerar a alguien considerado un villano o a interrogar a alguien considerado un héroe”, afirma.

“Insiste en que compartamos lo que aprendemos –de forma completa y justa- independientemente a quién pueda molestar o cuáles puedan ser las consecuencias políticas. La independencia exige exponer claramente los hechos, aunque parezcan favorecer a una de las partes en litigio. Y exige transmitir cuidadosamente la ambigüedad y el debate en los casos más frecuentes en que los hechos no están claros o su interpretación es objetivo de disputa razonable, dejando que los lectores capten y procesen la incertidumbre por sí mismos.”, añade.

El enfoque se opone a la certidumbre del “con nosotros o contra nosotros” de este momento polarizado y recuerda que el periodismo independiente eleva los valores basados en la humildad -justicia, imparcialidad y (por usar quizás la palabra más tensa y discutida en periodismo) objetividad- como ideales que deben perseguirse, aunque nunca puedan alcanzarse perfectamente.

“Y lo que es más importante, el periodismo independiente se basa en una confianza subyacente en el público; confía en que la gente merece conocer toda la verdad y en que, en última instancia, se puede confiar en que la utilizará sabiamente”, acota.

La independencia en la práctica periodística

En la práctica periodística, la independencia incluye una serie de aspectos que Sulzberger explica con detalles, aunque acá expongo de manera sintética.

En primer lugar, dar prioridad al proceso. Según su experiencia, el ingrediente más importante es tratar la independencia como una disciplina, respaldada por procesos y una ética diseñados para fomentarla. El objetivo trazado es publicar sólo lo que se sabe, para no equivocarse, además de utilizar múltiples fuentes para confirmar la información, entre otros, como no caer en apoyos partidarios en el tratamiento informativo.

En segundo lugar, atenerse a los hechos. A su juicio, el periodismo independiente puede ser moralmente sencillo y satisfactorio. Los periodistas piden cuentas al poder denunciando la corrupción y los abusos. Los periodistas revelan la injusticia y la desigualdad. Su trabajo suele conducir a una sociedad más libre, más equitativa y más justa.

Recuerda que la independencia protege al periodismo de ser distorsionado por incentivos empresariales, la independencia protege al periodismo de ser distorsionado por la presión gubernamental y la independencia protege al periodismo de ser distorsionado por diversas formas de interés propio.

En tercer lugar, cubrir la incertidumbre. Aunque no siempre sea popular, la disciplina de seguir los hechos dondequiera que conduzcan es mucho más sencilla que enfrentarse a las cuestiones delicadas que surgen cuando los hechos no pueden establecerse por completo. El papel de los periodistas independientes en estos casos es ayudar al público a comprender y examinar la gama más amplia posible de posiciones intelectualmente honestas.

En cuarto lugar, gestionar las críticas. La crítica es una parte natural e importante del proceso periodístico. Esto se debe en parte a que el periodismo independiente, con su compromiso de exponer los problemas y pedir cuentas al poder, a menudo molesta a las personas de las que trata, así como a sus partidarios. También se debe a que la toma de este tipo de decisiones editoriales, especialmente en los plazos establecidos, es un trabajo imperfecto.

Según el autor, la salvaguarda más importante de una prensa independiente es una prensa fuerte y sostenible: es necesario crear un modelo de negocio para el periodismo de información, garantizar la protección jurídica de los reporteros y sus fuentes para asegurar el libre flujo de información al público, y hacer frente a la represión de periodistas a nivel local e internacional.

En esos esfuerzos, Sulzberger expone dos tareas fundamentales:

Los periodistas deben recordar que nuestro principal objetivo, como he venido diciendo, es seguir los hechos dondequiera que nos lleven, incluso cuando preferiríamos que no fueran ciertos, y representar con imparcialidad a las personas y las perspectivas, incluso cuando no estemos de acuerdo con ellas. Cualquier compromiso en este sentido es probable que erosione aún más la ya vacilante confianza del público en el periodismo y, en última instancia, merme la capacidad de los periodistas para servir a una sociedad desesperadamente necesitada de información fiable.

Los periodistas debemos volver a comprometernos con la información como el servicio más valioso que prestamos al público. La información –no los comentarios ni la agregación- es el ingrediente esencial de las nuevas ideas y las nuevas perspectivas, y permite que florezca todo el ecosistema periodístico. Esto requiere que los periodistas salgamos de nuestras burbujas.

Si bien el ensayo de Sulzberger profundiza en la experiencia de su periódico y centra su atención en aspectos de la sociedad estadounidense, no descuida el contexto de la sociedad del siglo XXI. Sus reflexiones son oportunas para sociedades como la nuestra ante los desafíos que enfrentan los periodistas en tiempos de confrontación, autoritarismo y represión.