martes, diciembre 18, 2018

Los fantasmas del general Munguía Payés

Por Guillermo Mejía

Con asombro se escucharon las advertencias del ministro de la Defensa, general David Munguía Payés, sobre la posibilidad de un levantamiento popular producto de un fraude en las elecciones presidenciales del próximo tres de febrero, situación que no ha sido tema de discusión salvo las denuncias de uno de los candidatos que incluso fue corregido por su propio partido político.

“Ha habido en el pasado algunos llamados de políticos a la institución armada precisamente porque no se encuentran satisfechos con el resultado; entonces nosotros esperamos, creemos en el sistema, que nada va a suceder y que no tengamos que intervenir en caso de que haya un levantamiento popular en función de que la gente crea que las elecciones no se han desarrollado como deben desarrollarse”, advirtió el funcionario.

“La FAES se va a mantener fiel al mandato constitucional, esperamos que no nos vayan a comprometer, en el sentido de que yo pedí juego limpio al sistema político del país porque si aquí no se juega limpio podemos tener una conmoción social”, afirmó en abierta contradicción con el Artículo 211 de la Constitución de la República que señala a la Fuerza Armada como apolítica y no beligerante.

Sin embargo, el general justificó sus declaraciones en que “yo soy político y debo emitir opinión”; es decir, “soy el político de la Fuerza Armada de El Salvador porque soy un miembro del gabinete del Gobierno”.

De inmediato, se escucharon las opiniones contrarias a la postura del militar, dado lo delicado de enredar a la institución armada en asuntos políticos, característica del estamento hasta la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, cuando quedó establecido su papel a la defensa de la soberanía nacional.

El diputado arenero, Mauricio Vargas, contestó que “aunque el ministro sea un ingrediente político, tiene que sopesar todos los componentes de la institución, porque no es a su persona, es a la institucionalidad”.

“Adicionalmente, no se puede venir a decir de esta manera cuando él ha jugado un papel con el Fmln, con Mauricio Funes, y se habla entre rumores y entre corrillos que está jugando un papel con Nayib Bukele siendo complaciente con concepciones políticas y en visiones institucionales”, remató el diputado.

Y, precisamente, fue el candidato Bukele, del partido derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), quien habló sobre un posible fraude en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) por el cambio de intensidad en el color de la bandera del partido en la papeleta, a la vez que llamó a sus seguidores a una protesta callejera.

Empero, dirigentes de su mismo partido Gana descalificaron las denuncias y negaron que sus bases hayan participado en la protesta.

Las actuaciones controversiales del general Munguía Payés no son nuevas. Durante el gobierno de Mauricio Funes, prófugo de la justicia por denuncias de corrupción y asilado en Nicaragua, fue el “padre de la tregua” del gobierno con las pandillas, situación que disparó la violencia con el incremento de los desaparecidos y los respectivos cementerios clandestinos y la consolidación de las maras.

Además, aunque le debe obediencia al presidente de la República, son recordadas las palabras nada afortunadas sobre la inferioridad militar de El Salvador frente a Honduras que –según él- le bastaban minutos para destruir la infraestructura nacional. El ex presidente Funes en esa oportunidad lo apañó diciendo que era una apreciación personal del general.

Hay que agregar la gravedad de que en ambos gobiernos del Fmln, en los cuales ha sido funcionario de seguridad y de la defensa, se ha militarizado al extremo la seguridad pública con el incremento de casos de violaciones a los derechos humanos. En el fondo, cabe preguntarse: ¿A las cabales quién es el ventríloco que se expresa mediante la figura del general David Munguía Payés? Póngale coco.

martes, diciembre 11, 2018

El Salvador: Un país símbolo de lo fallido

Por Guillermo Mejía

“Oscuro como la tumba donde yace mi amigo”, respondió el escritor y periodista salvadoreño Horacio Castellanos Moya a la pregunta formulada por el periódico El País, de España, sobre el futuro de El Salvador, por ahora sumergido en una contienda electoral presidencial que culmina el próximo tres de febrero.

“¿Hay algún candidato que lo convenza?”, le interrogaron. “No”, respondió. Enseguida, la periodista le formuló la pregunta: “¿Qué le diría al presidente salvadoreño Salvador Sánchez Cerén?”, a lo que dijo de manera contundente: “Tanto esfuerzo, ¿para qué?”

El laureado escritor, cuya última novela se titula “Moronga” donde se perfila siempre la sociedad marcada por la violencia, resulta una muestra de una coincidencia de la población sobre la cada vez más lejana posibilidad de encontrar una solución a la grave situación marcada por la violencia, la huida y la crisis económica.

No por gusto, el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, volvió a utilizar la expresión de Estado fallido para referirse a El Salvador, pese a que –como la última vez- le sobrevinieron críticas desde el gobierno y la Fiscalía General de la República por lo que consideraron una calificación muy desproporcionada.

“Una cosa es Estado fallido en términos rigurosos, que eso no es lo que estamos viviendo, ciertamente. Pero en el sentido amplio sí, porque el Estado le habría fallado a la gente humilde, al pobre, al del campo, al del suburbio, al del barrio pobre”, denunció el religioso.

“Los gobiernos, y no me refiero a un partido o a otro, no han resuelto el problema, no sé por qué. Probablemente han tenido voluntad y no han podido, o no sé por qué. Es una lástima que el pueblo siga sufriendo el embate de la violencia”, agregó.

En cuanto a los candidatos presidenciales, el arzobispo de San Salvador demandó “que nos digan cómo van a resolver el problema de la violencia. Eso es lo que el pueblo quiere saber y ya no aguanta, es demasiado. Y esta violencia no ayuda a nadie, a nadie”.

Uno de los que respondieron fue el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Mauricio Ramírez Landaverde: “Utilizar el término de Estado Fallido es una categoría muy fuerte, esto hay que entenderlo. Yo no puedo dar otro criterio que no sea lo que los organismos internacionales que hacen este tipo de mediciones”, dijo.

“El Salvador es el país más estable de la región, veamos cómo ha estado la región centroamericana, el Triángulo Norte en particular. Hay un total y pleno ejercicio de las libertades democráticas en nuestro país”, añadió.

El gobierno afirma que desde principios del año hasta inicios del mes en curso, el país contabiliza cerca de 3 mil 100 asesinatos, con un promedio de nueve crímenes diarios, menor al promedio de 11 asesinatos diarios ocurridos en 2017. Y también argumenta que es producto del éxito de sus medidas.

Sin embargo, la violencia es un problema latente en el territorio nacional. Producto de ello, por ejemplo, fueron asesinados tres policías en días pasados. Que en un país los encargados de la seguridad estén con sus vidas en peligro dice mucho de la gravedad del problema. Qué se puede esperar del común de los mortales.

Ante eso, algunos estudiosos del fenómeno de la violencia afirman que más bien lo que se tiene en estos países son Estados criminalizados, donde los gobiernos –y los políticos en general- se ven en la necesidad de negociar con los delincuentes organizados, para el caso con las “maras”, a fin de llevar a cabo sus planes. Se favorecen, pero también favorecen al crimen organizado. Un pasito más y te encuentras con un Estado fallido.

martes, diciembre 04, 2018

Los riesgos de ejercer la política como transacción económica

Por Guillermo Mejía

En la actual coyuntura electoral de cara a las presidenciales del próximo año, existe el peligro que las fuerzas contendientes asuman compromisos de poder alejados de visiones de la filosofía política y vulgarmente se decanten por pactos bajo la mesa a fin de asegurarse protección mutua, autodefensa y protección de intereses particulares.

Es la advertencia que hace el periodista norteamericano Douglas Farah, asesor y consultor en seguridad nacional en Estados Unidos, en declaraciones a La Prensa Gráfica, donde una vez más habló sobre la presencia de las mafias, el narcotráfico, el crimen organizado, que han convertido a El Salvador en un “Estado criminalizado”.

“Lo que estamos viendo, no solo en El Salvador sino en toda la región es que ya la política es una transacción económica: quién está en el Congreso, quién va a ser fiscal, quién va a ser presidente, quiénes van a ser los candidatos son resultados de pactos que no son en el fondo políticos o ideológicos, sino pactos de protección mutua, de autodefensa y de protección de intereses más grandes que los propios partidos”, afirmó Farah.

Según él, hay razones para pensar que el modelo funciona, por ejemplo, se dio en la transición del ex presidente Tony Saca al ex presidente Mauricio Funes, es decir de Arena al Fmln: “Ahí se puede ver que se pueden hacer pactos para mantener las estructuras criminales sólidas de administración en administración”, señaló.

“Dentro de ese paquete hay muchas alianzas económicas entre gente del Frente, entre areneros, los del PCN y de todo mundo que están metidos en negocios conjuntos que buscan alianzas para perpetuar ciertas estructuras que no dependen de la ideología de la administración, sino de la voluntad de ciertos individuos de mantener esas estructuras funcionando”, advirtió.

“Para una democracia es peligrosísimo. Estamos ya en un proceso, desde hace un rato ya, donde la democracia está muy amenazada”, afirmó Farah, que en la pasada guerra civil salvadoreña fue corresponsal para el periódico The Washington Post y la agencia internacional de noticias UPI.

Por otro lado, el experto internacional se refirió a que las cosas se le facilitan al crimen organizado porque El Salvador está dolarizado y hay falta de control del gobierno de turno en temas bancarios: lo más fácil si uno quiere lavar dinero es tener los dólares, meterlos en dólares, sacarlos en dólares y moverlos offshore en dólares.

“Y eso es algo que ofrece El Salvador”, dijo Farah. “Con una preocupación mayor hemos visto que el presidente vetó la ley sobre la Unidad de Investigación Financiera, donde no hay mínimo interés del gobierno de Salvador Sánchez Cerén de realmente controlar esos flujos. Cuando se van cortando diferentes accesos a grupos a nivel internacional, la mafia rusa, algunos grupos mexicanos buscan los lugares más fáciles donde mover su dinero. Y El Salvador, lamentablemente, está dentro de ese grupo”, agregó.

En cuanto al proceso electoral salvadoreño, Farah afirmó que la mayoría de la gente entiende que lo que ve no es todo lo real. “Eso va en desgaste de los partidos tradicionales y el nacimiento de grupos como ha hecho Nayib Bukele, diciendo ‘yo soy distinto, no soy de la clase política’. Tanto Arena como el Frente, el PCN o la democracia cristiana están totalmente desgastados, nadie cree en ellos, salvo su base sólida de 20 por ciento cada uno”, sentenció.

“La gente está harta y está buscando soluciones. En este momento en donde todo es transaccional, se corre un peligro real de comprar y vender votos, sin pensar realmente en la democracia y sin que la gente pueda decir algo de su propio futuro”, advirtió Farah.