Por Guillermo Mejía
El presidente Nayib Bukele es parte de al menos
una treintena de mandatarios en el mundo, tanto de derecha como de izquierda,
que ejercen el poder bajo un populismo recargado que está muy de moda en las
sociedades contemporáneas, las cuales han abierto mentes y corazones a la guía
de una especie de líder divino que encarna la felicidad del pueblo.
Para mostrar las estrategias de comunicación,
diferencias, coincidencias y discursos de los gobernantes populistas,
específicamente en América Latina y El Salvador en particular, retomamos los
valiosos aportes del maestro mexicano Rubén Aguilar Valenzuela, comunicólogo,
catedrático y columnista, muy comprometido con nuestro país desde hace décadas.
Aguilar Valenzuela, que suele publicar sobre
estas temáticas en las revistas mexicanas Etcétera, Animal Político y Nexos,
entre otras, tiene en lista a los presidentes populistas: en América del Norte
al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. En Centroamérica a Daniel
Ortega y Rosario Murillo, presidente y vicepresidenta de Nicaragua y a Nayib
Bukele, presidente de El Salvador.
En América del Sur a Nicolás Maduro, presidente
de Venezuela; Jair Bolsonaro, presidente de Brasil; Alberto Fernández y
Cristina Kirchner, presidente y vicepresidenta de Argentina; y a José Pedro
Castillo, presidente de Perú. “En términos de las estrategias operativas que
adoptan no existen diferencias significativas”, señala.
“El análisis muestra que en este campo es donde
la coincidencia es más evidente y clara. En todos los casos, no importa si son
de derecha o izquierda, es el fundamento de la articulación de su estrategia de
comunicación y del discurso, pero también de su manera de hacer política”, afirma
Aguilar Valenzuela, luego expone las estrategias operativas que comparten y son
las siguientes:
v Presentarse como
antisistema, pese a que todos han sido siempre parte del sistema político de
sus países.
v Capitalizar a su favor
la indignación ciudadana frente a la corrupción de los gobiernos anteriores y
ante los niveles de inseguridad en sus países.
v Proponerse como la
única solución a los grandes problemas del país. Plantarse como mesías
salvadores.
v Asumirse como únicos y
verdaderos representantes del pueblo. Son su encarnación.
v Hacer referencia
continua a Dios y la Biblia como sustento de su política. Acercarse a los
grupos evangélicos más conservadores.
v Polarizar a la sociedad
con un discurso maniqueo de buenos y malos. Se promueve la confrontación entre
los de “arriba” y los de “abajo”.
v Crear siempre enemigos.
Se les acusa de atentar contra su persona o proyecto. Son indispensables en la
construcción de su narrativa.
v Valerse de la mentira o
verdades a medias. Se tienen otros datos. Construir una realidad alterna a la
que realmente es.
v Descalificar y
minimizan a los otros poderes del Estado y a los órganos autónomos. Utilizar
las instituciones del Estado, para investigar y golpear a sus adversarios.
v Hacer uso constante de
la historia Patria, la que se aprendió en los libros escolares. Citar
continuamente a los héroes oficiales.
v Agredir de manera
sistemática a los medios y periodistas que no piensan igual que ellos y que no
apoyan su proyecto.
v Utilizar mecanismos,
para tener una comunicación directa con su base social y simpatizantes. Uso
intensivo de las redes sociales.
v Dirigirse solo a su
base y simpatizantes. Decirles lo que éstas quieren oír. Los demás no existen.
v Promover el culto a la
personalidad a través de múltiples mecanismos.
v Presentarse como
víctima de un posible golpe de Estado cuando tienen el control del Ejército y
todos los poderes.
v Culpar al pasado de
todos los males. No hacerse responsables de las consecuencias de sus actos.
v Asumirse como
moralmente superiores a los que consideran sus enemigos.
v Relativizar la ley y
ponerse por encima de la Constitución. Ellos son sus únicos intérpretes
válidos.
v Proponerse siempre
estar presente en los medios. Es clave en su estrategia de comunicación y en el
conjunto del proyecto.
“Existen también diferencias significativas,
pero que no hacen relación a sus posiciones ideológicas, sino que más bien
están directamente relacionadas con su personalidad y su ética tanto a nivel
personal como del servicio público”, afirma Aguilar Valenzuela. Las diferencias
que señala el investigador mexicano son la siguientes:
v Algunos son
abiertamente homofóbico, machistas e incluso racistas, pero otro no.
v Algunos están a favor
de la pena de muerte y el uso de la tortura, pero otros claramente no.
v Algunos se presentan
como “mano dura” contra el crimen organizado, pero otros han decidido no
enfrentarlo o negocian con él.
v Algunos se han
enriquecido a expensas del poder, pero otros no.
v Algunos han hecho que
el gobierno se adueñe de los grandes medios de comunicación, pero otros no.
v Algunos promueven la
censura de manera abierta y se lleva a la cárcel a los periodistas
independientes, pero otros no.
v Algunos encarcelan a
los opositores mediante acusaciones falsas y el uso faccioso del aparato de
justicia del Estado, pero otros no.
v Algunos utilizan símbolos
de identidad como cierto tipo de vestimenta (trajes, camisas, sombreros…), pero
otros no.
v Algunos usan la
“necrología política”, como parte central del discurso. Hacen mención constante
de los que se han ido, pero otros no.
“La diferencia más importante es que al término
de su mandato algunos líderes populistas, aprovechando la debilidad
institucional de sus países, se valen de una serie de maniobras, para
perpetuarse en la presidencia”, advierte Aguilar Valenzuela. “Para ello, de
diversas maneras, logran modificar la Constitución, para ‘legalmente’ quedarse
en el cargo. Hay otros, ante la fortaleza institucional de sus países, al
término de su mandato dejan el poder y dan lugar a la realización de elecciones
democráticas”, agrega.
Con respecto al discurso de los presidentes
populistas de América Latina, el catedrático mexicano afirma que se hace una
distinción entre la forma y el contenido, en ocasiones el deslinde entre forma
y contenido es muy tenue. Algunos de los elementos más comunes que caracterizan
la forma son:
v Conciben el ejercicio
de gobernar como un espectáculo mediático. Actúan como estrellas de farándula.
v Construyen escenarios
donde participa el pueblo, para “producir” identidad. Siempre son televisados y
puestos en las redes.
v Utilizan una retórica
emocional, para motivar y mantener bajo control a su base social, al pueblo.
v Utilizan un tono
estridente y escandaloso, para llamar la atención de las audiencias y los
medios.
v Utilizan frases y
consignas fáciles de entender y asumir propias de la publicidad y la
mercadotecnia. Una común es que “que devuelvan lo robado”.
v Utilizan de forma
constante la distinción maniquea entre buenos y malos.
v Utilizan de manera
sistemática la agresión y la descalificación, para enfrentar a sus “enemigos”,
que ellos mismos construyen según la ocasión.
v Con frecuencia dicen
discursos largos y farragosos, pero aún así son bien recibidos por su base
social.
En cuanto al contenido, algunos de los temas
más comunes en el discurso de los presidentes populistas son:
v Referirse al
nacionalismo y la soberanía nacional.
v Referirse a la historia
en la versión de los libros de texto escolar. Mención de los héroes con lo que
se identifican.
v Utilizan el concepto de
pueblo, que se entiende como quienes están con él y siguen lo que se les dice.
v Insisten en que solo
los más pobres (pueblo), entienden el proyecto que se quiere impulsar.
v Prometen el fin de la
corrupción y resolver el problema de la seguridad.
v Prometen restaurar los
valores que se han perdido. Devolver la grandeza nacional que se ha ido.
v Rechazan los derechos
plenos de la comunidad LGBTI. Es común se manifiesten contra el aborto, el
matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción por estas parejas.
v Están en contra de la
legalización de la marihuana y otras drogas.
v Defienden la familia
tradicional. Solo aceptan un tipo de familia. No importa su historia personal.
“En términos de la forma y el contenido no hay
diferencias relevantes entre los populistas de izquierda y de derecha. En lo
que se dice hay algunos cambios, por ejemplo, quienes son los ‘enemigos’, pero
la forma, la estructura y el fraseo del discurso es la misma. Las diferencias
que puede haber son más propias de la personalidad de cada uno de ellos”,
sentencia Aguilar Valenzuela.
El perfil
del Nayib Bukele populista
Específicamente sobre el presidente Nayib
Bukele, el comunicólogo e investigador mexicano hace un perfil donde cabe
mencionar las siguientes características:
v Bukele utiliza de
manera intensa y muy eficaz el Twitter y las otras redes sociales. A través de
ellos “gobierna”, corre ministros, da órdenes o muestra imágenes que lo
presentan como un hombre duro.
v Su discurso incluye el
concepto de pueblo, la descalificación a los poderes del Estado que no controla
o lo contradicen, la crítica a los medios independientes locales e
internacionales y a Dios.
v Cuando lo considera
necesario, como otros populistas, utiliza las instituciones del Estado, para
investigar y golpear a sus adversarios. Y también la mentira en forma
recurrente.
v Su manera de
comunicarse y decir las cosas, en una sociedad tan conservadora y tradicional
como la salvadoreña, entusiasma a los jóvenes. En ese sector de la población
tiene una gran aceptación.
v Construye frases
publicitarias de gran impacto como “que devuelvan lo robado”, para referirse a
los anteriores gobiernos a los que califica de corruptos y no sin razón.
v Hay un trabajo muy
planeado, dirigido por él mismo, para construir su imagen y promover el culto a
la personalidad, presentarse como único y el presidente más cool del mundo. La manera en que se
viste busca subrayar esa condición.
v Hace un uso intensivo
de las encuestas. Con uno de los encuestadores de más confianza tiene
conversaciones a primeras horas de la madrugada, para diseñar los mensajes
comunicativos del día.
v Quienes han estudiado
al personaje plantean que en lo político su primer círculo, el de más
confianza, está integrado solo por dos de sus hermanos.
v El presidente con
frecuencia subraya que su única ideología es el hacer y que sea con eficacia.
Eso en un país donde los últimos 40 años ha habido una confrontación permanente
y abierta entre la izquierda y la derecha.
v Hay diversas versiones
para explicar la reducción dramática de la violencia en El Salvador, pero es un
hecho que ha tenido lugar durante el gobierno de Bukele. Él se presenta como un
gobernante implacable frente al crimen.
v El tipo de gobierno, el
discurso y el comportamiento de Bukele, que con frecuencia aparece como un
artista y un personaje frívolo, ha calado en la población salvadoreña.
“Su éxito se basa que ha sabido despertar
esperanzas e ilusiones en una sociedad golpeada por la guerra, la violencia y
la pobreza. Como otros muchos populistas se plantea como el mesías capaz de
cambiarlo todo”, concluye el catedrático e investigador mexicano Aguilar
Valenzuela. El populismo recargado cobra fuerza en sociedades presentistas,
emocionales y que desprecian la memoria histórica.