Por Guillermo Mejía
La utilización del entorno digital en el ejercicio del poder se ha consolidado de la mano de personajes políticos que privilegian la actuación frente a lo que se supone debe ser la discusión libre y abierta de los temas de interés público en la sociedad, a lo que se suma la falta de rendición de cuentas y acceso a la información.
“Si es cierto que los medios imponen su lógica a las instituciones políticas, religiosas o deportivas, bien vale la pena reflexionar sobre la mediatización del poder. ¿Cómo hacen política Donald Trump, Javier Milei, Volodímir Zelenski o Alvise Pérez?”, escribió el comunicólogo argentino Carlos A. Scolari.
“Si bien algunos de ellos provienen del broadcasting –Trump venía de presentar un reality show, Milei era un desaforado columnista económico y Zelenski se fogueó como comediante televisivo y cinematográfico-, en mayor o menor medida aprendieron a moverse con habilidad en el nuevo entorno gaseoso”, agregó.
Según Scolari, la mediatización del poder se expresa de forma gaseosa, en pequeñas moléculas textuales –pueden ser tuits, microvideos o memes (“viva-la-libertad-carajo)- que circulan de manera enloquecida por la mediasfera. El ciclo de estas minicápsulas es efímero, pero si están bien concebidas pueden marcar el debate público durante un par de jornadas o incluso más allá.
El comunicólogo hizo una comparación entre las formas de conducir la acción política a través de lo mediático por parte del ex presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, durante su período, y el actual presidente argentino Javier Milei. El primero con un formato viejo y el segundo con un formato novedoso, de nuevo tipo.
“Las Mañaneras de AMLO se ubican con comodidad en la tradición latinoamericana de Enlace Ciudadano, el programa sabatino de Rafael Correa, Aló Presidente de Hugo Chávez o las cadenas de Cristina Fernández de Kirchner, todos ellos ejemplos del viejo pero duro de matar broadcasting político en el pleno siglo XXI”, escribió Scolari.
“Lo que AMLO logra en tres horas diarias de broadcasting televisivo –imponer una agenda temática que el resto de políticos y periodistas están obligados a apoyar, rebatir, aclarar o criticar-, Javier Milei lo consigue con un tuit a las tres de la mañana o un microvideo en Tik Tok”, agregó el profesor argentino.
En ese marco, Scolari cree muy probable que Javier Milei y Donald Trump “pasen a la historia como la primera generación de políticos del siglo XXI por su total compenetración con las formas de comunicar de este nuevo tiempo. Lo de Trump es encomiable: nació siete años antes de AMLO y un cuarto de siglo antes de Javier Milei, pero fue pionero en comprender el uso de las redes sociales desde una concepción populista y por encima de las estructuras tradicionales de mediación política”.
Sin embargo, advirtió el profesor argentino que, al igual que los videos en Tik Tok, las stories de Instagram o los insufribles tuits de Javier Milei, ¿es posible que los liderazgos políticos del siglo XXI tengan un ciclo vital muy reducido? ¿Hasta dónde la volatilidad de la sociedad gaseosa los condena a una existencia efímera? Su hipótesis al respecto: Quizás estemos entrando en la era de los liderazgos snack, actores políticos con un crecimiento mediático exponencial pero cuya curva cae en picado víctima del hastío.
De igual manera, Scolari advirtió que “La brevedad y aparente simplicidad de la política gaseosa podría hacernos pensar que estamos ante un fenómeno de fácil comprensión. Nada más alejado de la realidad. Al multiplicarse exponencialmente la cantidad de actores, contenidos y plataformas, el ecosistema se vuelve más complejo. Atribuir los triunfos de Milei o Trump solo a su habilidad en el uso de las redes sociales es un ejercicio de pereza intelectual”.
“Estos liderazgos emergen de realidades sociales concretas y responden a desplazamientos subterráneos que ni las mejores encuestas llegan a detectar. Los medios, como no podía ser de otra manera, son parte esencial de ese entramado, pero de ahí a considerarlos la única causa hay una distancia que ni la afilada motosierra de Milei puede recortar. A la hora de explicar estos procesos, no podemos dejar fuera a los medios, pero solo con los medios no alcanza”, afirmó.
Aunque en sus escritos Scolari no se refirió directamente al caso del presidente salvadoreño Nayib Bukele, que se inscribe en este club de gobernantes populistas y que privilegia el uso del entorno digital en su acción política, es oportuno traer a cuenta el perfil de Bukele que construyó en años recientes el comunicólogo mexicano Rubén Aguilar Valenzuela:
v Bukele utiliza de manera intensa y muy eficaz el Twitter y las otras redes sociales. A través de ellos “gobierna”, corre ministros, da órdenes o muestra imágenes que lo presentan como un hombre duro.
v Su discurso incluye el concepto de pueblo, la descalificación a los poderes del Estado que no controla o lo contradicen, la crítica a los medios independientes locales e internacionales y a Dios.
v Cuando lo considera necesario, como otros populistas, utiliza las instituciones del Estado, para investigar y golpear a sus adversarios. Y también la mentira en forma recurrente.
v Su manera de comunicarse y decir las cosas, en una sociedad tan conservadora y tradicional como la salvadoreña, entusiasma a los jóvenes. En ese sector de la población tiene una gran aceptación.
v Construye frases publicitarias de gran impacto como “que devuelvan lo robado”, para referirse a los anteriores gobiernos a los que califica de corruptos y no sin razón.
v Hay un trabajo muy planeado, dirigido por él mismo, para construir su imagen y promover el culto a la personalidad, presentarse como único y el presidente más cool del mundo. La manera en que se viste busca subrayar esa condición.
v Hace un uso intensivo de las encuestas. Con uno de los encuestadores de más confianza tiene conversaciones a primeras horas de la madrugada, para diseñar los mensajes comunicativos del día.
v Quienes han estudiado al personaje plantean que en lo político su primer círculo, el de más confianza, está integrado solo por dos de sus hermanos.
v El presidente con frecuencia subraya que su única ideología es el hacer y que sea con eficacia. Eso en un país donde los últimos 40 años ha habido una confrontación permanente y abierta entre la izquierda y la derecha.
v Hay diversas versiones para explicar la reducción dramática de la violencia en El Salvador, pero es un hecho que ha tenido lugar durante el gobierno de Bukele. Él se presenta como un gobernante implacable frente al crimen.
v El tipo de gobierno, el discurso y el comportamiento de Bukele, que con frecuencia aparece como un artista y un personaje frívolo, ha calado en la población salvadoreña.
Concluyó el maestro Aguilar Valenzuela que “Su
éxito se basa que ha sabido despertar esperanzas e ilusiones en una sociedad
golpeada por la guerra, la violencia y la pobreza. Como otros muchos populistas
se plantea como el mesías capaz de cambiarlo todo”. El populismo recargado cobra fuerza en
sociedades presentistas, emocionales y que desprecian la memoria histórica.
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